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Posts Tagged ‘Turismo de Zaragoza’

¿Habéis participado alguna vez en una de nuestras cenas teatralizadas? Pues lo primero que tenéis que saber es que en cada una de ellas viajamos en el tiempo hasta otra época. ¿Queréis verlo? Pues aquí os pongo un par de vídeos de algunas que hemos hecho. El primero, nuestras cenas con Don Juan, para Todos los Santos. Si no veis la pantalla, pinchad aquí para viajar al panteón de la familia Tenorio.

Y si preferís viajar al tiempo de la copla, a 1950, para conocer las andanzas y desventuras de Manolo Centeno y Lola Puñales, pinchad aquí y no tendréis que esperar hasta febrero.

¿Os hacéis una idea? Pues hemos montado algo distinto, una cena a la que hemos llamado Amor que vienes cantando. El título lo dice todo, ¿no? El baturro del monumento de la plaza del Portillo ha decidido que ya vale, que tiene ganas de fiestas y que deja el puesto por unos días. Coge su guitarra y… por cosas de la vida ha acabado en El Atrapamundos. Se va a encontrar con unas cuantas mujeres de lo más singulares (desde una loca que se cree Agustina de Aragón hasta la mismísima Agustina, pasando por la maja de Goya y una señorita que busca marido desesperadamente después de dos romances «frustrados»), y a todas les va a alegrar la vida cantando.


¿Queréis verlo? Pues aquí tenéis unas cuantas fotos de las que hicimos en las pasadas fiestas del Pilar. Cantamos, bailamos, comemos, bebemos, nos reímos y hasta nos emocionamos un poco.

¿Qué le dirá a nuestro baturro la maja de Goya, toda rechula ella?

La señorita Eugenia no sabe lo que es ponerse colorada, que ella ya no tiene tiempo de tener vergüenza. Busca marido y lo quiere ¡¡¡YA!!!

"Así son los besos / según dicen maña / como las cerezas. / Que si coges una / que si coges una / se va toa la cesta"

Marcándonos un pasodoble mientras suena "La ronda del Rabal"

Y para que no falte de nada Laura deja la guitarra, coge las castañuelas y se marca una jota mientras suena "Gigantes y cabezudos"

¿Queréis conocer el menú? Pues como siempre lo prepara El Atrapamundos y su estupendo cocinero, Jorge Cano, así que combina lo más tradicional con un toque moderno, siempre con un aire muy aragonés, que para eso estamos en fiestas.

  • Timbal de verduras aragonesas
  • Arroz caldoso con borrajas y frutos del mar
  • Ternasco asado en crujiente de frutos secos
  • Trenza de Almudévar con turrón helado y chocolate

¿Cómo lo veis? ¿Aún no sabíais dónde ir a cenar con los amigos, o a dónde llevar a la suegra, que viene de visita? Pues ya tenéis la solución. Amor, desamor, traición, celos y sobre todo mucha música, alegría y buena comida. Si sois un grupo y os interesa podéis poneros en contacto con nosotros en el 976207363. Y si ya tenéis un restaurante buscado no hay ningún problema: también podemos organizarlo allí.

Y por cierto, si queréis recorrer con nosotros la Zaragoza de Gigantes y cabezudos, pinchad aquí y encontraréis todos los detalles.

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Mesa de los siete pecados capitales, de El Bosco. El ojo de Dios lo ve todo, y como nos decían nuestras madres: «Dios castiga sin palo»

Hace más de 400 años que El Bosco pintó la mesa de los pecados capitales, que hoy se conserva en el Museo del Prado. En ella aparece el ojo de Dios, con Cristo resucitado en la pupila y una inscripción que dice «Cave, cave, Deus videt«, o sea, cuidado, que Dios lo está viendo. Y alrededor siete escenas, una por cada pecado. Como para asustar a cualquiera, ¿no? Si a eso le añadimos que en las esquinas de la mesa aparecen el momento de la muerte, el Juicio Final, el Infierno y el Paraíso… resulta cualquier cosa menos tranquilizador.

El Bosco lo tenía claro: los pecadores acabarán en el caldero de Pedro Botero. Eso sí, cada uno recibirá el castigo correspondiente a su pecado, que en esto de las penas del infierno hay muchísima sofisticación.

Al fin y al cabo ninguno escaparemos de la muerte, como queda claro viendo mi cuadro preferido desde que era un niño: «El triunfo de la muerte», de Brueghel, otro tesoro del Museo del Prado. La muerte acecha a ricos y pobres, a enamorados, a jugadores, a papas, a emperadores y reyes… Y después de la muerte… nadie lo sabe, lo cual supone una perspectiva poco agradable, la verdad.

Como decía Jorge Manrique refiriéndose a la muerte: «Que si tú vienes airada / todo lo pasas de claro / con tu flecha».

Después de la muerte el sueño, y después, mucho después… sonarán las trompetas que convocarán a la Humanidad en el valle de Josafat para el Juicio Final e inapelable. Los muertos saldrán de sus tumbas, San Miguel pesará las almas, y no podremos ocultar los pecados que hayamos cometido porque, como dice la mesa de El Bosco, «Cave, cave, Deus videt«.

Y aquí quería yo llegar, a los pecados. Porque los hay mortales, veniales, pecadillos… pero por encima de todos están los siete pecados capitales. ¿Por qué son diferentes a los demás? Pues porque lo que se logra con ellos es tan deseable que por conseguirlo se cometen muchos otros en el camino. Son un poco como las cerezas de la jota. ¿Os acordáis? «Así son tus besos / según dicen, maña /como las cerezas. / Que si tiras de una / que si tiras de una / se va toda la cesta.«. Pues eso mismo ocurre, y por eso son capitales, especiales, diferentes…

Por cierto, ¿cuáles son? Ya se nos han olvidado, porque el miedo al fuego eterno ya no existe. Y con eso ganamos muchas cosas, pero perdemos el placer de pecar, y es una pena. Así que, cuanto más sepamos sobre los pecados, muchísimo mejor, porque cuando los cometamos experimentaremos el placer de la transgresión. ¿No merece la pena? Claro que sí, es fantástico que haya límites, aunque sólo sea para poder saltárselos de vez en cuando. Para que los recordéis, aquí tenéis a Homer Simpson, ese gran hombre, cometiéndolos todos, uno por uno. No es necesario traducir, ¿verdad? Los dibujos lo dicen todo.

