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Posts Tagged ‘París’

El 14 de abril de 1912 Purificación Castellano estaba cenando tranquilamente en su palacete madrileño cuando, de pronto, un moscardón cayó en su plato de sopa.

Doña Purificación Castellana Moreno

A lo mejor pensáis que es algo que, a pesar de ser asqueroso, entraba dentro de la normalidad, pero Doña Purificación supo en aquel momento que aquello era una señal y que a su hijo, Víctor Peñasco, le había sucedido algo. ¿Tenía razón, o era solo aprensión? Pues bien, para descubrirlo tendremos que retroceder en el tiempo e irnos unos 16 meses atrás, al momento en que Víctor Peñasco Castellana se casó con María Josefa Pérez de Soto, Pepita para la familia, uniéndose dos de las mayores fortunas de España. Era un 8 de diciembre de 1910 y fue una boda de campanillas (el novio era sobrino nieto de José Canalejas, que en aquel momento era presidente del consejo de ministros de España). ¿Queréis conocerlos? Pues aquí los tenéis.

Víctor y Pepita

Él tenía 24 años y ella 22, y después de la boda empezaron una larguísima luna de miel, como se llevaba entonces entre las familias de posibles. Palco en la ópera de Viena, noches de ensueño en el casino de Montecarlo, cenas en Maxim’s, en París, el Orient Express… De vez en cuando se pasaban por Madrid a ver cómo iban las obras de su nueva casa, pues aunque Doña Purificación les había ofrecido la suya ya se sabe que «el casado, casa quiere«, y una suegra es una suegra, así que pudiéndoselo permitir como podían… El caso es que ellos no reparaban en gastos ni en la casa ni en el viaje ni tenían por qué hacerlo, pero todo aquello tenía un límite, uno solo: cuando Doña Purificación se despidió de ellos les dijo que en barco, ni hablar. A la mujer le había dado como un pálpito, un presentimiento, y les pidió por lo más sagrado que le dieran ese gusto y que hicieran el favor de no embarcarse en un trasatlántico de aquellos. Quién sabe si conocía una novela que un tal Morgan Robertson había escrito unos años antes titulada «Futilidad«, en la que un barco llamado Titán se hundía a mitad del recorrido de Nueva York a Southampton tras chocar con un iceberg. ¿Dotes adivinatorias? ¿Pura casualidad? Vaya usted a saber.

Durante una buena temporada Víctor y Pepita se portaron bien y cumplieron su promesa, pero… un día estaban en Maxim’s, en París, y vieron publicidad de ese nuevo barco tan lujoso del que todo el mundo hablaba. ¿Qué hacemos? «Chica, no sé, no conocemos Nueva York…«. «Ya, pero ¿y lo que dijo tu madre? Se lo prometimos«. «Deja a mi madre tranquila en Madrid, que total no se va a enterar«. «Ya, pero si se entera seguro que dice que es cosa de la nuera, que tú te dejaste embolicar por mi, que de bueno te pasas y así te va, y tal y tal y tal«. «Ay, chica, nos vamos y ya está». «Pues venga, nos vamos, pero si se entera tu madre es culpa tuya, ¿estamos o no estamos?». Pues eso, que siendo ricos, jóvenes, enamorados y con ganas de marcharse, ¿quién no lo hubiera hecho? Eso sí, chicos precavidos como eran tomaron la precaución de dejar a su mayordomo, Eulogio, en París. ¿Para qué? Pues le dejaron un fajo de postales para Doña Purificación, para que se las fuera mandando cada día y que ella estuviera tranquila. Un día le contaban que habían ido a la Ópera, otro a Versalles, otro al Louvre… Qué majicos, ¿verdad?

Víctor y Pepita irían en ese transbordador, que acercó hasta el Titanic a los pasajeros que subieron en Cherburgo

El caso es que compraron los billetes y se fueron en tren a Cherburgo, donde embarcaron. Incluso para una pareja tan acostumbrada al lujo y al gran mundo como ellos el Titanic era algo asombroso, así que nos podemos imaginar cómo se quedaría su criada, Fermina Oliva, cuando entrara en aquel barco, el más grande, el más seguro y el más lujoso que existía. Por cierto, aquí la tenéis.

Fermina

Víctor y Pepita eran los únicos españoles en primera clase. Se alojaron en un estupendo camarote y Fermina en otro (también de primera), al otro lado del pasillo. Los elevadísimos precios del Titanic no supondrían ningún problema para ellos, pues hay quien ha calculado que se gastaron el equivalente a unos 110 millones de pesetas (de cuando aún había pesetas, claro) en el año y medio que duró su luna de miel.

Plano del camarote de Víctor y Pepita (arriba) y el de Fermina, su criada

Mucho tiempo después Pepita hablaba de la última cena, y decía: «Aquello era una muestra del mayor lujo que podía verse. Los hombres, de rigurosa etiqueta, las mujeres con sus mejores galas y todas las joyas que sus cuerpos fueran capaces de cargar. Una gran cena amenizada con una gran orquesta. Como buenos españoles, fuimos los últimos en abandonar el salón, ya que nos quedamos charlando con un matrimonio argentino, los únicos con los que habíamos congeniado en el viaje«. Poco después tenía lugar el choque fatídico que acabaría, de un mazazo, con aquella historia de amor y lujo. Su sobrina cuenta que «Mi tía estaba ya en la cama y mi tío todavía estaba desvistiéndose. Oyeron un ruido enorme que no le gustó nada a mi tío. Salió del camarote y se dirigió a cubierta, donde se encontró con un marinero al que le preguntó qué pasaba y dónde estaban los chalecos salvavidas. El marinero simplemente se echó a reír. Volvió al camarote, recogió a Josefa, que solo tuvo tiempo de ponerse un chal por encima del camisón, y a la doncella, que se encontraba en el camarote de enfrente». El barco estaba sentenciado desde el primer momento, y cuando llegó el momento de subirse a los botes… veamos como cuentan la historia desde el punto de vista de Fermina, la criada.

«Las mujeres y los niños primero«, aunque no siempre. Uno de los oficiales permitía que subieran hombres siempre que hubiera sitios vacíos en los botes. Otro, no. Pepita subió en uno de los botes y su criada también, pero Víctor decidió actuar como un caballero español y cedió su sitio a una mujer que iba con un bebé en brazos. Cuenta Fermina que lo último que le dijo a su mujer fue «Que seas muy feliz». 

La gente subiendo a los botes en una película de los años 50, «La última noche del Titanic»

Otra pasajera que iba en el mismo bote contó unos días después todo esto en una entrevista para el New York Herald: «Entonces la señora Peñasco empezó a chillar el nombre de su marido. Fue terrible. Le pasé el timón a mi prima y me puse acurrucada junto a ella, tratando en lo posible de consolarla. Pobre mujer. Sus sollozos ablandaron nuestros corazones y sus palabras eran imposibles de entender debido a su tristeza (…) Cuando el terrible final llegó, utilicé lo mejor de mi misma para intentar distraer a la señora española y que no oyese los agonizantes sonidos de los que se ahogaban en el mar».

Pepita

Aún después de haber visto cómo se hundía el barco Pepita conservó la esperanza de que Víctor hubiera subido en otro bote, pero poco le duró. Ya en el Carpathia, el barco que recogió a los supervivientes, tuvo claro que su marido había muerto en el mar. Al llegar a Nueva York estuvieron esperando a que llegara otro barco que había recogido todos los cadáveres que pudo, pero tampoco estaba allí. La doncella miró los cuerpos uno por uno intentando descubrir el de Víctor, pero nada.

