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Posts Tagged ‘Patio de la Infanta’

Ya está aquí el puente de San Jorge, y para celebrarlo tenemos programadas un montón de actividades para descubrir las historias de nuestra historia, empezando por las HISTORIAS Y LEYENDAS DEL REINO DE ARAGÓN. Aquí os dejamos toda la programación:

JUEVES 23

  • 6’30 – Nos vamos de excursión: PUENTE DE SAN JORGE EN ÁVILA Y ALREDEDORES (completo)
  • 11’00 – HISTORIAS Y LEYENDAS DEL ESCUDO DE ARAGÓN

SÁBADO 25

  • 10’30 – LOS SECRETOS DE LA SEO
  • 11’00 – HISTORIAS Y LEYENDAS DEL ESCUDO DE ARAGÓN
  • 12’00 – Descubre la Zaragoza escondida: LA CARTUJA DE AULA DEI
  • 18’00 – Descubre Zaragoza con niños: UN SAFARI EN EL MUSEO
  • 20’00 – ZARAGOZA OSCURA Y LEGENDARIA

DOMINGO 26

  • 11’00 – HISTORIAS Y LEYENDAS DEL ESCUDO DE ARAGÓN
  • 11’00 – HISTORIAS DE AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA
  • 11’30 – Descubre Zaragoza con niños: UN DÍA CON LOS ROMANOS EN EL MUSEO

Santa Isabel

Jueves 23, sábado 25 y domingo 26 a las 11’00

HISTORIAS Y LEYENDAS DEL ESCUDO DE ARAGÓN

Todos hemos visto montones de veces el escudo de Aragón, pero ¿sabéis lo que significa cada una de esas imágenes? Pues para descubrirlo os vamos a proponer un recorrido en el que nos vamos a mover entre la historia y la leyenda para descubrir qué hay detrás de los símbolos de Aragón, como el dragón, San Jorge y sobre todo el escudo. ¿Por qué los reyes de Aragón llevaban un casco con un dragón? ¿De dónde vienen las barras? ¿Qué pasa con las cuatro cabezas de los reyes moros? ¿Desde cuándo está todo eso ahí?

Cuándo – Domingos 12, 19 y 26, jueves 23 y sábado 25 de abril a las 11’00

Dónde – Puerta de la iglesia de Santa Isabel, plaza del Justicia

Precio – 8 € por persona (7 €, jubilados y estudiantes menores de 25 años; 4 €, parados)

Reservas – Llamando al 976207373 o entrando aquí

Seo

Sábados a las 10’30 – LOS SECRETOS DE LA SEO

La Seo es el edificio medieval más importante de Zaragoza y de Aragón. Es una catedral absolutamente extraordinaria, que además de ser una joya artística está llena de historias que nos hablan de casi 1.000 años de convivencia (unas veces pacífica y otras no, que de todo hubo) entre judíos, moros y cristianos; de asesinatos en mitad de la noche; de milagros increíbles y reliquias extraordinarias… en fin, un lugar excepcional, algunos de cuyos secretos os contaremos en la visita que haremos los sábados por la mañana

Cuándo – sábados a las 10’30

Dónde – Plaza de la Seo, delante de la puerta

Precio – 10 €  por persona (mayores de 65 años  8 €; parados 5 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Sábados a las 12’00 – Descubre la Zaragoza escondida: LA CARTUJA DE AULA DEI 

Zaragoza es un caso excepcional, pues tuvo dos cartujas: la Cartuja Baja, o de la Concepción (el actual barrio de la Cartuja) y la de Aula Dei, que es la más famosa de las dos debido a que los muros de su iglesia fueron pintados por el zaragozano más universal: Francisco de Goya. ¿La conocéis? Pues no sabéis lo que os perdéis, porque la Cartuja es mucho más que Goya. Es un monasterio extraordinariamente conservado, muchas de cuyas dependencias podremos descubrir en esta visita: el patio de entrada, la iglesia, el pequeño claustro de capillas, la sala capitular y, sobre todo, la celda de un cartujo, en la que nos podremos hacer una idea de cómo vivían.
Cuándo – Sábados a las 12’00
Dónde – Portería de la Cartuja a las 11:50, o parada del bus 28 en el Coso, nº 118 a las 11:10
Precio – 10 € por persona (estudiantes y jubilados, 8 €; parados, 6 €)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Sábados  a las 18’00

