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Posts Tagged ‘Cenas urbanas’

El beso del Hôtel de Ville

París, 1 de abril de 1950. Robert Doisneau, fotógrafo de la revista «Life», estaba tomando tranquilamente un café y sin esperarlo hizo la foto de su vida: «El beso del Hôtel de Ville«. No hay un beso más famoso que éste, ¿no? El marco, perfecto: la rue Rivoli con el Ayuntamiento de París detrás, las mesas de un café, el Sena que se intuye al fondo… El blanco y negro, que le añade un punto extra de poesía a la cosa. Los protagonistas enamorados, encerrados en su burbuja, indiferentes a lo que pasa alrededor y pillados sin que se den cuenta. ¿Seguro? Pues en realidad nada es lo que parece, porque ni era espontáneo (el fotógrafo les acababa de conocer y les pidió que posaran para él) ni el amor duró eternamente, pero da el pego. Al fin y al cabo, el amor es eterno… mientras dura, sea un segundo o toda la vida (si no no es amor, es otra cosa). Y viendo este beso, uno siente que puede ser dueño del tiempo, hacer que los relojes se paren a tu alrededor y lograr que algo así puede durar para siempre (a veces se consigue).

El beso «destronado»

Antes de esta foto, probablemente el beso más famoso de la historia era el que había esculpido Rodin. Viéndolo parece una maravillosa representación del erotismo y el amor, y sí, todo eso es cierto, pero como hoy estamos en que a veces nada es lo que parece tengo que contaros un secreto: esta imagen nació en realidad como símbolo del adulterio. Vayamos por partes: cuando esculpió a esta pareja, allá por 1887, en realidad eran bastante más pequeños y su idea era que formaran parte de «Las puertas del infierno» (que en principio estaban destinadas al Museo de Artes Decorativas de París).

Las puertas del infierno, llenicas de pecadores

En aquel infierno tremendo, lleno de pecadores, no podían faltar Francesca de Rímini y Paolo, su amante. ¿Quiénes eran? Pues os cuento: resulta que Francesca estaba casada con Gianciotto, pero en realidad era un matrimonio de conveniencia con muchos intereses políticos de por medio. Un día estaba la hermosa y joven Francesca con su cuñado Paolo, que era más de su edad y a ella le molaba un montón, y en vez de rezar el rosario se pusieron a leer la historia de la reina Ginebra y el caballero Lanzarote, un par de adúlteros de tomo y lomo. Y claro, mientras leían como aquellos dos le ponían los cuernos al rey Arturo… en fin, ¿para qué seguir si ya os imagináis todos lo que ocurrió? Como dice el viejo refrán, «El diablo es fuego, la mujer estopa, llega el demonio… ¡¡¡y sopla!!!» El caso es que se hicieron amantes, pero… poco les duró la alegría. Un mal día Gianciotto se levantó con el pie izquierdo y se encontró con su mujer y su hermano en pleno frenesí. ¿Qué creéis que hizo? Pues lo que hubiera hecho cualquier marido cabal del siglo XIII, cargárselos por la vía rápida (por cierto, para que el adulterio fuese completo Paolo también estaba casado). ¡¡¡Cómo me recuerda esta historia a «Noche de Reyes», el tango de Gardel!!! Escuchadlo y me daréis la razón.

El caso es que Dante escribió por aquellos años su «Divina comedia«, en la que él mismo baja a los infiernos acompañado por Virgilio (el poeta latino que escribió «La Eneida» en la época de Augusto) y nos va contando, el muy cotilla, los pecadores que se va encontrando en su camino. Y claro, cuando habla de los adúlteros famosos de la historia no podían faltar Francesca y Paolo, ardiendo los pobrecicos pa’los restos en el caldero de Pedro Botero.

Francesca y Paolo, dándose cabezazos por haberse dejado pillar tan tontamente

Aquí os dejo un grabado que hizo Gustavo Doré para una edición de la Divina Comedia que se hizo en el siglo XIX, poco antes de que Rodin esculpiera a la pareja. Por cierto, finalmente los quitó de las puertas y decidió convertirlos en una escultura independiente y mucho mayor. Fue entonces cuando empezó dar igual a quién representaran, pues se convirtieron en una imagen con valor universal: los cuerpos de dos amantes fundidos en un beso que era cualquier cosa menos casto y que se ha reproducido por todas partes. Incluso en un sello británico de correos que miles y miles de labios besarían antes de pegarlo sobre cartas de amor, de abandono, de despecho o de vaya usted a saber qué.

¿Y esto?

Después de este paréntesis volvemos a la foto de la que estábamos hablando. Decíamos que en los besos de hoy nada es lo que parece, y a eso vamos. ¿Qué pasó con aquella foto? Pues que se fue haciendo cada vez más famosa, se convirtió en símbolo de la nueva libertad que llegó tras la Segunda Guerra Mundial (bueno, les llegó a otros, porque aquí tardaría bastante más), del romanticismo de París, de la fuerza del amor… y mientras Doisneau, el fotógrafo, cobrando cada año unas cantidades mucho más que interesantes en concepto de derechos. Hasta que un buen día, unos cuarenta años después, apareció una pareja diciendo que los de la foto eran ellos. Jean-Louis y Denise Lavergne se llamaban, y conservaban un diario que demostraba que ese mismo día habían estado allí. Además, ella todavía tenía la falda y la chaqueta (hay que ser económica, que diría mi abuela), y el reconocía la bufanda que llevaba. Al principio fueron encantadores, y se sentían pagados con formar parte de la historia universal del Romanticismo, pero resulta que Doisneau, con todo lo que ganaba a cuenta de la foto, no les ofreció ni para un mal «café crème» y unos «croissants«, y la cosa se empezó a poner peor. Acabaron diciendo cosas como que les habían robado el momento más romántico de sus vidas y fueron a juicio, reclamando un buen montón de francos. Pero… justo entonces apareció la señora que hay en la foto de arriba, la del pelo blanco. Françoise Bornet decía que estaba «desolée«, pero que la de la foto era ella con un noviete que tenía por aquellos tiempos, que habían posado para el fotógrafo, habían cobrado unas perrillas pero que consideraba que, visto lo visto, se merecían más. ¿Os imagináis la situación? Estaban en juego los sueños románticos de millones de personas, la felicidad conyugal de los Lavergne, la economía doméstica de Françoise, una cuestión tan seria como los derechos de autor de los fotógrafos del mundo entero… en fin, un problemón para el juez, como podéis ver. Pues lamento (bueno, no sé si lo lamento, ahora que pienso) deciros que Françoise tenía razón. Ella era la modelo y los tribunales le dieron la razón, y además… aprovechando que aquellos días el Pisuerga pasaba por Valladolid se sacó de la manga una foto que le había regalado Doisneau pocos días después de hacerla, la subastó… y ganó 155.000 euretes, que no está nada mal por un beso que, además, debió dar con mucho gusto.