La muerte de Víctor Peñasco en «La Vanguardia»

En las primeras listas aparecidas en la prensa el apellido Peñasco estaba mal transcrito, pero a pesar de todo Doña Purificación tenía un mal presentimiento que pronto se confirmó (recordad el moscardón). Eso sí, pronto se dio cuenta del problema que tenía su nuera, pues según las leyes de la época Víctor no estaría oficialmente muerto hasta 20 años después de su desaparición. Como no podía ser que aquella chica de 23 años no pudiera rehacer su vida, su suegra decidió comprar un cadáver en Halifax (Canadá), hasta donde llegaron flotando muchos que en parte están enterrados allí. Como suena, mandó a Fermina a comprar un cadáver y el correspondiente certificado de defunción. Eso sí, no sabemos dónde está esa supuesta tumba, pues el cementerio que se nombra en el certificado no existe, y en el de Fairview, donde está enterradas las víctimas del Titanic, no hay ninguna con el nombre de Víctor Peñasco.

Cementerio de Halifax

Josefa pudo rehacer su vida y se casó en segundas nupcias en 1918 con Juan Barriobero y Armas Ortuño y Fernández de Arteaga, barón del Río Tovía, con el que tuvo tres hijos. Falleció en 1972 a los 83 años de edad. Fermina Oliva, la doncella que también sobrevivió al «Titanic», murió en 1968. Ella nunca se casó.

Una hija de Pepita nacida de su segundo matrimonio, delante de la fotografía de su madre y de Víctor, su primer marido

De toda esta historia me gusta especialmente la entereza de la madre de Víctor y su generosidad hacia su nuera, pero si me tengo que quedar con una frase elijo una de Elena Ugarte, sobrina nieta de Víctor Peñasco: “A raíz de aquella desgracia, en mi casa cogimos manía a los moscardones. Mi madre ha toreado, ha montado a caballo durante años, era una mujer valiente, atrevida, pero cuando veía un moscardón se ponía mala. No podía evitarlo”. Y ante esto me pregunto, ¿es que antes de aquello les caerían simpáticos?

¿Queréis conocer esta y muchas otras historias sobre el Titanic? Pues si sois un grupo, tenemos una cena temática que podemos hacer cuando queráis. Llamadnos al 976207363 o enviadnos un correo electrónico a educacion@gozarte.net y concretamos. Y si queréis saber más entrad aquí.

Y si queréis conocer otras historias del Titanic, aquí os dejo un post de nuestro blog:

Los Straus y su amor insumergible

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Un beso es algo que te hace sentirte vivo, tremendamente vivo. Estamos de acuerdo en eso, ¿no? Pues bien, aunque resulte paradójico hoy vamos a hablar… de una tumba. Pero no de una cualquiera, claro, sino de la tumba más besada del mundo, que está, como no, en París, y concretamente en el cementerio del Père Lachaise, un lugar realmente romántico (y no lo digo con ironía). ¿Queréis verla? Pues aquí la tenéis:

¿Habíais visto alguna vez una tumba tan llena de besos?

Resulta de lo más peculiar, ¿no? ¿Quién hay enterrado aquí? Porque para llamar la atención en un cementerio lleno hasta los topes de celebridades como el Père Lachaise hay que ser alguien muy importante. Y lo es, vaya que si lo es, porque aquí descansa (bueno, eso de descansar es un decir, con el ajetreo que hay alrededor de la tumba) el mismísimo Oscar Wilde.

Oscar, te queremos

Wilde era irlandés y pasó la mayor parte de su vida en Londres, pero murió en París en 1900. Tenía sólo 46 años pero estaba arruinado moral y económicamente después de su paso de dos años por la cárcel, a la que fue condenado por inmoralidad (era homosexual y no lo ocultó, algo que en la Inglaterra victoriana podía acarrearle serios disgustos). Su historia con Bosie, Lord Alfred Douglas, se convirtió en un escándalo en Europa entera e hizo de él un paria rechazado por toda la sociedad biempensante.

Oscar y Bosie

Sus amigos se hicieron cargo de los gastos que ocasionó la enfermedad que le llevó a la tumba, y también de pagar el entierro. Algo después, cuando volvió a ser autor de éxito y sus obras volvieron a dar dinero, pudieron pagar un terreno en el cementerio del Père Lachaise, pero la tumba… el dinero para la tumba llegó de un donante anónimo, que envió mil libras con la única condición de que el monumento lo hiciera el escultor neoyorquino Jacob Epstein. De los trámites se encargó Robert Baldwin Ross, que fue su primer amante masculino y el que siempre le quiso en lo bueno y en lo malo. Robbie le pidió a Epstein que dejase un hueco para colocar sus propias cenizas, que no descansarían junto a su querido Oscar hasta 1950 (había muerto en 1918).

Una enorme tumba de piedra, para cantar eternamente su fama

Durante nueve meses Epstein talló un enorme bloque de piedra de 20 toneladas. En él esculpió una especie de ángel que probablemente se inspiraba en un poema de Wilde titulado «La esfinge«, aunque también en los toros asirios del Museo Británico, los lamasu.

Un «lamasu» guardando la puerta de alguna ciudad asiria

El problema fue que Epstein talló unos genitales adecuados para el tamaño de la escultura, y algunos no los consideraron «adecuados» para un cementerio respetable. «Pues así se queda«, dijo el escultor. «Pues la tapamos con una lona y punto«, dijeron los responsables del cementerio. «¿Pues qué hacemos?«, pensó Robbie. Pues nada, se le pone una hoja de parra de bronce, que es la solución que se ha tomado en estos casos de toda la vida. Y dicho y hecho, le pusieron la hoja en cuestión, pero… el caso es que en algún momento tanto la inocente hojilla como lo que había debajo desaparecieron. ¿Lo robaron unos estudiantes que solo pretendían arrancar la hoja de parra? ¿Se utilizó en orgías desenfrenadas? ¿Lo rompió una mujer con un paraguas? Muchos piensan que pasó esto último, y que después tiró los enormes atributos sexuales del angelico por cualquier sitio, hasta que el director del cementerio los recogió y los utilizó de pisapapeles. ¿Historia o leyenda? Seguiremos con la duda, porque lo que es cierto es que la castración fue real, y si no me creéis mirad atentamente.

Es evidente que algo falta

Toda esta rocambolesca historia forma ya parte de la historia de esta tumba (declarada monumento nacional en 1997), pero hoy estamos hablando de besos. A lo mejor os estáis preguntando el por qué de tanto beso, y siento deciros que no tengo una respuesta. Supongo que lo que ocurrió fue que a alguien se le ocurrió dar el primero y a partir de ahí la gente se fue animando, hasta que fue un no parar (es lo que pasa también con esa extraña relación que existe entre cualquier charca de agua y el hecho de tirar monedas, aunque en este caso el origen es «La dolce vita» de Fellini, con Anita Ekberg y Marcello Mastroiani bañándose en la Fontana de Trevi). La cuestión es que durante décadas los besos formaron parte de la tumba de Wilde, hasta que hace un tiempo los herederos dijeron que ya valía, que la grasa de los pintalabios deterioraba la piedra y que había que estar continuamente limpiándola, con lo que cada vez estaba peor. ¿Solución? Impedir que la gente pudiera seguir haciendo lo que había hecho durante tantísimo tiempo.