Descubre Zaragoza con niños: UN SAFARI EN EL MUSEO

¿Quién dijo que no hay camellos en Zaragoza? Y dragones y serpientes… El Museo de Zaragoza está lleno de animales y para descubirlos hemos decidido organizar un safari en el que, si somos buenos detectives podremos encontrar leones que caben en la palma de una mano o animales fantásticos. si les escuchamos nos contarán algunos de los misterios de este fantástico museo.

Dónde – Sábados a las 18’00

Cuándo – Museo de Zaragoza (Plaza de los Sitios)

Precio – 7 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Sábados a las 20’00 – ZARAGOZA OSCURA Y LEGENDARIA

De noche todos los gatos son pardos, ¿verdad? Por eso la noche es el territorio donde se mueven con soltura los personajes de leyenda, magos, brujos, asesinos… ¿Queréis conocer historias de asesinatos, perseguidos por la Inquisición, milagros, traficantes de reliquias…? Os invitamos a conocer con nosotros la Zaragoza más oscura y legendaria, la que solo es posible descubrir cuando la noche tiende su oscuro manto.

Cuándo – Sábados a las 20’00

Dónde – Frente a las taquillas de la Aljafería

Precio – 8 € (7 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años, 4 € para parados)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Domingos  a las 11’00

HISTORIAS DE AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA

Estamos ya en febrero, y ya sabéis que nos encantan las historias de amor apasionado, intensas, dramáticas y de mucho sufrimiento. Por eso hemos preparado, los domingos por la mañana, una visita para descubrir en sus obras algunas grandes historias de amor (y desamor), unas reales y otras legendarias. Augusto y Livia, Juana la Loca, Venus… serán los protagonistas de este recorrido en el que nos acercaremos de otra manera a la colección del Museo de Zaragoza.

Cuándo – Domingos  a las 11’00

Dónde – Museo de Zaragoza (Plaza de los Sitios)

Precio – 8 € (7 €, estudiantes menores de 26 años y jubilados; 4 €, parados)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Augusto

Domingos a las 11’30

Descubre Zaragoza con niños: UN DÍA CON LOS ROMANOS EN EL MUSEO

Vamos a coger los relojes, los vamos a retrasar unos 1.900 años y nos vamos a ir a pasar una tarde a Caesaraugusta. Si os venís os vais a encontrar con una ciudad floreciente, animada y con muchísimo movimiento por todas partes. Eso sí, hoy no nos vamos a ir a ver sus monumentos ni a pasear por sus calles. ¿No? Pues no, porque como somos un poco cotillas nos vamos a meter en las casas de sus habitantes. ¿Os venís al Museo de Zaragoza a descubrir cómo eran?

 Cuándo –  Domingos a las 11’30

Dónde – Museo de Zaragoza, Plaza de los Sitios

Precio – 7 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Todos hemos oído hablar del Patio de la Infanta, pero ¿quién era realmente esa mujer? ¿Era de verdad infanta? Pues bien, lo primero de todo decir que se llamaba María Teresa de Vallabriga, y que conocemos perfectamente cómo era porque Goya la pintó varias veces.