Françoise y su actual marido, encantados de la vida

¿Desilusión? Bueno, no sé por qué. Al fin y al cabo aquel beso de la fotografía estaba preparado, y los amantes de Rodin eran unos adúlteros, pero en los dos casos se querían de verdad, al menos en ese momento, y ¿no es eso lo que importa? Pues yo creo que sí, y por eso precisamente el beso de Françoise con su amante de aquel momento es universal y ha logrado que millones de personas se sientan identificadas con él y se mueran de ganas de ir a París a besarse por cualquier rincón: porque salta a la vista, gracias a ellos y también a Doisneau, que es auténtico.

Otro día más, pero de momento si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí. Os dejo un resumen de lo que podréis encontrar:

  • Viernes 13 y sábado 14 de febrero a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
  • Domingos a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA

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En este mes de febrero que dedicamos al amor no nos podíamos olvidar de una de sus caras: el desamor. Porque con todos los matices que queráis ponerle de odio, despecho, rencor, desengaño… el desamor no deja de ser otra forma de amor, y quizá la más intensa de todas. Y para demostrarlo, he elegido mis tres canciones preferidas, una española, una mejicana y una francesa (o más bien en francés, porque Jacques Brel era belga). Y empezamos por la primera:

«Te lo juro yo», mi copla preferida, cantada nada más y nada menos que por Lola Flores, que le saca a la letra todo el desgarro que tiene. Quintero, León y Quiroga, la Santísima Trinidad de la Copla, lo dejaron claro desde el primer verso: «Yo no me dí cuenta de que te tenía / hasta el mismo día en que te perdí«. Te he despreciado, me he hecho la interesante, he pasado de tí, te he dado celos pensando que aguantarías todo y que siempre te tendría ahí como Plan B… y resulta que me he pasado de la raya, se ha roto la cuerda de tanto estirarla y en ese mismo momento me he dado cuenta de lo que perdía. Para matarla, podréis pensar. Pues sí, para matarla, pero resulta que no es algo tan raro. Haced memoria, pensad en vuestra historia personal o en la de vuestros conocidos y seguro que encontráis a personajes así. Dispuestos a nada cuando lo tienen todo y dispuestos a todo cuando no tienen nada. Porque eso sí, ahora, cuando lo ha perdido, es capaz de cualquier cosa, de lo que sea, con tal de recuperar su amor: «Echame a los ojos un puñao de arena / mátame de pena / pero quiéreme«. Merece la pena escuchar la letra sin prisa y paladear la maravillosa interpretación de Lola Flores, que hace creíble esa copla como nadie, pero también me gusta de vez en cuándo oírsela a Manuel Bandera en «Las cosas del querer».

La segunda nos lleva hasta México, y es «Pa’todo el año», del inmenso José Alfredo Jiménez. Como decía Sabina «Las amarguras no son amargas / cuando las canta Chavela Vargas / y las escribe un tal José Alfredo«. Pues bien, en este caso os propongo oír la canción en la voz de María Dolores Pradera (que a sus 86 años sigue cantándola como nadie).

De entrada ya queda claro el tema: la pérdida del amor. «Por tu amor que tanto quiero / y tanto extraño«. Aquí no tenemos a alguien que se lo haya jugado todo y lo haya perdido, como en «Te lo juro yo«, sino a alguien que es el mejor retrato posible del abandono. Alguien que intenta superar esa inmensa pérdida y que no puede, y que se revuelve contra eso con desesperación. ¿Cómo es el otro? No lo sabemos, porque ni hay reproches ni insultos contra él. A lo mejor no es culpable de nada, salvo de haber dejado de querer a esa persona (algo que no se puede controlar). A lo mejor sí. No lo sabemos. Lo único que sabemos es que ella sigue completamente enamorada, pese a que diga con una mezcla de chulería y amargura que «Para de hoy en adelante / ya el amor no me interesa«. Hay un momento de la canción que a mí me pone los pelos de punta, y es cuando dice: «Si te cuentan que te vieron muy borracha / orgullosamente diles que es por tí, / porque yo tendré el valor de no negarlo / juraré que por tu amor me estoy matando / y sabrán que por tus besos me perdí«. ¿Conocéis algo más estremecedor, más desesperado, que produzca una desolación mayor que esos pocos versos? Pues sí, porque la canción aún sigue ahondando en el dolor hasta llegar al clímax final, cuando dice aquello de que «aunque yo no lo quisiera / voy a morirme de amor«. En fin, sublime. Os dejo también la versión original, la de José Alfredo Jiménez, que además de escribir interpretaba sus propias letras como nadie.