Tumba protegida, pero aburrida

En noviembre de 2011, coincidiendo con el 111 aniversario de la muerte de Wilde, se instalaron unos paneles de metacrilato que protegen la tumba. Y ante esto me pregunto, ¿qué hubiera preferido el bueno de Oscar? Era enemigo acérrimo de la vulgaridad, eso es cierto, pero también de la represión de los afectos, del tipo que fueran. ¿No estaría encantado pensando en todos esos besos de hombres y mujeres? Afortunadamente nunca lo sabremos (él hubiera preferido también esa incertidumbre, que lo hace todo mucho más interesante), y afortunadamente también es imposible poner puertas al campo, con lo que los árboles de alrededor ya están llenos de besos y en breves el metacrilato estará cubierto de arriba a abajo. ¿Nos apostamos algo?

Que sí, que es verdad, que así estará más limpia y mejor protegida, pero ¿no era más bonita antes, llena de besos?

Si queréis conocer otras historias sobre «París en 10 besos» os dejo abajo algunos enlaces de nuestro blog.

«París en 10 besos (V)»

“París en 10 besos (IV)”

“París en 10 besos (II y III)”

“París en 10 besos (I)”

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Nuestro cuatro besos anteriores han sido imágenes conocidísimas, pero hoy la cosa va de anónimos. Sí, sí, de perfectos desconocidos, porque París es una ciudad en la que la gente se besa en cualquier parte, y de ellos vamos a hablar hoy. Bueno, no de todos: concretamente de una joven taiwanesa llamada Tang Ya Ching (o Yang Yaqing, o Yan Ya-Ching, que con todos esos nombres y alguno más la llaman por Internet). ¿Que quién es? Pues para decirlo rápido: una ladrona de besos que anda suelta por París. Me hubiera encantado poneros una foto suya, pero me ha sido imposible encontrar ninguna en la que no esté adosada a algún maromo (siempre diferente), así que os dejo aquí un enlace a su blog, donde la podréis ver. Ahora mismo os cuento de qué va todo esto, pero antes, y para ir entrando en calor, os pongo una canción dedicada a una mujer muy similar, y que comienza diciendo aquello de «María Antonia es la ventera / más linda que he conocido / tiene una tienda de besos / al otro lado del río«.

Resulta que Yang (la llamaremos así) es taiwanesa, pero en su país consideraban que era un poco «suelta». Vamos, una fresca y una desahogada, que dirían las abuelas (las nuestras, claro; las de allí, ni idea). La cosa es que la chica se fue a Francia con varios objetivos: uno, que la dejaran en paz todos aquellos reprimidos; dos, estudiar música (una tapadera tan buena como cualquier otra para su verdadero plan); y tres, conseguir que 100 desconocidos la besaran por la calle y hacerse una foto con cada uno de ellos, para que quedara constancia de que lo había logrado. En esto me recuerda mucho a aquello que cuentan de Luis Miguel Dominguín, que después de haber conseguido los favores de Ava Gardner se levantó corriendo de la cama y empezó a vestirse, hasta que la bellísima Ava, sorprendida, le preguntó dónde iba. «¿Dónde voy a ir? A contarlo«. Pues lo mismo debe pensar Yang, que si no lo cuentas no tiene gracia, y claro, si quieres que se lo crean tendrás que presentar testimonios, ¿no? Pues en eso está.

El primer beso de la serie, delante del Museo d’Orsay

¿Cómo es la estrategia? Pues a mi me gusta imaginarme que se acerca y se pone a cantarles aquello que le decía Pepe Blanco a Carmen Morell: «Me debes un beso / no te lo perdono. / Me debes un beso / me lo cobraré«. Y claro, ellos le contestarán que «No me exijas eso / que un beso se ofrece / y si lo mereces / te lo brindaré«. O a lo mejor la cosa no es así de jacarandosa y retrechera, sino mucho más prosaica, y simplemente ella va, les cuenta el reto que se ha marcado y les dice que se decidan prontico, que no tengo todo el día y mi amigo el fotógrafo cobra por horas. «Qué, ¿quieres ser tú el número 69, o qué?«. En fin, que siento no tener más datos (ella no desvela su estrategia), pero lo que sí sé es que tampoco se lo debe ofrecer al primero que pasa y que no todo es un jardín de rosas, porque según sus datos el 20% aproximadamente le dicen que nones (quién sabe, a lo mejor si no hubiera foto de por medio el porcentaje bajaría).

¿Qué pensará este mocetón mientras mira de reojo al fotógrafo? Y el perro, ¿qué opinará de la fresca de su dueña?

¿Queréis ver las fotos que ya tiene subidas en su blog? Pues entrad aquí, porque la chica no se corta un pelo y las va colgando para que el mundo entero esté al tanto. En vilo nos tiene, no os digo más. ¿Cómo acabará la cosa? ¿Llegará a los 100? ¿Le pasará lo que dicen sus amigas, que se contagiará de cualquier cosa? ¿O se enamorará antes y no será capaz de seguir? ¿O pensará que la fidelidad consiste en estar con una persona cada vez? Es cosa sabida que París te pone besucón, pero lo de esta chica va mucho, pero que mucho más allá.

Otro. Lo de esta chica es un no parar

Otro día más, pero de momento si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí. Os dejo un resumen de lo que podréis encontrar:

  • Viernes 13 y sábado 14 de febrero a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
  • Domingos a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA

«París en 10 besos (IV)»

“París en 10 besos (II y III)”

“París en 10 besos (I)”

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Hay muchos tipos de besos de amor. Están los que te hacen flotar y olvidarte de que el mundo sigue girando alrededor. Están los apasionados, cargados de erotismo, esos en los que querrías fundirte con la otra persona y que tienen mucho de canibalismo, de quererse devorar el uno al otro. Están los que se dan en el andén de una estación (bueno, eso era antes, cuando se podía) al despedirse, que se querría que fueran eternos, y los que se dan al reencontrarse… Pues bien, sólo conozco una imagen que los contenga todos a la vez, y es esta.

Un beso eterno

En 1904 llegó a París un joven escultor rumano: Constantin Brancusi. A lo mejor no os suena, pero es uno de mis artistas preferidos. Cuando quería representar algo no paraba de darle vueltas y vueltas, de experimentar con materiales haciendo distintas versiones… hasta que lograba justo lo que buscaba, llegar a la esencia de las cosas, eliminar todo lo superfluo y quedarse con lo demás. Vamos a fijarnos en esta escultura. Son dos personas abrazándose mientras se besan. ¿Las veis? La que está a la derecha es la mujer. El pelo le cae por la espalda hasta el suelo (¿veis las líneas talladas en la piedra?) y tiene algo de tripilla, que hace que tenga unas formas algo más curvas. El otro es el hombre, con el pelo corto. Será un tópico, pero nos sirve perfectamente para identificarlos, ¿no?