La «infanta»

Pero vayamos por partes. El patio que se conserva dentro del edificio principal de Ibercaja pertenecía a una casa que había construido en el Renacimiento Gabriel Zaporta y que estaba en la calle San Jorge, en el solar que hoy ocupa la que fue primera central de Ibercaja. En ella vivió mucha gente importante, como uno de los hermanos Argensola o Ramón de Pignatelli, pero está claro que la que más impresionó la imaginación de la gente fue esta mujer, que la ocupó entre 1792 y 1808 (se marchó después del primer Sitio y cuando volvió a Zaragoza se instaló en otra casa en el Coso). A partir de entonces todo el mundo hablaría de «la casa de la infanta», aunque infanta, lo que se dice infanta… era más bien mujer de un infante (por entonces su viuda).

El patio de la casa de la infanta

El infante don Luis era hermano de Carlos III, y con la ley en la mano hubiera debido sucederle (la ley sucesoria de los Borbones españoles decía que el heredero tenía que haber nacido y haberse educado en España, y el hijo del rey, el futuro Carlos IV había nacido y se había criado en Nápoles). ¿Qué hizo Carlos III? Pues intentar por todos los medios que su hijo no tuviera ningún problema. Una vez visto que su hermano no tenía ninguna vocación religiosa (abandonó los muy lucrativos cargos de arzobispo de Toledo y de Sevilla) decidió apartarlo de la Corte mediante una argucia: le obligó a casarse con una mujer de rango muy inferior, la zaragozana María Teresa de Vallabriga, razón por la cual sus hijos no tendrían ningún derecho al trono ni a usar el apellido Borbón.

Palacio de Arenas de San Pedro, con la sierra de Gredos al fondo

El infante se retiró con su familia a su palacio de Arenas de San Pedro, en la provincia de Ávila, donde mantuvo una pequeña corte. Fue allí donde alguien (a lo mejor el arquitecto Ventura Rodríguez) le presentó a Goya, del que dijo que «Este pintamonas casi caza tan bien como yo«. El infante fue su primer cliente importante, y aparte de los retratos individuales de sus hijos y de su mujer, entre 1783 y 1784 representó a la familia en un enorme cuadro que muchos recordaréis, porque estuvo en Zaragoza durante el verano de 2008, en la exposición sobre «Goya e Italia«.

La familia del infante don Luis

Es de noche, y la familia está reunida en una habitación que apenas está insinuada. Sentados a la mesa están el infante, que hace un solitario, y su mujer, a la que están peinando. A su lado, una nodriza lleva en brazos a su hija pequeña. Los otros dos están detrás de su padre, muy serio el chico, el heredero, y detrás de él su hermana, que mira curiosa. Alrededor, personas de la casa: criadas, el administrador, quizá incluso el músico Luigi Boccherini, que trabaja para el infante… Y abajo a la izquierda Goya, que le hace un guiño a «Las Meninas» de Velázquez y se retrata pintando. En resumen, un momento íntimo, en el que en vez del falso esplendor de un retrato cortesano lo que encontramos es una sorprendente apariencia de verdad.

Don Luis María de Borbón y Vallabriga

Goya siguió pintando a los miembros de esta familia durante años, y en el Museo de Zaragoza tenemos un maravilloso ejemplo en el retrato del hijo del matrimonio, pintado como si no hubiera sido despojado de sus derechos dinásticos: ese azul completamente borbónico, los tacones rojos (que en el cuadro se aprecian perfectamente), la educación principesca…

Si os fijáis bien veréis el tacón rojo, que señala discretamente su elevada alcurnia

Cuando su madre quedó viuda, con 26 años, Carlos III la separó de sus hijos y ella volvió a Zaragoza, trayéndose lo único que le habían dejado: los retratos de los suyos, que colgaría en las paredes de la casa que pronto la gente empezaría a llamar «de la infanta». Sin embargo, La suerte de la familia cambiaría cuando la hija mediana, María Teresa, se casó con Manuel Godoy, primer ministro, Príncipe de la Paz… 