Y ya para acabar nos vamos a la más terrible de las tres, porque es un grito desesperado: «Ne me quitte pas». Seré capaz de lo que sea, pero no me dejes. «Moi, je t’offrirai / des perles de pluie / venues d’un pays / oú il ne pleut pas«. Yo te ofreceré perlas de lluvia venidas de un país en el que no llueve. Te ofreceré cualquier cosa, dice, pero no me dejes, por favor, no me dejes.

Al fin y al cabo, podemos volver a donde estábamos. Cosas más raras se han visto, dice: «On a vu souvent / rejaillir le feu / de l’ancien volcan / qu’on croyait trop vieux«. A menudo se ha visto como volvía a salir fuego de un volcán que todos creían que ya era viejo, o que de la tierra quemada nacía más trigo que el que da la mejor primavera. No me dejes, podemos volver a intentarlo. No me dejes. Hasta aquí es tremenda, pero lo estremecedor de verdad es el final. Está dispuesto a todo, a todo, por nada. Me esconderé a verte bailar, cantar, reír… «Laisse-moi devenir / l’ombre de ta main / l’ombre de ton chien«. Déjame convertirme en la sombra de tu mano, la sombra de tu perro. Es estremecedor pensar que somos capaces de cualquier cosa por conservar ya no el amor, sino una ficción del amor, y creo que nadie lo ha expresado mejor que Jacques Brel en estos versos (para tener la letra en francés entrad aquí). Aunque la Piquer… estuvo muy cerca, cuando cantaba aquello de «Dime que me quieres». Aunque no lo sientas, aunque sea mentira… pero dímelo.

Otro día más, pero de momento si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí. Os dejo un resumen de lo que podréis encontrar:
  • Viernes 13 y sábado 14 de febrero a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
  • Domingos a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA 

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Llega «febrerillo el loco«, y con él el Día de los enamorados. Pero como no podemos consentir que todo sean canciones ñoñas, dedicatorias cursis y tartas en forma de corazón, vamos a dedicar este mes nuestro blog al amor. Pero al amor de verdad, no al que aparece en la publicidad de los grandes almacenes. Al amor que es un terremoto que te sacude de arriba a abajo, que te cambia la vida en un segundo y que te convierte en un ser inmortal. Al que es una montaña rusa y tiene mil caras, del amor ciego al odio total, de la pasión al adulterio, de la locura al crimen. Y como vamos a dedicar nuestras «cenas de los martes» a «Amores y desamores en París», os proponemos descubrir a lo largo de este mes la ciudad en diez besos (más o menos). ¿Os apuntáis? Pues para ir preparando el ánimo, vamos a empezar con una canción de Edith Piaf, «À quoi ça sert l’amour?». Y si queréis la letra, tanto en francés como en español, pinchad aquí.

¿Para qué sirve el amor?, se pregunta. Se cuentan historias sin sentido, se dice que no se sabe de dónde viene, que hace sufrir y llorar… ¿Para qué sirve amar? Pues puede que una posible respuesta esté en el primer beso de esta serie, un cuadro maravilloso que a mí siempre me hace feliz. ¿Queréis verlo?

«El cumpleaños»

Un día Marc Chagall estaba en casa de un amigo y llegó alguien, de quien sólo pudo oír la voz. Un tiempo después conoció a la dueña de aquella voz y se enamoró para siempre de ella. A veces comieron perdices y a veces no (les pillaron las guerras mundiales, él era judío…), pero siempre fueron felices, porque se quisieron con locura. Chagall sabía que el amor te da alas y te hace flotar, porque él lo experimentaba cada día, y por eso en sus cuadros aparecen volando por encima de los tejados de París, sorprendiéndola con un beso el día de su cumpleaños…

«El paseo»

Tanto se querían, y tanto se notaba, que su amigo Pablo Gargallo le hizo este retrato. En él, dentro de la cabeza de Chagall, con sus rizos inconfundibles, está Bella flotando, con el mismo ramo de flores que lleva en este cuadro. ¿Y sabéis lo mejor? Pues que para verlo no tenéis que ir muy lejos. Lo tenéis en Zaragoza, en el Museo Pablo Gargallo. ¿No lo conocéis? ¿Y a qué estáis esperando?

Chagall visto por Gargallo

Otro día más, pero de momento si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, entrad aquí. Os dejo un resumen de lo que podréis encontrar:

  • Viernes 13 y sábado 14 de febrero a las 21’30 – CENA TEATRALIZADA: UNA NOCHE CON LOS ROMAÑOS
  • Sábado 14 y domingo 15 a las 8’00 – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: LOS AMANTES DE TERUEL
  • Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30 – UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
  • Domingos a las 11’00 – AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA

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¿Sois de los que pensáis que «Sonrisas y lágrimas» es una película ñoña? Pues yo soy de los que piensan que es una grandísima película y uno de los mejores musicales de la historia. Y para convenceros, ahí van mis diez razones.

1 – Un decorado maravilloso fotografiado extraordinariamente – No sólo Salzburgo, una fantástica ciudad barroca que está, con Praga, entre las mejor conservadas de Centroeuropa, sino también los Alpes, que son un protagonista más de la historia.

Una marco espectacular para las correrías de la familia Von Trapp

2 – Una historia real… que modificaron como quisieron – Hubo una auténtica María y un capitan Von Trapp, que tenía siete hijos también, aunque… ella se educó en el ateísmo más radical (aunque es cierto que acabó siendo monja), tuvieron tres hijos más después de casarse, no huyeron andando hacia Suiza como en la película (había unos cientos de kilómetros monte a través) sino hacia Italia e Inglaterra y acabaron en Estados Unidos convertidos en «Los cantores de la familia Trapp». Eso sí, para no echar a perder el negocio María los tuvo a todos en un puño y les impidió todo el tiempo que pudo que se echaran novias, novios o lo que fuera.