Como si fuera esta noche la última vez

Fijaos ahora en los ojos. ¿Habíais visto alguna vez una imagen más potente de ese momento en el que dos personas se miran a los ojos como si se quisieran ver hasta el fondo del alma, o tirarse a esa piscina para bucear dentro del otro? Esos dos ojos, uno clavado en el otro para siempre… uffffffffff. Son tremendos, igual que esos labios. Cuando de vez en cuando aparece la noticia de que una pareja ha batido nuevamente el récord del mundo con un beso que dura 30, 40, 50 horas o más… me da la risa. Eso no es un beso, es otra cosa. La duración de un beso no tiene nada que ver con el reloj ni con el calendario, porque la eternidad cabe en un segundo. Y no sé si estaréis de acuerdo conmigo, pero creo que Brancusi capta ese segundo como nadie lo había hecho.

Lía con tus brazos / un nudo de dos lazos / que me ate a tu pecho / amor

Mirad esta otra versión (en la que se ve la espalda del hombre, con el pelo corto). ¿Cómo consigue Brancusi que tengamos la sensacion de que de verdad se han fundido el uno con el otro? Vistos de perfil el pelo de uno parece una prolongación del del otro, el ojo de uno mira fijamente al del otro, los labios están sellados… y además los dos parecen uno, porque nada sobresale del bloque de piedra. Por eso los brazos son tan planos, prácticamente sin relieve. Casi parece que poco a poco vayan a ir desapareciendo los pocos rasgos que hay tallados y la pareja vaya a acabar convirtiéndose en un solo bloque completamente liso. A lo mejor eso hubiera sido el beso perfecto. A lo mejor a Brancusi no se le ocurrió. O sí, y pensó que nadie lo hubiera entendido. ¿Quién sabe?

Una versión anterior

Mirad ahora esta versión y comparad los brazos con los de las anteriores. ¿A que aquí el efecto no se consigue tanto? También es impactante, porque probablemente esos brazos tan largos y desproporcionados hacen que nos fijemos sobre todo en el abrazo, pero no sé por qué esta última me recuerda un poco a cuando te abrazan y te besan tu abuela o tus tías, y parece que nunca te vayas a poder soltar. En cualquiera de las otras hay un equilibrio entre todas las partes de la escultura que aquí se rompe con esos brazos tan llamativos (bueno, en la anterior pasaba lo mismo con los ojos, ¿no?).

Un beso para la eternidad

Os dejo ya la última versión de este beso, que fue la primera. En 1907 los padres de Tania Rachevskaia, una anarquista rusa que se suicidó por amor, encargaron a Brancusi una estela para su tumba, en el cementerio de Montparnasse. Brancusi hizo una de las esculturas funerarias más emocionantes y más apropiadas que he visto nunca, aunque a los padres de ella parece que no les acabó de convencer. Para gustos están los colores, por supuesto, pero… a mí me parece absolutamente maravillosa, y siempre me recuerda a los versos de Quevedo refiriéndose a lo que queda de nosotros después de la muerte: «Cenizas son, más tendrán sentido. / Polvo serán, más polvo enamorado«.

Otro día más, pero de momento si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí. Os dejo un resumen de lo que podréis encontrar:

  • Viernes 13 y sábado 14 de febrero a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
  • Domingos a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA

«París en 10 besos (II y III)»

“París en 10 besos (I)”

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El beso del Hôtel de Ville

París, 1 de abril de 1950. Robert Doisneau, fotógrafo de la revista «Life», estaba tomando tranquilamente un café y sin esperarlo hizo la foto de su vida: «El beso del Hôtel de Ville«. No hay un beso más famoso que éste, ¿no? El marco, perfecto: la rue Rivoli con el Ayuntamiento de París detrás, las mesas de un café, el Sena que se intuye al fondo… El blanco y negro, que le añade un punto extra de poesía a la cosa. Los protagonistas enamorados, encerrados en su burbuja, indiferentes a lo que pasa alrededor y pillados sin que se den cuenta. ¿Seguro? Pues en realidad nada es lo que parece, porque ni era espontáneo (el fotógrafo les acababa de conocer y les pidió que posaran para él) ni el amor duró eternamente, pero da el pego. Al fin y al cabo, el amor es eterno… mientras dura, sea un segundo o toda la vida (si no no es amor, es otra cosa). Y viendo este beso, uno siente que puede ser dueño del tiempo, hacer que los relojes se paren a tu alrededor y lograr que algo así puede durar para siempre (a veces se consigue).

El beso «destronado»

Antes de esta foto, probablemente el beso más famoso de la historia era el que había esculpido Rodin. Viéndolo parece una maravillosa representación del erotismo y el amor, y sí, todo eso es cierto, pero como hoy estamos en que a veces nada es lo que parece tengo que contaros un secreto: esta imagen nació en realidad como símbolo del adulterio. Vayamos por partes: cuando esculpió a esta pareja, allá por 1887, en realidad eran bastante más pequeños y su idea era que formaran parte de «Las puertas del infierno» (que en principio estaban destinadas al Museo de Artes Decorativas de París).

Las puertas del infierno, llenicas de pecadores

En aquel infierno tremendo, lleno de pecadores, no podían faltar Francesca de Rímini y Paolo, su amante. ¿Quiénes eran? Pues os cuento: resulta que Francesca estaba casada con Gianciotto, pero en realidad era un matrimonio de conveniencia con muchos intereses políticos de por medio. Un día estaba la hermosa y joven Francesca con su cuñado Paolo, que era más de su edad y a ella le molaba un montón, y en vez de rezar el rosario se pusieron a leer la historia de la reina Ginebra y el caballero Lanzarote, un par de adúlteros de tomo y lomo. Y claro, mientras leían como aquellos dos le ponían los cuernos al rey Arturo… en fin, ¿para qué seguir si ya os imagináis todos lo que ocurrió? Como dice el viejo refrán, «El diablo es fuego, la mujer estopa, llega el demonio… ¡¡¡y sopla!!!» El caso es que se hicieron amantes, pero… poco les duró la alegría. Un mal día Gianciotto se levantó con el pie izquierdo y se encontró con su mujer y su hermano en pleno frenesí. ¿Qué creéis que hizo? Pues lo que hubiera hecho cualquier marido cabal del siglo XIII, cargárselos por la vía rápida (por cierto, para que el adulterio fuese completo Paolo también estaba casado). ¡¡¡Cómo me recuerda esta historia a «Noche de Reyes», el tango de Gardel!!! Escuchadlo y me daréis la razón.

El caso es que Dante escribió por aquellos años su «Divina comedia«, en la que él mismo baja a los infiernos acompañado por Virgilio (el poeta latino que escribió «La Eneida» en la época de Augusto) y nos va contando, el muy cotilla, los pecadores que se va encontrando en su camino. Y claro, cuando habla de los adúlteros famosos de la historia no podían faltar Francesca y Paolo, ardiendo los pobrecicos pa’los restos en el caldero de Pedro Botero.

Francesca y Paolo, dándose cabezazos por haberse dejado pillar tan tontamente

Aquí os dejo un grabado que hizo Gustavo Doré para una edición de la Divina Comedia que se hizo en el siglo XIX, poco antes de que Rodin esculpiera a la pareja. Por cierto, finalmente los quitó de las puertas y decidió convertirlos en una escultura independiente y mucho mayor. Fue entonces cuando empezó dar igual a quién representaran, pues se convirtieron en una imagen con valor universal: los cuerpos de dos amantes fundidos en un beso que era cualquier cosa menos casto y que se ha reproducido por todas partes. Incluso en un sello británico de correos que miles y miles de labios besarían antes de pegarlo sobre cartas de amor, de abandono, de despecho o de vaya usted a saber qué.

