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Posts Tagged ‘lujuria’

Pues sí, de los reyes y de las reinas, que de todo ha habido, hasta un rey con amante fijo al que la reina dio un título de nobleza. Y eso si hablamos de los hechos ciertos y comprobados, porque si nos metiéramos en el terreno de los rumores y las elucubraciones… la cosa da para contar y no acabar. Desde Juana «la Beltraneja«, supuestamente hija de Enrique IV «el impotente» (del que un viajero alemán de aquellos años muy serio y respetable decía que «tenía  un miembro débil y pequeño por el  arranque  y  grande  por la punta, de manera que no podía enderezarlo«) hasta don Leandro de Borbón, hijo de Alfonso XIII y de la actriz Carmen Ruiz Moragas, hay todo un rosario de aventuras, hijos ilegítimos reconocidos o no, secretos mejor y peor guardados… que nos permitirán viajar a lo largo de la historia de los adulterios reales en España.

¿Véis este cuadro? Si cada uno de los personajes se pusiera a hablar nos íbamos a enterar de lo que son líos (en todos los sentidos posibles) de familia. ¿Queréis conocer lo que hay detrás de los cuadros de Velázquez y Goya y descubrir cuánto hay de verdad en los chismes alrededor de muchos de los reyes y reinas de España? ¿Os gustaría descubrir qué sucedió realmente en la historia de amor entre Alfonso XII y su prima María de las Mercedes? Pues no os podéis perder esta cena, en la que vamos a contar historias historias de alta cuna y (a veces) de baja cama, pintorescas, truculentas, divertidas… y en algunos casos incluso entrañables, románticas y maravillosas. Un plan estupendo para una noche de verano.

Os hemos preparado un menú refrescante y veraniego (bastantes sofocos producen ya las historias que vamos a contar), y no olvidéis que si sois vegetarianos, celiacos, diabéticos, alérgicos algo… podéis avisárnoslo al hacer la reserva y os prepararemos un menú alternativo.

  • Ajoblanco con uvas
  • Huevos de fraile – Ensalada con bizcocho de garbanzos
  • Caprichos de la reina castiza – Lomo de atún estofado en salsa de tomate sobre lecho de patatas
  • Huevo quimbo

Y ya sabéis, si sois celíacos, vegetarianos, alérgicos a algo… no tenéis más que decírnoslo cuando hagáis la reserva y os prepararemos otra cosa. Os esperamos para pasar una noche de lo más romana y fantasmal.

Cuándo – Jueves 19 y 26 de julio; 2, 9, 16, 23 y 30 de agosto; y 6 y 13 de septiembre

Dónde – Restaurante El Atrapamundos (C/ Mefisto, 4)

Precio – 22 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Y si queréis más, durante este mes de julio continúan nuestras «Cenas de los martes» sobre «Los fantasmas de Roma» (si queréis más información entrad aquí), además de nuestras «Cinco rutas a la fresca» y una gymkana muy especial. Entrad aquí y lo encontraréis todo.

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¿Habéis oído hablar de la NOCHE EN BLANCO? Se celebra una vez al año en distintos lugares del mundo, y consiste en una cosa muy sencilla: pasar la noche disfrutando de la ciudad y con todo tipo de actividades culturales. Este 28 de junio será la cuarta Noche en Blanco en Zaragoza, y habrá montones de propuestas. Los años anteriores fue un éxito, porque al margen de lo que hubiera programado lo impresionante es que la gente invadió la calle por una noche. Para estar, pasear, encontrarse con otra gente, disfrutar del ambientazo, entrar a algún museo a horas poco habituales, oír un concierto en lugares donde no suele haber música… en fin, de todo. Así que pasad la voz a todos vuestros contactos, y estos a los suyos, y estos a los suyos… y esa noche no os quedéis ninguno en casa. TODOS A DISFRUTAR DE LA CALLE EL 28 DE JUNIO POR LA NOCHE.

blanco

¿Qué hemos preparado? Pues unas cuantas cosas de lo más variadas: rutas por la calle y visitas en interiores, una cena al aire libre en un entorno maravilloso, una visita teatralizada, actividades para familias con niños… de todo, y a precios súper especiales. Si queréis más información o reservar llamadnos al 976207363 o seguid los enlaces:

  • Cena en el patio del palacio arzobispal: «Una de romaños». 22’00. Para saber más entrad aquí, y para reservar aquí.
  • Visitas teatralizadas
    • Una noche en las casas el obispo (Palacio arzobispal). 20’00. NO QUEDAN PLAZAS LIBRES
    • 2.000 años de historias. 20’00 y 22’30. Para saber más o reservar entrad aquí.
    • Los Sitios: ¡A vencer o morir!. 20’00 y 22’30. Para saber más o reservar entrad aquí.
  • Rutas en la ciudad
    • Un safari a la fresca. 20’00 y 22’30. Para saber más o reservar entrad aquí.
    • Zaragoza oscura y legendaria. 20’00 y 22’30. NO QUEDAN PLAZAS LIBRES
    • Crónica negra de Zaragoza. 20’00 y 22’30. Para saber más o reservar entrad aquí.
    • Rutas de pecado
      • Una historia de la lujuria en Zaragoza. 20’00 y 22’30. Para saber más entrad aquí, y para reservar aquí.
      • Una historia de la envidia en Zaragoza. 22’30. Para saber más entrad aquí.
  • Visita nocturna al cementerio. 20’00 y 22’30. NO QUEDAN PLAZAS LIBRES
  • Planes para pasar una Noche en Blanco con niños. 20’00. Un safari en la ciudad.NO QUEDAN PLAZAS LIBRES

cena

Esto es lo que hemos preparado para esta Noche en blanco. ¿Cómo lo veis? Si queréis más información, ya sabéis: llamadnos al 976207363. Y si queréis estar al día de todas las novedades podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en «me gusta», o enviarnos un correo a educacion@gozarte.net para recibir nuestros boletines informativos.

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Llega San Valentín, y para ponerle un punto picantón… no podía faltar nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA. Cada vez tenemos más claro que en tiempos de crisis no hay nada más barato que pecar, así que nos iremos a recorrer la historia de la Zaragoza más lujuriosa, lasciva, libidinosa y picante.

Mary de Lis, luciendo pierna, arte y poderío en «El Plata»

Aquí donde la veis, Zaragoza ha sido de lo más lujuriosa, dicen que entre otras cosas porque siempre fue ciudad de cuarteles, y donde hay muchos soldados jóvenes… ya podéis imaginar. Tenemos, pues, toda una colección de historias de todas las épocas: del descaro de las vedettes de El Plata y el Oasis al ¿recato? de las monjas del Santo Sepulcro, pasando por las calles de la antigua «putería» en las que contaremos historias de adúlteros de lo más libidinosos. Un sinfín de experiencias lujuriosas e inolvidables.

Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30

Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena

Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

 

Y si queréis más lujuria, aquí os dejo unos cuantos posts de nuestro blog dedicados a ella:

Lujuria es… Liz Taylor

Lujuria es… Olympia

Lujuria es… Marilyn Monroe

Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles

Lujuria es… Marlon Brando

Lujuria es… Sofía

Lujuria es… la guerra de los biquinis

Lujuria es… el biquini

Lujuria es… El Plata

Lujuria es… Zeus y sus chic@s

Lujuria es… la Lollo

Lujuria es… pecado

Lujuria es… San Juan de la Cruz

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Esos ojos, esa boca, esos dedos… ¡¡¡Qué miedo!!!

Seguramente Béla Lugosi es una de esas personas a las que nunca invitarías a cenar, por si acaso (¿o sí?). Drácula es igualico, igualico que él, no hay más. Y es que ya desde pequeño Béla estaba destinado a convertirse en el conde más famoso del mundo. Para empezar, nació en la mismísima Transilvania, concretamente en Lugoj, y por eso se puso de nombre artístico Béla (que era su nombre real) Lugosi (o sea, el de Lugoj). Vamos, como Marifé de Triana, pero en rumano. No sabemos si por su origen, por su aspecto físico o por todo junto, pero el caso es que interpretó tantas veces al vampiro más famoso de todos los tiempos y se sintió tan identificado con él que cuentan que llegó a creérselo. Tanto, que pidió que le enterraran vestido con su capa negra forrada de satén rojo. ¿Cómo lo veis?

Después de ver esto, ¿quién se atreve a asegurar que los vampiros no existen?

Cuenta una vieja leyenda de Hollywood (probablemente más falsa que Judas) que en el entierro de Béla Lugosi se juntaron dos astros del cine de terror, Vincent Price y Peter Lorre, y mirándolo dijeron: «¿No deberíamos clavarle una estaca por si acaso?«. No lo hicieron, entre otras cosas porque parece que ninguno de los dos estuvo realmente en el funeral, pero aunque sea falsa la anécdota es genial. Y seguro que lo mismo piensan los que hicieron este muñeco «encantador».

¿Os imagináis dormir con «esto» en la habitación?

Pero estamos yendo muy deprisa. Es verdad que la muerte es el nacimiento a la no-vida de un vampiro, pero… ¿qué sabemos del auténtico Béla? Pues para empezar, que nació en 1882, 15 años antes de que Bram Stoker escribiera su novela «Drácula«. Y que al principio se ganó la vida como actor haciendo papeles «normales«. Y que por sus ideas políticas de izquierdas tuvo que marcharse primero a Alemania y luego a Estados Unidos, sin un céntimo en el bolsillo y pagándose el viaje trabajando en las máquinas del barco. Y que con treinta y tantos años encontró el papel de su vida. A partir de 1927, cuando empezó a interpretarlo en Broadway, y todavía más cuando lo llevó al cine en 1931, Béla Lugosi sería para todo el mundo el conde Drácula, y viceversa.

Drácula nunca fue tan elegante

No era la primera vez que la novela se llevaba al cine. Murnau había rodado en Alemania, en 1922, una película inolvidable: «Nosferatu«, aunque tuvo que cambiar el nombre de Drácula por el de Conde Orlok por no haber conseguido de la viuda de Bram Stoker los derechos de la novela.

De tan feíco casi da ternura, ¿verdad?

Nosferatu es un ser monstruoso, horriblemente feo y desagradable, con rasgos de roedor y largas uñas. Nada que ver con el Drácula que encarnará Béla Lugosi nueve años después: apuesto, seductor, impecablemente vestido… todo un galán.

Como para decirle que no, con ese gesto que tiene de estar encantado de haberte conocido

Aunque Tod Browning, que fue contratado por la Universal Pictures para dirigir «Drácula» en 1931, buscaba un actor desconocido para que resultase aún más siniestro (se decía que para «Nosferatu» habían contado con un auténtico vampiro para representar el papel, y había que estar a la altura), el estudio le impuso en el cásting a Béla Lugosi, que llevaba tres años representando al conde en el teatro con un enorme éxito. El acierto fue total. Béla pudo usar todos los recursos aprendidos durante 30 años de profesión: los gestos de la cara, su mirada penetrante, unas manos que pueden expresar desde el mayor refinamiento hasta el más absoluto terror, una media sonrisa capaz de helarte la sangre en las venas y un acento centroeuropeo que hacía aún más creíble el personaje. Os dejo aquí una escena para que podáis comprobarlo.

Ese ambiente de castillo gótico en ruinas combinado con la elegancia británica del vestuario; el conde parado en mitad de la escalera, con el candelabro en la mano; las sombras que lo cubren todo; el aullido de los lobos, «children of the night«, hijos de la noche, la música preferida del conde… ¡¡¡Inolvidable!!! He puesto la versión inglesa para que disfrutéis de la voz de Béla, de su hablar lento y parsimonioso, de sus movimientos tan elegantes como precisos, tan lentos como contundentes… todos los recursos que había adquirido en 30 años de profesión están aquí.

El conde quiere trasladarse a vivir (bueno, a no-vivir, para ser exactos) a Londres y ha contactado con un despacho de abogados para comprar una propiedad. Renfield será el primer enviado a Transilvania para resolver los detalles. El conde le recibe, le dice que ya ha cenado y echa una primera mirada a los contratos. Su invitado se corta con un cuchillo, aparece la sangre por primera vez y poco después el conde le da las buenas noches (una ironía como otra cualquiera). Cuando Renfield (que algo ya se debe oler) abre la ventana, ve revolotear un murciélago, y al poco llegan tres «vampiras» (lo de vampiresa sería más adecuado para ese tipo de mujer que es la perdición de los hombres, aunque no les saque la sangre literalmente), a las que el conde expulsa de allí. Esa misma escena de la cena aparece en muchas otras películas. ¿Queréis verla en alguna? Pues por ejemplo, pinchad aquí para ver cómo Nosferatu recibe a su invitado (id hasta el minuto 20, 18 segundos), o aquí para ver cómo en el año 2.000 se recreó aquel rodaje en «La sombra del vampiro«, una película en la que John Malkovich interpretó a Murnau, el director, y en la que se daba como real la leyenda de que contó con un vampiro auténtico para su conde Orlok. Cine que bebe del cine que bebe del cine que bebe de una novela que bebe de innumerables tradiciones que beben de la vida misma. Eso es arte, y del bueno.

