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Posts Tagged ‘cenas en Zaragoza’

Al norte de La Rioja hay un pequeño pueblo de poco más de mil habitantes llamado San Vicente de la Sonsierra, conocido por una tradición que tiene un curioso nombre: los «picaos». ¿Quiénes son? Personas anónimas que de forma voluntaria se flagelan la espalda como acto de fe y penitencia por sus pecados. El nombre de «picaos» viene del hecho de que después de unos 800 azotes otra persona se la pica para que sangre y evitar así un enorme hematoma con una bola de cera que lleva incrustados cristales puntiagudos (doce heridas, seis en cada lado de la espalda, por los doce apóstoles).

Es un rito ancestral que se repite tres veces al año, en Semana Santa, para la Cruz de mayo (el día 3) y para la Cruz de septiembre (el 14). Lo de «rito ancestral» parece un lugar común, porque son dos palabras que muchas veces se usan juntas, pero en este caso lo es de verdad. Y además único, porque en ningún lugar ha sobrevivido algo que en otras épocas debió ser bastante común. Como prueba podemos ver este cuadro que Goya pintó a principios del siglo XIX y que representa algo casi idéntico a lo que vemos en la fotografía.

"Procesión de disciplinantes", de Goya

«Procesión de disciplinantes», de Goya

Un grupo de penitentes con la cara cubierta, algunos con capirote (que viene de la «coroza» de los condenados por la Inquisición). Algunos se azotan la espalda e incluso van vestidos de forma muy parecida a los «picaos», y otro lleva atado a los brazos un travesaño de madera (como los «empalaos» de Valverde de la Vera, de los que hablaremos otro día). Igual que en la fotografía, la escena se desarrolla delante de una imagen de la Virgen (también hay otros pasos, como un crucificado al fondo), con estandartes, numeroso público… es evidente que también estamos en Semana Santa.

Disciplinantes en un grabado del siglo XV

Disciplinantes en un grabado del siglo XV

Cuando Goya pinta esta procesión probablemente intenta mostrarnos el atraso de España respecto a otros países europeos. No hay que olvidar que él, con todas sus contradicciones, es un hijo de la Ilustración, y que ya Carlos III había intentado prohibir en 1777 «los disciplinantes, empalados y otros géneros de penitencia«. Lo cierto es que cambiar las costumbres cuesta mucho y aquella venía de muy, muy lejos. Nada menos que de una Edad Media cuya herencia, por aquel entonces, se quería erradicar.

San Francisco recibiendo los estigmas

En los siglos XII y XIII hay un auge de la devoción por la pasión de Cristo. Por un lado, el ambiente de las Cruzadas; por otro, la enorme influencia de San Francisco de Asís, que según la tradición había recibido directamente de Cristo sus cinco llagas en su propio cuerpo (lo que se conoce como estigmas). El papel de los franciscanos en el desarrollo de la Semana Santa sería fundamental, y ellos serían los que impulsaron la creación de cofradías de disciplinantes cuya principal devoción era la Vera Cruz

Ermita de San Juan de la Cerca, sede de la cofradía de la Vera Cruz de San Vicente de la Sonsierra

Hoy subsisten muchas cofradías de la Vera Cruz, pero de todas ellas la única que ha mantenido esta tradición de los disciplinantes ha sido la de San Vicente de la Sonsierra, cuyos estatutos datan nada menos que de 1551. De hecho, lo que hoy se sigue viendo parece que se haya conservado en una cápsula del tiempo y que de pronto nos lleve a época muy remotas, siglos atrás. Creo que para hacernos una idea lo mejor es verlo:

De todo lo que hemos visto hay una cuestión que a mí me parece muy importante: el absoluto anonimato de los «picaos». Eso elimina el componente exhibicionista (que tan importante es en muchos costaleros sevillanos, por ejemplo) e introduce un elemento muy interesante: la máscara. Hay quien dice que colocársela y ver el mundo a través de dos agujeros te introduce en una dimensión distinta, entre otras cosas porque los que están alrededor hablan de ti como si no pudieras oírlos. Supongo que eso, unido al ritmo monótono e incesante de los latigazos, te puede hacer llega a entrar en una especie de trance. No lo sé, nunca he experimentado nada parecido, aunque no puedo negar que me produce una enorme curiosidad.

Anonimato

¿Qué puede llevar a una persona a hacer algo así? Arrepentimiento, remordimientos de conciencia, una extraña forma de agradecimiento, un cierto masoquismo… No lo sé, sinceramente. Pero algo ha cambiado en mí en estos últimos años, supongo que debido a la edad. Cuando era más joven me hubiera escandalizado de que algo así siguiera ocurriendo en el siglo XX (yo nací en el 71), lo hubiera considerado un signo de retraso, hubiera pensado que había que acabar con estas manifestaciones… hoy ya no lo veo así. Hoy pienso que la vida es dura, maravillosa pero dura, y que cada uno la afronta como mejor puede. Las soluciones que a unos les sirven a otros no, y al revés. Yo no entiendo qué alivio puede encontrar alguien en mortificarse de esa manera, pero es evidente que esas personas lo encuentran y que se sienten mejor. Si no hacen mal a nadie, y yo creo que no lo hacen, ¿quién soy yo para pensar que no deberían hacerlo?

Está claro que la Semana Santa española no puede ser más variada y peculiar, ¿no? En las próximas semanas seguiremos contando historias sobre la Semana Santa insólita, pero si queréis conocer muchas más aquí os dejo el programa que hemos preparado (entrad aquí para encontrar toda la información):

  • 14 y 22 de marzo – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: el Calvario de Alloza y mucho más
  • 21 y 28 de marzo – CENAS EN PALACIO: Semana Santa insólita
  • Del 30 de marzo al 2 de abril – TRAS TUS PASOS: Rutas para descubrir la Semana Santa de Zaragoza en la calle
  • 2 de abril, Jueves Santo – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: Romper la hora en Híjar
  • 4 de abril – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: Sábado Santo en Alcañiz

Y si queréis seguir leyendo, aquí os dejo unos cuantos posts de nuestro blog sobre el tema:

Salamanca, el “padre putas” y el Lunes de Aguas

El entierro de Genarín en León

El besapié de Jesús de Medinaceli en Madrid

Sevilla y el viacrucis de la Cruz del Campo

Un cristo heroico en Zaragoza

Domingo de Ramos en Elche

La luna y la Semana Santa

El juego de las caras en Calzada de Calatrava

Híjar, la familia y la tradición

Romper la Hora en Híjar

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Cada Jueves Santo por la noche tiene lugar en León una procesión alucinante que no tiene nada que ver con la imagen de sobriedad que tenemos de la Semana Santa castellana: el entierro de Genarín. Para unos, puro surrealismo delirante. Para otros, una herejía de mucho cuidado y una burla de lo más sagrado. Los hay que piensan que es una expresión de libertad, otros lo ven como una tradición con mayúsculas y muchos como una grandísima concentración de borrachos. ¿Qué es realmente? Pues un poco todo eso y seguramente mucho más, pero antes de nada veamos un resumen de lo que esa noche se vive en León para empezar a formarnos una opinión. Si después de verlo consideráis que lo que hay aquí puede herir vuestra sensibilidad… podéis seguir leyendo, pero luego no digáis que no estabais advertidos.