¿Y esto?

Después de este paréntesis volvemos a la foto de la que estábamos hablando. Decíamos que en los besos de hoy nada es lo que parece, y a eso vamos. ¿Qué pasó con aquella foto? Pues que se fue haciendo cada vez más famosa, se convirtió en símbolo de la nueva libertad que llegó tras la Segunda Guerra Mundial (bueno, les llegó a otros, porque aquí tardaría bastante más), del romanticismo de París, de la fuerza del amor… y mientras Doisneau, el fotógrafo, cobrando cada año unas cantidades mucho más que interesantes en concepto de derechos. Hasta que un buen día, unos cuarenta años después, apareció una pareja diciendo que los de la foto eran ellos. Jean-Louis y Denise Lavergne se llamaban, y conservaban un diario que demostraba que ese mismo día habían estado allí. Además, ella todavía tenía la falda y la chaqueta (hay que ser económica, que diría mi abuela), y el reconocía la bufanda que llevaba. Al principio fueron encantadores, y se sentían pagados con formar parte de la historia universal del Romanticismo, pero resulta que Doisneau, con todo lo que ganaba a cuenta de la foto, no les ofreció ni para un mal «café crème» y unos «croissants«, y la cosa se empezó a poner peor. Acabaron diciendo cosas como que les habían robado el momento más romántico de sus vidas y fueron a juicio, reclamando un buen montón de francos. Pero… justo entonces apareció la señora que hay en la foto de arriba, la del pelo blanco. Françoise Bornet decía que estaba «desolée«, pero que la de la foto era ella con un noviete que tenía por aquellos tiempos, que habían posado para el fotógrafo, habían cobrado unas perrillas pero que consideraba que, visto lo visto, se merecían más. ¿Os imagináis la situación? Estaban en juego los sueños románticos de millones de personas, la felicidad conyugal de los Lavergne, la economía doméstica de Françoise, una cuestión tan seria como los derechos de autor de los fotógrafos del mundo entero… en fin, un problemón para el juez, como podéis ver. Pues lamento (bueno, no sé si lo lamento, ahora que pienso) deciros que Françoise tenía razón. Ella era la modelo y los tribunales le dieron la razón, y además… aprovechando que aquellos días el Pisuerga pasaba por Valladolid se sacó de la manga una foto que le había regalado Doisneau pocos días después de hacerla, la subastó… y ganó 155.000 euretes, que no está nada mal por un beso que, además, debió dar con mucho gusto.

Françoise y su actual marido, encantados de la vida

¿Desilusión? Bueno, no sé por qué. Al fin y al cabo aquel beso de la fotografía estaba preparado, y los amantes de Rodin eran unos adúlteros, pero en los dos casos se querían de verdad, al menos en ese momento, y ¿no es eso lo que importa? Pues yo creo que sí, y por eso precisamente el beso de Françoise con su amante de aquel momento es universal y ha logrado que millones de personas se sientan identificadas con él y se mueran de ganas de ir a París a besarse por cualquier rincón: porque salta a la vista, gracias a ellos y también a Doisneau, que es auténtico.

Otro día más, pero de momento si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí. Os dejo un resumen de lo que podréis encontrar:

  • Viernes 13 y sábado 14 de febrero a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
  • Domingos a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA

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Llega «febrerillo el loco«, y con él el Día de los enamorados. Pero como no podemos consentir que todo sean canciones ñoñas, dedicatorias cursis y tartas en forma de corazón, vamos a dedicar este mes nuestro blog al amor. Pero al amor de verdad, no al que aparece en la publicidad de los grandes almacenes. Al amor que es un terremoto que te sacude de arriba a abajo, que te cambia la vida en un segundo y que te convierte en un ser inmortal. Al que es una montaña rusa y tiene mil caras, del amor ciego al odio total, de la pasión al adulterio, de la locura al crimen. Y como vamos a dedicar nuestras «cenas de los martes» a «Amores y desamores en París», os proponemos descubrir a lo largo de este mes la ciudad en diez besos (más o menos). ¿Os apuntáis? Pues para ir preparando el ánimo, vamos a empezar con una canción de Edith Piaf, «À quoi ça sert l’amour?». Y si queréis la letra, tanto en francés como en español, pinchad aquí.

¿Para qué sirve el amor?, se pregunta. Se cuentan historias sin sentido, se dice que no se sabe de dónde viene, que hace sufrir y llorar… ¿Para qué sirve amar? Pues puede que una posible respuesta esté en el primer beso de esta serie, un cuadro maravilloso que a mí siempre me hace feliz. ¿Queréis verlo?

«El cumpleaños»

Un día Marc Chagall estaba en casa de un amigo y llegó alguien, de quien sólo pudo oír la voz. Un tiempo después conoció a la dueña de aquella voz y se enamoró para siempre de ella. A veces comieron perdices y a veces no (les pillaron las guerras mundiales, él era judío…), pero siempre fueron felices, porque se quisieron con locura. Chagall sabía que el amor te da alas y te hace flotar, porque él lo experimentaba cada día, y por eso en sus cuadros aparecen volando por encima de los tejados de París, sorprendiéndola con un beso el día de su cumpleaños…

«El paseo»

Tanto se querían, y tanto se notaba, que su amigo Pablo Gargallo le hizo este retrato. En él, dentro de la cabeza de Chagall, con sus rizos inconfundibles, está Bella flotando, con el mismo ramo de flores que lleva en este cuadro. ¿Y sabéis lo mejor? Pues que para verlo no tenéis que ir muy lejos. Lo tenéis en Zaragoza, en el Museo Pablo Gargallo. ¿No lo conocéis? ¿Y a qué estáis esperando?

Chagall visto por Gargallo

Otro día más, pero de momento si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí. Os dejo un resumen de lo que podréis encontrar:

  • Viernes 13 y sábado 14 de febrero a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
  • Domingos a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA

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¿El beso más famoso de la Historia?

No hay un beso más famoso que éste, ¿no? En realidad nada es lo que parece, porque ni era espontáneo (el fotógrafo les acababa de conocer en un café y les pidió que posaran para él) ni el amor duró eternamente, pero da el pego. Al fin y al cabo, el amor es eterno… mientras dura, sea un segundo o toda la vida. Si no, no es amor, es otra cosa. Y viendo este beso, uno siente que puede ser dueño del tiempo, hacer que los relojes se paren a tu alrededor y sentir que algo así puede durar para siempre (y a veces se consigue). Por cierto, ¿dónde se están besando? Pues delante del ayuntamiento de París, y por eso la foto se titula «El beso del Hôtel de Ville«. Y es que una de las pocas cosas acerca de las que hay un consenso universal es que París es un marco estupendo para cualquier historia de amor, aunque sean de esos «amores eternos, que duran lo que dura un corto invierno«, que cantaba Sabina. Y no hay mejor melodía para recordarlo que el «Hymne à l’amour» de Edith Piaf.

¿Qué os parece irnos a pasar una velada a París? Os proponemos una noche en la que hablaremos de amores y desamores, de romances legendarios y anónimos, de pasiones (con sus crímenes correspondientes) y adulterios, de amantes de los reyes de Francia y de prostitutas de película… porque si hay un lugar en el mundo lleno de fascinantes historias de amor… ¡¡¡ese es París!!!