Una imagen de la misma escena en el inolvidable «Drácula» de Coppola. El conde, su sombra (que va por libre) sobre el plano de Londres, el pasante enviado por el despacho de abogados…

Aquella película fue el mayor acierto de Béla Lugosi. Su mayor error lo tuvo muy poco después, cuando rechazó el papel de Frankestein, que llevaría al estrellato al que sería su eterno rival, Boris Karloff. Haría muchas más películas de terror, pero poco a poco su carrera se iría deslizando hacia abajo, pasando a la Serie B y más abajo aún. Murió arruinado y consumido por la morfina en 1956, pero los mitos nunca mueren. Hoy está enterrado en el cementerio de Holy Cross, cerca de Los Angeles, en una estupenda compañía. Si de noche vuelve a la vida podrá bailar con Ryta Hayworth mientras suena la música de Bing Crosby y John Ford dirige la escena, pues todos ellos (y muchos más) también están enterrados allí. Una compañía estupenda para pasar la eternidad, para qué nos vamos a engañar. Su tumba sigue siendo visitada por sus admiradores, que a lo mejor esperan verlo aparecer por allí en cualquier momento, quizá en forma de murciélago.

Si esta lápida pudiera hablar…

Alguien decía, siempre que hablaba de él: «He’ll be back«, o sea, volverá. Aquellas palabras fueron proféticas, porque Tim Burton volvió a darle vida en una estupenda película dedicada al peor director de cine de todos los tiempos, «Ed Wood«, con el que hizo sus últimos trabajos (Martin Landau consiguió el Oscar por su memorable interpretación de una estrella en la decadencia, y Johnny Depp, que interpreta a Ed Wood, vive hoy en la casa de Béla Lugosi, que la vida da muchas vueltas). ¿La habéis visto? Pues aquí os dejo un enlace a youtube para que podáis verla entera (está en varias partes, pero completa; cuando acabe cada una pinchad en la siguiente y ya está). En cualquier caso, como no quiero que os quedéis con esa imagen de un Béla olvidado por todos, enganchado a las drogas, arruinado… os dejo una imagen del actor en su esplendor:

Nunca habrá otro vampiro más elegante y seductor

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Sólo conozco otra foto que exprese tan bien como ésta qué es la lujuria, una combinación de sexo y lujo en una proporción que sólo unos pocos elegidos conocen. No sabría decir si me resulta más lujuriosa Marilyn mordiendo las perlas y tumbada en algún lugar en el que acaba de caer una excitante lluvia de oro, o Liz Taylor (fe-Liz Taylor, que diría Fabio McNamara) jugando con las suyas y con el vello de la nuca erizado por la excitación que le produce el contacto de las joyas con su piel. En cualquier caso, ¿por qué elegir? ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Me quedo con las dos, por supuesto. Chicas listas, que saben que son capaces de derretir los polos con una mirada, ellas son la tentación, vivan arriba, abajo o al fondo a la izquierda. Eso sí, la Marilyn de las comedias inolvidables no tiene ni idea de que acabará consumiéndose en su propio fuego, mientras que la Liz trágica, la que se siente como una gata sobre un tejado de zinc caliente tiene claro que será capaz de sobrevivir a todos los terremotos de la vida, cueste lo que cueste.

Hoy vamos a hablar de Marilyn, y concretamente de dos películas en las que encarna a una inocente diosa de la lujuria. ¿Inocente? Inocente, sí, porque ella no busca dejar el mundo lleno de cadáveres a su paso. No pretende que los maridos sean infieles a sus mujeres, sea de pensamiento, palabra, obra u omisión. Sólo busca un pedacito de felicidad, un poco de amor, pero… no controla su inmenso poder, y acaba provocando cataclismos, maremotos y hasta sería capaz de sacar a flote al Titanic y volverlo a hundir con sólo una caída de pestañas. Sin intención, eso sí, porque aunque quisiera evitarlo ella es… ¡¡¡la tentación!!!

Un escritor neoyorquino se queda de Rodríguez (o de Smith, o de lo que sea que se diga allí en estos casos) mientras su señora se va a pasar el verano a la playa convencida de que lo ha dejado todo atado y bien atado. Ninguno de los dos cuenta con la llegada de una nueva vecinita, una modelo publicitaria que anuncia una estupenda pasta de dientes en televisión. Un día se van al cine, y… (si no ves la pantalla pincha aquí y no te pierdas ni una palabra, porque el guión de Billy Wilder es hot, hot, hot).

La censura impidió que la historia pasara más allá, pero no es necesario. ¿Sabéis cuál es para mí el momento más lujurioso? La segunda vez que pasa el metro la cámara muestra durante un momento una hoja revoloteando. ¿Es más excitante comerse un bombón o desenvolverlo, anticipando en nuestra mente el placer que vamos a sentir, relamiéndonos, salivando lujuriosamente mientras imaginamos el chocolate fundiéndose en nuestra boca? Es una pregunta difícil de contestar, pero creo que la respuesta está en esa hoja.

Un verano curioso el neoyorquino, en cualquier caso. Caen las hojas, suben las faldas. Y una secuencia curiosa ésta, porque nunca se ve la imagen que aparece en esta fotografía archiconocida. Nunca vemos la cara de Marilyn mientras su falda vuela por los aires, aunque nos la imaginamos. Ni vemos babear al escritor, aunque sabemos que se está derritiendo por dentro. Sólo vemos las piernas. Unas piernas deseadas por media Humanidad y una parte de la otra media. Las piernas de una jovencita inocente que logró sin proponérselo que medio Manhattan peregrinara hasta el lugar de la grabación.

Hasta lo más maravilloso puede convertirse en vulgar. No hay más que ver la escultura que han colocado hace unas semanas en Chicago. De la fina (a veces no tan fina, la verdad) ironía de Billy Wilder no queda nada en esos paseantes que se meten entre las piernas para hacerle una foto a las bragas (nunca diré la cursilería esa de braguitas, me niego) de la escultura. Pero, ¿qué más da? Ahí está la película para recordar ese momento una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez…

«La tentación vive arriba» es de 1955, y en 1959 Marilyn vuelve a rodar a las órdenes de Billy Wilder, esta vez la comedia más divertida y más caliente de la historia del cine. La única, inigualable, desternillante, increíble, maravillosa, extraordinaria… «Con faldas y a lo loco«.

Si no veis la pantalla pinchad aquí para ver una selección de lo mejor (imposible, lo mejor es todo, todo, todo). Jack Lemmon y Toni Curtis son dos músicos que, por accidente, presencian la matanza del día de San Valentín en Chicago. Botines Colombo da orden de liquidarlos y a ellos no se les ocurre mejor idea que meterse en una orquesta de mujeres. A partir de ahí se desencadenan todo tipo de situaciones desternillantes que no os contaré, porque si alguno no ha visto la película… que vaya a confesarse, porque eso sí que es pecado mortal, y que la vea hoy mismo. Eso sí, hay un momento que no puedo evitar comentar, porque es pura lujuria de la mejor. Los andares de Marilyn por el andén son tan increiblemente provocativos que… hasta el mismísimo tren se pone a mil y suelta un buen chorro de humo cuando ella pasa por delante.

