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Posts Tagged ‘dinamizada’

En el capítulo anterior nos habíamos quedado en que Hércules tenía que conseguir hacer diez trabajos (que luego fueron doce) a cual más complicado e imposible. Hoy vamos a hablar del primero de todos: matar al león de Nemea y arrancarle la piel.

Hércules luchando con el león en el Patio de la Infanta

Matar a un león no es cualquier cosa, pero tratándose ni más ni menos que de Hércules tampoco parece que sea para tanto, ¿no? El problema es que no era un león cualquiera, ni mucho menos, sino del temible león de Nemea. Por cierto, ¿por dónde cae eso? Pues en el sur de Grecia, en la península del Peloponeso.

Casi al lado del istmo de Corinto está Nemea

Se contaba que Selene, la luna, había parido un león que cayó sobre la tierra, en los bosques que había junto a Nemea (también se decía que el padre era Zeus, y de ahí que fuera invencible y, de rebote, hermanastro de Hércules). El parto debió ser tan tremendo como el bicho en cuestión: enorme, feroz, con una piel dura que las armas no podían traspasar… en resumen, que parecía invulnerable y nadie se atrevía a ponerle el cascabel al gato. De día se escondía en una cueva y de noche salía y mataba a cualquier ser viviente que encontraba en su camino. Aterrorizadicos los tenía a todos.

¿Quién ganará?

La cuestión es que Hércules tenía que vencer al león sí o sí, así que un día se presentó en Nemea y se encontró con que por allí no había nadie (el león se los había ido cargando a todos, uno detrás de otro), salvo un pastor llamado Molorco que le acogió en su casa. El tal Molorco, cuando vio que Hércules pensaba ir a enfrentarse con el león, propuso sacrificar un carnero a Hera. «Sí, hombre«, debió pensar Hércules. «Menuda bruja. Se ha pasado la vida intentando acabar conmigo y ahora este le quiere pedir que me ayude. Amos, anda«. Así que le dijo que si en 30 días no había vuelto que se lo sacrificase a él, y que si volvía se lo sacrificarían juntos a Zeus, que para eso era su padre.

Hércules pintado por Zurbarán para el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro Madrid

El caso es que Hércules se fue para el monte y se encontró al león cuando volvía de cacería, con las fauces llenas de sangre. Lo intentó con sus flechas, y nada. Lo intentó con la espada, y nada. Lo intentó con la clava, esa especie de maza que parece que le hubiera robado a la sota de bastos (en el cuadro de arriba la podéis ver en el suelo, a sus pies), y tampoco nada. ¿Qué hacer? «Pa’broma ya vale», debió pensar Hércules, «que a fuerte y bruto este bicho no me gana a mí». Y efectivamente. El león le arrancó un dedo de un mordisco, pero Hércules luchó a brazo partido, le cogió la cabeza debajo del brazo y lo estranguló (hay quién dice que le metió un brazo por la boca hasta la garganta y claro, se ahogó).

A partir de entonces Hércules usó la piel como armadura y la cabeza como casco

¿Ya lo había logrado? Pues no, porque si recordáis tenía que llevar la piel. Pues nada, se le arranca, ¿no? Pues aquí venía otro problema, porque era durísima. Lo intentó todo y nada, hasta que… Atenea, disfrazada de vieja bruja, le sopló que las mejores herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león. Vamos, que hizo trampa, pero poco.

Hércules luchando contra el centauro en el Patio de la Infanta, con la piel del león sobre sus hombros

Otro día os cuento más historias sobre Hércules. De momento, os dejamos una propuesta que no podréis rechazar: gracias a Ibercaja, su actual propietaria, va a ser posible hacer unas visitas en las que no sólo veremos el patio, sino que… ¡¡¡subiremos a la galería de la primera planta!!! ¿Os imagináis pasear entre esos arcos, como aquellas gentes del Renacimiento? Pues ahora podéis hacerlo.

Cuándo – Sábados a las 18’00

Dónde – Puerta del centro de Exposiciones y Congresos de Ibercaja, C/ San Ignacio de Loyola.

Precio – 10 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Amor y lujo, poder y ambición

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¡¡¡Peligro de ñoñificación del medio ambiente!!! Se acerca una de las fechas más cursis del calendario, o la que más. La prueba de que El Corte Inglés, las Galerías Lafayette, una parte de Hollywood y el contubernio judeo-masónico son capaces de convertir el sentimiento más fuerte y brutal en algo cursi, ñoño, dulzón y controlable. Pero no nos dejaremos. Sobreviviremos a este campo de minas lleno de tartas rosa en forma de corazón, tarjetas en las que alguien ha escrito por nosotros alguna idiotez y besos del capitán del equipo de fútbol con la jefa de las animadoras. El amor es otra cosa, un terremoto que nos arrastra y nos convierte en dioses capaces de todo, incluso de sobrevivir a la muerte. El amor es… la hostia, simplemente. No se puede comparar a nada, no hay forma de contarlo ni de ponerlo en palabras, pero artistas, escritores, cantantes, bailarines… lo han intentado desde que el mundo es mundo.