The von Trapp family singers

3 – Una protagonista con una personalidad arrolladora – La auténtica María von Trapp debía ser de armas tomar, pero la protagonista de la película no se queda atrás. Tiene mejor carácter pero no se le pone nada por delante: convierte las cortinas de su habitación en trajes para todos (en un arranque muy del tipo de Escarlata O’Hara), consigue que el capitán se ponga a cantar y con sus artes de monja se quita de en medio a una baronesa súper sofisticada.

Maria von Trapp – Julie Andrews

4 – Una historia de amor… con algunos obstáculos – Normal, si no se acabaría enseguida y dura casi tres horas. Primero, siete niños, que por resultón que sea el capitán y forrado que esté es como para pensárselo. Luego, una baronesa lagartona que intenta por todos los medios sacudirse a la monja para quedarse con su hombre. Luego, los nazis. En fin, un sinvivir.

María y el capitán, felices como codornices

5 – Un guión perfectamente construido – Tramas secundarias que se van enlazando con la principal alternando momentos dramáticos y cómicos, más emotivos y más ligeros, personajes que entran y salen, como las monjas, el cartero que se enamora de la hija mayor y que acaba con los nazis, delatando a nuestros protagonistas…

I’m sixteen going on seventeen

6 – Unos niños de película – ¿De verdad alguien piensa que era fácil encontrar a 7 niños guapetes, que supieran actuar, cantar y bailar, simpáticos y encima con alturas escalonadas? Pues no, y lo lograron, consiguiendo que fueran uno de los mayores ganchos de la película.

¿A que son ricos?

7 – Unos secundarios de lujo – Eleanor Parker, sobre todo, está maravillosa en el papel de la baronesa, lleno de matices (gracias también a un estupendo guión, que todo hay que decirlo). Como conseguir que comprendamos y perdonemos a un personaje que pone la zancadilla a nuestra adorada María es un misterio para el que sólo las grandes actrices tienen la respuesta. Las monjas también fantásticas, por cierto.

Magnífica Eleanor Parker

8 – Unos estupendos números musicales – Hasta los años 40 en las películas musicales la acción se detenía cuando empezaba a sonar la música, como si se abriera un paréntesis. A partir de «Un día en Nueva York», «Un americano en París», «Siete novias para siete hermanos», «Cantando bajo la lluvia»… la cosa cambió completamente, de forma que los personajes empiezan a cantar cuando ya no pueden seguir hablando, bien porque la alegría se les sale por los poros, porque es la única forma posible de expresar su pena… En «Sonrisas y lágrimas» cada número está perfectamente trabado con el guión, de forma que la película es puro ritmo.

9 – El trasfondo histórico de la anexión de Austria por los nazis – El capitán von Trapp es un patriota austriaco, un héroe de la primera Guerra Mundial (el personaje histórico también lo era) enemigo de cualquier tipo de colaboración con los nazis. La anexión de Austria por parte del Tercer Reich será la que desencadene el final de la película, con la familia huyendo de Austria, pero justo antes… hay un momento de emoción patriótica como sólo el cine puede lograr. A mí siempre me recuerda a una escena con la que siempre lloro, cuando la prostituta comienza a cantar «La marsellesa» en la barra del casino de Rick, en «Casablanca».

10 – Un final feliz… pero lleno de incertidumbres – Nuestros amigos consiguen escapar, pero ¿podrán salvarse? ¿Serán felices y comerán perdices? ¿Los pillarán? Nos quedamos sin saberlo, y ese cierre es de lo mejor de la película.

De camino a Suiza monte a través

Hasta aquí algunas de las razones por las que me encanta «Sonrisas y lágrimas», pero si todavía no estáis muy convencidos… si sois un grupo podemos organizaros una cena temática con un auténtico menú austriaco. Podéis poneros en contacto con nosotros en educacion@gozarte.net o en el 976207363 y lo  hablamos.

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¿El beso más famoso de la Historia?

No hay un beso más famoso que éste, ¿no? En realidad nada es lo que parece, porque ni era espontáneo (el fotógrafo les acababa de conocer en un café y les pidió que posaran para él) ni el amor duró eternamente, pero da el pego. Al fin y al cabo, el amor es eterno… mientras dura, sea un segundo o toda la vida. Si no, no es amor, es otra cosa. Y viendo este beso, uno siente que puede ser dueño del tiempo, hacer que los relojes se paren a tu alrededor y sentir que algo así puede durar para siempre (y a veces se consigue). Por cierto, ¿dónde se están besando? Pues delante del ayuntamiento de París, y por eso la foto se titula «El beso del Hôtel de Ville«. Y es que una de las pocas cosas acerca de las que hay un consenso universal es que París es un marco estupendo para cualquier historia de amor, aunque sean de esos «amores eternos, que duran lo que dura un corto invierno«, que cantaba Sabina. Y no hay mejor melodía para recordarlo que el «Hymne à l’amour» de Edith Piaf.

¿Qué os parece irnos a pasar una velada a París? Os proponemos una noche en la que hablaremos de amores y desamores, de romances legendarios y anónimos, de pasiones (con sus crímenes correspondientes) y adulterios, de amantes de los reyes de Francia y de prostitutas de película… porque si hay un lugar en el mundo lleno de fascinantes historias de amor… ¡¡¡ese es París!!!