Cuentan que el rodaje fue tan complicado que Toni Curtis llegó a decir que besar a Marilyn era más o menos como besar a Hitler (con el paso de los años negó haber dicho nunca algo así). Marilyn contestó que era pura envidia, pues sus vestidos en la película eran mucho más bonitos que los de él. Para muestra, este momento en el que nos dice a cada uno de nosotros que quiere que la queramos: «I wanna be loved by you, just you, nobody else but you«.

Cuando la oigo tengo la sensación de que me la susurra al oído a mí, sólo a mí, a nadie más que a mí. Y me dan ganas de abrazarla y decirle que no está sola, que somos millones y millones los que la queremos todavía y la querremos siempre.

Marilyn murió en extrañas circunstancias en agosto del 62, hace ahora 49 años. Morir a los 36 le permitió ascender al Olimpo, donde viven los dioses, y quedarse allí para siempre. Eso sí, Andy Warhol contribuyó muchísimo a convertirla en una diosa divina con esos retratos que son auténticos iconos.

Tanto, que uno de ellos incluso tiene el fondo de oro, como los antiguos iconos bizantinos. El lenguaje de toda la vida y la modernidad más absoluta (al fin y al cabo son exactamente lo mismo) consiguieron crear una imagen eterna para la nueva Venus, la diosa del amor, de la belleza, de la lujuria, del lujo…

Os dejamos con la «Marilyn de oro«, y si queréis más lujuria con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.

Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30

Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena

Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Lujuria es… Liz Taylor

Lujuria es… Olympia

Lujuria es… Marilyn Monroe

Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles

Lujuria es… Marlon Brando

Lujuria es… Sofía

Lujuria es… la guerra de los biquinis

Lujuria es… el biquini

Lujuria es… El Plata

Lujuria es… Zeus y sus chic@s

Lujuria es… la Lollo

Lujuria es… pecado

Lujuria es… San Juan de la Cruz


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No conozco otra imagen más lujuriosa, en todos los sentidos de la palabra. Lujo a raudales, una relación con las joyas que tiene una fuerte carga sexual, belleza fascinadora… Una combinación explosiva, a veces sofisticada y a veces vulgar, pero siempre irresistible. Porque no hay mejor palabra para definir a Liz que esa: irresistible, magnética, un auténtico imán para todo. Para los hombres, para los problemas, para las joyas legendarias, para las enfermedades… y también para los buenos personajes. Mujeres trágicas, atormentadas, cargadas de erotismo, grandiosas, enamoradas… así son sus mejores creaciones, y así es sobre todo Maggie, la protagonista de «La gata sobre el tejado de zinc«, un título al que la censura española arrebató una palabra que con ella resultaba innecesaria: «caliente». 

Maggie, la gata en celo y enamorada, condenada a maullar sola

Con 14 años Liz era ya una estrella. Con 28 ganó su primer Oscar después de ser nominada cuatro años consecutivos (un récord que sólo iguala Marlon Brando). Antes y después habría interpretaciones gloriosas, porque a Liz le pasa como a Marlon y a Sofía. Son hermosos más allá de lo humano, pero su inteligencia está a la altura de su belleza. Son auténticos animales de la interpretación y consiguen algunos de los momentos más lujuriosos de la historia del cine, porque ¿hay algo más excitante que un cerebro en funcionamiento?

¿No será Liz la causa del cambio climático? ¿Alguien ha visto una cara más bella que ésta? ¿Hubo alguna vez otros ojos color violeta, o son los únicos de la Historia de la Humanidad?

Sin embargo, hoy no estamos aquí para hablar de sus películas, sino de sus dos grandes pasiones: Richard Burton y las joyas fabulosas, que vienen a ser lo mismo. Se conocieron durante el rodaje de Cleopatra y como era de esperar saltaron chispas. Todo lo hicieron a lo grande y sin importarles que hubiera público: amarse y pelearse, broncas y reconciliaciones de un tono épico que no tenía nada que envidiar al de sus películas, y joyas, muchas, grandes, carísimas, legendarias, fabulosas. Todo estuvo a la altura en una de las historias de amor más tremendas de todo el siglo XX.

Marco Antonio y Cleopatra reaparecen en pleno siglo XX y vuelven a asombrar a la Humanidad. Estaba escrito

Ellos eran la lujuria. No podían estar juntos y no podían estar separados, como en la canción: «Ni contigo ni sin ti / tienen mis males remedio. / Contigo porque me matas / y sin ti porque me muero«. Se casaron, se separaron, se casaron y se volvieron a separar, pero se quisieron apasionadamente hasta el final de sus vidas.

«Si me dejas tendré que matarme, no hay vida sin tí», llegó a escribir Richard. El murió diez años después de su segundo divorcio. Ella fue a su funeral vestido de rojo, el color preferido del actor.

Hasta el último día se escribieron, hasta el punto de que ella recibió la última carta al volver del funeral. La había escrito tres días antes de morir y le pedía otra oportunidad. Ella siempre la guardó en su mesilla de noche, y tiempo después dijo: “Richard era magnífico en todo el sentido de la palabra. Y en todo lo que hacía. Desde los primeros momentos en Roma estuvimos siempre loca y poderosamente enamorados. Tuvimos tiempo, pero no el suficiente«. Para compensarlo, al morir ella hace unos meses la familia de él ofreció la posibilidad de que pasaran juntos la eternidad. Ojalá ocurra alguna vez.

Krupp

Taylor-Burton

La Peregrina

Sólo hubo otro amor en la vida de Liz que pudiera compararse con ése, pues su idilio con las joyas fue eso, un auténtico romance cargado de pasión. Y como no podía ser de otra manera estando Taylor y Burton de por medio, de proporciones descomunales. De entre las muchísimas piezas de su excepcional colección, que ahora sale a subasta, me quedo con tres, las tres regaladas por Richard: la perla Peregrina y los diamantes Krupp y Taylor Burton. Y vamos a detenernos en la fascinante historia de la primera por lo mucho que nos toca de cerca.

Felipe III, con la Peregrina colgando de la pluma del sombrero

Una perla digna de una reina

La Peregrina (que no se llama así por lo mucho que ha viajado, sino porque tiene una belleza extraña, bizarra, peregrina) fue descubierta en el siglo XVI por un esclavo en aguas del Archipiélago de las Perlas, en Panamá. Es una enorme perla en forma de lágrima (muy escasas, y por eso muy apreciadas) que pasó a manos de Felipe II y se convirtió en una de las joyas preferidas de las reinas de España (montada en un aderezo con un diamante excepcional, El Estanque, dando lugar a lo que se conoció como el «joyel rico de los Austrias«).