Maria Teresa (hija), más conocida como la condesa de Chinchón

La primera consecuencia del matrimonio con Godoy fue devolver a los tres hermanos el apellido Borbón. Para ello se mandó una real orden al Obispo de Ávila, ordenándole que en las partidas de bautismo de los tres, en las que sólo estaba escrito el apellido de la madre, se pusiese en primer lugar el apellido Borbón. A María Teresa (madre) le permitirían usar el título de infanta e incluso la condecoraron con la Real Orden de Damas Nobles de María Luisa, además de permitirle reunirse con sus hijos nuevamente. En cualquier caso, ella siguió viviendo en Zaragoza. Hasta el primer Sitio estuvo en la «casa de la infanta», pero cuando los franceses levantaron el primer asedio de la ciudad prefirió marcharse. Al volver se instaló en otra casa que estaba en el Coso, al lado del Casino Mercantil. Finalmente murió en 1820, con 61 años, y fue enterrada en la cripta del Pilar con los honores propios de su rango.

Cripta del Pilar

Otro día más. De momento, si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí y encontraréis toda nuestra programación. Y por cierto, si queréis regalárselas a vuestra pareja entrad aquí y os contamos cómo.

El palacio Larrinaga – Sábados a las 11’30. Para saber más pincha aquí, y para reservar aquí.

Historias de amor en la Aljafería – Todos los domingos a las 11’30. Para saber más, pincha aquí, y para reservar entra aquí.

Ruta de la lujuria en Zaragoza – Sábado 16 a las 18’00. Para saber más pincha aquí, y para reservar aquí.

Las cenas: «Grandes dramones de amor» – Sábados de febrero y también el jueves 14 a las 12’00. Para saber más entrad aquí, y para reservar aquí.

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En este mes de febrero que dedicamos al amor no nos podíamos olvidar de una de sus caras: el desamor. Porque con todos los matices que queráis ponerle de odio, despecho, rencor, desengaño… el desamor no deja de ser otra forma de amor, y quizá la más intensa de todas. Y para demostrarlo, he elegido mis tres canciones preferidas, una española, una mejicana y una francesa (o más bien en francés, porque Jacques Brel era belga). Y empezamos por la primera:

«Te lo juro yo», mi copla preferida, cantada nada más y nada menos que por Lola Flores, que le saca a la letra todo el desgarro que tiene. Quintero, León y Quiroga, la Santísima Trinidad de la Copla, lo dejaron claro desde el primer verso: «Yo no me dí cuenta de que te tenía / hasta el mismo día en que te perdí«. Te he despreciado, me he hecho la interesante, he pasado de tí, te he dado celos pensando que aguantarías todo y que siempre te tendría ahí como Plan B… y resulta que me he pasado de la raya, se ha roto la cuerda de tanto estirarla y en ese mismo momento me he dado cuenta de lo que perdía. Para matarla, podréis pensar. Pues sí, para matarla, pero resulta que no es algo tan raro. Haced memoria, pensad en vuestra historia personal o en la de vuestros conocidos y seguro que encontráis a personajes así. Dispuestos a nada cuando lo tienen todo y dispuestos a todo cuando no tienen nada. Porque eso sí, ahora, cuando lo ha perdido, es capaz de cualquier cosa, de lo que sea, con tal de recuperar su amor: «Echame a los ojos un puñao de arena / mátame de pena / pero quiéreme«. Merece la pena escuchar la letra sin prisa y paladear la maravillosa interpretación de Lola Flores, que hace creíble esa copla como nadie, pero también me gusta de vez en cuándo oírsela a Manuel Bandera en «Las cosas del querer».

La segunda nos lleva hasta México, y es «Pa’todo el año», del inmenso José Alfredo Jiménez. Como decía Sabina «Las amarguras no son amargas / cuando las canta Chavela Vargas / y las escribe un tal José Alfredo«. Pues bien, en este caso os propongo oír la canción en la voz de María Dolores Pradera (que a sus 86 años sigue cantándola como nadie).