Lo primero de todo: ¿quién era Genarín? Pues un leonés feo, pequeñete, pícaro, borracho, jugador y putero, hablando mal y pronto. Conocido por toda la ciudad, pasaba el día yendo de taberna en taberna jugando al mus, bebiendo vino y comiendo, cuando venían bien dadas, un trozo de pan, queso y una naranja. Eso de día, pero de noche… en cuanto el sol caía los pies le llevaban hacia el barrio de San Lorenzo, lo peor (o lo mejor, según quién lo cuente) de León, donde estaban la taberna del Tuerto, el figón de la tía Casilda, la tasca de la Maldades, la cantina del Carabina, el burdel de Doña Francisquita y el de la Bailabotes… que Genarín recorría con la misma devoción que si fueran las estaciones del Vía Crucis, o más.

Genarín en su paso, seguido de sus devotos y de la Muerte

¿Y qué tiene que ver alguien así con la Semana Santa? Pues para su desgracia, mucho, pues murió la noche del Jueves Santo de 1929 atropellado por el primer camión de la basura que hubo en la ciudad (conocido como «la Bonifacia«), mientras hacía sus necesidades junto a la muralla. Antes de eso la última tasca que visitó fue la del Esteban, en cuyo lugar hay hoy un solar en el que dicen que han visto el espectro de un hombrecillo con una botella de orujo en la mano. El caso es que de allí fue andando (de lado a lado de la calle, imaginamos) hasta el lugar de su «martirio».

Cubos de la muralla de León

Allí quedó muerto, al pie de la tercera torre de la muralla, y poco después se lo encontró la Moncha, una de las pupilas de Doña Francisquita (dueña del burdel más famoso de la ciudad, de calidad más que probada) a la que un ricachón puso casa de querida en la carretera de los Cubos (llamada así por los cubos o torres de la muralla junto a la que cayó nuestro héroe). Vaya usted a saber por qué, aquella mujer llevaba en la mano un periódico con el que piadosamente tapó su cara. Cuál no sería su sorpresa al ver que el rostro de Genarín había quedado impreso en él. Os va sonando todo, ¿no?

Paso de La Moncha

Cuentan sus devotos que el primer milagro de Genarín fue, precisamente, la conversión de la Moncha, que a raíz de aquel susto debió ponerse a reflexionar («polvo somos«, «que me pille confesada» y todo eso) y dejó la profesión que tan popular la había hecho, volviéndose para su Lugo natal. Luego vendrían al menos otros tres, tan discutibles e inverosímiles como ciertos, según dicen sus devotos.

Esquela de Genarín en la que se nos cuentan algunos datos curiosos, como que era viudo, tenía cuatro hijos y una de sus hermanas era monja

Lo normal hubiera sido que el recuerdo de Genarín se perdiera rápidamente, pero… ahí está la labor de los cuatro evangelistas: Nicolás Pérez «Porreto» (árbitro de fútbol), Eulogio «el gafas» (taxista de profesión, coplero de devoción), Luis Rico (hombre de buena familia que dilapidó su fortuna en juergas con los amigotes) y Francisco Pérez Herrero (poeta), que ya al año siguiente decidieron rendirle homenaje reuniéndose en la Plaza del Grano y recorriendo las tascas y burdeles que Genarín acostumbraba a visitar. A partir de ahí nacería el mito, que se fue enriqueciendo con historias y más historias que los devotos del culto genariano cuentan y analizan detenidamente entre copa y copa de orujo.

Cabezudos que representan a los cuatro evangelistas en la procesión

Aquel sentido homenaje de cuatro amigos rápidamente se convirtió en una gran manifestación popular, que dio lugar incluso a la «Cofradía de Nuestro Padre Genarín«, que todavía existe (para formar parte de ella sólo tienes que entrar aquí, y para oír hablar a su hermano mayor aquí).

Inexplicablemente (dada la escasa permisividad de nuestra dictadura) hasta 1957 no tuvieron problemas con la celebración, pero aquel año se prohibió y no se recuperaría hasta la llegada de la democracia. Para entonces sólo quedaba vivo uno de los evangelistas, pero consiguió darle al entierro el suficiente impulso como para que llegara hasta hoy en un excelente estado de salud, convertido en una fiesta multitudinaria en la que «casualmente» todo parece una parodia de la Semana Santa de toda la vida. Para empezar, el ritual empieza con la «Santa cena» de los miembros de la cofradía en la que se recibe a los nuevos cofrades con abundante orujo y con las sagradas palabras que se repetirán durante toda la noche:

…Y siguiendo sus costumbres
que nunca fueron un lujo,
bebamos en su memoria
una copina de orujo.

Ya pasada la medianoche los cofrades se dirigen hasta la Plaza del Grano, y en medio de una multitud de unas 15.000 personas comienza la procesión, con los pasos correspondientes: la Cuba (en el que van las ofrendas), la imagen de Genaro, la Muerte y la Moncha, además de los cuatro cabezudos que representan a los evangelistas. Antorchas, versos, abundantes brindis con orujo y un recorrido que termina en el mismo lugar en el que murió Genarín, donde el «Hermano Colgador» trepará la muralla en la que depositará las ofrendas: queso, pan, naranjas, una corona de laurel y, cómo no, una botella de orujo.

Panorámica de la procesión

Todo esto ha dado lugar a libros (el más famoso, el de Julio Llamazares titulado «El entierro de Genarín. Evangelio apócrifo del último heterodoxo español«, una película («Bendito canalla«), versos e incontables páginas de periódico escritas a partes iguales por defensores y detractores de tan pintoresca tradición. Porque nos podrá gustar más o menos, pero lo que nadie puede discutir es que hoy es una auténtica tradición, con los 75 años de vida cumplidos, rituales que se repiten año a año, un auténtico éxito de participación… en fin, una muestra evidente de que en la Semana Santa española también cabe la heterodoxia.