«El beso» de Brancusi, intenso y eterno como ninguno

¿Y qué tenemos para cenar? Pues os proponemos un recorrido por las distintas regiones de un país con una gastronomía tan maravillosa como Francia:

  • Provenza – Boullabaisse, sopa de pescados
  • Lorena – Quiche Lorraine
  • Borgoña – Boeuf bourguignon
  • Valle del Loira – Tarta Tatin de pera

¿Cómo lo veis? ¿Os apetece el plan? Pues si sois un grupo y estáis interesados, llamadnos al 976207363 y lo organizamos.

 

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¡¡¡Peligro de ñoñificación del medio ambiente!!! Se acerca una de las fechas más cursis del calendario, o la que más. La prueba de que El Corte Inglés, las Galerías Lafayette, una parte de Hollywood y el contubernio judeo-masónico son capaces de convertir el sentimiento más fuerte y brutal en algo cursi, ñoño, dulzón y controlable. Pero no nos dejaremos. Sobreviviremos a este campo de minas lleno de tartas rosa en forma de corazón, tarjetas en las que alguien ha escrito por nosotros alguna idiotez y besos del capitán del equipo de fútbol con la jefa de las animadoras. El amor es otra cosa, un terremoto que nos arrastra y nos convierte en dioses capaces de todo, incluso de sobrevivir a la muerte. El amor es… la hostia, simplemente. No se puede comparar a nada, no hay forma de contarlo ni de ponerlo en palabras, pero artistas, escritores, cantantes, bailarines… lo han intentado desde que el mundo es mundo.

Eso es un beso, sin tontadas

Por eso nos apetece pasar el mes de febrero contando historias de amor, pero de amor de verdad, del que hace que el mundo tiemble. ¿Queréis conocer nuestras propuestas? Pues tenemos unas cuantas, y por cierto, si queréis regalárselas a vuestra pareja entrad aquí y os contamos cómo:

Un escenario ideal para amores legendarios

HISTORIAS DE AMOR EN LA ALJAFERÍA

En sus mil años de historia los muros de la Aljafería han sido testigos de todo tipo de romances, unos reales y otros legendarios, unos más apasionadas y otros menos, algunos con final feliz y otros de lo más desgraciados. Si queréis descubrir cómo se mezclan realidad y ficción en las historias de Gaiferos y Melisendra, Felipe de Gali, el Trovador Manrique de Lara y la hermosa Leonor… os esperamos todos los domingos hasta final de febrero para contároslo.
Cuándo – 27 de enero, 3, 10, 17 y 24 de febrero a las 11’30
Dónde – Frente a las taquillas de la Aljafería
Precio – 8 € por persona (7 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 4 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Para saber más, pinchad aquí.
El Palacio Larrinaga nació de una historia de amor con final ¿feliz?

El Palacio Larrinaga nació de una historia de amor con final ¿feliz?

EL PALACIO LARRINAGA

Al final de la avenida de Miguel Servet hay un palacio lleno de lujo y leyenda que tiene una gran historia de amor detrás. Hace ya más de cien años que el naviero Miguel Larrinaga, cuyos barcos daban la vuelta al mundo desde su sede de Liverpool, se lo regaló a su mujer, Asunción, nacida en Albalate del Arzobispo. Seguro que habéis visto muchas veces sus puertas cerradas al pasar por allí, pero ¿os imagináis cómo es por dentro? ¿Queréis descubrir con nosotros este fascinante lugar? Pues gracias a IberCaja, su actual propietario, ahora tenéis la oportunidad.

Cuándo – Todos los sábados hasta el 16 de febrero a las 11’30
Dónde – Palacio Larrinaga (Avda. Miguel Servet, 123)
Precio – 10 € por persona (9 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 6 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Para saber más, pincha aquí.
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RUTA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
Aquí donde la veis, Zaragoza ha sido de lo más lujuriosa, dicen que entre otras cosas porque siempre fue ciudad de cuarteles, y donde hay muchos soldados jóvenes… ya podéis imaginar. Tenemos, pues, toda una colección de historias de todas las épocas: del descaro de las vedettes de El Plata y el Oasis al ¿recato? de las monjas del Santo Sepulcro, pasando por las calles de la antigua “putería” en las que contaremos historias de adúlteros de lo más libidinosos. Un sinfín de experiencias lujuriosas e inolvidables.
Cuándo – Sábado 16 de febrero a las 18’00
Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena
Precio –  8 € por persona (5 € con cupón de Regala Zaragoza; entra aquí para descargarlo)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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GRANDES «DRAMONES» DE AMOR

¡¡¡Vuelven nuestras cenas con El Atrapamundos!!! 

¿Os apetece conocer algunas de las más grandes y tremendas historias de amor? Sí, de esas en las que en el tercer acto muere hasta el apuntador: asesinatos, crímenes pasionales, adulterios, amores prohibidos, veneno, puñales en la liga y un poco de todas esas cosas que son la sal de la vida. El soberbio Don Juan, la apasionada Carmen, el vengativo Don Mendo, los amantes de Teruel y sobre todo el trovador, el protagonista de la ópera que Verdi (que en este 2013 cumpliría 200 años) sitúo en la mismísima Aljafería de Zaragoza. Todos ellos os esperan para contaros sus historias.

Eso sí, aunque continuamos con El Atrapamundos cambiamos de dirección, porque se han trasladado a la cafetería del Teatro Romano, un lugar de lo más sugerente en pleno centro de Zaragoza. Y también cambiamos de día, porque nos trasladamos a los sábados, algo que muchos de vosotros nos llevabais pidiendo mucho tiempo.

Cuándo – Sábados 9, 16 y 23 de febrero, y también el jueves 14, Día de los Enamorados.

Dónde – Cafetería del Teatro Romano. Se entra por el lateral del Museo, situado en la Plaza de San Pedro Nolasco

Precio – 22 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363

Si queréis saber más y ver el menú, entrad aquí

teatro

Estas son nuestras propuestas para pasar un febrero de lo más apasionado. Ah, y alguna sorpresa más de la que os iremos informando. De momento, os dejo con mi canción de amor (y desamor, y despecho, y rabia y más amor) preferida: «Pa’todo el año». Porque ya lo decía Sabina, «Las amarguras no son amargas / cuando las canta Chavela Vargas / y las escribe un tal José Alfredo«. Aunque eso sí, os la dejo en la voz de María Dolores Pradera, que a mí me gusta mucho más.

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San Vicente, con su inseparable rueda de molino, en su capilla de la Seo

Cuenta la tradición que allá por el 304 d.C. moría en Valencia, martirizado por los romanos, Vicente de Zaragoza (aunque parece que había nacido en Huesca). Era diácono del obispo San Valero quien, al ser tartamudo, le dejaba al cargo de la predicación. Sobre su martirio circulan historias de lo más variadas, empezando por cargarle las culpas al gobernador romano Daciano (un ser maligno y perverso sin límites que aparece en montones de tradiciones, historias o leyendas por toda España, y que parece que no hubiera hecho otra cosa en su vida que martirizar cristianos con una saña digna de mejor causa).