Eso es un beso, sin tontadas

Por eso nos apetece pasar el mes de febrero contando historias de amor, pero de amor de verdad, del que hace que el mundo tiemble. ¿Queréis conocer nuestras propuestas? Pues tenemos unas cuantas, y por cierto, si queréis regalárselas a vuestra pareja entrad aquí y os contamos cómo:

Un escenario ideal para amores legendarios

HISTORIAS DE AMOR EN LA ALJAFERÍA

En sus mil años de historia los muros de la Aljafería han sido testigos de todo tipo de romances, unos reales y otros legendarios, unos más apasionadas y otros menos, algunos con final feliz y otros de lo más desgraciados. Si queréis descubrir cómo se mezclan realidad y ficción en las historias de Gaiferos y Melisendra, Felipe de Gali, el Trovador Manrique de Lara y la hermosa Leonor… os esperamos todos los domingos hasta final de febrero para contároslo.
Cuándo – 27 de enero, 3, 10, 17 y 24 de febrero a las 11’30
Dónde – Frente a las taquillas de la Aljafería
Precio – 8 € por persona (7 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 4 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Para saber más, pinchad aquí.
El Palacio Larrinaga nació de una historia de amor con final ¿feliz?

El Palacio Larrinaga nació de una historia de amor con final ¿feliz?

EL PALACIO LARRINAGA

Al final de la avenida de Miguel Servet hay un palacio lleno de lujo y leyenda que tiene una gran historia de amor detrás. Hace ya más de cien años que el naviero Miguel Larrinaga, cuyos barcos daban la vuelta al mundo desde su sede de Liverpool, se lo regaló a su mujer, Asunción, nacida en Albalate del Arzobispo. Seguro que habéis visto muchas veces sus puertas cerradas al pasar por allí, pero ¿os imagináis cómo es por dentro? ¿Queréis descubrir con nosotros este fascinante lugar? Pues gracias a IberCaja, su actual propietario, ahora tenéis la oportunidad.

Cuándo – Todos los sábados hasta el 16 de febrero a las 11’30
Dónde – Palacio Larrinaga (Avda. Miguel Servet, 123)
Precio – 10 € por persona (9 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 6 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Para saber más, pincha aquí.
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RUTA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA
Aquí donde la veis, Zaragoza ha sido de lo más lujuriosa, dicen que entre otras cosas porque siempre fue ciudad de cuarteles, y donde hay muchos soldados jóvenes… ya podéis imaginar. Tenemos, pues, toda una colección de historias de todas las épocas: del descaro de las vedettes de El Plata y el Oasis al ¿recato? de las monjas del Santo Sepulcro, pasando por las calles de la antigua “putería” en las que contaremos historias de adúlteros de lo más libidinosos. Un sinfín de experiencias lujuriosas e inolvidables.
Cuándo – Sábado 16 de febrero a las 18’00
Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena
Precio –  8 € por persona (5 € con cupón de Regala Zaragoza; entra aquí para descargarlo)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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GRANDES «DRAMONES» DE AMOR

¡¡¡Vuelven nuestras cenas con El Atrapamundos!!! 

¿Os apetece conocer algunas de las más grandes y tremendas historias de amor? Sí, de esas en las que en el tercer acto muere hasta el apuntador: asesinatos, crímenes pasionales, adulterios, amores prohibidos, veneno, puñales en la liga y un poco de todas esas cosas que son la sal de la vida. El soberbio Don Juan, la apasionada Carmen, el vengativo Don Mendo, los amantes de Teruel y sobre todo el trovador, el protagonista de la ópera que Verdi (que en este 2013 cumpliría 200 años) sitúo en la mismísima Aljafería de Zaragoza. Todos ellos os esperan para contaros sus historias.

Eso sí, aunque continuamos con El Atrapamundos cambiamos de dirección, porque se han trasladado a la cafetería del Teatro Romano, un lugar de lo más sugerente en pleno centro de Zaragoza. Y también cambiamos de día, porque nos trasladamos a los sábados, algo que muchos de vosotros nos llevabais pidiendo mucho tiempo.

Cuándo – Sábados 9, 16 y 23 de febrero, y también el jueves 14, Día de los Enamorados.

Dónde – Cafetería del Teatro Romano. Se entra por el lateral del Museo, situado en la Plaza de San Pedro Nolasco

Precio – 22 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363

Si queréis saber más y ver el menú, entrad aquí

teatro

Estas son nuestras propuestas para pasar un febrero de lo más apasionado. Ah, y alguna sorpresa más de la que os iremos informando. De momento, os dejo con mi canción de amor (y desamor, y despecho, y rabia y más amor) preferida: «Pa’todo el año». Porque ya lo decía Sabina, «Las amarguras no son amargas / cuando las canta Chavela Vargas / y las escribe un tal José Alfredo«. Aunque eso sí, os la dejo en la voz de María Dolores Pradera, que a mí me gusta mucho más.

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¿Eres de los que todavía no saben que Félix Navarro es uno de los arquitectos más importantes de la historia de Zaragoza? Pues con estos 10 lugares con sus correspondientes 10 motivos seguro que es suficiente para convencerte. Empezamos.