«El beso» de Brancusi, intenso y eterno como ninguno

¿Y qué tenemos para cenar? Pues os proponemos un recorrido por las distintas regiones de un país con una gastronomía tan maravillosa como Francia:

  • Provenza – Boullabaisse, sopa de pescados
  • Lorena – Quiche Lorraine
  • Borgoña – Boeuf bourguignon
  • Valle del Loira – Tarta Tatin de pera

¿Cómo lo veis? ¿Os apetece el plan? Pues si sois un grupo y estáis interesados, llamadnos al 976207363 y lo organizamos.

 

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¡¡¡Peligro de ñoñificación del medio ambiente!!! Se acerca una de las fechas más cursis del calendario, o la que más. La prueba de que El Corte Inglés, las Galerías Lafayette, una parte de Hollywood y el contubernio judeo-masónico son capaces de convertir el sentimiento más fuerte y brutal en algo cursi, ñoño, dulzón y controlable. Pero no nos dejaremos. Sobreviviremos a este campo de minas lleno de tartas rosa en forma de corazón, tarjetas en las que alguien ha escrito por nosotros alguna idiotez y besos del capitán del equipo de fútbol con la jefa de las animadoras. El amor es otra cosa, un terremoto que nos arrastra y nos convierte en dioses capaces de todo, incluso de sobrevivir a la muerte. El amor es… la hostia, simplemente. No se puede comparar a nada, no hay forma de contarlo ni de ponerlo en palabras, pero artistas, escritores, cantantes, bailarines… lo han intentado desde que el mundo es mundo.

Eso es un beso, sin tontadas

Por eso nos apetece pasar el mes de febrero contando historias de amor, pero de amor de verdad, del que hace que el mundo tiemble. ¿Queréis conocer nuestras propuestas? Pues tenemos unas cuantas, y por cierto, si queréis regalárselas a vuestra pareja entrad aquí y os contamos cómo:

Un escenario ideal para amores legendarios

HISTORIAS DE AMOR EN LA ALJAFERÍA

En sus mil años de historia los muros de la Aljafería han sido testigos de todo tipo de romances, unos reales y otros legendarios, unos más apasionadas y otros menos, algunos con final feliz y otros de lo más desgraciados. Si queréis descubrir cómo se mezclan realidad y ficción en las historias de Gaiferos y Melisendra, Felipe de Gali, el Trovador Manrique de Lara y la hermosa Leonor… os esperamos todos los domingos hasta final de febrero para contároslo.
Cuándo – 27 de enero, 3, 10, 17 y 24 de febrero a las 11’30
Dónde – Frente a las taquillas de la Aljafería
Precio – 8 € por persona (7 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 4 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Para saber más, pinchad aquí.
El Palacio Larrinaga nació de una historia de amor con final ¿feliz?

El Palacio Larrinaga nació de una historia de amor con final ¿feliz?

EL PALACIO LARRINAGA

Al final de la avenida de Miguel Servet hay un palacio lleno de lujo y leyenda que tiene una gran historia de amor detrás. Hace ya más de cien años que el naviero Miguel Larrinaga, cuyos barcos daban la vuelta al mundo desde su sede de Liverpool, se lo regaló a su mujer, Asunción, nacida en Albalate del Arzobispo. Seguro que habéis visto muchas veces sus puertas cerradas al pasar por allí, pero ¿os imagináis cómo es por dentro? ¿Queréis descubrir con nosotros este fascinante lugar? Pues gracias a IberCaja, su actual propietario, ahora tenéis la oportunidad.

Cuándo – Todos los sábados hasta el 16 de febrero a las 11’30
Dónde – Palacio Larrinaga (Avda. Miguel Servet, 123)
Precio – 10 € por persona (9 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 6 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Para saber más, pincha aquí.
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RUTA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
Aquí donde la veis, Zaragoza ha sido de lo más lujuriosa, dicen que entre otras cosas porque siempre fue ciudad de cuarteles, y donde hay muchos soldados jóvenes… ya podéis imaginar. Tenemos, pues, toda una colección de historias de todas las épocas: del descaro de las vedettes de El Plata y el Oasis al ¿recato? de las monjas del Santo Sepulcro, pasando por las calles de la antigua “putería” en las que contaremos historias de adúlteros de lo más libidinosos. Un sinfín de experiencias lujuriosas e inolvidables.
Cuándo – Sábado 16 de febrero a las 18’00
Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena
Precio –  8 € por persona (5 € con cupón de Regala Zaragoza; entra aquí para descargarlo)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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GRANDES «DRAMONES» DE AMOR

¡¡¡Vuelven nuestras cenas con El Atrapamundos!!! 

¿Os apetece conocer algunas de las más grandes y tremendas historias de amor? Sí, de esas en las que en el tercer acto muere hasta el apuntador: asesinatos, crímenes pasionales, adulterios, amores prohibidos, veneno, puñales en la liga y un poco de todas esas cosas que son la sal de la vida. El soberbio Don Juan, la apasionada Carmen, el vengativo Don Mendo, los amantes de Teruel y sobre todo el trovador, el protagonista de la ópera que Verdi (que en este 2013 cumpliría 200 años) sitúo en la mismísima Aljafería de Zaragoza. Todos ellos os esperan para contaros sus historias.

Eso sí, aunque continuamos con El Atrapamundos cambiamos de dirección, porque se han trasladado a la cafetería del Teatro Romano, un lugar de lo más sugerente en pleno centro de Zaragoza. Y también cambiamos de día, porque nos trasladamos a los sábados, algo que muchos de vosotros nos llevabais pidiendo mucho tiempo.

Cuándo – Sábados 9, 16 y 23 de febrero, y también el jueves 14, Día de los Enamorados.

