Hace de esto ni se sabe cuánto, pero Zaragoza fue una ciudad llena de cuarteles y por lo tanto de militares. Apuestos (algunos), jóvenes (muchos) y con las hormonas en plena efervescencia (casi todos). La consecuencia está clara: hordas de chicas decentes buscando un marido (razón por la cual recibieron el muy machista apelativo de cadeteras) que luciera galones y alguna medalla, y burdeles y cabarets a gogó para dar servicio a tan predispuesta clientela. Son los tiempos de gloria del Oasis, El Plata y otros ya desaparecidos.

Marga Castillo, puro glamour en lamé dorado. El contraste con los jerseys de los «chicos» de la orquesta no puede ser mayor.
El café-cantante en activo más antiguo de España, «El Plata», tuvo antes otro nombre menos sofisticado, pero que muestra claramente el ambiente que reinaba en el local en aquellos lejanos principios del siglo XX: «La Conga», un baile-taxi de buenísima reputación, como podéis imaginar. ¿Baile-taxi? Pues claro, la última moda, venida seguro de París (madre de los pecados, como de todos es sabido). Hay que imaginarse a las más frescas y bailongas de la ciudad sentadas alrededor de la pista, haciendo punto, que el tiempo es oro, y con el cartel de libre en la frente. ¿Que a alguien le entraban ganas de bailar con alguna de aquellas bellezas? No hay problema, a 25 céntimos la pieza, 15 para la encantadora señorita y diez para el local. Si a esto le añadimos el descorche o alterne de toda la vida, nos hacemos una idea de qué iba la cosa. ¿O no? Pues claro, que ninguno hemos nacido ayer.
Pero, ay, llegó la guerra, y todo aquello del baile-taxi… pues como que olía un poco mal a las mentes biempensantes, que ya ves tú que estrechez de miras, una cosa tan inocente. Y fue entonces cuando nació «El Plata», un nombre con pretensiones de sitio fino, no me digáis que no. Y oye, que ya desde su nacimiento vino con un pan debajo del brazo, o sea, éxito de público, que es el bueno. Y tres funciones diarias, empezando por «la de la boina», porque según las vedettes lo que se veía desde el escenario era un mar de boinas, simpática metáfora que demuestra claramente que nuestros abuelos, entre comprar semillas en Casa Gavín, ir a la consulta del médico y ver a la Virgen, sacaban un rato para otros esparcimientos antes de coger el autobús de la tarde y volverse al pueblo.
Encarnita Montoya, Luisita Teruel, Luchi Pardo, las hermanas Siboney… fueron algunas de las artistas (todas ellas de talla internacional, como habréis imaginado) que pasaron por este escenario, pero una de las reinas de la casa fue Mary de Lis, cabeza de cartel durante largas temporadas. Tanto ella como Marga Castillo estuvieron cantando «La chica del diecisiete» aquel aciago día de 1992 en que El Plata cerró sus puertas y la alegría y el jolgorio se pusieron de luto. Habían sido muchas décadas de cantar cuplés picantones, enseñar más carne de la necesaria, mirar al público «con intención», acariciar maliciosamente la calva de los abueletes… en resumen, de excitar las más bajas pasiones de zaragozanos y visitantes, hasta el punto de que en 40 años algunos parroquianos sólo faltaron a la cita por enfermedad o entierro (el suyo propio, claro).
Sin embargo… nada es para siempre, ni siquiera la tristeza. No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista, y El Plata reabrió sus puertas en junio de 2008, con las incombustibles y más jóvenes que nunca Marga Castillo y Mary de Lis, a las que el alcalde recibió como dos artistas de su categoría merecían: con una gran alfombra roja que llevaba desde la Plaza de España a la puerta del local que había sido el escenario de sus mayores triunfos. Y el telón volvió a subir al ritmo de la misma canción que lo había visto bajar 16 años antes: «La chica del diecisiete».

Unicas, eternas, inconmensurables. Tan patrimonio de Zaragoza como la puerta del Carmen, ni más ni menos.
Para despedirnos por hoy de este templo que la diosa Lujuria vuelve a tener en nuestra ciudad, esperamos que por mucho tiempo, nada mejor que hacerlo al ritmo de una canción que ya es un himno del local, aunque interpretada por… una jovencísima Lina Morgan, toda gracia, salero e intención. Disfrutadla, porque lo merece.
Y si queréis más lujuria, con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.
Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30
Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena
Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Más información – Entrando aquí
Si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en “me gusta”, o en twitter @gozARTE. Y ahora, os dejo unos cuantos post de nuestro blog con historias de lo más lujuriosas:
Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria
Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)
Lujuria es… sexo en Nueva York
Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares
Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen
Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles
Lujuria es… la guerra de los biquinis
Lujuria es… San Juan de la Cruz
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