1 – Un pionero del hierro en el Teatro Pignatelli – Los tres primeros edificios en hierro construidos en España son dos mercados madrileños (el de la Cebada y el de los Mostenses) y un teatro zaragozano, el Pignatelli, que estuvo donde ahora está el edificio de Correos, en el Paseo de la Independencia.

¿Un teatro de hierro? Eso debieron pensar los zaragozanos cuando lo vieron levantar

2 – El Ambos Mundos, el café más grande de Europa (o eso decían) – En 1881 se inauguraba en Zaragoza un café espectacular que seguiría en pie hasta 1955. Estaba en el Paseo de la Independencia, casi enfrente del Teatro Pignatelli, en la zona de la ciudad que estaba creciendo por aquellos años.

¿Un café en el Ambos?

3 – Un palacio de cuento en las afueras de Zaragoza – El Palacio Larrinaga no es un palacio, sino una casa rica, pero como si lo fuera. Un naviero vasco afincado en Liverpool se casó con una chica de Albalate del Arzobispo, y le regaló una «choza» en Zaragoza, justo en el lugar por donde entraban los de Albalate cuando llegaban a la ciudad, para que vieran cómo había progresado su Asunción.

El «chalet» de Miguel y Asunción

4 – La clínica del Doctor Lozano – El prestigioso Doctor Lozano encargó a Félix Navarro en 1903 un edificio que le sirviera de vivienda y de clínica a la vez. Aunque ya no se opera allí a nadie, el edificio se conserva en la esquina del Paseo de Sagasta y la calle Lagasca.

Una vivienda burguesa como Dios manda

5 – Casas para los vivos… y para los muertos – Las mismas familias que encargaban sus casas a los mejores arquitectos en la ciudad, hacían lo propio con sus panteones en el cementerio de Torrero. Félix Navarro también hizo alguno, claro.

Panteón de la familia Maynar

6 – La fábrica de Galletas Patria – En la Avenida de Cataluña está la Fábrica de Galletas Patria, un edificio industrial con empaque monumental. Si algo tenía claro Félix Navarro respecto a la arquitectura industrial es que un edificio en condiciones podía contribuir mucho a la imagen de la marca. La lástima es que de los que hizo en Zaragoza sólo quede este en pie.

¿Cuál será la próxima función de este edificio?

7 – La Escuela de Artes – La Escuela ya tenía unos años, pero el edificio se construyó para la Exposición Hispano-Francesa de 1908. Como se le añadió un piso se fue transformando el aspecto original, así que os pongo una fotografía antigua para que veáis cómo la dejó Félix Navarro.

No os perdáis la torre Eiffel que hay sobre el reloj

8 – Monumento al Justicia – Félix Navarro estuvo mucho tiempo a vueltas con este monumento, y cuando por fin se inauguró los sectores conservadores de la ciudad consiguieron desplazarlo de la Plaza de España (para donde estaba proyectado) hasta la la Plaza de Aragón, colocando en su lugar el Monumento a los mártires de la Religión y la Patria.

El Justicia, en su pedestal

9 – La Torre de los Sitios, un monumento que no se hizo – Para el gran monumento a los héroes de los Sitios que se iba a hacer en la Exposición Hispano-Francesa de 1908 Félix Navarro presentó un proyecto que era, a la vez, un homenaje a la Torre Nueva, que se había derribado unos años antes. No se hizo (el que se construyó es fantástico, en cualquier caso), pero tenemos el dibujo para hacernos a la idea.

La nueva Torre Nueva

10 – El Mercado más moderno. En 1903 se inauguró el magnífico edificio del Mercado Central, construido casi íntegramente en hierro (enmascarado en las fachadas por materiales tradicionales, eso sí). Hoy sigue en pie y es uno de los monumentos más imponentes de Zaragoza, la obra maestra de Félix Navarro, sin ninguna duda.

Pese a que en los años 70 hubo quien intentó tirarlo, el Mercado sigue ahí «viendo pasar el tiempo»

Hemos visto un teatro, un café, una escuela, una clínica, una casa de viviendas, otra unifamiliar y hasta un palacio, una fábrica, un mercado… en fin, todo lo necesario para que funcione una ciudad. Y es que Félix Navarro hizo de todo y fue uno de los principales responsables en la transformación de aquella ciudad que salía del siglo XIX y entraba en el XX pisando fuerte, moderna y dinámica gracias, en parte, a un arquitecto que supo traer la vanguardia sin dejar de beber de la tradición en ningún momento.

Gracias a Félix Navarro Zaragoza fue más hermosa, más moderna, más cómoda y agradable para sus ciudadanos. Si quieres descubrir cómo fue aquella ciudad que él contribuyó a transformar, en una ruta en la que conoceremos edificios tan distintos como el Mercado Central o la Escuela de Artes, el Monumento al Justicia, edificios de viviendas… ponte en contacto con nosotros en el 976207363, pues podemos realizar la ruta en cualquier momento para un grupo.