Para conocer mejor los pecados capitales y disfrutar más intensamente cometiéndolos hemos preparado siete rutas para descubrir historias de pecadores y pecadoras a lo largo de la historia de Zaragoza:


Imagínate un lunes, después del fin de semana… ¿hay algo que apetezca más que la pereza? Desde el paseo de la Independencia hasta la orilla del Ebro vamos a ver cómo disfrutaron del «dolce far niente» los zaragozanos de otros tiempos.


La ira, que lleva a hombres y mujeres a perder la cabeza. Asesinatos de plebeyos, de un arzobispo y hasta de un cardenal, mujeres capaces de todo, cárceles mugrientas, más de 50.000 muertos en los Sitios, fusilamientos, bombas sobre el Pilar…


La envidia es el único pecado que dicen que no da placer al pecador… salvo el de ver caer a tu enemigo. Envidia cochina entre el Pilar y la Seo, una mujer que asesina a su vecina por una falda, denuncias entre amigos, Goya y sus enemigos…


La soberbia es como el jueves, siempre en medio. Artistas que se creen los más importantes, un Papa que se mantuvo en sus XIII, políticos y politiquillos, y sobre todo el Pilar, un lugar donde la soberbia anida en todos los rincones.


La avaricia, el pecado de los que lo quieren todo, todo, todo. Especulación urbanística, banqueros de otras épocas, una joyería sacada de un cuento, buscadores de tesoros, ladrones, jugadores y timadores. ¿Quién da más?


Lujuria es una de esas palabras que al decirla se llena la boca. Del descaro de las vedettes de El Plata al ¿recato? de las monjas del Santo Sepulcro, pasando la despampamante Gina Lollobrigida rodando en Zaragoza. Un sinfín de experiencias lujuriosas e inolvidables.

La gula, un pecado con el que disfruta casi todo el mundo. Banquetes, una pastelería de ensueño, un mercado fantástico, una bodega subterránea, un restaurante de 1826… en fin, una ciudad de lo más laminera.


Si sois un grupo y queréis pecar con nosotros, tenemos muchas opciones para vosotros:

  • La primera, nuestras cenas lujuriosas. Como diría Bette Davis, “abróchense los cinturones porque vamos a despegar“.
  • Cada una de nuestras 7 rutas de pecado, e incluso una que los combina todos. Si queréis reservar para un grupo podéis llamar al 976 20 73 63.

Si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en “me gusta”, o en twitter @gozARTE. Y si queréis conocer más historias de “Pecadores encantadores“, aquí os dejo dos de mis preferidos: Rebeca para la lujuria y Homer Simpson para la pereza. Y si queréis seguir pecando, aunque sea de pensamiento, aquí os dejo las entradas más pecaminosas de nuestro blog. Gula y lujuria nos pierden, está claro.

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el «gabinete secreto» de Nápoles

Lujuria es… Marlon Brando

Lujuria es… Sofía

Lujuria es… la guerra de los biquinis

Lujuria es… el biquini

Lujuria es… El Plata

Lujuria es… Zeus y sus chic@s

Lujuria es… la Lollo

Lujuria es… pecado

Lisboa, el paraíso del bacalao

Los pasteis de Belém

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Hoy he tenido un sueño intensamente erótico. La Duquesa de Alba me invitaba a merendar a su palacio de las Dueñas y en uno de esos patios mudéjares maravillosos dejábamos que la tarde sevillana se nos escapara entre los dedos comiendo jamón de un plato que nunca se acababa y bebiendo Tío Pepe de una copa que siempre estaba helada, algo que sólo una verdadera duquesa sabe organizar, la verdad sea dicha. Y me he despertado con el convencimiento de que la felicidad y la lujuria tienen el exacto sabor del jamón de Jabugo, algo que ya sabía desde hace tiempo pero que nunca está de más recordar.

Así, que no se vea el plato. Qué fiesta para los sentidos, qué lujuria, qué todo

Reconozcamos una gran verdad: en la casa en la que hay un jamón se discute menos. Un jamón de verdad, en su jamonero y con un cuchillo siempre listo, largo y afilado como un arco de violín. Y si encima uno de los dos sabe cortarlo… ya puede estallar la III Guerra Mundial, que no va con vosotros.

¿Cuántas conquistas habrá conseguido nuestro amigo Félix, de «La jamonería», con ese gesto? ¿Quién sería capaz de decirle que no a cualquier cosa en el momento en que levanta la loncha y la mira al trasluz? Pídeme lo que quieras, moreno, pero sigue cortando.

No todo el mundo lo sabe, pero cuántos divorcios podría evitar un buen plato de jamón recién cortado con una botella de fino bien frío. Se ve la vida de otra manera, no nos engañemos, y se les da a las cosas la importancia que tienen, y no más. Y es que yo soy un firme convencido de que todos necesitamos un poco de sur para no perder el norte, y con un plato de jamón de Jabugo y una copa de fino cierro los ojos y me encuentro en Sevilla, con la brisa que sube desde Cádiz dándome en la cara, y no necesito más. Y es que como dice Nati Abascal, mujer sabia donde las haya: «De todo me canso menos del jamón«.

Del cerdo, hasta los andares

No sé qué filósofo diría esa frase esencial para entender al ser humano, pero desde luego es cierta: «Del cerdo, hasta los andares«. Qué cosa más bonita, por Dios, mi arma, que eso son andares y lo demás pisar el suelo, y no hay más. Y precisamente de ahí viene esa expresión tan castiza de que alguien «está jamón«. Ya lo decía Celia Gámez cuando cantaba el «Chotis de la Manuela«, aquella planchadora que estaba loca por las estrellas de Hollywood y que dice aquel piropo que a todos nos encantaría que nos dijeran: «Y Douglas es / un hombre cañón / vaya gachó / que está jamón / pa’un tropezón«. Sobran los comentarios.