Sobre el pecho de la reina Margarita de Austria, el joyel rico de los Austrias

La Peregrina se convirtió en una de las Joyas de la Corona de España, lo que quiere decir que los reyes no podían regalarlas ni venderlas, porque estaban asociadas a la dinastía y tenían un enorme valor simbólico. ¿Cómo llegó entonces hasta el hermoso escote de Liz Taylor? Pues la historia comienza cuando en 1808 José Bonaparte pide que le entreguen las joyas de los reyes de España y envía La Peregrina a su esposa, que estaba en París. Cuando se divorciaron él se la llevó a Estados Unidos y parece que a su muerte se la dejó a Napoleón III, que la vendió al duque de Abercorn. Sabemos que en 1914 estaba en manos de una joyería inglesa que se la ofreció a Alfonso XIII, pero no hubo acuerdo. Eso sí, le regaló a su esposa Victoria Eugenia otra enorme perla que probablemente es la que lleva la Reina Sofía en esta foto.

¿Es La Peregrina?

Llegamos así a 1969 y La Peregrina sale a subasta en Nueva York. La Casa Real española intentó hacer creer al mundo que la auténtica era la que tenían ellos (o sea, la que Alfonso XIII regaló a Ena cuando todavía eran felices), la misma que luce la Reina en cualquier ocasión en la que haya que subrayar la continuidad de la dinastía (las bodas de sus hijos, por ejemplo). Sin embargo, sabemos que alguien pujó por ella, lo que quiere decir que sabía que era la auténtica. ¿Quién fue? Pues el malogrado Alfonso de Borbón y Dampierre (que por aquellos tiempos aún no estaba casado con la nietísima, Carmencita Martínez Bordíu). Poseer esta pieza hubiera tenido un gran valor simbólico para sus aspiraciones al trono, pero no lo logró. El resto de las pujas llegaron a los 15.000 dólares. Alfonso se detuvo en los 20.000. Richard Burton pagó 37.000 (muy simbólico todo, pues se la regaló a Liz para su 37 cumpleaños). Todo era poco para su reina, la mejor actriz del mundo, la más bella… la perla que habían lucido durante siglos las reinas de España, colgaría ahora del pecho de Liz Taylor, realzada aún más si cabe por el maravilloso aderezo con rubíes que hizo Cartier.

Liz con La Peregrina en «Ana de los mil días»

La propia Liz Taylor, en su libro «Mi romance con las joyas«, cuenta un episodio digno de una película: parece ser que Richard y ella estaban alojados en el Caesar’s Palace de Las Vegas, y la perla se desprendió de su aderezo. Como la alfombra era tan espesa y peluda Liz no la veía. Chica de recursos, se descalzó para ver si la palpaba con los pies. El lujo del hotel, los ojos violetas al acecho, la suave alfombra en la que se hunde el menudo pie de la estrella, el contacto de su piel con la suavidad de la perla… ¿Imagináis la escena? ¿No es pura lujuria todo esto? ¿Queréis saber cómo acabó la cosa? Liz, de pronto, levantó la vista y vio la magnífica y enorme perla entre las fauces de su pequeño caniche. ¿Perdió los nervios? No. Mujer de temple, se acercó dulcemente y se la quitó con cuidado, como sólo una reina puede hacer.

Con joyas o sin joyas Liz es Liz, única e incomparable, reina entre todas las reinas

Y si queréis más lujuria, con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.

Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30

Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena

Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en “me gusta”, o en twitter @gozARTE. Y ahora, os dejo unos cuantos post de nuestro blog con historias de lo más lujuriosas:

Lujuria es… Liz Taylor

Lujuria es… Olympia

Lujuria es… Marilyn Monroe

Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles

Lujuria es… Marlon Brando

Lujuria es… Sofía

Lujuria es… la guerra de los biquinis

Lujuria es… el biquini

Lujuria es… El Plata

Lujuria es… Zeus y sus chic@s

Lujuria es… la Lollo

Lujuria es… pecado

Lujuria es… San Juan de la Cruz


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¿Hay algo menos lujurioso que una rebeca? «Cógete una rebequita, que por la noche refresca«. Suena a consejo de la Sección Femenina para la mujer española ideal. Y sin embargo, ¿hay algo más turbador que «Rebeca«, la obra maestra de Hitchcock? Cómo una película tan increíblemente excitante, morbosa y llena de rincones oscuros y prohibidos pudo dar nombre a una prenda tan inocente es un misterio para mí, pero ¿realmente hay rebecas inocentes? ¿O es que siempre esconden mucho más de lo que enseñan?

La protagonista de la película con su rebeca puesta

El diccionario de la Real Academia Española dice que una rebeca es una «Chaqueta femenina de punto, sin cuello, abrochada por delante, y cuyo primer botón está, por lo general, a la altura de la garganta«. Nada de particular si no fuera porque antes puntualiza que la palabra viene del nombre propio Rebeca, «título de un filme de A. Hitchcock, basado en una novela de D. du Maurier, cuya actriz principal usaba prendas de este tipo«. No se puede pedir más precisión, la verdad.

¿Tranquilizadora esta imagen? Ni lo más mínimo

Y aquí viene la primera cuestión, digamos que extraña. La actriz principal, Joan Fontaine, interpreta a un personaje que… ¡¡¡no tiene nombre!!! ¿Se le olvidó a Hitchcock? Para nada. Más bien todo lo contrario, que el amigo Alfred no daba puntada sin hilo. El nombre que flota a lo largo de toda la película es Rebeca, Rebeca, Rebeca, Rebeca, Rebeca… ¿Y quién es esa Rebeca? Un fantasma, una sombra, una mujer muerta en circunstancias poco claras cuyo recuerdo lo impregna todo, lo invade todo, lo contamina todo. Rebeca, Rebeca, Rebeca, Rebeca…

Asfixiante Rebeca…

Maximilian de Winter (al que llamaremos Max) ha perdido a su bellísima, encantadora, seductora, inteligente esposa Rebeca en un terrible accidente. Su cuerpo ha sido encontrado sin vida junto a la costa, y Max, aparentemente muerto de dolor, huye de su casa buscando recuperar la alegría perdida junto al sol del Mediterráneo. Allí conoce a una mujer (sin nombre, no lo olvidéis), se enamoran y se casan. ¿De verdad quería tanto a la difunta? Algunos se recuperan de la tragedia con una facilidad asombrosa, ¿no es cierto? En fin, todo va bien hasta que vuelven a Manderley, una casa en la que cada rincón huele a Rebeca…

Si no veis la pantalla pinchad aquí para descubrir cómo la nueva señora de la casa siente desde el umbral el peso de su predecesora. El ama de llaves, Miss Danvers, se encargará de que Rebeca siga reinando después de muerta en la casa y, por supuesto, en su corazón. Ese momento en que las dos se agachan a recoger los guantes, con la criada sosteniendo la mirada de una señora aterrorizada… es puro sexo. Miss Danvers sigue enamorada de Rebeca, y apenas se molesta en ocultarlo.