De entrada ya queda claro el tema: la pérdida del amor. «Por tu amor que tanto quiero / y tanto extraño«. Aquí no tenemos a alguien que se lo haya jugado todo y lo haya perdido, como en «Te lo juro yo«, sino a alguien que es el mejor retrato posible del abandono. Alguien que intenta superar esa inmensa pérdida y que no puede, y que se revuelve contra eso con desesperación. ¿Cómo es el otro? No lo sabemos, porque ni hay reproches ni insultos contra él. A lo mejor no es culpable de nada, salvo de haber dejado de querer a esa persona (algo que no se puede controlar). A lo mejor sí. No lo sabemos. Lo único que sabemos es que ella sigue completamente enamorada, pese a que diga con una mezcla de chulería y amargura que «Para de hoy en adelante / ya el amor no me interesa«. Hay un momento de la canción que a mí me pone los pelos de punta, y es cuando dice: «Si te cuentan que te vieron muy borracha / orgullosamente diles que es por tí, / porque yo tendré el valor de no negarlo / juraré que por tu amor me estoy matando / y sabrán que por tus besos me perdí«. ¿Conocéis algo más estremecedor, más desesperado, que produzca una desolación mayor que esos pocos versos? Pues sí, porque la canción aún sigue ahondando en el dolor hasta llegar al clímax final, cuando dice aquello de que «aunque yo no lo quisiera / voy a morirme de amor«. En fin, sublime. Os dejo también la versión original, la de José Alfredo Jiménez, que además de escribir interpretaba sus propias letras como nadie.

Y ya para acabar nos vamos a la más terrible de las tres, porque es un grito desesperado: «Ne me quitte pas». Seré capaz de lo que sea, pero no me dejes. «Moi, je t’offrirai / des perles de pluie / venues d’un pays / oú il ne pleut pas«. Yo te ofreceré perlas de lluvia venidas de un país en el que no llueve. Te ofreceré cualquier cosa, dice, pero no me dejes, por favor, no me dejes.

Al fin y al cabo, podemos volver a donde estábamos. Cosas más raras se han visto, dice: «On a vu souvent / rejaillir le feu / de l’ancien volcan / qu’on croyait trop vieux«. A menudo se ha visto como volvía a salir fuego de un volcán que todos creían que ya era viejo, o que de la tierra quemada nacía más trigo que el que da la mejor primavera. No me dejes, podemos volver a intentarlo. No me dejes. Hasta aquí es tremenda, pero lo estremecedor de verdad es el final. Está dispuesto a todo, a todo, por nada. Me esconderé a verte bailar, cantar, reír… «Laisse-moi devenir / l’ombre de ta main / l’ombre de ton chien«. Déjame convertirme en la sombra de tu mano, la sombra de tu perro. Es estremecedor pensar que somos capaces de cualquier cosa por conservar ya no el amor, sino una ficción del amor, y creo que nadie lo ha expresado mejor que Jacques Brel en estos versos (para tener la letra en francés entrad aquí). Aunque la Piquer… estuvo muy cerca, cuando cantaba aquello de «Dime que me quieres». Aunque no lo sientas, aunque sea mentira… pero dímelo.

Otro día más, pero de momento si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí. Os dejo un resumen de lo que podréis encontrar:
  • Viernes 13 y sábado 14 de febrero a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
  • Domingos a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA 

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En el capítulo anterior nos habíamos quedado en que Hércules tenía que conseguir hacer diez trabajos (que luego fueron doce) a cual más complicado e imposible. Hoy vamos a hablar del primero de todos: matar al león de Nemea y arrancarle la piel.

Hércules luchando con el león en el Patio de la Infanta

Matar a un león no es cualquier cosa, pero tratándose ni más ni menos que de Hércules tampoco parece que sea para tanto, ¿no? El problema es que no era un león cualquiera, ni mucho menos, sino del temible león de Nemea. Por cierto, ¿por dónde cae eso? Pues en el sur de Grecia, en la península del Peloponeso.