Jamón es… lujuria

Y ya que hablamos de jamón y de lujuria, que mejor que acabar con algunas imágenes de «Jamón, jamón«, la película donde las mujeres se comen a los hombres y los hombres comen jamón, según el cartel. Aquí tenéis un montaje con Diana Navarro cantando «Ando medio loca embrujá por tu querer». En fin, lo dicho, lujuria es… jamón.

Y si queréis más lujuria, con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.

Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30

Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena

Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Más información – Entrando aquí

Si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en “me gusta”, o en twitter @gozARTE. Y ahora, os dejo unos cuantos post de nuestro blog con historias de lo más lujuriosas:

Lujuria es… Liz Taylor

Lujuria es… Olympia

Lujuria es… Marilyn Monroe

Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles

Lujuria es… Marlon Brando

Lujuria es… Sofía

Lujuria es… la guerra de los biquinis

Lujuria es… el biquini

Lujuria es… El Plata

Lujuria es… Zeus y sus chic@s

Lujuria es… la Lollo

Lujuria es… pecado

Lujuria es… San Juan de la Cruz


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Ya vamos viendo que nuestra ciudad está llena de animales, pero aparte de los leones me da la impresión de que ninguno es tan abundante como los caballos. Y tan variado, porque los tenemos grandes, pequeños, de bronce, de madera, de acero, serios, festivos… Iremos hablando de ellos en diferentes días, pero de momento aquí tenéis el primero, seguramente el más famoso de todos. Y eso que no es un caballo sino un caballito, que no es lo mismo.

Casi nos podemos imaginar a Joselito montado y cantando «Doce cascabeles»

No es que un caballito sea más pequeño, las diferencias son más sutiles. Pensadlo un poco, puede haber caballos de 5 centímetros y caballitos como éste, que tiene un pelín más de un metro de altura. Pero los caballos son serios y formales, están metidos en su papel, y los monta un santo, un jefe indio, un rey… mientras que los caballitos son divertidos, y normalmente los montan niños o adultos que son como niños, que viene a ser lo mismo. Hoy la cosa va de los segundos, y concretamente de uno de cartón. El que Angel Cordero Gracia plantó junto a la Lonja allá por 1925 y no movió hasta 53 años después. Corrió mucha agua debajo del Puente de Piedra en todos aquellos años, y él hizo fotografías a miles de niños que pasaron por allí.

Estas ¿hermanas, primas, amigas? no quisieron perderse su foto con el caballito de la Lonja

Angel Cordero era un fotógrafo minutero. ¿Habíais oído la expresión? Pues es una cosa que suena muy antigua pero aún los hay. Se plantaban en plena calle (muchas veces aprovechando fiestas, ferias… en fin, esos momentos en los que el bolsillo va más suelto y la gente está más dispuesta a hacer cosas especiales) con un tenderete que incluía cámara y laboratorio de revelado, y en unos ocho minutos eran capaces de hacerte la foto, revelarla y positivarla para que te la llevaras calentita. Sólo necesitaban agua, porque lo demás lo traían todo puesto. Y claro, lo tenían todo para convertirse en personajes de la pequeña historia de un lugar, protagonistas de los recuerdos de aquella gente para la que hacerse una fotografía no era algo normal a lo que no se daba ninguna importancia, sino un momento muy, muy, muy especial que se vivía pocas veces en la vida.

Angel Cordero preparado para entrar en acción

Angel Cordero llegó a hacerse tan querido en Zaragoza que, cuando se retiró en 1978, se le echaba en falta. ¿Qué podíamos hacer? Pues justo lo que hizo el Ayuntamiento cuando trece años después encargó a Paco Rallo un caballito de bronce para colocarlo en el mismo lugar donde había estado el otro durante más de medio siglo. Así los niños podrán seguir haciéndose sus fotos montados en él, y aunque ya no haya un fotógrafo (últimamente todos llevamos uno dentro de nuestro teléfono móvil) seguirán siendo fotos con un aire antiguo y entrañable que se ha quedado pegado a ese lugar para siempre.

Os dejo con este video, que muestra a un fotógrafo minutero en acción. Quedan pocos, pero a lo mejor un día os encontráis a uno de ellos a la vuelta de cualquier esquina. Si eso ocurre, esconded vuestro teléfono móvil y poneos en sus manos. Seguro que viviréis una experiencia diferente, y lo que sale tendrá muchísimo más sabor.

¿Creíais que ya no existían fotógrafos minuteros? Pues aquí tenéis la prueba de que sí. Más o menos así sería el chiringuito de Angel Fernández Cordero. Todo portátil, para podérselo llevar a cuestas de lado a lado

Si queréis saber mucho más sobre la fauna que vive en los edificios, las calles y las plazas de Zaragoza podéis apuntaros el domingo 19 de mayo a nuestra ruta “Un safari en Zaragoza” a un precio muy especial con motivo del DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS. Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar podéis llamarnos al 976207363 o entrar aquí.

 

Tarde de toros

El león de San Marcos, un trozo de Venecia en Zaragoza

El perro de San Roque no tiene rabo

El caballo de Palafox 

Los ¿delfines? de Neptuno

Los gallos de las veletas… y algún otro

El león del Batallador

El tocinico de San Antón

La cierva de San Gil

Los camellos de la Seo

El dragón de San Jorge

Leones de colores

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En diciembre de 1118 un rey con nombre de calle, Alfonso I el Batallador, entraba en la Saraqusta musulmana, conocida desde entonces como Çaragoça por los cristianos. El rey siguió por todo el valle del Ebro venga a conquistar más territorios y por eso le llamaron Batallador. Eso sí, los problemas no se limitaban a batallar y conquistar, sino que había que organizar todo aquello, conseguir que hubiera población para trabajar las tierras (muchos musulmanes se quedaron, pero muchos otros se fueron hacia el sur para no vivir en tierra de cristianos), impedir que los musulmanes volvieran a conquistarlo… en fin, un no parar. Tanto jaleo tenía el rey que se olvidó de su misión principal, tener un hijo, y cuando murió no tenía heredero. Y como era un caballero cristiano de los pies a la cabeza decidió dejarle el reino a las órdenes militares (la orden de San Juan, de la que dependía el Hospital de San Juan de Jerusalén, la del Temple…).