Rebeca, Rebeca, Rebeca… susurra Miss Danvers con ojos de loca enamorada al oído de la usurpadora. Nunca podrás ser como Rebeca… nunca… nunca… nunca…

¿De qué no será capaz una mujer enamorada? Su señora ya no le cuenta sus confidencias, ya no le regala de vez en cuando la caricia que se da a un perro fiel, ya no le permite ordenar su ropa mientras acaricia la tela que ha estado pegada a su piel… su señora está muerta, pero ella se encargará de que su recuerdo siga más que vivo y se convierta en algo asfixiante para la recién llegada. Nadie, nadie, nadie podrá sustituir nunca a Rebeca. Y si alguna se atreve a pretenderlo, invadiendo los dominios de la reina muerta… que esté preparada para todo. Esta escena es una obra maestra del decir y no decir, del dominio absoluto del terror psicológico, de la lujuria más desatada apenas escondida bajo las formas más contenidas. La mano de la señora Danvers acariciando la ropa interior de Rebeca en el cajón… ni siquiera las piernas de Marilyn Monroe en «La tentación vive arriba» pueden conseguir ese efecto devastador. Sólo la camiseta de Marlon Brando en «Un tranvía llamado deseo«, la mirada de Liz Taylor o el escote de Sofía Loren en cualquiera de sus películas son capaces de subir de esa manera la temperatura de la habitación. Pinchad en la pantalla y si no la veis aquí, y disfrutad de dos actrices de las que ya no quedan.

¿Terrible o adorable? ¿Las dos cosas a la vez? Enamorada, simplemente. Enamorada como una loca, pero ¿acaso hay otra forma de amor que merezca la pena? Capaz de todo, como las grandes heroínas. Nada le importa, nada se le pone por delante. E inmensamente trágica, porque ese amor nunca fue correspondido y ya nunca lo será, pero da lo mismo. El amor es eterno mientras dura, y la señora Danvers sabe algo que es la única verdad que realmente importa: el amor y el deseo son lo único que sobrevive a la muerte, porque como dijo Quevedo «cenizas son, más tendrán sentido / polvo serán, más polvo enamorado«.

Miss Danvers, una diosa de la lujuria emergiendo entre las cortinas

Por supuesto no os voy a contar el final. Corred a buscar la película donde sea y pasad una tarde maravillosa con ella. Y si queréis más lujuria, con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.

Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30

Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena

Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Más información – Entrando aquí

Lujuria es… Liz Taylor

Lujuria es… Olympia

Lujuria es… Marilyn Monroe

Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles

Lujuria es… Marlon Brando

Lujuria es… Sofía

Lujuria es… la guerra de los biquinis

Lujuria es… el biquini

Lujuria es… El Plata

Lujuria es… Zeus y sus chic@s

Lujuria es… la Lollo

Lujuria es… pecado

Lujuria es… San Juan de la Cruz

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¿Conocéis la historia de Lola Puñales? Quintero, León y Quiroga, la Santísima Trinidad de la copla, la escribieron para Concha Piquer, que la grabó en 1948. Puro crimen pasional, sin tontadas ni concesiones a la ñoñería. Sentimientos de los de verdad, sin paños calientes. Asesinato del bueno, sin remordimientos. Pura verdad. Tan verdad, como que la historia estaba basada en hechos reales, como las películas americanas malas. Pero esta vez un crimen del que nadie se acordaría dio lugar a una joya como esta copla.

¿Cómo se pudo llegar a pensar que la copla era algo franquista? No me puedo imaginar nada más contrario al ideal de mujer que encarnaban Pilar Primo de Rivera y su Sección Femenina que esta Lola Puñales, tan dueña de su destino como para decir «que no me importa esta pena / ni ir a la trena / que estoy serena y en mis cabales«. Y ella misma dicta los cargos que se le deben imputar, cuando dice que «al causante de mis males / por jurar cariño en vano / sin siquiera temblarle la mano lo mató Lola Puñales«. Vamos, que no se esconde, porque entonces la cosa no tendría gracia. Le he matado yo y se lo merecía. Y punto. No ha sido un accidente, ni sin querer. Que quede claro. «Lo maté y a sangre fría / por hacer burla de mí / y otra vez lo mataría / si volviera a revivir«. Uffffffff. Tremenda, la Lola Puñales.

La Piquer, sin tapujos

¿Quién mejor para cantar aquello que una mujer que no hizo otra cosa en su vida sino lo que le dio la gana? Concha Piquer vivió con un hombre casado en plenos años cuarenta, dio a luz a su hija en Argentina para que tuviese una situación legal mucho mejor que la que podía tener en España la hija de una madre soltera, pagó gustosamente 500 pesetas de la época cada vez que le pusieron una multa por cantar «Ojos verdes» sin la letra aceptada por la censura (es decir, aquello de «apoyá en la puerta de mi casa un día» en vez de «apoyá en el quicio de la mancebía«), se retiró el día que quiso y en pleno éxito, sin encomendarse a nadie… y así sucesivamente. Si había una mujer dueña de su destino en aquella España de los años cuarenta y cincuenta, esa era Concha Piquer (bueno, y Lola Flores, pero dos monstruos geniales de ese calibre no me caben en un sólo artículo).

Aquí la Piquer parece la mismísima Lola Puñales tramando su venganza

María de los Dolores Castro y León fue la que inspiró a Quintero, León y Quiroga esta copla. Había nacido en un pueblo de la provincia de Córdoba hacia 1870, y no era gitana (eso se lo inventó Rafael de León porque así el personaje le quedaba más redondo). En realidad sus padres vivían de unas tierrecillas, pero eso no quedaba nada literario, la verdad. La cuestión es que el hijo del rico del pueblo le robó «la rosa de sus rosales«, como dice la canción, y no conforme con eso el muy sinvergüenza se lo contó a todo el que le quiso oír. Las consecuencias estaban claras: «con fatiguitas de muerte y sudores de agonía» se tuvo que marchar de su casa, y de allí primero a Córdoba y luego a Sevilla, donde sobrevivió medio cantando, medio bailando y prostituyéndose del todo. Como debía ser morena, de ojos brujos y flamenca (o sea, metida en carnes pero sin pasarse), era lo que se dice una mujer de bandera, y como encima despreciaba a los hombres después de que «aquel hombre moreno» se llevara «pa toa la vía / la rosa de sus rosales«, digamos que tenía éxito e incluso alguno llegó a arruinarse por ella.