Está claro que la Semana Santa española no puede ser más variada y peculiar, ¿no? En las próximas semanas seguiremos contando historias sobre la Semana Santa insólita, pero si queréis conocer muchas más aquí os dejo el programa que hemos preparado (entrad aquí para encontrar toda la información):

  • 14 y 22 de marzo – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: el Calvario de Alloza y mucho más
  • 21 y 28 de marzo – CENAS EN PALACIO: Semana Santa insólita
  • Del 30 de marzo al 2 de abril – TRAS TUS PASOS: Rutas para descubrir la Semana Santa de Zaragoza en la calle
  • 2 de abril, Jueves Santo – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: Romper la hora en Híjar
  • 4 de abril – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: Sábado Santo en Alcañiz

Y si queréis seguir leyendo, aquí os dejo unos cuantos posts de nuestro blog sobre el tema:

Salamanca, el «padre putas» y el Lunes de Aguas

El besapié de Jesús de Medinaceli en Madrid

Los «picaos» de San Vicente de la Sonsierra

Sevilla y el viacrucis de la Cruz del Campo

Un cristo heroico en Zaragoza

Domingo de Ramos en Elche

La luna y la Semana Santa

El juego de las caras en Calzada de Calatrava

Híjar, la familia y la tradición

Romper la Hora en Híjar

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En este mes de febrero que dedicamos al amor no nos podíamos olvidar de una de sus caras: el desamor. Porque con todos los matices que queráis ponerle de odio, despecho, rencor, desengaño… el desamor no deja de ser otra forma de amor, y quizá la más intensa de todas. Y para demostrarlo, he elegido mis tres canciones preferidas, una española, una mejicana y una francesa (o más bien en francés, porque Jacques Brel era belga). Y empezamos por la primera:

«Te lo juro yo», mi copla preferida, cantada nada más y nada menos que por Lola Flores, que le saca a la letra todo el desgarro que tiene. Quintero, León y Quiroga, la Santísima Trinidad de la Copla, lo dejaron claro desde el primer verso: «Yo no me dí cuenta de que te tenía / hasta el mismo día en que te perdí«. Te he despreciado, me he hecho la interesante, he pasado de tí, te he dado celos pensando que aguantarías todo y que siempre te tendría ahí como Plan B… y resulta que me he pasado de la raya, se ha roto la cuerda de tanto estirarla y en ese mismo momento me he dado cuenta de lo que perdía. Para matarla, podréis pensar. Pues sí, para matarla, pero resulta que no es algo tan raro. Haced memoria, pensad en vuestra historia personal o en la de vuestros conocidos y seguro que encontráis a personajes así. Dispuestos a nada cuando lo tienen todo y dispuestos a todo cuando no tienen nada. Porque eso sí, ahora, cuando lo ha perdido, es capaz de cualquier cosa, de lo que sea, con tal de recuperar su amor: «Echame a los ojos un puñao de arena / mátame de pena / pero quiéreme«. Merece la pena escuchar la letra sin prisa y paladear la maravillosa interpretación de Lola Flores, que hace creíble esa copla como nadie, pero también me gusta de vez en cuándo oírsela a Manuel Bandera en «Las cosas del querer».

La segunda nos lleva hasta México, y es «Pa’todo el año», del inmenso José Alfredo Jiménez. Como decía Sabina «Las amarguras no son amargas / cuando las canta Chavela Vargas / y las escribe un tal José Alfredo«. Pues bien, en este caso os propongo oír la canción en la voz de María Dolores Pradera (que a sus 86 años sigue cantándola como nadie).

De entrada ya queda claro el tema: la pérdida del amor. «Por tu amor que tanto quiero / y tanto extraño«. Aquí no tenemos a alguien que se lo haya jugado todo y lo haya perdido, como en «Te lo juro yo«, sino a alguien que es el mejor retrato posible del abandono. Alguien que intenta superar esa inmensa pérdida y que no puede, y que se revuelve contra eso con desesperación. ¿Cómo es el otro? No lo sabemos, porque ni hay reproches ni insultos contra él. A lo mejor no es culpable de nada, salvo de haber dejado de querer a esa persona (algo que no se puede controlar). A lo mejor sí. No lo sabemos. Lo único que sabemos es que ella sigue completamente enamorada, pese a que diga con una mezcla de chulería y amargura que «Para de hoy en adelante / ya el amor no me interesa«. Hay un momento de la canción que a mí me pone los pelos de punta, y es cuando dice: «Si te cuentan que te vieron muy borracha / orgullosamente diles que es por tí, / porque yo tendré el valor de no negarlo / juraré que por tu amor me estoy matando / y sabrán que por tus besos me perdí«. ¿Conocéis algo más estremecedor, más desesperado, que produzca una desolación mayor que esos pocos versos? Pues sí, porque la canción aún sigue ahondando en el dolor hasta llegar al clímax final, cuando dice aquello de que «aunque yo no lo quisiera / voy a morirme de amor«. En fin, sublime. Os dejo también la versión original, la de José Alfredo Jiménez, que además de escribir interpretaba sus propias letras como nadie.

Y ya para acabar nos vamos a la más terrible de las tres, porque es un grito desesperado: «Ne me quitte pas». Seré capaz de lo que sea, pero no me dejes. «Moi, je t’offrirai / des perles de pluie / venues d’un pays / oú il ne pleut pas«. Yo te ofreceré perlas de lluvia venidas de un país en el que no llueve. Te ofreceré cualquier cosa, dice, pero no me dejes, por favor, no me dejes.

Al fin y al cabo, podemos volver a donde estábamos. Cosas más raras se han visto, dice: «On a vu souvent / rejaillir le feu / de l’ancien volcan / qu’on croyait trop vieux«. A menudo se ha visto como volvía a salir fuego de un volcán que todos creían que ya era viejo, o que de la tierra quemada nacía más trigo que el que da la mejor primavera. No me dejes, podemos volver a intentarlo. No me dejes. Hasta aquí es tremenda, pero lo estremecedor de verdad es el final. Está dispuesto a todo, a todo, por nada. Me esconderé a verte bailar, cantar, reír… «Laisse-moi devenir / l’ombre de ta main / l’ombre de ton chien«. Déjame convertirme en la sombra de tu mano, la sombra de tu perro. Es estremecedor pensar que somos capaces de cualquier cosa por conservar ya no el amor, sino una ficción del amor, y creo que nadie lo ha expresado mejor que Jacques Brel en estos versos (para tener la letra en francés entrad aquí). Aunque la Piquer… estuvo muy cerca, cuando cantaba aquello de «Dime que me quieres». Aunque no lo sientas, aunque sea mentira… pero dímelo.