El Batallador mirando las tierras que ha conquistado

Aquello era imposible, así que a las órdenes hubo que darles compensaciones para que se quedaran tranquilas y no dieran mucho mal. ¿Por qué creíais que en Zaragoza hay una calle del Temple? Pues por eso, porque allí los templarios tuvieron propiedades. Y la Zuda se llamó Zuda del Hospital, porque toda esa parte y la iglesia de San Juan de los Panetes eran de los Hospitalarios, y así sucesivamente. La cuestión es que una vez que tuvieron claro que el testamento del rey estaba para no cumplirlo hubo que buscar a alguien, y todos pensaron en el mismo: Ramiro. ¿Y quién era Ramiro? Pues os lo presento rápidamente.

En principio no tenía por qué haber problema, pero… Ramiro era monje. Claro, era el pequeño de tres hermanos y ni se imaginaba que alguna vez le pudiera tocar reinar, pero su hermano mayor, Pedro, murió sin hijos; le sucedió su hermano mediano, Alfonso, que también murió sin hijos, y claro… como ninguno de los anteriores había hecho los deberes (porque la primera obligación de un rey es asegurar un heredero, o a ser posible más de uno) le toco a él. Lo malo es que como no tenía experiencia de gobierno al principio los nobles se le subían a las barbas, aunque él pronto tomó medidas y organizó el famoso episodio de la campana de Huesca.

La cuestión es que el rey estaba ocupado con tantas cosas a la vez (también tenía que buscar mujer para asegurarse un heredero urgentemente, porque ya no había otro hermano de repuesto) que no podía estar a todo, y los musulmanes amenazaban las fronteras del Reino. Tan fea se puso la cosa que fue el rey de León el que tuvo que entrar en Zaragoza para evitar que la ciudad cayera en sus manos. La ciudad siguió un tiempo bajo protección castellana y luego volvió a Aragón, pero de aquello le quedó algo. ¿Os imagináis el qué? Pues claro, el león de su escudo, que aún sigue ahí casi 900 años después.

Volviendo a Alfonso I el Batallador, el caso es que mucho tiempo después la ciudad seguía recordándolo, y cuando en la segunda mitad del siglo XIX el alcalde Candalija consiguió abrir una calle amplia, recta y de empaque que llevaba hasta el Pilar se le dio su nombre. Y por aquel entonces el pintor Francisco Pradilla (nacido en Villanueva de Gállego y famoso en toda España) pintó su retrato para el salón de plenos del Ayuntamiento.

Alfonso I el Batallador sitiando Saraqusta y calculando cuánto tardarán los musulmanes en entregarla

Unas décadas después, en 1918, se cumplía el VIII centenario de todo aquello, y se creó una Junta para celebrarlo que decidió encargar un gran monumento. Salieron varios nombres de escultores ilustres, como el valenciano Mariano Benlliure (que tenía en Zaragoza monumentos como el de la plaza del Portillo), pero finalmente el que se llevó el gato (bueno, el león) al agua fue un zaragozano, José Bueno. A lo mejor el nombre no os dice gran cosa, pero hizo muchas esculturas que seguro que os resultan familiares.

Os suena, ¿no? Está a la entrada del Paseo de la Constitución y el Paseo de la Independencia, y no la despiertan ni los coches, ni las obras, ni el tranvía

El caso es que José Bueno presentó dos proyectos, uno con el rey a caballo (hubiera sido una escultura de bronce) y otro inspirado en el retrato de Pradilla, que sería de piedra. Se eligió el segundo y se pusieron manos a la obra, aunque no creáis que la cosa fue una balsa de aceite, que no. De hecho José Bueno sólo hizo el modelado de la escultura en su tamaño definitivo (seis metros y medio de altura, que se dice pronto), mientras que otro escultor hizo el vaciado en escayola y otro la pasó a mármol de Carrara.

Ahí está el Batallador, dominando la ciudad desde las alturas

En una revista que se estrenó en la época aparecía el rey quejándose de la postura que le tocó en suerte, todo el día de pie:

Me canso de estar de pie, mas así me esculpió Bueno

y eligiendome terreno entre Areyzaga y Allué.

Maligno el odioso mote de muchachos deslenguados,

que me llaman «Rey de espadas» escapado de un guiñote.

El Batallador según David Guirao, uno de los mejores ilustradores de Aragón

La parte arquitectónica del monumento la diseñó Miguel Angel Navarro (hijo de Félix Navarro, el arquitecto del Mercado Central, y autor de cosas tan diferentes como el Colegio Joaquín Costa, la casa Solans, la ciudad jardín, las dos últimas torres del Pilar…). Sólo faltaba para completar el conjunto el león.

El león es una gran pieza de bronce fundida en los talleres de Averly a partir del molde hecho por el comandante de infantería Virgilio Garrán, que también era pintor aficionado. La pieza se fundió y estuvo año y medio medio olvidada en el jardín de la fundición, hasta que finalmente se colocó en 1927, con lo que se dio el monumento por acabado.

Si queréis conocer esta y muchas otras historias no os podéis perder nuestra visita sobre las «Historias del Parque Grande», todos los sábados y domingos hasta el 7 de junio Si queréis saber más solo tenéis que entrar aquí, y para reservar podéis llamarnos al 976207363 o entrar aquí. Y si queréis conocer más historias del Parque Grande…

Los ¿delfines? de Neptuno


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Pues sí, tras la sombra de los cartujos, porque os proponemos recorrer con nosotros el fantasma de lo que fue la Cartuja de la Concepción, en las afueras de Zaragoza (barrio de la Cartuja Baja). Si no lo conocéis aún, os estáis perdiendo una de las sorpresas más increíbles de nuestra ciudad.

Las cartujas, normalmente, se instalaban en lugares aislados en los que poder vivir fácilmente en soledad. Que en las afueras de Zaragoza haya no una, sino dos, es algo curioso de verdad. La más famosa es la de Aula Dei, por las pinturas de Goya, pero esta vez os proponemos visitar la de la Concepción, o sea, el actual barrio de la Cartuja Baja. Y lo vamos a hacer al anochecer, cuando todavía es posible oír el eco de los rezos de los antiguos cartujos que vivieron aquí durante siglos.