Y si quieres descubrir una de sus obras más singulares, el Palacio de Larrinaga, ahora tienes la oportunidad. Todos los sábados de diciembre a las 11’30 podrás participar en una visita a un palacio lleno de lujo y leyenda que tiene una gran historia de amor detrás. Hace ya más de cien años que el naviero Miguel Larrinaga, cuyos barcos daban la vuelta al mundo desde su sede de Liverpool, se lo regaló a su mujer, Asunción, nacida en Albalate del Arzobispo. Seguro que habéis visto muchas veces sus puertas cerradas al pasar por allí, pero ¿os imagináis cómo es por dentro? ¿Queréis descubrir con nosotros este fascinante lugar? Pues gracias a IberCaja, su actual propietario, ahora tenéis la oportunidad.

Cuándo – todos los sábados a las 11’30
Dónde – Palacio Larrinaga, Avda. Miguel Servet 123
Precio – 10 € (9 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 6 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí.

Y si queréis saber más sobre Félix Navarro…

Félix Navarro, el Eiffel de Zaragoza – Nace la arquitectura del hierro

Félix Navarro – un paseo en imágenes por la historia del Mercado Central

Zaragoza y Félix Navarro

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«Pisa morena, pisa con garbo / que un relicario, que un relicario / me voy a hacer. / Con el trocito de mi capote / que haya pisado, que haya pisado / tan lindo pie». Así cantaba nuestra paisana Raquel Meller uno de sus grandes éxitos, «El relicario». Oigámosla, antes de entrar en materia.

¿Qué es eso de un relicario? Pues la cosa es sencilla: un objeto para guardar reliquias, así de fácil. Y una reliquia, ¿qué es? Pues si acudimos al diccionario de la Real Academia nos da bastantes definiciones, pero todas van por el mismo camino. Algo del pasado, que se ha conservado de forma casi milagrosa. Y además, algo por lo que tenemos una especial veneración: el abanico con el que la bisabuela se quitaba los sofocos, por poner un ejemplo. Pero hay más, y aquí viene lo que nos importa: una reliquia es un trozo del cuerpo de un santo, o de Cristo, o de la Virgen, o algo que tuviera relación con ellos. Desde el prepucio de Cristo hasta el polvo de la Santa Casa, pasando por las plumas del arcángel Gabriel, gotas de leche de la Virgen o la túnica de San Vicente, de la que hablábamos ayer. Y claro, como una reliquia es algo muy apreciado y querido no se puede guardar de cualquier manera, ni mucho menos. Necesitamos un relicario cuanto más rico mejor, que no es para guardar cualquier cosa. Y no sólo eso: cuando tenemos muchas reliquias guardadas en muchos relicarios podemos hacer grandes y espectaculares armarios para guardarlo todo, o incluso una capilla cubierta de reliquias desde el suelo hasta el techo, como la que hay en la iglesia del Seminario de San Carlos.

Armario-relicario de la sacristía de la Seo, en una foto antigua

En Zaragoza tenemos reliquias de lo más variadas, aunque tengo que reconocer que yo tengo debilidad por una: el mechón de pelo de la Magdalena que se conserva en la iglesia de la ídem. Es fascinante, porque a la Magdalena, que sería lo que fuera, pero que tiene fama de suelta, fresca y desahogada, se la representa precisamente con el pelo tan suelto como ella. ¿Y eso por qué? Pues por dos razones. La primera es que las mujeres decentes lo llevaban siempre recogido en un casto moño, claro, y la segunda es porque le lavó los pies a Cristo con perfume (y por eso siempre se la representa con un frasco) y se los secó con su propia melena.

¿Quién le iba a decir a esta Magdalena penitente, sensual y maravillosa de Ribera, que hoy vive en el Prado, que un mechón de sus cabellos acabaría en Zaragoza?

En cualquier caso, hoy no vamos a hablar de la Magdalena, sino del patrón de Zaragoza: San Valero, rosconero y ventolero. ¿Veis esta foto? Corresponde a la parte inferior del retablo de la Seo. Si os fijáis veréis que hay nueve huecos: puerta-escena-busto-escena-busto-escena-busto-escena-puerta.

En la parte de abajo del retablo de la Seo hay tres espectaculares bustos-relicarios hechos en los talleres de Avignon, donde estaba en aquel momento la sede del papado

Los tres bustos representan a tres santos muy relacionados con la archidiócesis de Zaragoza: San Lorenzo, San Valero y San Vicente. Y los tres contienen en su interior reliquias de cada uno de ellos. Ayer hablamos de San Vicente y hoy le toca el turno al patrón, San Valero, que como está en el centro salta a la vista que es el más importante de los tres, o por lo menos el que nos toca más de cerca.

Con este relicario tan impresionante, ¿qué reliquia se conservará dentro?