Otro día más, pero de momento si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí. Os dejo un resumen de lo que podréis encontrar:
  • Viernes 13 y sábado 14 de febrero a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
  • Domingos a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA 

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Llega «febrerillo el loco«, y con él el Día de los enamorados. Pero como no podemos consentir que todo sean canciones ñoñas, dedicatorias cursis y tartas en forma de corazón, vamos a dedicar este mes nuestro blog al amor. Pero al amor de verdad, no al que aparece en la publicidad de los grandes almacenes. Al amor que es un terremoto que te sacude de arriba a abajo, que te cambia la vida en un segundo y que te convierte en un ser inmortal. Al que es una montaña rusa y tiene mil caras, del amor ciego al odio total, de la pasión al adulterio, de la locura al crimen. Y como vamos a dedicar nuestras «cenas de los martes» a «Amores y desamores en París», os proponemos descubrir a lo largo de este mes la ciudad en diez besos (más o menos). ¿Os apuntáis? Pues para ir preparando el ánimo, vamos a empezar con una canción de Edith Piaf, «À quoi ça sert l’amour?». Y si queréis la letra, tanto en francés como en español, pinchad aquí.

¿Para qué sirve el amor?, se pregunta. Se cuentan historias sin sentido, se dice que no se sabe de dónde viene, que hace sufrir y llorar… ¿Para qué sirve amar? Pues puede que una posible respuesta esté en el primer beso de esta serie, un cuadro maravilloso que a mí siempre me hace feliz. ¿Queréis verlo?

«El cumpleaños»

Un día Marc Chagall estaba en casa de un amigo y llegó alguien, de quien sólo pudo oír la voz. Un tiempo después conoció a la dueña de aquella voz y se enamoró para siempre de ella. A veces comieron perdices y a veces no (les pillaron las guerras mundiales, él era judío…), pero siempre fueron felices, porque se quisieron con locura. Chagall sabía que el amor te da alas y te hace flotar, porque él lo experimentaba cada día, y por eso en sus cuadros aparecen volando por encima de los tejados de París, sorprendiéndola con un beso el día de su cumpleaños…

«El paseo»

Tanto se querían, y tanto se notaba, que su amigo Pablo Gargallo le hizo este retrato. En él, dentro de la cabeza de Chagall, con sus rizos inconfundibles, está Bella flotando, con el mismo ramo de flores que lleva en este cuadro. ¿Y sabéis lo mejor? Pues que para verlo no tenéis que ir muy lejos. Lo tenéis en Zaragoza, en el Museo Pablo Gargallo. ¿No lo conocéis? ¿Y a qué estáis esperando?

Chagall visto por Gargallo

Otro día más, pero de momento si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí. Os dejo un resumen de lo que podréis encontrar:

  • Viernes 13 y sábado 14 de febrero a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
  • Domingos a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA

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¿Sois de los que pensáis que «Sonrisas y lágrimas» es una película ñoña? Pues yo soy de los que piensan que es una grandísima película y uno de los mejores musicales de la historia. Y para convenceros, ahí van mis diez razones.

1 – Un decorado maravilloso fotografiado extraordinariamente – No sólo Salzburgo, una fantástica ciudad barroca que está, con Praga, entre las mejor conservadas de Centroeuropa, sino también los Alpes, que son un protagonista más de la historia.

Una marco espectacular para las correrías de la familia Von Trapp

2 – Una historia real… que modificaron como quisieron – Hubo una auténtica María y un capitan Von Trapp, que tenía siete hijos también, aunque… ella se educó en el ateísmo más radical (aunque es cierto que acabó siendo monja), tuvieron tres hijos más después de casarse, no huyeron andando hacia Suiza como en la película (había unos cientos de kilómetros monte a través) sino hacia Italia e Inglaterra y acabaron en Estados Unidos convertidos en «Los cantores de la familia Trapp». Eso sí, para no echar a perder el negocio María los tuvo a todos en un puño y les impidió todo el tiempo que pudo que se echaran novias, novios o lo que fuera.

The von Trapp family singers

3 – Una protagonista con una personalidad arrolladora – La auténtica María von Trapp debía ser de armas tomar, pero la protagonista de la película no se queda atrás. Tiene mejor carácter pero no se le pone nada por delante: convierte las cortinas de su habitación en trajes para todos (en un arranque muy del tipo de Escarlata O’Hara), consigue que el capitán se ponga a cantar y con sus artes de monja se quita de en medio a una baronesa súper sofisticada.

Maria von Trapp – Julie Andrews

4 – Una historia de amor… con algunos obstáculos – Normal, si no se acabaría enseguida y dura casi tres horas. Primero, siete niños, que por resultón que sea el capitán y forrado que esté es como para pensárselo. Luego, una baronesa lagartona que intenta por todos los medios sacudirse a la monja para quedarse con su hombre. Luego, los nazis. En fin, un sinvivir.

María y el capitán, felices como codornices

5 – Un guión perfectamente construido – Tramas secundarias que se van enlazando con la principal alternando momentos dramáticos y cómicos, más emotivos y más ligeros, personajes que entran y salen, como las monjas, el cartero que se enamora de la hija mayor y que acaba con los nazis, delatando a nuestros protagonistas…

I’m sixteen going on seventeen

6 – Unos niños de película – ¿De verdad alguien piensa que era fácil encontrar a 7 niños guapetes, que supieran actuar, cantar y bailar, simpáticos y encima con alturas escalonadas? Pues no, y lo lograron, consiguiendo que fueran uno de los mayores ganchos de la película.

¿A que son ricos?

7 – Unos secundarios de lujo – Eleanor Parker, sobre todo, está maravillosa en el papel de la baronesa, lleno de matices (gracias también a un estupendo guión, que todo hay que decirlo). Como conseguir que comprendamos y perdonemos a un personaje que pone la zancadilla a nuestra adorada María es un misterio para el que sólo las grandes actrices tienen la respuesta. Las monjas también fantásticas, por cierto.