¿Qué tiene de especial este lugar? Pues todo. Imaginaos que llegáis a vivir, con mucha más gente, a un monasterio abandonado que hay que adaptar para la vida cotidiana. Aquel conjunto dio lugar a un barrio único, pues las galerías de los antiguos claustros se han convertido en unas calles muy especiales (con arcos, los arranques de las bóvedas…), el claustro grande, en el que se enterraban los cartujos, es hoy un parque en el que juegan los niños, la hospedería es un restaurante con una bodega espectacular, pequeñas puertas medio escondidas dan paso a un claustro donde el tiempo se ha detenido… en fin, una sorpresa detrás de otra. Y además, si tenemos suerte, es posible que nos encontremos con algunos de sus habitantes, y puede que hasta con algún fantasma.

A lo mejor estáis pensando cómo se va hasta allí. En coche particular es un momento, pero también podéis ir en el bus 25 (acabaremos con tiempo de sobras para poderlo coger también de vuelta). Si alguien lo prefiere puede quedar con nosotros para coger el autobús, y desde allí ir juntos. En cualquier caso, la visita empezará a las 21’00 delante de la antigua portería. Os pongo aquí debajo una foto para que la identifiquéis sin problemas:

Lo dicho, os esperamos cualquier sábado de estos para una visita que os aseguro que no os defraudará. Animaros a recorrer el barrio con nosotros en busca de la sombra de los cartujos:

Cuándo – Todos los sábado de julio y agosto a las 21’00

Dónde – Portería de la Cartuja Baja (si queréis venir con nosotros en el bus, quedamos en la parada del 25 en el Paseo de la Constitución, número 16, a las 20’30)

Precio – 12 € por persona (10 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años, 6 € para parados).

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Si queréis saber más sobre los cartujos aquí os dejo algunos post de nuestro blog, y si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar «me gusta», o entrar en twitter @gozARTE:

Las cartujas de Aragón

La cartuja de Aula Dei

Un paseo nocturno por la Cartuja Baja

Con la tele en la Cartuja Baja

Las sombras de la muerte

Cartujas y tortugas

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Ayer hablábamos de dragones, y seguimos con ellos, porque hay muchos más. Y concretamente todos los que aparecen con San Jorge, que siempre acaban llevándose la parte del dragón… o sea, la peor de la historia. Porque casi siempre (casi, hay por lo menos una estupenda excepción) el dragón es el malo, el feo, el peligroso, salvaje y muchas cosas más, llega San Jorge, lo mata y se queda tan contento (y la pobre gente, que vivía aterrorizada por el monstruo, más).

Aquí tenéis a San Jorge con su caballo blanco y con aire de triunfador. El pobre dragón, moribundo a los pies. ¿Dónde está? Pues en la iglesia de Santa Isabel (o San Cayetano, que lo mismo es)

En fin, no tan deprisa. ¿Quién era este Jorge que lo tenía todo, guapo y bien plantao, caballeroso, valiente y santo, por si le faltaba algún detalle? Pues bien, teniendo en cuenta que nos movemos en esa línea que hay entre la leyenda, la historia y nuevamente la leyenda, podemos creer (que no nos cuesta nada) que nació allá por el 275 d.C. Su padre era un militar romano, pero cuando murió su madre lo crió en la fe cristiana. El chico llegó a ser guardia personal del emperador Diocleciano, hasta que a éste le dio por perseguir a los cristianos, y Jorge confesó. Resultado: primero martirio y, como no daba resultado, ejecución. Decapitado, concretamente. Seguro que la cosa fue un poco más sencilla que en este cuadro, pero es que Veronés es así, si se pone se pone, y antes muerto que sencillo.

San Jorge diciendo que, de adorar a los dioses paganos, nones

En cualquier caso, la parte que más nos interesa es la más legendaria de todas. Es decir, su aventura con el dragón. Resulta que en una ciudad que debía estar más o menos por la actual Turquía había un rey que tenía una hija, que en consecuencia era princesa. Hasta aquí, todo normal. Pero resulta que un día apareció por allí un dragón y se acabó la paz, porque por lo visto olía tan mal que cuando se acercaba hasta las murallas se moría gente sin parar. El caso es que se plantearon enviarle cada día un par de ovejas, para que no tuviera que salir del lago en el que vivía a buscarse el sustento. Pero claro, las ovejas se acabaron, y decidieron enviar cada día a una persona, por riguroso sorteo. Hasta que un día…

Reconoceréis que la princesa se puso divina, que eso de morir de trapillo no iba con ella

Pues sí, lo que os estabais imaginando. Le toco a la mismísima princesa. El rey intentó mover sus influencias pero nada, no hubo forma. Y la princesa, toda digna y con la cabeza bien alta (en parte por el moño que le tiraba hacia atrás, como podréis ver en el cuadro) se fue siguiendo su destino, hasta que en el camino… se encontró con San Jorge. «¿Dónde vas?» «A tí te lo voy a decir, que soy una señorita y no hablo con desconocidos» «Chica, como te pones por nada, de verdad. Te acompaño un rato, ¿vale?» «Uy, que no, plasta, que voy de recaos» «Y mañana, ¿cómo lo tienes?» «¿Mañana? No habrá un mañana, hijo«. Y ahí la princesa ya no pudo aguantar y se echó a llorar como una loca. «Estando yo por aquí, no habrá una princesa que llore. A ese dragón me lo meriendo yo, ya lo vas a ver, que para eso soy San Jorge montado en su caballo blanco«. Y tan ancho que se quedó. El caso es que cumplió su palabra, vaya que sí, y el pobre dragón…

Si habéis estado en la Seo y no os habéis fijado en este San Jorge, ya tenéis un buen motivo para volver

Hay muchas representaciones de San Jorge en zaragoza, pero a mí la que más me gusta es ésta, en la Seo. Puede que no sea la obra de un gran escultor, pero es espectacular. Id un día de estos y colocaos justo debajo de la nuca del dragón. Sólo hay tres puntos rojos: la cruz que lleva el santo sobre el pecho (la cruz de San Jorge, roja sobre fondo blanco), la boca del dragón y la punta de la lanza, que le sale por la nuca después de atravesarle la cabeza. Da la impresión de que en cualquier momento nos vaya a caer una gota de sangre caliente encima. Estremecedor.