Ya contábamos ayer que un gobernador romano, un tal Daciano, intentó que Valero, obispo de Zaragoza, y su diácono Vicente, veneraran a los dioses paganos. Ellos se encabezonaron en que no, así que Daciano, que era muy suyo, martirizó a Vicente y desterró a Valero a tierras del Somontano. Allí murió el hombre, y como tenemos la costumbre de no dejar tranquilos los cuerpos de los santos el suyo acabó, con el tiempo, en Roda de Isábena, en cuya catedral se guardaba (seguramente entero) hasta que se conquistó Zaragoza. Pero ya sabéis que a los santos difícilmente se les deja reposar después de muertos, y descuartizarlos es una costumbre de lo más extendida. Así que primero se trajo a la ciudad un hueso del brazo (que es la forma que se le dio al correspondiente relicario, que se conserva en su capilla de la Seo y que se besa el día del santo, cada 29 de enero) y luego… ¡¡¡nada menos que el cráneo, la calavera de San Valero!!! ¿Os imagináis dónde está? Pues claro, dentro del busto, no podía ser en otro lugar. Parece ser que cuando llegó a la ciudad la reliquia hizo un milagro, sacando el demonio del cuerpo de una mujer. ¿Queréis verlo? Pues para ver al mismísimo demonio en forma de una especie de murciélago repugnante salir del cuerpo de la mujer, ante la admiración y el susto de media Zaragoza, tendréis que ir a ver un día de estos el retablo mayor de la Seo, porque allí está todo.

Reconstrucción a partir del cráneo del Papa Luna

Pero aún hay más cráneos en esta historia. Resulta que siempre se había dicho que el busto de San Valero era un retrato de Benedicto XIII, el Papa Luna (que fue quien pagó los tres, además de uno de Santa Engracia que no se conserva). No había confirmación, pero ahora la hay, y todo gracias a que su cráneo se conserva. En realidad se conservaba todo el cuerpo momificado en la capilla de su palacio de Illueca (se llevó allí unos años después de que muriera en Peñíscola), pero en el siglo XVI a un sacerdote italiano que pasaba por allí no le debió gustar aquello, la emprendió a palos con la momia y la dejó hecha una pena. Parece ser que tiempo después, en época de la Guerra de Sucesión, los franceses tiraron el cuerpo al río y sólo se salvó la calavera, que rescataron unos labradores.

El cráneo del Papa Luna. Polvo somos, no hay más

Por cosas de matrimonios la calavera pasó a estar en la capilla del palacio de los condes de Argillo en Sabiñán, y así, con el palacio en ruinas, llegamos al 7 de abril del 2000. Ese día se cumple la profecía que San Vicente Ferrer había hecho quinientos y pico años antes: «Para castigo de la soberbia del Papa Luna, con su cabeza algún día jugarán los niños a modo de pelota«. ¡¡¡Qué clarividencia!!! Efectivamente, dos hermanos de Sabiñán la robaron ese día para pedir un rescate de un millón de pesetas. ¿Queréis leer el primer anónimo que mandaron? Pues abrochaos el cinturón, que la cosa lo merece:

HOLA SIQUEREIS LA CABEZA DEL PAPA LUNA REBELAR LAS FOTOS Y LAS BEREIS. YO ME PONDRE EN CONTACTO CON BOSOTROS. ME LLAMO JESUS ANTONIO EL COLECCIONISTA

Las criaturas, aparte de haber jurado odio eterno a la ortografía, compraron el carrete de fotos en una tienda del pueblo y sellaron la carta en la Oficina de Correos de Sabiñán (donde preguntaron si era posible enviar un sobre sin remite, los angelicos). Vamos, que fueron dejando todo un reguero de pistas.  ¿Queréis leer el segundo anónimo?

OLA SEÑOR JAVIER COMO USTED YA SABRA TENGO EN MI PODER EL CRANEO ASI QUE ESIJO UN MIYON DE PESETAS.

Aún hubo otro anónimo, en el que se muestran de lo más picajosos.

NO YAME A LA POLICIA NI TAMPOCO A ANTENA 3 YA QUE ESTOS SE HAN BURLADO DE MI FORMA DE ESCRIVIR

Sin palabras. Tras una cita con el alcalde en la arboleda de Macanaz de Zaragoza (a la que no acudieron), otro anónimo en el que decía que estaban practicando ritos satánicos con la cabeza… el culebrón acabó, cinco meses después de que empezara, con la recuperación del cráneo, su declaración como Bien de Interés Cultural y un estudio que dio como resultado que sí, que era de un anciano de época del Papa Luna y que todo hacía pensar que pudiera ser él. ¿Sabéis cuál fue la prueba definitiva? Pues que los rasgos de aquel cráneo coincidían casi exactamente con los del busto-relicario de San Valero. ¿Casi? Pues sí, porque el Papa se había mandado retocar la nariz en el retrato (por lo visto la tenía muy aguileña y al hombre no le gustaba). Pura coquetería pontificia, vamos. En fin, que si queréis saber todos los detalles lo mejor que podéis hacer es pinchar aquí para leer el blog de Antonio Tausiet, o leer «Papa Luna. El rescate de un Pontífice olvidado«, escrito por Jesús Pastor y Octavio Rani, guardias civiles que participaron en el rescate.

Si queréis descubrir LOS SECRETOS DE LA SEO no os podéis perder la visita que hemos preparado para los sábados de julio y agosto a las 10’30, con la fresca:

Cuándo – Sábados de julio y agosto a las 10’30 de la mañana
Dónde – Puerta principal de la Seo
Precio – 10 € por persona (jubilados, 8 €; parados, 5 €)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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San Vicente, con su inseparable rueda de molino, en su capilla de la Seo

Cuenta la tradición que allá por el 304 d.C. moría en Valencia, martirizado por los romanos, Vicente de Zaragoza (aunque parece que había nacido en Huesca). Era diácono del obispo San Valero quien, al ser tartamudo, le dejaba al cargo de la predicación. Sobre su martirio circulan historias de lo más variadas, empezando por cargarle las culpas al gobernador romano Daciano (un ser maligno y perverso sin límites que aparece en montones de tradiciones, historias o leyendas por toda España, y que parece que no hubiera hecho otra cosa en su vida que martirizar cristianos con una saña digna de mejor causa).