La canción, de 1948, se incluyó dos años después en la película «Me casé con una estrella»

Pero, ay, el amor llega cuando uno menos se lo espera, y a la Puñales (que aún no se llamaba así, básicamente porque no había matado a nadie todavía) también le llegó. Un día vino por el café-cantante donde trabajaba un jovencito guapo, bien plantao, con aspiraciones de torero y con muy poca vergüenza, y claro… «sin saber cómo ni cuándo / tú te vas a enamorar. / Con el fuego estás jugando / y te tienes que quemar«. Y se quemó, vaya que si se quemó, pero entera: el angelico le sacó los dineros para librarse del servicio militar en Cuba y claro, le dijo que la quería y lo que hizo falta. Eso sí, prudentemente se calló que tenía novia formal y que además andaba medio liao con un influyente caballero sevillano que tenía mano en la Maestranza, y claro, el trabajo es lo primero y el chico quería torear, y los tiempos estaban muy perros y todo eso. ¿Torero? Ni novillero fue, que la Lola se encargó de cortarle la coleta en cuanto se enteró de todo aquello. «Corrió como loca / buscando la reja / en donde de otra los besos bebía…» y allí mismo, delante de la otra, le mató «y a sangre fría«, con nocturnidad, premeditación, alevosía y una sobredosis de amor y despecho a partes iguales. ¿Arrepentimiento? Eso para otras, pero no para Lola Puñales. No la condenaron a garrote vil porque lo de que fuera un crimen pasional tan claro sirvió de atenuante, pero cuando años después murió en el penal de Cartagena se tuvo que ir al otro barrio sin la absolución, porque ni entonces mostró ni el menor signo de arrepentimiento. Olé, olé y olé. Lo que se dice una mujer de bandera.

Sólo para acabar, otra copla extraordinaria, de las que me ponen los pelos de punta, que muestra la reacción contraria. La de la mujer que lo sabe todo y que lo calla todo, a la que le «duele la cal de los huesos de tanto querer» y que prefiere hacerse la tonta que perder a la persona a la que ama desesperadamente. Os dejo con «Los tientos del reloj«, también compuesta por Quintero, León y Quiroga, pero en este caso para Estrellita Castro y en los años 30. Otro tipo de ira, pero ira al fin y al cabo, igualmente intensa, apasionada y verdadera. Y es que el amor es lo único que lo justifica todo, lo único por lo que cualquier reacción, por airada, extravagante e incomprensible que sea se puede entender.

Si queréis conocer muchas más historias de amor de las tremendas, os dejo nuestra programación sobre HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO. Si queréis saber más entrad aquí o llamadnos al 976207363:

  • Viernes 13 y sábado 14 a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN #ZARAGOZA
  • Domingo 15 a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA

Y si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en «me gusta», o en twitter @gozARTE. Y si queréis conocer más historias de «Pecadores encantadores«, aquí os dejo dos de mis preferidos: Rebeca para la lujuria y Homer Simpson para la pereza.


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Si yo fuera Marge Simpson… no sé lo que haría. A veces pienso que asesinaría a Homer, pero con esa cara de niño bueno, esa tripilla perfectamente convexa, esos ronquidos propios de un hombre con la conciencia tranquila y la baba cayéndole por la comisura de los labios… ¿quién sería capaz de estrangularlo con unos pantys en mitad de la noche? Yo, desde luego que no.

Me imagino que haría lo mismo que Marge, es decir, asumir que nadie es perfecto, y que los muy guapos, abstemios y trabajadores no son trigo limpio. Al fin y al cabo, ¿quién elegiría a Flanders pudiendo quedarse con Homer? A mí Flanders me da miedo. Es el típico vecino que te invita a rezar el rosario, te asesina sin querer y acaba haciendo un estofado con tus michelines y echándoles las vísceras a los perros. Y todo eso mientras recita las obras de misericordia con cara de chico bueno: «Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento…«. Desconfiad de los santurrones hiperactivos. Tienen muy buena intención, pero…

…son imprevisibles. Y no lo olvidemos, el infierno está lleno de buenas intenciones. En cambio… ¿cuántos perezosos habrá en el caldero de Pedro Botero? Pobrecicos, si no hacen mal a nadie. Por no discurrir ni cansarse no dan un paso, y claro, el que no hace nada… ¿puede pecar?

Por esa cabeza no pueden estar pasando malos pensamientos. Ni buenos tampoco. ¿Puede haber una imagen mejor de lo que significa bloquear el cerebro y dejar la mente en blanco? ¿Os lo imagináis haciendo el esfuerzo de pecar? Maquinar, diseñar, ejecutar… ni en sueños. En un cerebro funcionando al ralentí sólo caben pensamientos básicos, simples, imprescindibles: comida, cerveza, mando a distancia, comida, cerveza, mando a distancia, comida, cerveza, mando a distancia… ése es el mantra que se repite una y otra vez, los pensamientos que giran en el círculo eterno formado por el borde de una pizza, el aro de una lata de cerveza, el corte de un perrito caliente, pizza, cerveza, perrito, pizza, cerveza, perrito… Hipnótico, ¿no? No caben ahí los malos pensamientos, no cabe nada que no sea pizza, cerveza, perrito.

De lo cual se deduce que si Homer no es malo, es esencialmente bueno. Y no me negaréis que es buen chico. Hasta tiene sus arranques de ternura (e incluso de la agotadora lujuria), cuando consigue escapar de los brazos del binomio sofá-televisión, esos dos amigos fieles que nunca le fallan. Al fin y al cabo, Homer es el resultado de un largo proceso evolutivo encaminado a la perfección, como puedes ver aquí:

Encaminado a la perfección, pero… se queda en Homer Simpson. ¿Queréis ver el resumen de una vida marcada por la pereza, por haber convertido el «dolce far niente» en una de las Bellas Artes? Pues aquí lo tenéis:

Y aquí tenéis la interpretación psicoanalítica y daliniana de una familia en la que ya solo el cerebro de Lisa, que nunca descansa, resiste al síndrome de los «relojes blandos». Incluso el de Marge ha caído en la tentación de tirarse a la bartola y derretirse poco a poco y sin agobios.

Si queréis saber más sobre este tema fascinante de los pecados no os podéis perder, esta Noche en Blanco 2013 (sábado 22 de junio) dos de nuestras rutas preferidas, dedicadas a los grandes pecadores y pecadoras de la historia de Zaragoza: La lujuria y la ira. Si queréis toda la información o reservar llamadnos al 976207363 o entrad aquí.

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Hay muchos desnudos femeninos a lo largo de la historia del arte, pero seguramente ninguno tan provocador como el de Olympia. Corre el año de 1865, estamos en París y Édouard Manet está en boca de todos. Ha pintado un cuadro que es el escándalo de todas las personas decentes de la ciudad. ¿Queréis verlo? Pues aquí lo tenéis.

Pues tampoco era para tanto… ¿O sí?

¿Qué tiene Olympia para que este desnudo sea más escandaloso que tantos otros? ¿Por qué la gente habla de ella entre murmullos? ¿Se ve algo que no se vea en otros cuadros o esculturas? Pues no, y la postura tampoco tiene nada de particular. Muchísimo más explícito, sin comparación, es el cuadro que Gustave Courbet pintó al año siguiente, y que tiene un nombre de lo más directo: El origen del mundo.