Eso sí, ¿el dragón era malo o es que necesitaba cariño? ¿Monstruoso o incomprendido? La mayoría de los artistas no se han hecho esta pregunta y han seguido el camino fácil, pero… un gran escritor, Fernando Lalana, y un gran ilustrador, Isidro Ferrer, unieron sus talentos y salió un maravilloso libro, «Te quiero, Valero», en el que en realidad el dragón Valero estaba loquito por la princesa Pilarín, que se deshacía por los huesos de su dragón. ¿No lo habéis leído nunca? Es un libro para niños con el que cualquier adulto puede ser feliz.

Aquí los tenéis, enamoradicos perdidos el uno del otro y luchando contra la incompresión del mundo, que ya vale

Si queréis saber mucho más sobre la fauna que vive en los edificios, las calles y las plazas de Zaragoza podéis apuntaros a nuestra ruta “Un safari en Zaragoza”. Si sois un grupo podéis poneros en contacto con nosotros llamando al 976207363 o escribiendo a educacion@gozarte.net, y si no estad atentos a nuestra programación. Podéis conocerla siguiéndonos en http://www.facebook.com/gozARTE, y si queréis recibir vuestro boletín no tenéis más que enviarnos un e-mail con vuestro correo electrónico.

 

Tarde de toros

El león de San Marcos, un trozo de Venecia en Zaragoza

El perro de San Roque no tiene rabo

El caballo de Palafox 

El caballito de la Lonja

Los ¿delfines? de Neptuno

Los gallos de las veletas… y algún otro

El león del Batallador

El tocinico de San Antón

La cierva de San Gil

Los camellos de la Seo

Leones de colores

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No me cabe la menor duda de que la noticia cultural más relevante del mundo hoy es el cierre de El Bulli. No sé cuántos periodistas habrá acreditados, pero habrán venido desde los cuatro rincones del mundo. Y no es para menos. El Bulli es mucho más que un restaurante, mucho más que una institución cultural, aunque sé que esto a muchos les rechinará en los oídos. Es uno de los focos de creatividad más potentes que hay hoy en el mundo, y lo digo con el absoluto convencimiento del que cree que una cena puede ser una inmersión en la vanguardia tan radical como una performance en la galería más transgresora de Tribeca. Ni más ni menos.

El entorno contribuye a la experiencia, claro

No he tenido la suerte de comer en El Bulli, pero… casi. Si alguno de vosotros lo ha intentado sabrá que había más posibilidades de viajar a la luna que de conseguir mesa, pero resulta que Sevilla siempre es la solución, y muy cerca, en Sanlúcar la Mayor, está El Bulli hotel, la maravillosa «Hacienda Benazuza» convertida en un resumen del universo de El Bulli en donde se puede dormir, comer, desayunar, bañarse en la piscina… y todo ello es una experiencia inolvidable, simplemente. Y lujuriosa. Muy, muy lujuriosa en todos los sentidos.

Un cortijo lleno de sorpresas

Parece ser que alguien le comentó a Adriá que, si cada año cambiaba la carta de arriba a abajo, nunca sería posible volver a probar los «grandes éxitos» de cada temporada. Y entonces se le ocurrió la posibilidad de ofrecer un menú que resumiera lo mejor de El Bulli en este lugar mágico. Y fue allí, al ladito de mi Sevilla del alma, donde viví mi primer contacto con el «Universo Bulli». Y no lo olvidaré nunca, de eso estoy seguro, porque he vivido pocas experiencias tan maravillosas, excitantes, inquietantes, devastadoras, excepcionales, sorprendentes, alucinantes… como aquella cena. Que fue muchísimo más que una cena, desde luego. Fue, para empezar, un juego. Porque da la impresión de que Adriá se divierta provocándote, como diciendo: «Adivina cómo he hecho esto«. Y poniéndote trampas continuamente. Trampas incruentas, claro, puestas ahí para que no te confíes, estés alerta, y tu capacidad de disfrutar y de sorprenderte se multiplique.

Unas inocentes aceitunas, pero ¿es que acaso hay aceitunas inocentes?

Aquí va un ejemplo. Una amable camarera se acerca con un frasco de cristal y con unas modernas cucharillas saca unas aceitunas de aspecto inocente. Pero cuidado, porque aquí nada es lo que parece. Nada es simple ni inocente. Y lo que parece una aceituna explota en la boca y de pronto… tenemos dentro de nuestro cerebro el sabor de todas las aceitunas del mundo. Pero, las aceitunas no son líquidas, ¿no? Y suelen tener hueso, y si no lo tienen se les nota, porque a las aceitunas rellenas se las ve venir. Pues hay que olvidarse de cualquier idea preconcebida. Estas aceitunas esferificadas son otra cosa, un mundo nuevo, algo que no se parece a nada que hayas probado antes. Una fiesta para los sentidos tan extraordinaria como un cuadro de Matisse con colores tan intensos como la vida.

Aunque uno se tenga que limitar a mirar, como en este caso, ¿quién puede decir que esto no es la obra de un auténtico artista?

¿Y qué decir del spaguetti? No he encontrado una foto, pero aquel spaguetti me dejó en estado de shock, porque ¿cómo es posible que un spaguetti de dos metros cambie de sabor a medida que lo vas sorbiendo? ¿Suena raro? Pues es exactamente así: un pequeño cuenco con un solo spaguetti y una instrucción clara, «todo para dentro de un sólo sorbo«. Pues nada, chico obediente que es uno en estos casos, de un sorbo. Me hubiera encantado que alguien grabara mi cara durante esos segundos que duró aquella experiencia, porque debía ser un poema (en cualquier caso, no olvido la de Juan, que estaba enfrente, y con eso me hago a la idea). Aquel simple spaguetti (error, aquí nada es simple; puede parecer sencillo, pero de ahí a ser simple… va un mundo) cambiaba de sabor. ¿Cómo se hace eso? Ni idea. ¿Magia? Pues un poco de magia, otro poco de tecnología, otro poco de genio creativo, un mucho de trabajo… en fin, inolvidable.