Interrogatorio de Sän Vicente y San Valero por Daciano

Daciano detuvo a Vicente y a Valero por cristianos, claro, y los mandó llevar ante él. ¿Veis el relieve del retablo de la Seo de Zaragoza? Pues bien, de los dos que aparecen abajo a la izquierda con las manos atadas Vicente es el jovencico, y Valero el más viejete. De los tres con cara de malos que hay a la derecha Daciano es el del centro, el que tiene la barba rubia y está sentado en una silla de tijera. Como no hubo forma de que adoraran a los dioses paganos (los de la esquina superior derecha, desnudos o casi, como buenos paganos), que era de lo que se trataba, Daciano, que no podía jugarse el prestigio, actuó. A Valero (que aún no era santo, pero se lo estaba ganando) lo mandó desterrado a Enate. A Vicente le empezó a hacer todo tipo de perrerías para que renunciara a su fe. Le puso en el potro hasta que le descoyuntó las articulaciones, le abrió las tripas con unos garfios… en fin, que no sigo porque ya os podéis hacer una idea de la situación. Al final Vicente se murió, claro, y lo arrojó a un muladar en las afueras de Valencia (porque todo esto estaba pasando en Valencia, no sé si os lo había dicho). ¡¡¡Pasmaos!!! Los animales respetaban el cuerpo, y unos cuervos lo protegían para que ninguno se lo comiera. Y esto a Daciano le tocó el amor propio, normal, así que puso manos a la obra y tiró el cuerpo al mar atado a una rueda de molino. ¿Queréis ver lo que pasó? Pues mirad este cuadro.

En este cuadro que hay en la capilla de San Vicente, en la Seo, queda todo bien claro

El cuerpo de San Vicente sobre la rueda de molino, que flota sobre las aguas del mar, y con los cuervos vigilantes, por si acaso. La cuestión es que después de esto… Después de esto, nos vamos de viaje.

Escudo de Lisboa, con el barco, los cuervos…

Cuando uno pasea por Lisboa hay algo relacionado con Zaragoza que está por todas partes. En las farolas, en las papeleras, en los membretes de las cartas oficiales, en el pavimento… ¿No os imagináis qué puede ser? Pues el escudo de la ciudad, un barco con dos cuervos. ¿Y qué tiene que ver? Si fuera la Virgen del Pilar, un adoquín, yo qué sé… estaría claro. Pero así… ¿No os imagináis lo que pasó? Pues eso mismo, que los cristianos de Valencia pusieron el cuerpo de San Vicente en un barco, vigilado por los cuervos, y él solico fue navegando, navegando… hasta el sur de Portugal, ni más ni menos. Si esto no es un milagro, que baje Dios y lo vea. El caso es que hoy, en el escudo de Lisboa, aparece ese barco con los cuervos protegiendo a San Vicente, y dominando todo el paisaje de Alfama está la espectacular basílica de San Vicente da Fora (de fuera, fuera de la muralla) pagada por Felipe II cuando logró ser rey de Portugal. Allí sigue estando el cuerpo (el suyo o… el de quien sea). La próxima vez que vayáis a Lisboa no os perdáis el increible placer de caminar por sus tejados con el Tajo a vuestros pies. Por cierto, la cúpula que aparece por detrás en la fotografía es el Panteón Nacional, y ¿sabéis a quién está dedicado? Pues a Santa Engracia (santa portuguesa, por otra parte). Más zaragozano todo, imposible.

Sao Vicente da Fora

Si estáis pensando que San Vicente está tranquilo y completo en su tumba, estáis completamente equivocados. Está repartido en trocicos por media Europa, que para eso fue uno de los santos más venerados de toda la Edad Media. Así que continuamos nuestro viaje para irlo reconstruyendo y volvemos a Valencia, porque ¿los valencianos no se quedaron nada? Pues no sabemos si se lo cortaron antes de montarlo en el barco o lo reclamaron después, pero el caso es que tienen el brazo incorrupto (y un poco chamuscado, de tanto martirio) en una capilla de la catedral de Valencia. Eso sí, lo suyo les ha costado recuperarlo, pues un obispo de finales del siglo XI parece que era aficionado a llevárselo de viaje. Se fue para Tierra Santa y se llevó el brazo para que le protegiera de las adversidades del camino (que eran muchas en aquellos tiempos, eso hay que reconocerlo), y como el hombre se murió en Italia allí se quedó el brazo… ¡¡¡hasta 1970!!! Volvió en una fragata de la Armada española con todos los honores, pero incompleto: le falta un pulgar, que continúa en paradero desconocido.