Dónde – Cafetería del Teatro Romano. Se entra por el lateral del Museo, situado en la Plaza de San Pedro Nolasco

Precio – 22 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363

Si queréis saber más y ver el menú, entrad aquí

teatro

Estas son nuestras propuestas para pasar un febrero de lo más apasionado. Ah, y alguna sorpresa más de la que os iremos informando. De momento, os dejo con mi canción de amor (y desamor, y despecho, y rabia y más amor) preferida: «Pa’todo el año». Porque ya lo decía Sabina, «Las amarguras no son amargas / cuando las canta Chavela Vargas / y las escribe un tal José Alfredo«. Aunque eso sí, os la dejo en la voz de María Dolores Pradera, que a mí me gusta mucho más.

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Este mes de diciembre vuelven nuestras «cenas urbanas», y los miércoles 12 y 19 pasaremos un buen rato en una ciudad que me tiene loco, pero loco, loco: la incomparable Nueva York, el lugar más efervescente, dinámico y estimulante que existe en la Tierra.

Aunque la canción la estrenó la increíble Liza Minnelli, hay que ser justos y reconocer que fue Frank Sinatra el que le dio fama universal y la convirtió en un himno. Y es que no se puede retratar mejor a la ciudad en la que todo es posible, en la que cada día está lleno de oportunidades y cualquier cosa puede pasar.

«I want to be a part of it…», como dice la canción

¿Queréis pasar una velada en la ciudad más excitante del mundo? Pues no lo dudéis, porque si hay un mes en el que Nueva York es más, muchísimo más, es diciembre. A mí la Navidad ni me gusta ni me deja de gustar, la verdad (yo soy más de Semana Santa), pero en Nueva York es otra cosa. ¿Y por qué? Pues porque sólo hay una forma digna de ser hortera, y es a lo grande. Un Papá Noel solitario en una esquina repartiendo publicidad, pues ni fu ni fa, la verdad. 150 viniendo por la Quinta Avenida, haciendo sonar sus campanas y cantando todos a la vez «Let it snow«… eso es un subidón. Un árbol de Navidad corriente con cuatro luces tristes, pues una penica como otra cualquiera. El Rockefeller Center Christmas Tree (sí, ya sé que es una pedantería ponerlo en inglés, pero es que no se le puede llamar de otra manera), con la pista de patinaje a sus pies y el rascacielos más elegante de la ciudad detrás, todo lleno de luces de colores… pues otro subidón, que queréis que os diga.

No se ve en las imágenes, pero hay como medio millón de personas (no exagero, medio millón, o eso dicen ellos) con la nariz colorada y el gorro hasta las orejas, muertos de frío. Yo estuve una vez y actuaron Enrique Iglesias y Britney Spears, pero he conseguido superarlo y recordar sólo lo bueno. El ambientazo, la fiesta, las rockettes del Radio City Music Hall…

Por lo menos una vez en la vida hay que ir al «Radio City Christmas Spectacular», el increíble montaje navideño del Radio City Music Hall

Por cierto, ¿habéis oído hablar de las rockettes? ¿Cómo os lo explicaría yo? A ver, lo primero de todo, hay que ser o muy hortera o muy postmoderno para disfrutar de ellas, pero si cumples cualquiera de esos dos requisitos… no puedes perdértelas, porque no olvidarás nunca lo que has disfrutado. Ahí va un ejemplo.

En fin, que en las próximas semanas seguiremos hablando de Nueva York en Navidad: el belén napolitano del Metropolitan Museum, el Ejército de Salvación en las esquinas de la Quinta Avenida, la música de Cole Porter o Bing Crosby, películas como «¡Qué bello es vivir!» y muchísimas otras… Si quieres conocer estas y muchas otras historias… no te puedes perder nuestras cenas de los miércoles 12 y 19 de diciembre. ¿Queréis saber el menú? Pues os hemos preparado un paseo gastronómico por algunos de sus barrios, que es como decir una vuelta al mundo en ochenta minutos:

  • Chinatown (chino) – Dumplings de cerdo y gambas
  • Williamsburg (judío) – Latkes de patata y cebolla con salsa de yogur
  • Harlem (negro) – Costillas BBQ
  • Manhattan (mezcla total) – New York Cheesecake (o sea, la mejor tarta de queso que existe)
Y es que, aunque sigue habiendo gente que cree que los americanos no saben comer, en ningún lugar del mundo es posible comer tan bien, tan variado, tan original, tan todo… como en Nueva York. Y todo ello aderezado con música, cine, historias y muchas cosas más. No os lo podéis perder.

Dónde – Restaurante El Atrapamundos (C/ Mefisto, 4)

Cuándo – Miércoles 12 y 19 de diciembre

Precio – 22 € por persona

Forma de reserva – Llamando al 976207363 o entrando aquí

 

Y si queréis conocer más historias, aquí os dejo algunos posts de nuestro blog:

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¿Os apetece viajar en el tiempo para irnos a uno de los momentos más especiales y brillantes que haya vivido Zaragoza? Pues nos vamos a finales del siglo XIV para conocer las historias y los sabores de la Zaragoza mudéjar.

Aquella ciudad era la capital de uno de los estados más importantes de Europa, la Corona de Aragón. Sus reyes se coronaban en la Seo y celebraban los festejos correspondientes en su fabuloso palacio de la Aljafería, ante nobles y embajadores llegados de media Europa a los que deslumbraban con las fascinantes construcciones hechas por los maestros de obras moros, a los que hoy llamamos mudéjares.

Imaginaos el itinerario de la coronación: la Seo, la plaza del Mercado (la mejor de la ciudad), el barrio de San Pablo (con su maravillosa iglesia mudéjar) y finalmente la Aljafería, donde los invitados se quedarían con la boca abierta ante los magníficos techos de madera, las yeserías… En sus países nunca habrían visto nada igual, porque lo que aquí pasaba, la mezcla, lo mudéjar… es un caso único de España. Aquellos mudéjares no sólo trabajaban para los reyes. Los arzobispos de Zaragoza, los nobles, las parroquias… todo el mundo estaba encantado con sus obras deslumbrantes. Zaragoza aún conserva muchas de ellas, algunas muy conocidas y otras casi ocultas aunque están ahí, ante los ojos de todos. Tres están declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad (la parte mudéjar de la Aljafería y de la Seo y la iglesia de San Pablo), pero hay muchas otras por todas partes.