Sólo una cosa más. En el tema de la sopa, soy mucho más radical que Mafalda. ¡¡¡SOPA, NO!!! Y punto. No es que sea impertinente, es que mi código genético no me lo permite. Qué más quisiera yo, pero es que me han dibujado así, oiga. Pues bien, aquí, si me sacan sopa, pues sopa que como, y encima a gusto. Pero es que claro, ¿quién se resiste a algo como esto? Una sopa tan peculiar que incluso es necesario que alguien lo ponga por escrito para darnos cuenta de que lo es.

25 pequeños platos así son una experiencia tremenda, tan agotadora para la mente como la mejor exposición. Y eso, que la mente trabaja, se nota en el gesto. Intriga, sorpresa, satisfacción y en algún momento incluso placidez, que dura poco, porque enseguida viene la siguiente prueba. Lo que está claro es que uno no viene aquí a comer, aunque también, por supuesto. Se viene a jugar, a echar un pulso con un genio que tiene todas las de ganar, claro, y no sólo porque él es el que diseña el menú para hacerte alucinar, sino porque es un tipo excepcional. Si el siglo XX en España está marcado de punta a punta por Picasso, su sucesor es Adriá, sin ninguna duda. Los dos son capaces de mirar el mundo como nadie lo ha mirado antes que ellos, y de contarlo después con un lenguaje nuevo. Los dos hacen trabajar tu inteligencia a toda máquina, y al fin y al cabo ¿hay algo más excitante que un cerebro en funcionamiento?

En fin, que El Bulli cierra hoy, pero reabrirá convertido en algo nuevo que seguro que nos sorprende, porque si algo tiene este tipo es que no es previsible, que cuando nosotros vamos ya vuelve, que tiene una inmensa capacidad para adivinar por dónde van a ir las cosas, o para dirigirlas por dónde cree que sería mejor que fueran. Esperaremos con impaciencia a ese 2014 que será ya para siempre el año en que reabrió El Bulli.

Y si queréis más lujuria, con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.

Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30

Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena

Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Más información – Entrando aquí

Si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en “me gusta”, o en twitter @gozARTE. Y ahora, os dejo unos cuantos post de nuestro blog con historias de lo más lujuriosas:

Lujuria es… Liz Taylor

Lujuria es… Olympia

Lujuria es… Marilyn Monroe

Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles

Lujuria es… Marlon Brando

Lujuria es… Sofía

Lujuria es… la guerra de los biquinis

Lujuria es… el biquini

Lujuria es… El Plata

Lujuria es… Zeus y sus chic@s

Lujuria es… la Lollo

Lujuria es… pecado

Lujuria es… San Juan de la Cruz


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Como hoy es viernes (o sea, dies Veneris, el día de Venus para los romanos) viene a cuento hablar de Venus, la diosa que nació de la espuma de las olas del mar y llegó hasta la orilla sobre una venera (una concha). Es la diosa de la belleza y del amor, y las enfermedades del amor se llaman… venéreas, claro, y tienen algo que ver con el monte de Venus, ¿no? ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? Pues porque Venus no era exactamente la diosa del amor romántico, sino más bien de la atracción física y sexual.

Venus subida encima de una enorme venera y tapándose pudorosamente el monte de Venus (qué lío, madre) con su melena rubia

Parece un trabalenguas pero no lo es. Simplemente es que las palabras nunca son como son por casualidad, y aquí queda bien claro. Pero bueno, a lo que vamos, es decir, a Venus. O a Afrodita, que así la llamaban los griegos. La cosa fue que Cronos castró a Urano con una hoz y tiró sus genitales al mar. Y cosas de los dioses, su esperma fecundó las olas y…

Afrodita, en griego, quería decir algo así como «surgida de la espuma». Y no es casualidad, claro

Parece ser que «surgía del miembro inmortal una blanca espuma y en medio de ella nació una doncella«. Y por cierto, nació ya mayor e  «infinitamente deseable«. El caso es que, para que no surgieran disputas entre los dioses a causa de su belleza, hubo que buscarle rápidamente un marido, y eligieron a Vulcano, feo y deforme pero con un mal genio suficiente como para ahuyentar a los posibles amantes.

Venus y Marte después de un agotador «encuentro en la tercera fase». Marte, el pobre, debió acabar exprimidico, porque no puede más

¿Suficiente? Pues no, menuda era Venus. De primer plato, Marte, dios de la guerra, que se dice pronto. Joven, guapo, bien plantao… nada que ver con su pobre marido, que estaba todo el día dale que te pego a la fragua. Menudo triángulo amoroso, ¿eh? El pobre Vulcano sudaba haciendo la armadura del amante de su mujer. Marte sudaba haciendo feliz a la insaciable Venus. Y Venus… también sudaba y se lo pasaba mejor que nadie. Hasta que…

El pretendiente despechado (Apolo) se venga yéndole con el chisme al marido cornudo (Vulcano)

Lo de los dioses de los griegos y romanos eran bajas pasiones, y lo demás cuentos. El Olimpo era un patio de vecinos y todo se sabía antes o después, y claro, cuando Apolo (rechazado por Venus) le fue a Vulcano con el cuento… Menudo cuerpo se le quedaría al pobre, que encima estaba haciendo la armadura de Marte con toda la dedicación del mundo. Pero debió de pensar… «arrieros somos, Marte, y en el camino nos encontraremos«. Y preparó una trampa para que en el momento en que se pusieran a la faena, una red les cayera encima y no pudieran escapar.