Interrogatorio de Sän Vicente y San Valero por Daciano

Daciano detuvo a Vicente y a Valero por cristianos, claro, y los mandó llevar ante él. ¿Veis el relieve del retablo de la Seo de Zaragoza? Pues bien, de los dos que aparecen abajo a la izquierda con las manos atadas Vicente es el jovencico, y Valero el más viejete. De los tres con cara de malos que hay a la derecha Daciano es el del centro, el que tiene la barba rubia y está sentado en una silla de tijera. Como no hubo forma de que adoraran a los dioses paganos (los de la esquina superior derecha, desnudos o casi, como buenos paganos), que era de lo que se trataba, Daciano, que no podía jugarse el prestigio, actuó. A Valero (que aún no era santo, pero se lo estaba ganando) lo mandó desterrado a Enate. A Vicente le empezó a hacer todo tipo de perrerías para que renunciara a su fe. Le puso en el potro hasta que le descoyuntó las articulaciones, le abrió las tripas con unos garfios… en fin, que no sigo porque ya os podéis hacer una idea de la situación. Al final Vicente se murió, claro, y lo arrojó a un muladar en las afueras de Valencia (porque todo esto estaba pasando en Valencia, no sé si os lo había dicho). ¡¡¡Pasmaos!!! Los animales respetaban el cuerpo, y unos cuervos lo protegían para que ninguno se lo comiera. Y esto a Daciano le tocó el amor propio, normal, así que puso manos a la obra y tiró el cuerpo al mar atado a una rueda de molino. ¿Queréis ver lo que pasó? Pues mirad este cuadro.

En este cuadro que hay en la capilla de San Vicente, en la Seo, queda todo bien claro

El cuerpo de San Vicente sobre la rueda de molino, que flota sobre las aguas del mar, y con los cuervos vigilantes, por si acaso. La cuestión es que después de esto… Después de esto, nos vamos de viaje.

Escudo de Lisboa, con el barco, los cuervos…

Cuando uno pasea por Lisboa hay algo relacionado con Zaragoza que está por todas partes. En las farolas, en las papeleras, en los membretes de las cartas oficiales, en el pavimento… ¿No os imagináis qué puede ser? Pues el escudo de la ciudad, un barco con dos cuervos. ¿Y qué tiene que ver? Si fuera la Virgen del Pilar, un adoquín, yo qué sé… estaría claro. Pero así… ¿No os imagináis lo que pasó? Pues eso mismo, que los cristianos de Valencia pusieron el cuerpo de San Vicente en un barco, vigilado por los cuervos, y él solico fue navegando, navegando… hasta el sur de Portugal, ni más ni menos. Si esto no es un milagro, que baje Dios y lo vea. El caso es que hoy, en el escudo de Lisboa, aparece ese barco con los cuervos protegiendo a San Vicente, y dominando todo el paisaje de Alfama está la espectacular basílica de San Vicente da Fora (de fuera, fuera de la muralla) pagada por Felipe II cuando logró ser rey de Portugal. Allí sigue estando el cuerpo (el suyo o… el de quien sea). La próxima vez que vayáis a Lisboa no os perdáis el increible placer de caminar por sus tejados con el Tajo a vuestros pies. Por cierto, la cúpula que aparece por detrás en la fotografía es el Panteón Nacional, y ¿sabéis a quién está dedicado? Pues a Santa Engracia (santa portuguesa, por otra parte). Más zaragozano todo, imposible.

Sao Vicente da Fora

Si estáis pensando que San Vicente está tranquilo y completo en su tumba, estáis completamente equivocados. Está repartido en trocicos por media Europa, que para eso fue uno de los santos más venerados de toda la Edad Media. Así que continuamos nuestro viaje para irlo reconstruyendo y volvemos a Valencia, porque ¿los valencianos no se quedaron nada? Pues no sabemos si se lo cortaron antes de montarlo en el barco o lo reclamaron después, pero el caso es que tienen el brazo incorrupto (y un poco chamuscado, de tanto martirio) en una capilla de la catedral de Valencia. Eso sí, lo suyo les ha costado recuperarlo, pues un obispo de finales del siglo XI parece que era aficionado a llevárselo de viaje. Se fue para Tierra Santa y se llevó el brazo para que le protegiera de las adversidades del camino (que eran muchas en aquellos tiempos, eso hay que reconocerlo), y como el hombre se murió en Italia allí se quedó el brazo… ¡¡¡hasta 1970!!! Volvió en una fragata de la Armada española con todos los honores, pero incompleto: le falta un pulgar, que continúa en paradero desconocido.

El brazo, en su urna

Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Nos vamos ahora para París, ni más ni menos. Resulta que allá por el siglo VI un rey de los francos tomó Pamplona y llegó hasta Zaragoza. No consiguió tomarla, pero se llevó a París la túnica de San Vicente (¿pero no habíamos quedado que el cuerpo estaba en Lisboa?). Parece ser que el hombre se enteró de que los habitantes de Zaragoza habían colocado la ciudad bajo la protección del santo, y como vio que la cosa funcionaba… pues se llevó la túnica. No me preguntéis como consiguió hacerse con ella sin conquistar la ciudad, porque para esto no tengo respuesta. El caso es que en su honor hizo construir a las puertas de París el monasterio de Saint Germain des Prés, o sea, de los prados (hoy famoso por los cafés que lo rodean, donde miraban la vida pasar Sartre, Simone de Beauvoir, Juliette Greco y compañía).

Saint Germain des Prés, después de siglos de obras

¿Creíais que ya habíamos acabado de viajar? Pues para nada, porque el pobre San Vicente está repartido un poco por todas partes, tanto que da que pensar si en un solo hombre cabe tanto hueso. Os dejó aquí algunos ejemplos, entre los muchos que hay:

En Brindisi (Italia) tienen un dedo. ¿Será el pulgar desaparecido? No lo parece, la verdad

Estamos en Dijon (Francia), y el hueso de San Vicente, perfectamente etiquetado, es el segundo empezando por arriba

¿Y en Zaragoza? Porque al fin y al cabo, aunque naciera en Huesca (algo sobre lo que hay dudas, la verdad), de toda la vida es sabido que «el buey no es de donde nace, sino de donde pace», y la carrera la hizo en Zaragoza. La cuestión es que en la Edad Media un rey de Aragón pidió a un rey de Portugal que tuviera un detalle y le mandara un trozo del santo. Aún la conservamos, que para algunas cosas seremos dejaos, pero para otras… en el retablo mayor de la Seo está este busto-relicario, y dentro… pues eso, que está dentro. Ahora mismo no sé qué parte del cuerpo será la que se conserva en su interior, pero desde luego el relicario es maravilloso. Es uno de los cuatro que regaló el Papa Luna a finales del siglo XIV y que se habían hecho en los talleres de Avignon (los otros son los de San Lorenzo y San Valero, además del de Santa Engracia, este último desaparecido).

Busto-relicario de San Vicente

Si queréis descubrir LOS SECRETOS DE LA SEO no os podéis perder la visita que hemos preparado para los sábados de julio y agosto a las 10’30, con la fresca:

Cuándo – Sábados de julio y agosto a las 10’30 de la mañana
Dónde – Puerta principal de la Seo
Precio – 10 € por persona (jubilados, 8 €; parados, 5 €)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Hay muchos desnudos femeninos a lo largo de la historia del arte, pero seguramente ninguno tan provocador como el de Olympia. Corre el año de 1865, estamos en París y Édouard Manet está en boca de todos. Ha pintado un cuadro que es el escándalo de todas las personas decentes de la ciudad. ¿Queréis verlo? Pues aquí lo tenéis.

Pues tampoco era para tanto… ¿O sí?