Casi al lado del istmo de Corinto está Nemea

Se contaba que Selene, la luna, había parido un león que cayó sobre la tierra, en los bosques que había junto a Nemea (también se decía que el padre era Zeus, y de ahí que fuera invencible y, de rebote, hermanastro de Hércules). El parto debió ser tan tremendo como el bicho en cuestión: enorme, feroz, con una piel dura que las armas no podían traspasar… en resumen, que parecía invulnerable y nadie se atrevía a ponerle el cascabel al gato. De día se escondía en una cueva y de noche salía y mataba a cualquier ser viviente que encontraba en su camino. Aterrorizadicos los tenía a todos.

¿Quién ganará?

La cuestión es que Hércules tenía que vencer al león sí o sí, así que un día se presentó en Nemea y se encontró con que por allí no había nadie (el león se los había ido cargando a todos, uno detrás de otro), salvo un pastor llamado Molorco que le acogió en su casa. El tal Molorco, cuando vio que Hércules pensaba ir a enfrentarse con el león, propuso sacrificar un carnero a Hera. «Sí, hombre«, debió pensar Hércules. «Menuda bruja. Se ha pasado la vida intentando acabar conmigo y ahora este le quiere pedir que me ayude. Amos, anda«. Así que le dijo que si en 30 días no había vuelto que se lo sacrificase a él, y que si volvía se lo sacrificarían juntos a Zeus, que para eso era su padre.

Hércules pintado por Zurbarán para el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro Madrid

El caso es que Hércules se fue para el monte y se encontró al león cuando volvía de cacería, con las fauces llenas de sangre. Lo intentó con sus flechas, y nada. Lo intentó con la espada, y nada. Lo intentó con la clava, esa especie de maza que parece que le hubiera robado a la sota de bastos (en el cuadro de arriba la podéis ver en el suelo, a sus pies), y tampoco nada. ¿Qué hacer? «Pa’broma ya vale», debió pensar Hércules, «que a fuerte y bruto este bicho no me gana a mí». Y efectivamente. El león le arrancó un dedo de un mordisco, pero Hércules luchó a brazo partido, le cogió la cabeza debajo del brazo y lo estranguló (hay quién dice que le metió un brazo por la boca hasta la garganta y claro, se ahogó).

A partir de entonces Hércules usó la piel como armadura y la cabeza como casco

¿Ya lo había logrado? Pues no, porque si recordáis tenía que llevar la piel. Pues nada, se le arranca, ¿no? Pues aquí venía otro problema, porque era durísima. Lo intentó todo y nada, hasta que… Atenea, disfrazada de vieja bruja, le sopló que las mejores herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león. Vamos, que hizo trampa, pero poco.

Hércules luchando contra el centauro en el Patio de la Infanta, con la piel del león sobre sus hombros

Otro día os cuento más historias sobre Hércules. De momento, os dejamos una propuesta que no podréis rechazar: gracias a Ibercaja, su actual propietaria, va a ser posible hacer unas visitas en las que no sólo veremos el patio, sino que… ¡¡¡subiremos a la galería de la primera planta!!! ¿Os imagináis pasear entre esos arcos, como aquellas gentes del Renacimiento? Pues ahora podéis hacerlo.

Cuándo – Sábados a las 18’00

Dónde – Puerta del centro de Exposiciones y Congresos de Ibercaja, C/ San Ignacio de Loyola.

Precio – 10 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Amor y lujo, poder y ambición

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El Patio de la Infanta es uno de los rincones más espectaculares y menos conocidos de Zaragoza. Está lleno de docenas y docenas de imágenes en relieve, entre las que están algunos de los trabajos de Hércules. ¿Sabéis quién era? Pues para empezar esta historia desde el principio nos tenemos que ir muchos, muchísimos años atrás. Seguro que habéis oído hablar de Zeus, ¿no? Pues ya sabréis que era el dios más dios de todos, el capo del Olimpo. ¿Y sabéis cómo se había ganado su prestigio? Pues escuchad a las musas, que están deseando contárnoslo.