Magnífica Eleanor Parker

8 – Unos estupendos números musicales – Hasta los años 40 en las películas musicales la acción se detenía cuando empezaba a sonar la música, como si se abriera un paréntesis. A partir de «Un día en Nueva York», «Un americano en París», «Siete novias para siete hermanos», «Cantando bajo la lluvia»… la cosa cambió completamente, de forma que los personajes empiezan a cantar cuando ya no pueden seguir hablando, bien porque la alegría se les sale por los poros, porque es la única forma posible de expresar su pena… En «Sonrisas y lágrimas» cada número está perfectamente trabado con el guión, de forma que la película es puro ritmo.

9 – El trasfondo histórico de la anexión de Austria por los nazis – El capitán von Trapp es un patriota austriaco, un héroe de la primera Guerra Mundial (el personaje histórico también lo era) enemigo de cualquier tipo de colaboración con los nazis. La anexión de Austria por parte del Tercer Reich será la que desencadene el final de la película, con la familia huyendo de Austria, pero justo antes… hay un momento de emoción patriótica como sólo el cine puede lograr. A mí siempre me recuerda a una escena con la que siempre lloro, cuando la prostituta comienza a cantar «La marsellesa» en la barra del casino de Rick, en «Casablanca».

10 – Un final feliz… pero lleno de incertidumbres – Nuestros amigos consiguen escapar, pero ¿podrán salvarse? ¿Serán felices y comerán perdices? ¿Los pillarán? Nos quedamos sin saberlo, y ese cierre es de lo mejor de la película.

De camino a Suiza monte a través

Hasta aquí algunas de las razones por las que me encanta «Sonrisas y lágrimas», pero si todavía no estáis muy convencidos… si sois un grupo podemos organizaros una cena temática con un auténtico menú austriaco. Podéis poneros en contacto con nosotros en educacion@gozarte.net o en el 976207363 y lo  hablamos.

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¿El beso más famoso de la Historia?

No hay un beso más famoso que éste, ¿no? En realidad nada es lo que parece, porque ni era espontáneo (el fotógrafo les acababa de conocer en un café y les pidió que posaran para él) ni el amor duró eternamente, pero da el pego. Al fin y al cabo, el amor es eterno… mientras dura, sea un segundo o toda la vida. Si no, no es amor, es otra cosa. Y viendo este beso, uno siente que puede ser dueño del tiempo, hacer que los relojes se paren a tu alrededor y sentir que algo así puede durar para siempre (y a veces se consigue). Por cierto, ¿dónde se están besando? Pues delante del ayuntamiento de París, y por eso la foto se titula «El beso del Hôtel de Ville«. Y es que una de las pocas cosas acerca de las que hay un consenso universal es que París es un marco estupendo para cualquier historia de amor, aunque sean de esos «amores eternos, que duran lo que dura un corto invierno«, que cantaba Sabina. Y no hay mejor melodía para recordarlo que el «Hymne à l’amour» de Edith Piaf.

¿Qué os parece irnos a pasar una velada a París? Os proponemos una noche en la que hablaremos de amores y desamores, de romances legendarios y anónimos, de pasiones (con sus crímenes correspondientes) y adulterios, de amantes de los reyes de Francia y de prostitutas de película… porque si hay un lugar en el mundo lleno de fascinantes historias de amor… ¡¡¡ese es París!!!

«El beso» de Brancusi, intenso y eterno como ninguno

¿Y qué tenemos para cenar? Pues os proponemos un recorrido por las distintas regiones de un país con una gastronomía tan maravillosa como Francia:

  • Provenza – Boullabaisse, sopa de pescados
  • Lorena – Quiche Lorraine
  • Borgoña – Boeuf bourguignon
  • Valle del Loira – Tarta Tatin de pera

¿Cómo lo veis? ¿Os apetece el plan? Pues si sois un grupo y estáis interesados, llamadnos al 976207363 y lo organizamos.

 

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¡¡¡Peligro de ñoñificación del medio ambiente!!! Se acerca una de las fechas más cursis del calendario, o la que más. La prueba de que El Corte Inglés, las Galerías Lafayette, una parte de Hollywood y el contubernio judeo-masónico son capaces de convertir el sentimiento más fuerte y brutal en algo cursi, ñoño, dulzón y controlable. Pero no nos dejaremos. Sobreviviremos a este campo de minas lleno de tartas rosa en forma de corazón, tarjetas en las que alguien ha escrito por nosotros alguna idiotez y besos del capitán del equipo de fútbol con la jefa de las animadoras. El amor es otra cosa, un terremoto que nos arrastra y nos convierte en dioses capaces de todo, incluso de sobrevivir a la muerte. El amor es… la hostia, simplemente. No se puede comparar a nada, no hay forma de contarlo ni de ponerlo en palabras, pero artistas, escritores, cantantes, bailarines… lo han intentado desde que el mundo es mundo.

Eso es un beso, sin tontadas

Por eso nos apetece pasar el mes de febrero contando historias de amor, pero de amor de verdad, del que hace que el mundo tiemble. ¿Queréis conocer nuestras propuestas? Pues tenemos unas cuantas, y por cierto, si queréis regalárselas a vuestra pareja entrad aquí y os contamos cómo:

Un escenario ideal para amores legendarios

HISTORIAS DE AMOR EN LA ALJAFERÍA

En sus mil años de historia los muros de la Aljafería han sido testigos de todo tipo de romances, unos reales y otros legendarios, unos más apasionadas y otros menos, algunos con final feliz y otros de lo más desgraciados. Si queréis descubrir cómo se mezclan realidad y ficción en las historias de Gaiferos y Melisendra, Felipe de Gali, el Trovador Manrique de Lara y la hermosa Leonor… os esperamos todos los domingos hasta final de febrero para contároslo.
Cuándo – 27 de enero, 3, 10, 17 y 24 de febrero a las 11’30
Dónde – Frente a las taquillas de la Aljafería
Precio – 8 € por persona (7 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 4 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Para saber más, pinchad aquí.
El Palacio Larrinaga nació de una historia de amor con final ¿feliz?

El Palacio Larrinaga nació de una historia de amor con final ¿feliz?

EL PALACIO LARRINAGA

Al final de la avenida de Miguel Servet hay un palacio lleno de lujo y leyenda que tiene una gran historia de amor detrás. Hace ya más de cien años que el naviero Miguel Larrinaga, cuyos barcos daban la vuelta al mundo desde su sede de Liverpool, se lo regaló a su mujer, Asunción, nacida en Albalate del Arzobispo. Seguro que habéis visto muchas veces sus puertas cerradas al pasar por allí, pero ¿os imagináis cómo es por dentro? ¿Queréis descubrir con nosotros este fascinante lugar? Pues gracias a IberCaja, su actual propietario, ahora tenéis la oportunidad.