¿Qué tiene Olympia para que este desnudo sea más escandaloso que tantos otros? ¿Por qué la gente habla de ella entre murmullos? ¿Se ve algo que no se vea en otros cuadros o esculturas? Pues no, y la postura tampoco tiene nada de particular. Muchísimo más explícito, sin comparación, es el cuadro que Gustave Courbet pintó al año siguiente, y que tiene un nombre de lo más directo: El origen del mundo.

El origen del mundo, según Courbet, está justo ahí. Y no le vamos a quitar la razón a estas alturas, digo yo

Realmente en París siempre fueron unos adelantadillos («Si vas a París, papá«, y todo eso), pero esto era demasiado incluso allí. Para empezar, no se ve la cara, con lo que no sólo es imposible mirar hacia otro lado, sino que es una forma de subrayar lo que interesa y conseguir que la atención se fije intensamente donde el pintor quiere, es decir, en lo que él llama el origen del mundo. Las piernas se muestran abiertas sin ningún pudor, la mujer no está depilada, es prácticamente de tamaño natural… nunca se había visto algo así, y por eso muchos de los propietarios que tuvo el cuadro (que ahora está en el Museo de Orsay, como Olympia) prefirieron llevar el asunto con discrección. Tanto impresiona que resulta casi agresivo, y cuando empezó a exponerse en el museo, casi a finales del siglo XX, pusieron un vigilante especial en la sala por miedo a que algún visitante atacara el cuadro.

¿No os gustaría ver la foto contraria, para ver las caras que están poniendo? Casi 150 años después hay gente que se sigue escandalizando

En cualquier caso, tampoco era una novedad absoluta lo que se veía allí. En Francia ya hacía décadas que triunfaban los grabados eróticos, como éste que tenemos aquí, en los que se veía de todo y sin ningún recato. ¿Cuál era la diferencia? Pues muchas, la verdad. Por un lado, es completamente diferente ver un cuadro de tamaño natural y un pequeño grabado. El tamaño sí que importa en estos casos, y mucho. Por otro, no es lo mismo ver un grabado en la intimidad de tu casa que ver un cuadro en público, con otras personas a tu lado poniendo la misma cara de póker que tú. Cada formato, cada soporte, estaba reservado para representar unas cosas u otras, y saltarse esas reglas era faltar al decoro.

«Remate usted, caballero, que viene gente y no me gusta quedarme a medias», o algo así le estará diciendo

Por eso este grabado, que es aparentemente mucho más escandaloso, en realidad escandaliza muchísimo menos, porque el grabado es un vehículo más adecuado para algo así. Pero en cualquier caso, volvamos a Olympia a ver si descubrimos qué tiene este cuadro de particular. Bueno, mejor nos vamos más allá, a ver dónde se pudo inspirar Manet. Y tenemos que viajar nada menos que a 1538 y a Venecia, que es donde vivía uno de los más grandes pintores de todos los tiempos: Tiziano que acababa de pintar para el duque de Urbino una de sus obras más famosas.

La Venus de Urbino

Representar a diosas desnudas no estaba mal visto. Entra dentro de las reglas del decoro, y a nadie le extraña. Por eso, la mejor manera de pintar un desnudo y que no pasara nada era decir que era Venus y quedarse tan ancho, porque lo raro sería que Venus fuese vestida. Eso sí, viendo este cuadro ¿parece una diosa? ¿O más bien una mujer normal, en su palacio veneciano? Pues yo me inclino por lo segundo, porque el perrillo encima de la cama, las criadas ordenando el arcón… son bastante terrenales, tanto como la belleza de esta mujer, que no tiene nada que ver con la idealización de otras representaciones de Venus. Además, nos mira directamente, orgullosa y consciente de su belleza. El pelo suelto y largo, la postura un tanto indolente, la cama revuelta… ¿quién es realmente?

Olympia

Venus

La criada de Venus

La criada de Olympia

El gato…

Y el perro

Tiziano mantiene la ficción de que la mujer que está representada en el cuadro es Venus, aunque resulta evidente que es una cortesana (o sea, una prostituta de lujo) veneciana a la que las cosas le van estupendamente. Manet, en cambio, no disimula. Olympia es una cortesana y está encantada de serlo. Nos mira con descaro, entre provocadora e invitadora. Lleva una flor en el pelo, una cinta en el cuello, una pulsera y unas sandalias, lo que hace que el desnudo resulte más impúdico aún, pues parece mucho más desnuda que si no llevara nada. Le llega un ramo de flores de un admirador, de un amante rico, de alguno que aspira a serlo… que le entrega su criada. Y deja caer una mano sobre el sexo como quien no quiere la cosa, porque no da la impresión de que le preocupe mucho taparlo o no. Ah, y como la Venus de Tiziano, es perfectamente consciente de que estamos mirándola, y ni siquiera baja los ojos, sino que nos sostiene la mirada. ¡¡¡Un escándalo!!! La buena sociedad parisina podía aceptar la existencia de cortesanas a las que les iba estupendamente siempre y cuando al final pagasen por lo que habían hecho, a ser posible con una buena tuberculosis que se las llevase directamente al otro barrio con mucho sufrimiento. Ahí está Margarita Gautier, la protagonista de «La dama de las camelias«, que fue la que inspiró a Verdi cuando compuso la historia de Violeta Valéry, la protagonista de su ópera «La Traviata«. Greta Garbo-Margarita Gautier es la protagonista de una película inolvidable, «Camille«, y María Callas-Violeta Valéry es, probablemente, la mejor Traviata de todos los tiempos. Las dos triunfadoras, hermosas, maravillosas… las dos viven la vida a tumba abierta y se enamoran hasta perder el sentido… las dos sufren locamente y mueren jóvenes y en la plenitud de su belleza. Dos historias maravillosas que no son más que una, perfectamente aceptables por la sociedad biempensante gracias a la moraleja final.

Sin embargo, en Olympia no se ve ni rastro de sufrimiento, y más bien parece pertenecer al grupo de las triunfadoras, como La Paiva, a la que sus amantes pagaron un extraordinario palacio en los Campos Elíseos de París al que pertenece esta espectacular bañera, que muestra el lujo de que vivía rodeada.

En la imagen de abajo se ve una fiesta en su casa que recuerda a la primera escena de «La Traviata», la del baile, cuando Violeta canta «Sempre libera«. Es decir, que estaba encantada de hacer lo que le daba la gana, siempre libre, yendo de fiesta en fiesta…

Fiesta en casa de la Paiva

Pues este tipo de mujer era Olympia. Prostituta y sin remordimientos, indecente y triunfadora, impúdica y desvergonzada. Nunca antes se había representado sin tapujos a un personaje así, y Manet se atrevió a hacerlo. Y precisamente por eso, lujuria es… Olympia. Y si queréis más lujuria, con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.

Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30

Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena

Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Más información – Entrando aquí

Si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en “me gusta”, o en twitter @gozARTE. Y ahora, os dejo unos cuantos post de nuestro blog con historias de lo más lujuriosas:

Lujuria es… Liz Taylor

Lujuria es… Olympia

Lujuria es… Marilyn Monroe

Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles

Lujuria es… Marlon Brando

Lujuria es… Sofía

Lujuria es… la guerra de los biquinis

Lujuria es… el biquini

Lujuria es… El Plata

Lujuria es… Zeus y sus chic@s

Lujuria es… la Lollo

Lujuria es… pecado

Lujuria es… San Juan de la Cruz


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