El origen del mundo, según Courbet, está justo ahí. Y no le vamos a quitar la razón a estas alturas, digo yo

Realmente en París siempre fueron unos adelantadillos («Si vas a París, papá«, y todo eso), pero esto era demasiado incluso allí. Para empezar, no se ve la cara, con lo que no sólo es imposible mirar hacia otro lado, sino que es una forma de subrayar lo que interesa y conseguir que la atención se fije intensamente donde el pintor quiere, es decir, en lo que él llama el origen del mundo. Las piernas se muestran abiertas sin ningún pudor, la mujer no está depilada, es prácticamente de tamaño natural… nunca se había visto algo así, y por eso muchos de los propietarios que tuvo el cuadro (que ahora está en el Museo de Orsay, como Olympia) prefirieron llevar el asunto con discrección. Tanto impresiona que resulta casi agresivo, y cuando empezó a exponerse en el museo, casi a finales del siglo XX, pusieron un vigilante especial en la sala por miedo a que algún visitante atacara el cuadro.

¿No os gustaría ver la foto contraria, para ver las caras que están poniendo? Casi 150 años después hay gente que se sigue escandalizando

En cualquier caso, tampoco era una novedad absoluta lo que se veía allí. En Francia ya hacía décadas que triunfaban los grabados eróticos, como éste que tenemos aquí, en los que se veía de todo y sin ningún recato. ¿Cuál era la diferencia? Pues muchas, la verdad. Por un lado, es completamente diferente ver un cuadro de tamaño natural y un pequeño grabado. El tamaño sí que importa en estos casos, y mucho. Por otro, no es lo mismo ver un grabado en la intimidad de tu casa que ver un cuadro en público, con otras personas a tu lado poniendo la misma cara de póker que tú. Cada formato, cada soporte, estaba reservado para representar unas cosas u otras, y saltarse esas reglas era faltar al decoro.

«Remate usted, caballero, que viene gente y no me gusta quedarme a medias», o algo así le estará diciendo

Por eso este grabado, que es aparentemente mucho más escandaloso, en realidad escandaliza muchísimo menos, porque el grabado es un vehículo más adecuado para algo así. Pero en cualquier caso, volvamos a Olympia a ver si descubrimos qué tiene este cuadro de particular. Bueno, mejor nos vamos más allá, a ver dónde se pudo inspirar Manet. Y tenemos que viajar nada menos que a 1538 y a Venecia, que es donde vivía uno de los más grandes pintores de todos los tiempos: Tiziano que acababa de pintar para el duque de Urbino una de sus obras más famosas.

La Venus de Urbino

Representar a diosas desnudas no estaba mal visto. Entra dentro de las reglas del decoro, y a nadie le extraña. Por eso, la mejor manera de pintar un desnudo y que no pasara nada era decir que era Venus y quedarse tan ancho, porque lo raro sería que Venus fuese vestida. Eso sí, viendo este cuadro ¿parece una diosa? ¿O más bien una mujer normal, en su palacio veneciano? Pues yo me inclino por lo segundo, porque el perrillo encima de la cama, las criadas ordenando el arcón… son bastante terrenales, tanto como la belleza de esta mujer, que no tiene nada que ver con la idealización de otras representaciones de Venus. Además, nos mira directamente, orgullosa y consciente de su belleza. El pelo suelto y largo, la postura un tanto indolente, la cama revuelta… ¿quién es realmente?

Olympia

Venus

La criada de Venus

La criada de Olympia

El gato…

Y el perro

Tiziano mantiene la ficción de que la mujer que está representada en el cuadro es Venus, aunque resulta evidente que es una cortesana (o sea, una prostituta de lujo) veneciana a la que las cosas le van estupendamente. Manet, en cambio, no disimula. Olympia es una cortesana y está encantada de serlo. Nos mira con descaro, entre provocadora e invitadora. Lleva una flor en el pelo, una cinta en el cuello, una pulsera y unas sandalias, lo que hace que el desnudo resulte más impúdico aún, pues parece mucho más desnuda que si no llevara nada. Le llega un ramo de flores de un admirador, de un amante rico, de alguno que aspira a serlo… que le entrega su criada. Y deja caer una mano sobre el sexo como quien no quiere la cosa, porque no da la impresión de que le preocupe mucho taparlo o no. Ah, y como la Venus de Tiziano, es perfectamente consciente de que estamos mirándola, y ni siquiera baja los ojos, sino que nos sostiene la mirada. ¡¡¡Un escándalo!!! La buena sociedad parisina podía aceptar la existencia de cortesanas a las que les iba estupendamente siempre y cuando al final pagasen por lo que habían hecho, a ser posible con una buena tuberculosis que se las llevase directamente al otro barrio con mucho sufrimiento. Ahí está Margarita Gautier, la protagonista de «La dama de las camelias«, que fue la que inspiró a Verdi cuando compuso la historia de Violeta Valéry, la protagonista de su ópera «La Traviata«. Greta Garbo-Margarita Gautier es la protagonista de una película inolvidable, «Camille«, y María Callas-Violeta Valéry es, probablemente, la mejor Traviata de todos los tiempos. Las dos triunfadoras, hermosas, maravillosas… las dos viven la vida a tumba abierta y se enamoran hasta perder el sentido… las dos sufren locamente y mueren jóvenes y en la plenitud de su belleza. Dos historias maravillosas que no son más que una, perfectamente aceptables por la sociedad biempensante gracias a la moraleja final.

Sin embargo, en Olympia no se ve ni rastro de sufrimiento, y más bien parece pertenecer al grupo de las triunfadoras, como La Paiva, a la que sus amantes pagaron un extraordinario palacio en los Campos Elíseos de París al que pertenece esta espectacular bañera, que muestra el lujo de que vivía rodeada.

En la imagen de abajo se ve una fiesta en su casa que recuerda a la primera escena de «La Traviata», la del baile, cuando Violeta canta «Sempre libera«. Es decir, que estaba encantada de hacer lo que le daba la gana, siempre libre, yendo de fiesta en fiesta…

Fiesta en casa de la Paiva

Pues este tipo de mujer era Olympia. Prostituta y sin remordimientos, indecente y triunfadora, impúdica y desvergonzada. Nunca antes se había representado sin tapujos a un personaje así, y Manet se atrevió a hacerlo. Y precisamente por eso, lujuria es… Olympia. Y si queréis más lujuria, con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.

Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30

Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena

Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Más información – Entrando aquí

Si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en “me gusta”, o en twitter @gozARTE. Y ahora, os dejo unos cuantos post de nuestro blog con historias de lo más lujuriosas:

Lujuria es… Liz Taylor

Lujuria es… Olympia

Lujuria es… Marilyn Monroe

Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles

Lujuria es… Marlon Brando

Lujuria es… Sofía

Lujuria es… la guerra de los biquinis

Lujuria es… el biquini

Lujuria es… El Plata

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Lujuria es… la Lollo

Lujuria es… pecado

Lujuria es… San Juan de la Cruz


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