Cuándo – Todos los sábados hasta el 16 de febrero a las 11’30
Dónde – Palacio Larrinaga (Avda. Miguel Servet, 123)
Precio – 10 € por persona (9 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 6 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Para saber más, pincha aquí.
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RUTA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
Aquí donde la veis, Zaragoza ha sido de lo más lujuriosa, dicen que entre otras cosas porque siempre fue ciudad de cuarteles, y donde hay muchos soldados jóvenes… ya podéis imaginar. Tenemos, pues, toda una colección de historias de todas las épocas: del descaro de las vedettes de El Plata y el Oasis al ¿recato? de las monjas del Santo Sepulcro, pasando por las calles de la antigua “putería” en las que contaremos historias de adúlteros de lo más libidinosos. Un sinfín de experiencias lujuriosas e inolvidables.
Cuándo – Sábado 16 de febrero a las 18’00
Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena
Precio –  8 € por persona (5 € con cupón de Regala Zaragoza; entra aquí para descargarlo)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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GRANDES «DRAMONES» DE AMOR

¡¡¡Vuelven nuestras cenas con El Atrapamundos!!! 

¿Os apetece conocer algunas de las más grandes y tremendas historias de amor? Sí, de esas en las que en el tercer acto muere hasta el apuntador: asesinatos, crímenes pasionales, adulterios, amores prohibidos, veneno, puñales en la liga y un poco de todas esas cosas que son la sal de la vida. El soberbio Don Juan, la apasionada Carmen, el vengativo Don Mendo, los amantes de Teruel y sobre todo el trovador, el protagonista de la ópera que Verdi (que en este 2013 cumpliría 200 años) sitúo en la mismísima Aljafería de Zaragoza. Todos ellos os esperan para contaros sus historias.

Eso sí, aunque continuamos con El Atrapamundos cambiamos de dirección, porque se han trasladado a la cafetería del Teatro Romano, un lugar de lo más sugerente en pleno centro de Zaragoza. Y también cambiamos de día, porque nos trasladamos a los sábados, algo que muchos de vosotros nos llevabais pidiendo mucho tiempo.

Cuándo – Sábados 9, 16 y 23 de febrero, y también el jueves 14, Día de los Enamorados.

Dónde – Cafetería del Teatro Romano. Se entra por el lateral del Museo, situado en la Plaza de San Pedro Nolasco

Precio – 22 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363

Si queréis saber más y ver el menú, entrad aquí

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Estas son nuestras propuestas para pasar un febrero de lo más apasionado. Ah, y alguna sorpresa más de la que os iremos informando. De momento, os dejo con mi canción de amor (y desamor, y despecho, y rabia y más amor) preferida: «Pa’todo el año». Porque ya lo decía Sabina, «Las amarguras no son amargas / cuando las canta Chavela Vargas / y las escribe un tal José Alfredo«. Aunque eso sí, os la dejo en la voz de María Dolores Pradera, que a mí me gusta mucho más.

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¿Qué se esconde detrás de esta portada tan sencilla?

En pleno centro de Zaragoza hay un magnífico edificio, enorme y monumental. Es el antiguo Colegio de la Inmaculada y el Padre Eterno, que tras la expulsión de los jesuitas (a los que pertenecía) en 1767 se convirtió en Real Seminario de San Carlos Borromeo. Todo el mundo sabe dónde está, pero estar, lo que se dice estar… mucho menos. Eso sí, es vox populi que es uno de los interiores más impresionantes de la ciudad, y que precisamente por eso está solicitadísimo para casarse allí. De hecho, uno de los comentarios más repetidos en relación con esta iglesia es: «Yo estuve allí en una boda«.

Simplemente fastuoso

Este lugar tiene una larga historia. Para empezar, si retrocediéramos quinientos y pico años nos encontraríamos aquí con la sinagoga mayor de la ciudad, pues estaríamos en pleno centro de la judería. Tras la expulsión de los judíos en 1492 quedó abandonada, hasta que décadas después la compraron los jesuitas. Durante un tiempo la utilizaron como capilla, hasta que construyeron su colegio y la tiraron para hacer la iglesia. Por aquí pasaron jesuitas tan ilustres como Baltasar Gracián, uno de los escritores fundamentales del Barroco español, que dio clases en sus aulas y escribió aquí algunas de sus obras; o San José de Pignatelli, que fue uno de los principales artífices de la restauración de los jesuitas después de su desaparición…

Baltasar Gracián fue uno de los más ilustres habitantes de este lugar

La iglesia se fue enriqueciendo a lo largo del siglo XVII y la primera mitad del XVIII, hasta convertirse en uno de los conjuntos más espectaculares y mejor conservados en la actualidad del Barroco español. A finales del siglo XVII, p.ej., los duques de Villahermosa construyeron aquí una magnífica capilla para enterrarse, que entre otros tesoros artísticos cuenta, además de las dos tumbas monumentales de los duques, con un conjunto de cuadros de Vicente Berdusán.

La capilla de San José, con sus pinturas en el techo

Poco después, a principios del siglo XVIII, se redecoró la iglesia con una estética barroca muy cercana al gusto del rococó. Sorprendentemente, y a pesar de que durante los Sitios voló justo aquí al lado un polvorín que se llevó por delante parte del edificio, esa decoración se ha conservado íntegramente y convierte la iglesia es una especie de fabuloso cofre del tesoro. Aunque para todo hay gustos, pues en pleno siglo XVIII Antonio Ponz, mucho más clásico y austero, digo de ella que «haga usted cuenta que viene a ser una tienda de espejero». Lo dicho, para gustos. En cualquier caso, más que el valor individual que pueda tener cada una de las piezas lo verdaderamente impresionante es el conjunto, que constituye un auténtico viaje en el tiempo.

El coro de la iglesia

Aquí no acaba la historia del edificio, ni mucho menos. En 1767 fueron expulsados los jesuitas de España, y su antiguo colegio se convirtió en Real Seminario de San Carlos Borromeo (una institución que ya existía y que se trasladó aquí), un seminario sacerdotal, que no es lo mismo que uno de novicios (ese estaba en la plaza de la Seo hasta que se trasladó al edificio de Casablanca, el que hoy ocupa el Ayuntamiento). Hoy el antiguo colegio es, también, residencia de sacerdotes. En fin, una mezcla así de Historia, Arte, Literatura… y en pleno centro de Zaragoza, se merece una visita detenida. Por eso os proponemos que nos acompañéis a descubrir este lugar fascinante.