A lo que vamos. Resulta que Zeus se había enamorado de Alcmena. Bueno, enamorado igual es mucho decir, porque a Zeus le gustaban casi todas y casi todos, así que… En fin, la cuestión es que estaba encaprichado con Alcmena, una chica guapa que además era hija de un rey, o sea, princesa. Hasta aquí ningún problema, ¿no? Pues sí, porque Hera, la mujer de Zeus, estaba aborrecida de aguantar que su marido le fuera infiel hasta con el lucero del alba, porque donde ponía el ojo ponía la bala. Casi nadie se atrevía a decirle que no, pero cuando le daban calabazas estaba dispuesto a convertirse en lo que hiciera falta por una buena ración de sexo sin compromiso: en lluvia de oro para caer sobre Danae, en toro para raptar a Europa, en águila para llevarse al hermoso Ganimedes al Olimpo, en cisne para pasar un rato estupendo con Leda…

Zeus y Alcmena a punto de caramelo

¿Sabéis como conquistó a Alcmena? Pues engañándola y haciéndose pasar por su marido. Eso sí, aunque Alcmena no se da cuenta, está bien claro que el que está en la cama es Zeus. ¿Veis el águila que hay a sus pies? Pues es su símbolo, así que no queda ninguna duda. Lo malo es que el pavo real es el animal de su mujer, y por lo que parece no se pierde detalle. ¡Pobre Hera! La cuestión es que Alcmena se quedó embarazada de Zeus pensando que era su marido, que volvió al día siguiente de la guerra y… también se quedó embarazada de él. ¿Cómo lo veis? En fin, la cuestión es que nacieron dos niños, uno de cada padre: el légitimo Ificles y el otro… Hércules, que es el que nos interesa.

Hércules, ya criadico

Ya os podéis imaginar que la pobre Hera no le tenía mucho cariño a Hércules. Para empezar, intentó retrasar el parto todo lo que pudo. Luego envió dos serpientes a matarlo en la cuna, pero la criatura, que ya apuntaba maneras, se las cargó en un suspiro. También cuentan que Zeus engañó a Hera para que amamantase al niño, pero cuando ella se dio cuenta lo apartó rápidamente, el chorro de leche salió disparado y… ¡¡¡nació la Vía Láctea!!!

Estos dioses, a la que te descuidas crean una galaxia

El caso es que con Hera o sin ella el niño se criaba divinamente, sano y fuerte. ¿Fuerte? Mucho más que fuerte. Hasta un poco brutote y bestia, diría yo. Y entre que no controlaba mucho su fuerza y que Hera, que no lo podía ni ver y no descansaba, le echó en la copa un veneno que le provocó un ataque de locura, sin querer mató a sus hijos y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. Cuando descubrió lo que había hecho se volvió loco de dolor, acudió a la sibila délfica (una especie de adivina que predecía cosas que no entendía nadie, con lo cual siempre acababa acertando) y ella le dijo que tenía que llevar a cabo diez trabajos (que luego fueron doce, porque Hera se puso puntillosa y dijo que dos no valían, que le habían ayudado y que así cualquiera). ¿Sabéis cuáles fueron esos doce trabajos? Otro día os lo cuento, pero aquí os dejo un resumen:

Por cierto, a raíz de aquellos trabajos fue acumulando «pingos». La piel del león de Nemea, que llevaba siempre encima; las manzanas de oro del jardín de las Hespérides, que le aseguraban la vida eterna…

En la mano las manzanas, pero ¿a quién le importa eso?