Vulcano, debajo de la mesa, no puede creer lo que ven sus ojos

Imaginaos la escena. Venus diciendo «esto no es lo que parece, Vulcano, hijo, que eres un dramático, de verdad te lo digo«, Marte sin saber dónde meterse, y Vulcano que llama a todos los dioses del Olimpo para que vengan a ver el espectáculo. Un show, os lo digo yo. Eso sí, ¿creéis que Venus escarmentó con aquello? Pues no, pero es que hay que ponerse en el lugar de la pobre, Vulcano era poco dios para ella, y claro…

Con ese bigotillo, esa caida de ojos, esos rizos, ese cuerpazo juvenil… Adonis estaba como pa’un tropezón, y hasta pa’dos. ¿Quién lo dejaba marchar, aunque fuera de caza?

¿Alguna vez os han dicho «estás hecho un Adonis«? Es que Adonis era un bombón, y claro… Venus perdió la cabeza por él. Hasta se aficionó a la caza para acompañarle, no os digo más. Pero claro, tenía que llegar el día en que no pudiera acompañarle, que Venus también tenía sus obligaciones, y Adonis se fue solo a cazar. «Hazme el favor de ir con cuidao, Adonis, que tú te piensas que todo el mundo es bueno como tú y no, que yo sé más de la vida, y los bichos tienen mucho peligro«. Igual le iba a dar, porque Adonis se marchó tan contento pensando que al fin y al cabo, ¿qué sabrían de caza las mujeres? En éstas estaba cuando se encontró con un jabalí con cara de pocos amigos, y… Hay quien piensa que el jabalí era Marte, harto de que Venus pasara de él, y yo creo que posiblemente sí. ¿Sabéis por qué? Pues por la forma que tuvo de matar a Adonis, castrándole de un mordisco y dejando que se desangrara. Si habéis hecho un curso de detectives por correspondencia estaréis de acuerdo conmigo en que eso es un crimen pasional de manual, ¿o no? La cuestión es que el sofocón que se dio la pobre Venus cuando se encontró a Adonis muerto no es ni para contarlo. Al final medio resucitó, pero chico, ya no era lo mismo.

Una imagen vale más que mil palabras, y si es de Goya aún más

Y si queréis más lujuria, con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.

Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30

Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena

Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Más información – Entrando aquí

Si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar en “me gusta”, o en twitter @gozARTE. Y ahora, os dejo unos cuantos post de nuestro blog con historias de lo más lujuriosas:

Lujuria es… Liz Taylor

Lujuria es… Olympia

Lujuria es… Marilyn Monroe

Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria

Lujuria es… el jamón

Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)

Lujuria es… sexo en Nueva York

Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares

Lujuria es… el Bulli

Lujuria es… Venus

Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen

Lujuria es… Sodoma y Gomorra

Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles

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Lujuria es… El Plata

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Vivimos en una tierra de dragones, mire usted por dónde. Bueno, más bien de dragón. Y no sólo por el dragón de San Jorge, que de ése hablaremos otro día, sino por que la palabra Aragón es tan parecida a dragón que oye, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, un buen día decidieron que el dragón podía servir como símbolo del reino. Y como consecuencia de eso, en Zaragoza viven un montón. ¿Conocéis alguno?

¿Véis el casco con el dragón que hay encima del escudo? Pues a eso nos referimos

Ya que se ponían, los reyes aragoneses se encargaron una cimera (una mezcla entre casco y corona, más o menos) de lo más molona, con un dragón con alas para ponérselo en la cabeza. ¿Veis el relieve que hay en la foto? Pues encima del escudo del centro, con las barras, tenéis el casco (por cierto, podéis ver éste y su pareja en el patio del Museo de Zaragoza, en la plaza de los Sitios; los que hay en el Pignatelli, en la fachada que da a la parte de atrás que siempre había sido la de delante, son una copia). Discreto, ¿verdad? Arreglao pero informal, diría yo.

¿Cimera viene de cima?Al fin y al cabo se colocaba en la cima del yelmo, ¿no?

Aunque a lo mejor la palabra cimera no viene de cima, sino de quimera, por las figuras fantásticas que ponían los caballeros sobre los yelmos, que podían recordar a una quimera (un monstruo de tres cabezas que vomitaba llamas). Las figuras se hacían de cartón o de pergamino, y podían ser de lo más espectaculares.

Aquí se ve cómo se colocaba la cimera sobre el casco. Todo muy ponible, ¿no?

El primero que utiliza este símbolo es Pedro IV, y a partir de él lo hicieron sus sucesores. P.ej., Fernando el Católico la usa para coronar su escudo en la Aljafería, y lo podemos ver en varias de las techumbres de madera de la zona que él amplió.

Y sin salir de la Aljafería, el dragón no podía faltar en un lugar como el salón principal del palacio. A finales del siglo XV Fernando el Católico encargó una gran reforma en el palacio de sus antepasados, y hoy todavía podemos ver el extraordinario resultado. Lo más espectacular es, probablemente, el artesonado del conocido como salón del trono.

Esta maravillosa techumbre está llena de detalles curiosos, y concretamente un buen montón de pequeños dragones. ¿Sabéis dónde? Pues si os fijáis, en la parte de abajo de la foto que tenemos encima hay una banda con una inscripción, ¿no? Pues bien, mirad ahora la banda que hay encima, llena de hojas de cardo (algo muy de moda en aquellos años). Aquí tenéis un detalle.

¿A que son simpáticos, los dragoncicos jugando entre los cardos? ¿No os habíais fijado? ¿Y a qué estáis esperando para acercaros un día de estos?

¿Qué, os imaginabais que pudiera haber tantos dragones en Zaragoza? Pues esto no es nada, porque aún hay muchos más. En otro «capítulo» hablamos del dragón de San Jorge, que ése sí que era un dragón en condiciones, con fuego, princesas secuestradas y toda la parafernalia.

 

Si queréis saber mucho más sobre la fauna que vive en los edificios, las calles y las plazas de Zaragoza podéis apuntaros a nuestra ruta “Un safari en Zaragoza”. Si sois un grupo podéis poneros en contacto con nosotros llamando al 976207363 o escribiendo a educacion@gozarte.net, y si no estad atentos a nuestra programación. Podéis conocerla siguiéndonos en http://www.facebook.com/gozARTE, y si queréis recibir vuestro boletín no tenéis más que enviarnos un e-mail con vuestro correo electrónico.

 

 

Fauna zaragozana – el tocinico de San Antón

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Un safari a la fresca

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