Si queréis descubrir 10 de las 10.000 razones por las que no os podéis perder este lugar, pinchad aquí. Y si queréis visitarlo, este mes de diciembre tenéis la oportunidad de hacerlo:

  • Cuándo – 5, 6, 7, 14, 20 (completo), 21, 27 y 28 de diciembre a las 17’00
  • Dónde – Puerta de la iglesia de San Carlos
  • Precio – 10 € por persona (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 8 €; parados, 5 €)
  • Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

 

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Este mes de diciembre vuelven nuestras «cenas urbanas», y los miércoles 12 y 19 pasaremos un buen rato en una ciudad que me tiene loco, pero loco, loco: la incomparable Nueva York, el lugar más efervescente, dinámico y estimulante que existe en la Tierra.

Aunque la canción la estrenó la increíble Liza Minnelli, hay que ser justos y reconocer que fue Frank Sinatra el que le dio fama universal y la convirtió en un himno. Y es que no se puede retratar mejor a la ciudad en la que todo es posible, en la que cada día está lleno de oportunidades y cualquier cosa puede pasar.

«I want to be a part of it…», como dice la canción

¿Queréis pasar una velada en la ciudad más excitante del mundo? Pues no lo dudéis, porque si hay un mes en el que Nueva York es más, muchísimo más, es diciembre. A mí la Navidad ni me gusta ni me deja de gustar, la verdad (yo soy más de Semana Santa), pero en Nueva York es otra cosa. ¿Y por qué? Pues porque sólo hay una forma digna de ser hortera, y es a lo grande. Un Papá Noel solitario en una esquina repartiendo publicidad, pues ni fu ni fa, la verdad. 150 viniendo por la Quinta Avenida, haciendo sonar sus campanas y cantando todos a la vez «Let it snow«… eso es un subidón. Un árbol de Navidad corriente con cuatro luces tristes, pues una penica como otra cualquiera. El Rockefeller Center Christmas Tree (sí, ya sé que es una pedantería ponerlo en inglés, pero es que no se le puede llamar de otra manera), con la pista de patinaje a sus pies y el rascacielos más elegante de la ciudad detrás, todo lleno de luces de colores… pues otro subidón, que queréis que os diga.

No se ve en las imágenes, pero hay como medio millón de personas (no exagero, medio millón, o eso dicen ellos) con la nariz colorada y el gorro hasta las orejas, muertos de frío. Yo estuve una vez y actuaron Enrique Iglesias y Britney Spears, pero he conseguido superarlo y recordar sólo lo bueno. El ambientazo, la fiesta, las rockettes del Radio City Music Hall…

Por lo menos una vez en la vida hay que ir al «Radio City Christmas Spectacular», el increíble montaje navideño del Radio City Music Hall

Por cierto, ¿habéis oído hablar de las rockettes? ¿Cómo os lo explicaría yo? A ver, lo primero de todo, hay que ser o muy hortera o muy postmoderno para disfrutar de ellas, pero si cumples cualquiera de esos dos requisitos… no puedes perdértelas, porque no olvidarás nunca lo que has disfrutado. Ahí va un ejemplo.

En fin, que en las próximas semanas seguiremos hablando de Nueva York en Navidad: el belén napolitano del Metropolitan Museum, el Ejército de Salvación en las esquinas de la Quinta Avenida, la música de Cole Porter o Bing Crosby, películas como «¡Qué bello es vivir!» y muchísimas otras… Si quieres conocer estas y muchas otras historias… no te puedes perder nuestras cenas de los miércoles 12 y 19 de diciembre. ¿Queréis saber el menú? Pues os hemos preparado un paseo gastronómico por algunos de sus barrios, que es como decir una vuelta al mundo en ochenta minutos:

  • Chinatown (chino) – Dumplings de cerdo y gambas
  • Williamsburg (judío) – Latkes de patata y cebolla con salsa de yogur
  • Harlem (negro) – Costillas BBQ
  • Manhattan (mezcla total) – New York Cheesecake (o sea, la mejor tarta de queso que existe)
Y es que, aunque sigue habiendo gente que cree que los americanos no saben comer, en ningún lugar del mundo es posible comer tan bien, tan variado, tan original, tan todo… como en Nueva York. Y todo ello aderezado con música, cine, historias y muchas cosas más. No os lo podéis perder.

Dónde – Restaurante El Atrapamundos (C/ Mefisto, 4)

Cuándo – Miércoles 12 y 19 de diciembre

Precio – 22 € por persona

Forma de reserva – Llamando al 976207363 o entrando aquí

 

Y si queréis conocer más historias, aquí os dejo algunos posts de nuestro blog:

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Esos ojos, esa boca, esos dedos… ¡¡¡Qué miedo!!!

Seguramente Béla Lugosi es una de esas personas a las que nunca invitarías a cenar, por si acaso (¿o sí?). Drácula es igualico, igualico que él, no hay más. Y es que ya desde pequeño Béla estaba destinado a convertirse en el conde más famoso del mundo. Para empezar, nació en la mismísima Transilvania, concretamente en Lugoj, y por eso se puso de nombre artístico Béla (que era su nombre real) Lugosi (o sea, el de Lugoj). Vamos, como Marifé de Triana, pero en rumano. No sabemos si por su origen, por su aspecto físico o por todo junto, pero el caso es que interpretó tantas veces al vampiro más famoso de todos los tiempos y se sintió tan identificado con él que cuentan que llegó a creérselo. Tanto, que pidió que le enterraran vestido con su capa negra forrada de satén rojo. ¿Cómo lo veis?

Después de ver esto, ¿quién se atreve a asegurar que los vampiros no existen?

Cuenta una vieja leyenda de Hollywood (probablemente más falsa que Judas) que en el entierro de Béla Lugosi se juntaron dos astros del cine de terror, Vincent Price y Peter Lorre, y mirándolo dijeron: «¿No deberíamos clavarle una estaca por si acaso?«. No lo hicieron, entre otras cosas porque parece que ninguno de los dos estuvo realmente en el funeral, pero aunque sea falsa la anécdota es genial. Y seguro que lo mismo piensan los que hicieron este muñeco «encantador».

¿Os imagináis dormir con «esto» en la habitación?