El brazo, en su urna

Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Nos vamos ahora para París, ni más ni menos. Resulta que allá por el siglo VI un rey de los francos tomó Pamplona y llegó hasta Zaragoza. No consiguió tomarla, pero se llevó a París la túnica de San Vicente (¿pero no habíamos quedado que el cuerpo estaba en Lisboa?). Parece ser que el hombre se enteró de que los habitantes de Zaragoza habían colocado la ciudad bajo la protección del santo, y como vio que la cosa funcionaba… pues se llevó la túnica. No me preguntéis como consiguió hacerse con ella sin conquistar la ciudad, porque para esto no tengo respuesta. El caso es que en su honor hizo construir a las puertas de París el monasterio de Saint Germain des Prés, o sea, de los prados (hoy famoso por los cafés que lo rodean, donde miraban la vida pasar Sartre, Simone de Beauvoir, Juliette Greco y compañía).

Saint Germain des Prés, después de siglos de obras

¿Creíais que ya habíamos acabado de viajar? Pues para nada, porque el pobre San Vicente está repartido un poco por todas partes, tanto que da que pensar si en un solo hombre cabe tanto hueso. Os dejó aquí algunos ejemplos, entre los muchos que hay:

En Brindisi (Italia) tienen un dedo. ¿Será el pulgar desaparecido? No lo parece, la verdad

Estamos en Dijon (Francia), y el hueso de San Vicente, perfectamente etiquetado, es el segundo empezando por arriba

¿Y en Zaragoza? Porque al fin y al cabo, aunque naciera en Huesca (algo sobre lo que hay dudas, la verdad), de toda la vida es sabido que «el buey no es de donde nace, sino de donde pace», y la carrera la hizo en Zaragoza. La cuestión es que en la Edad Media un rey de Aragón pidió a un rey de Portugal que tuviera un detalle y le mandara un trozo del santo. Aún la conservamos, que para algunas cosas seremos dejaos, pero para otras… en el retablo mayor de la Seo está este busto-relicario, y dentro… pues eso, que está dentro. Ahora mismo no sé qué parte del cuerpo será la que se conserva en su interior, pero desde luego el relicario es maravilloso. Es uno de los cuatro que regaló el Papa Luna a finales del siglo XIV y que se habían hecho en los talleres de Avignon (los otros son los de San Lorenzo y San Valero, además del de Santa Engracia, este último desaparecido).

Busto-relicario de San Vicente

Si queréis descubrir LOS SECRETOS DE LA SEO no os podéis perder la visita que hemos preparado para los sábados de julio y agosto a las 10’30, con la fresca:

Cuándo – Sábados de julio y agosto a las 10’30 de la mañana
Dónde – Puerta principal de la Seo
Precio – 10 € por persona (jubilados, 8 €; parados, 5 €)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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¿Qué se esconde detrás de esta portada tan sencilla?

En pleno centro de Zaragoza hay un magnífico edificio, enorme y monumental. Es el antiguo Colegio de la Inmaculada y el Padre Eterno, que tras la expulsión de los jesuitas (a los que pertenecía) en 1767 se convirtió en Real Seminario de San Carlos Borromeo. Todo el mundo sabe dónde está, pero estar, lo que se dice estar… mucho menos. Eso sí, es vox populi que es uno de los interiores más impresionantes de la ciudad, y que precisamente por eso está solicitadísimo para casarse allí. De hecho, uno de los comentarios más repetidos en relación con esta iglesia es: «Yo estuve allí en una boda«.

Simplemente fastuoso

Este lugar tiene una larga historia. Para empezar, si retrocediéramos quinientos y pico años nos encontraríamos aquí con la sinagoga mayor de la ciudad, pues estaríamos en pleno centro de la judería. Tras la expulsión de los judíos en 1492 quedó abandonada, hasta que décadas después la compraron los jesuitas. Durante un tiempo la utilizaron como capilla, hasta que construyeron su colegio y la tiraron para hacer la iglesia. Por aquí pasaron jesuitas tan ilustres como Baltasar Gracián, uno de los escritores fundamentales del Barroco español, que dio clases en sus aulas y escribió aquí algunas de sus obras; o San José de Pignatelli, que fue uno de los principales artífices de la restauración de los jesuitas después de su desaparición…

Baltasar Gracián fue uno de los más ilustres habitantes de este lugar

La iglesia se fue enriqueciendo a lo largo del siglo XVII y la primera mitad del XVIII, hasta convertirse en uno de los conjuntos más espectaculares y mejor conservados en la actualidad del Barroco español. A finales del siglo XVII, p.ej., los duques de Villahermosa construyeron aquí una magnífica capilla para enterrarse, que entre otros tesoros artísticos cuenta, además de las dos tumbas monumentales de los duques, con un conjunto de cuadros de Vicente Berdusán.

La capilla de San José, con sus pinturas en el techo

Poco después, a principios del siglo XVIII, se redecoró la iglesia con una estética barroca muy cercana al gusto del rococó. Sorprendentemente, y a pesar de que durante los Sitios voló justo aquí al lado un polvorín que se llevó por delante parte del edificio, esa decoración se ha conservado íntegramente y convierte la iglesia es una especie de fabuloso cofre del tesoro. Aunque para todo hay gustos, pues en pleno siglo XVIII Antonio Ponz, mucho más clásico y austero, digo de ella que «haga usted cuenta que viene a ser una tienda de espejero». Lo dicho, para gustos. En cualquier caso, más que el valor individual que pueda tener cada una de las piezas lo verdaderamente impresionante es el conjunto, que constituye un auténtico viaje en el tiempo.