En Zaragocica / lo que ha pasadico / la Torrenuevica / que se ha caidico

¿Queréis viajar con nosotros a aquella Zaragoza? La ciudad en la que se sitúan leyendas como la del Trovador (que dio lugar a la ópera de Verdi) es también el lugar en el que, con más o menos problemas, conviven judíos, moros y cristianos. Cada uno en su barrio, cada uno con sus costumbres, sus palabras, sus fiestas… pero todos mezclándose más de lo que imaginamos, aún sin proponérselo a veces. Y a nosotros nos gusta la mezcla, lo mestizo, lo impuro, lo mudéjar. De ahí, de la mezcla, vienen muchísimas de nuestras palabras (¿y hay algún patrimonio más importante que el idioma que hablamos?), y también muchas de las cosas que comemos. Y por eso os proponemos un viaje en el que utilizaremos los cinco sentidos, porque oiremos historias, veremos las maravillas que hicieron los maestros de obras moros y sentiremos el olor, el sabor y la textura de la gastronomía de aquellas tres culturas.

¿Queréis saber el menú? Pues aquí lo tenéis:

  • Un aperitivo cristiano – carpaccio de atún de almadraba con vinagreta de encurtidos
  • Un primero árabe – ensalada de babaganouch con vinagreta de dátiles
  • Un segundo judío – cordero asado lentamente con crujiente de almendra en salsa de miel y latkes de patata
  • Un postre mudéjar – pestiños con ajonjolí, sirope de limón y helado de leche merengada
¿Apetitoso? Pues si sois un grupo podemos organizarlo cuando queráis, por un precio de alrededor de 25 € por persona (que puede ser algo menos, en función del tamaño del grupo). Poneos en contacto en el 976207363 o enviando un e-mail a educacion@gozarte.net y lo hablamos.
Y por si os habéis quedado con ganas, ¿qué tal una excursión para descubrir tres de las iglesias mudéjares más espectaculares que os podáis imaginar? ¿Queréis conocer los detalles? Pues pinchad aquí. Os aseguro que no os defraudarán.

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Hoy me he levantado con ganas de música, de fiesta y de verbena, que aún queda verano por delante. Y aquí estoy dándole vueltas a una pregunta esencial para la Humanidad. ¿Cuál es la canción italiana más famosa de todos los tiempos? Seguro que cada uno de vosotros tiene una respuesta, pero hay algunas en las que coincidiríamos todos:

  • «Felicitá» – Cuando aún eran felices y comían perdices, Al Bano y Romina ganaron el segundo premio en San Remo con esta canción en 1981.
  • «Azzurro» – Aunque no la compuso, Adriano Celentano fue quien la hizo famosa en 1968. Todavía sigue triunfando de verbena en verbena.
  • «Nel blu dipinto di blu» – conocida universalmente como «Volare» (más bien, «Volare o-o-o-o«). Domenico Modugno, el padre de los cantautores italianos, ganó con ella el festival de San Remo en 1958.
  • «Torna a Surriento» – se compuso en 1902 para la visita a Sorrento del presidente del consejo de ministros (con la intención de ablandarle el corazón y sacarle algún favorcillo). Os dejo una versión popular.
  • «O sole mio» – pocas canciones compuestas en 1898 tienen tan buena salud. La ha cantado todo el mundo, pero el que más famosa la hizo fue ni más ni menos que Enrico Caruso, el grandísimo tenor.
Podría haber otras en esta selección, pero no me negaréis que estas cinco son conocidas en el mundo entero. Pues bien, dos de ellas, probablemente las más famosas (junto con «Volare«, todo hay que decirlo) son canciones populares napolitanas, con más de un siglo de antigüedad y una salud de hierro. Y eso que, intencionadamente, no he puesto ninguna de Renato Carosone, como «Questa piccolissima serenata» o «Tu vuo fa l’americano«, que desde luego se lo hubieran merecido… En fin, y aquí es donde quería llegar yo: decir «canción italiana» es, la mayor parte de las veces, decir Nápoles.
Y es que Nápoles es la verdadera Italia. O por lo menos la de los tópicos que todos tenemos en la cabeza y que no tienen nada que ver con la gris e industriosa Milán. Nápoles es música, desde la ópera (especialmente si la canta el napolitanísimo Enrico Caruso) hasta la canción más popular.