Pero estamos yendo muy deprisa. Es verdad que la muerte es el nacimiento a la no-vida de un vampiro, pero… ¿qué sabemos del auténtico Béla? Pues para empezar, que nació en 1882, 15 años antes de que Bram Stoker escribiera su novela «Drácula«. Y que al principio se ganó la vida como actor haciendo papeles «normales«. Y que por sus ideas políticas de izquierdas tuvo que marcharse primero a Alemania y luego a Estados Unidos, sin un céntimo en el bolsillo y pagándose el viaje trabajando en las máquinas del barco. Y que con treinta y tantos años encontró el papel de su vida. A partir de 1927, cuando empezó a interpretarlo en Broadway, y todavía más cuando lo llevó al cine en 1931, Béla Lugosi sería para todo el mundo el conde Drácula, y viceversa.

Drácula nunca fue tan elegante

No era la primera vez que la novela se llevaba al cine. Murnau había rodado en Alemania, en 1922, una película inolvidable: «Nosferatu«, aunque tuvo que cambiar el nombre de Drácula por el de Conde Orlok por no haber conseguido de la viuda de Bram Stoker los derechos de la novela.

De tan feíco casi da ternura, ¿verdad?

Nosferatu es un ser monstruoso, horriblemente feo y desagradable, con rasgos de roedor y largas uñas. Nada que ver con el Drácula que encarnará Béla Lugosi nueve años después: apuesto, seductor, impecablemente vestido… todo un galán.

Como para decirle que no, con ese gesto que tiene de estar encantado de haberte conocido

Aunque Tod Browning, que fue contratado por la Universal Pictures para dirigir «Drácula» en 1931, buscaba un actor desconocido para que resultase aún más siniestro (se decía que para «Nosferatu» habían contado con un auténtico vampiro para representar el papel, y había que estar a la altura), el estudio le impuso en el cásting a Béla Lugosi, que llevaba tres años representando al conde en el teatro con un enorme éxito. El acierto fue total. Béla pudo usar todos los recursos aprendidos durante 30 años de profesión: los gestos de la cara, su mirada penetrante, unas manos que pueden expresar desde el mayor refinamiento hasta el más absoluto terror, una media sonrisa capaz de helarte la sangre en las venas y un acento centroeuropeo que hacía aún más creíble el personaje. Os dejo aquí una escena para que podáis comprobarlo.

Ese ambiente de castillo gótico en ruinas combinado con la elegancia británica del vestuario; el conde parado en mitad de la escalera, con el candelabro en la mano; las sombras que lo cubren todo; el aullido de los lobos, «children of the night«, hijos de la noche, la música preferida del conde… ¡¡¡Inolvidable!!! He puesto la versión inglesa para que disfrutéis de la voz de Béla, de su hablar lento y parsimonioso, de sus movimientos tan elegantes como precisos, tan lentos como contundentes… todos los recursos que había adquirido en 30 años de profesión están aquí.

El conde quiere trasladarse a vivir (bueno, a no-vivir, para ser exactos) a Londres y ha contactado con un despacho de abogados para comprar una propiedad. Renfield será el primer enviado a Transilvania para resolver los detalles. El conde le recibe, le dice que ya ha cenado y echa una primera mirada a los contratos. Su invitado se corta con un cuchillo, aparece la sangre por primera vez y poco después el conde le da las buenas noches (una ironía como otra cualquiera). Cuando Renfield (que algo ya se debe oler) abre la ventana, ve revolotear un murciélago, y al poco llegan tres «vampiras» (lo de vampiresa sería más adecuado para ese tipo de mujer que es la perdición de los hombres, aunque no les saque la sangre literalmente), a las que el conde expulsa de allí. Esa misma escena de la cena aparece en muchas otras películas. ¿Queréis verla en alguna? Pues por ejemplo, pinchad aquí para ver cómo Nosferatu recibe a su invitado (id hasta el minuto 20, 18 segundos), o aquí para ver cómo en el año 2.000 se recreó aquel rodaje en «La sombra del vampiro«, una película en la que John Malkovich interpretó a Murnau, el director, y en la que se daba como real la leyenda de que contó con un vampiro auténtico para su conde Orlok. Cine que bebe del cine que bebe del cine que bebe de una novela que bebe de innumerables tradiciones que beben de la vida misma. Eso es arte, y del bueno.

Una imagen de la misma escena en el inolvidable «Drácula» de Coppola. El conde, su sombra (que va por libre) sobre el plano de Londres, el pasante enviado por el despacho de abogados…

Aquella película fue el mayor acierto de Béla Lugosi. Su mayor error lo tuvo muy poco después, cuando rechazó el papel de Frankestein, que llevaría al estrellato al que sería su eterno rival, Boris Karloff. Haría muchas más películas de terror, pero poco a poco su carrera se iría deslizando hacia abajo, pasando a la Serie B y más abajo aún. Murió arruinado y consumido por la morfina en 1956, pero los mitos nunca mueren. Hoy está enterrado en el cementerio de Holy Cross, cerca de Los Angeles, en una estupenda compañía. Si de noche vuelve a la vida podrá bailar con Ryta Hayworth mientras suena la música de Bing Crosby y John Ford dirige la escena, pues todos ellos (y muchos más) también están enterrados allí. Una compañía estupenda para pasar la eternidad, para qué nos vamos a engañar. Su tumba sigue siendo visitada por sus admiradores, que a lo mejor esperan verlo aparecer por allí en cualquier momento, quizá en forma de murciélago.

Si esta lápida pudiera hablar…

Alguien decía, siempre que hablaba de él: «He’ll be back«, o sea, volverá. Aquellas palabras fueron proféticas, porque Tim Burton volvió a darle vida en una estupenda película dedicada al peor director de cine de todos los tiempos, «Ed Wood«, con el que hizo sus últimos trabajos (Martin Landau consiguió el Oscar por su memorable interpretación de una estrella en la decadencia, y Johnny Depp, que interpreta a Ed Wood, vive hoy en la casa de Béla Lugosi, que la vida da muchas vueltas). ¿La habéis visto? Pues aquí os dejo un enlace a youtube para que podáis verla entera (está en varias partes, pero completa; cuando acabe cada una pinchad en la siguiente y ya está). En cualquier caso, como no quiero que os quedéis con esa imagen de un Béla olvidado por todos, enganchado a las drogas, arruinado… os dejo una imagen del actor en su esplendor:

Nunca habrá otro vampiro más elegante y seductor

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