Y llegamos a lo que nos interesa: en el Patio de la Infanta aparecen representados cinco de los trabajos de Hércules. ¿Cuáles son? ¿Qué hacen allí? ¿Tiene eso algún significado oculto? Pues si queréis saberlo, aquí tenéis una propuesta que no podréis rechazar: gracias a Ibercaja, su actual propietaria, va a ser posible hacer unas visitas en las que no sólo veremos el patio, sino que… ¡¡¡subiremos a la galería de la primera planta!!! ¿Os imagináis pasear entre esos arcos, como aquellas gentes del Renacimiento? Pues ahora podéis hacerlo.

Cuándo – Sábados a las 18’00

Dónde – Puerta del centro de Exposiciones y Congresos de Ibercaja, C/ San Ignacio de Loyola.

Precio – 10 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Hércules luchando con el gigante Anteo en un relieve del patio

 

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En 1550 Gabriel Zaporta, con motivo de su matrimonio con Sabina Santángel, inauguró un espléndido patio en la casa que tenía en pleno centro de Zaragoza. Como era rico hasta decir basta se pudo permitir el lujo de decorarlo de arriba a abajo, sin dejar ni un centímetro libre. Los envidiosos seguro que pensaron que eso era de nuevo rico, que al fin y al cabo aquello estaba un poco «demodé» y que lo que se llevaba entonces era un rollo mucho más sobrio y monumental (no pobre sino austero, que no es lo mismo). Eso sí, qué queréis que os diga: a él le dio igual. Y lo mismo cuando se hizo su capilla para enterrarse en la Seo, donde también tiró la casa por la ventana. Seguro que pensó aquello que decían nuestras abuelas: «Ya que sea, que se vea«. Pues eso, que se note dónde hay dinero. Y vaya que si se notó.

Docenas de historias se esconden en este fastuoso patio

Espectacular, ¿no? Pues eso no es lo mejor. Lo que de verdad es impresionante es que todas y cada una de esas imágenes están ahí por algo, para contar una historia. O muchas historias que forman una sola, más bien. Una historia de amor, para empezar, porque al fin y al cabo el patio se había hecho con motivo de un bodorrio, ¿no? Y ahí están los ocho planetas que entonces se conocían del sistema solar representados en cada una de las columnas, y colocados tal y como estaban el día de la boda. Pero también una historia de ambición, porque sólo una ambición desmedida había podido llevar a Gabriel Zaporta a conseguir que Carlos V le concediera un título de nobleza. El, que era de familia de judíos conversos (igual que su mujer) no hubiera podido ni soñarlo. ¿Cómo lo logró? Pues prestando dinero al Emperador, que andaba siempre de campaña en campaña y el pobre tuvo problemas económicos toda la vida.

Un cóctel de amor, poder, lujo y ambición. ¿Se puede pedir más?

Agradecido no se puede decir que no fuera, porque en el patio se hinchó de hacerle la pelota a Carlos V, comparándolo con los grandes guerreros y reyes de todos los tiempos (Julio César, Alejandro Magno, Fernando el Católico…) y sobre todo con Hércules, que no se trataba de quedarse corto.

Gabriel Zaporta y Sabina Santángel agazapados en el alero mientras observan a los visitantes

En fin, un estupendo cóctel de amor, poder, ambición y lujo a partes iguales que ahora podemos descubrir gracias a Ibercaja, que fue quien recuperó el patio para Aragón (después de la demolición de la casa había sido desmontado y comprado por un anticuario de París, que lo montó en un muelle del Sena e instaló allí su tienda).  Y es precisamente Ibercaja la que ha tenido una iniciativa estupenda: hacer unas visitas en las que no sólo veremos el patio, sino que… ¡¡¡subiremos a la galería de la primera planta!!! ¿Os imagináis pasear entre esos arcos, como aquellas gentes del Renacimiento? Pues ahora podéis hacerlo.

Cuándo – Sábados a las 18’00

Dónde – Puerta del centro de Exposiciones y Congresos de Ibercaja, C/ San Ignacio de Loyola.

Precio – 10 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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