Polichinela

Canciones populares napolitanas hay ya desde la Edad Media, pero no será hasta el siglo XVII cuando nazca la tarantela (un baile de movimientos muy vivos cuyo nombre parece que viene de la ciudad italiana de Tarento, y no de la creeencia de que bailarla era la única curación posible para una locura que producía la picadura de la única gran araña europea, la tarántula). La tarantela ya tiene la primera característica de la mayoría de las canciones napolitanas: es alegre y vitalista. Para que lo comprobéis, aquí os dejo una compuesta en el siglo XIX por Rossini.
Segunda característica: son canciones para cantar en solitario, generalmente por un hombre. Y aquí la influencia hay que buscarla en las arias de ópera, los momentos en los que los cantantes se lucían cantando en solitario. La ópera buffa (de argumento cómico) había nacido en Nápoles en el siglo XVIII, y por influencia suya las canciones populares se volvieron mucho más teatrales (todo en Nápoles es teatral: no hay más que ver cómo gesticulan compradores y vendedores en cualquier mercado).
Seguimos con la ópera, porque el que hizo famosa la canción napolitana en todo el mundo fue el grandísimo tenor Enrico Caruso, que las grabó en disco y solía cantarlas en el Metropolitan Opera House de Nueva York cuando le pedían bises. Para que quede claro que la relación con la ópera sigue viva, aquí tenéis a Pavarotti cantando mi preferida: «Funiculi, funicula«. La canción se compuso en 1880, cuando se inauguró el funicular. ¿Os imagináis toda esa gente con sus sombreros, tan elegantes, y silbando aquello de «funiculí, funiculá, funiculí, funiculá…«?
En 1830 ocurrió algo fundamental: nació el festival de canciones napolitanas de las fiestas de Santa Maria di Piedigrotta (muchísimo antes que San Remo o Benidorm, que nacieron en 1951 y 1959 respectivamente). En aquella época el nacimiento de las editoriales permitió que se rescataran del olvido montones de canciones, que los músicos ambulantes cantaban por la calle. El festival fue esencial para su difusión y también para que los mejores músicos se dedicaran a componer otras nuevas, y de ahí que aquellos años fueran una auténtica edad de oro. De ese período son «O sole mio», «Torna a Surriento» o «Funiculi, funicula», tres de las más populares. El otro gran momento tuvo lugar después de la II Guerra Mundial, cuando Renato Carosone enriqueció la canción napolitana con ritmos procedentes del jazz, la música africana… creando canciones animadas, divertidas y muy bailables que se convirtieron en auténticos éxitos internacionales. ¿Un ejemplo? «Mambo italiano«.
¿Queréis conocer más historias sobre Nápoles? Pues podéis participar en nuestras cenas napolitanas, los martes 7 y 21 de agosto y el 4 de septiembre. Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar podéis llamarnos al 976207363 o entrar aquí. De momento, os dejo unos cuantos post de nuestro blog para que os vayáis animando a disfrutar de Nápoles con nosotros.

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Hoy he tenido un sueño intensamente erótico. La Duquesa de Alba me invitaba a merendar a su palacio de las Dueñas y en uno de esos patios mudéjares maravillosos dejábamos que la tarde sevillana se nos escapara entre los dedos comiendo jamón de un plato que nunca se acababa y bebiendo Tío Pepe de una copa que siempre estaba helada, algo que sólo una verdadera duquesa sabe organizar, la verdad sea dicha. Y me he despertado con el convencimiento de que la felicidad y la lujuria tienen el exacto sabor del jamón de Jabugo, algo que ya sabía desde hace tiempo pero que nunca está de más recordar.

Así, que no se vea el plato. Qué fiesta para los sentidos, qué lujuria, qué todo

Reconozcamos una gran verdad: en la casa en la que hay un jamón se discute menos. Un jamón de verdad, en su jamonero y con un cuchillo siempre listo, largo y afilado como un arco de violín. Y si encima uno de los dos sabe cortarlo… ya puede estallar la III Guerra Mundial, que no va con vosotros.

¿Cuántas conquistas habrá conseguido nuestro amigo Félix, de «La jamonería», con ese gesto? ¿Quién sería capaz de decirle que no a cualquier cosa en el momento en que levanta la loncha y la mira al trasluz? Pídeme lo que quieras, moreno, pero sigue cortando.

No todo el mundo lo sabe, pero cuántos divorcios podría evitar un buen plato de jamón recién cortado con una botella de fino bien frío. Se ve la vida de otra manera, no nos engañemos, y se les da a las cosas la importancia que tienen, y no más. Y es que yo soy un firme convencido de que todos necesitamos un poco de sur para no perder el norte, y con un plato de jamón de Jabugo y una copa de fino cierro los ojos y me encuentro en Sevilla, con la brisa que sube desde Cádiz dándome en la cara, y no necesito más. Y es que como dice Nati Abascal, mujer sabia donde las haya: «De todo me canso menos del jamón«.

Del cerdo, hasta los andares

No sé qué filósofo diría esa frase esencial para entender al ser humano, pero desde luego es cierta: «Del cerdo, hasta los andares«. Qué cosa más bonita, por Dios, mi arma, que eso son andares y lo demás pisar el suelo, y no hay más. Y precisamente de ahí viene esa expresión tan castiza de que alguien «está jamón«. Ya lo decía Celia Gámez cuando cantaba el «Chotis de la Manuela«, aquella planchadora que estaba loca por las estrellas de Hollywood y que dice aquel piropo que a todos nos encantaría que nos dijeran: «Y Douglas es / un hombre cañón / vaya gachó / que está jamón / pa’un tropezón«. Sobran los comentarios.

Jamón es… lujuria

Y ya que hablamos de jamón y de lujuria, que mejor que acabar con algunas imágenes de «Jamón, jamón«, la película donde las mujeres se comen a los hombres y los hombres comen jamón, según el cartel. Aquí tenéis un montaje con Diana Navarro cantando «Ando medio loca embrujá por tu querer». En fin, lo dicho, lujuria es… jamón.

Y si queréis más lujuria, con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.

Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30

Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena

Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Más información – Entrando aquí

Si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en “me gusta”, o en twitter @gozARTE. Y ahora, os dejo unos cuantos post de nuestro blog con historias de lo más lujuriosas:

Lujuria es… Liz Taylor

Lujuria es… Olympia

Lujuria es… Marilyn Monroe

Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles

Lujuria es… Marlon Brando

Lujuria es… Sofía

Lujuria es… la guerra de los biquinis

Lujuria es… el biquini

Lujuria es… El Plata

Lujuria es… Zeus y sus chic@s

Lujuria es… la Lollo

Lujuria es… pecado

Lujuria es… San Juan de la Cruz


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