El coro de la iglesia

Aquí no acaba la historia del edificio, ni mucho menos. En 1767 fueron expulsados los jesuitas de España, y su antiguo colegio se convirtió en Real Seminario de San Carlos Borromeo (una institución que ya existía y que se trasladó aquí), un seminario sacerdotal, que no es lo mismo que uno de novicios (ese estaba en la plaza de la Seo hasta que se trasladó al edificio de Casablanca, el que hoy ocupa el Ayuntamiento). Hoy el antiguo colegio es, también, residencia de sacerdotes. En fin, una mezcla así de Historia, Arte, Literatura… y en pleno centro de Zaragoza, se merece una visita detenida. Por eso os proponemos que nos acompañéis a descubrir este lugar fascinante.


Si queréis descubrir 10 de las 10.000 razones por las que no os podéis perder este lugar, pinchad aquí. Y si queréis visitarlo, este mes de diciembre tenéis la oportunidad de hacerlo:

  • Cuándo – 5, 6, 7, 14, 20 (completo), 21, 27 y 28 de diciembre a las 17’00
  • Dónde – Puerta de la iglesia de San Carlos
  • Precio – 10 € por persona (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 8 €; parados, 5 €)
  • Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

 

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Este mes de diciembre vuelven nuestras «cenas urbanas», y los miércoles 12 y 19 pasaremos un buen rato en una ciudad que me tiene loco, pero loco, loco: la incomparable Nueva York, el lugar más efervescente, dinámico y estimulante que existe en la Tierra.

Aunque la canción la estrenó la increíble Liza Minnelli, hay que ser justos y reconocer que fue Frank Sinatra el que le dio fama universal y la convirtió en un himno. Y es que no se puede retratar mejor a la ciudad en la que todo es posible, en la que cada día está lleno de oportunidades y cualquier cosa puede pasar.

«I want to be a part of it…», como dice la canción

¿Queréis pasar una velada en la ciudad más excitante del mundo? Pues no lo dudéis, porque si hay un mes en el que Nueva York es más, muchísimo más, es diciembre. A mí la Navidad ni me gusta ni me deja de gustar, la verdad (yo soy más de Semana Santa), pero en Nueva York es otra cosa. ¿Y por qué? Pues porque sólo hay una forma digna de ser hortera, y es a lo grande. Un Papá Noel solitario en una esquina repartiendo publicidad, pues ni fu ni fa, la verdad. 150 viniendo por la Quinta Avenida, haciendo sonar sus campanas y cantando todos a la vez «Let it snow«… eso es un subidón. Un árbol de Navidad corriente con cuatro luces tristes, pues una penica como otra cualquiera. El Rockefeller Center Christmas Tree (sí, ya sé que es una pedantería ponerlo en inglés, pero es que no se le puede llamar de otra manera), con la pista de patinaje a sus pies y el rascacielos más elegante de la ciudad detrás, todo lleno de luces de colores… pues otro subidón, que queréis que os diga.

No se ve en las imágenes, pero hay como medio millón de personas (no exagero, medio millón, o eso dicen ellos) con la nariz colorada y el gorro hasta las orejas, muertos de frío. Yo estuve una vez y actuaron Enrique Iglesias y Britney Spears, pero he conseguido superarlo y recordar sólo lo bueno. El ambientazo, la fiesta, las rockettes del Radio City Music Hall…

Por lo menos una vez en la vida hay que ir al «Radio City Christmas Spectacular», el increíble montaje navideño del Radio City Music Hall

Por cierto, ¿habéis oído hablar de las rockettes? ¿Cómo os lo explicaría yo? A ver, lo primero de todo, hay que ser o muy hortera o muy postmoderno para disfrutar de ellas, pero si cumples cualquiera de esos dos requisitos… no puedes perdértelas, porque no olvidarás nunca lo que has disfrutado. Ahí va un ejemplo.

En fin, que en las próximas semanas seguiremos hablando de Nueva York en Navidad: el belén napolitano del Metropolitan Museum, el Ejército de Salvación en las esquinas de la Quinta Avenida, la música de Cole Porter o Bing Crosby, películas como «¡Qué bello es vivir!» y muchísimas otras… Si quieres conocer estas y muchas otras historias… no te puedes perder nuestras cenas de los miércoles 12 y 19 de diciembre. ¿Queréis saber el menú? Pues os hemos preparado un paseo gastronómico por algunos de sus barrios, que es como decir una vuelta al mundo en ochenta minutos:

  • Chinatown (chino) – Dumplings de cerdo y gambas
  • Williamsburg (judío) – Latkes de patata y cebolla con salsa de yogur
  • Harlem (negro) – Costillas BBQ
  • Manhattan (mezcla total) – New York Cheesecake (o sea, la mejor tarta de queso que existe)
Y es que, aunque sigue habiendo gente que cree que los americanos no saben comer, en ningún lugar del mundo es posible comer tan bien, tan variado, tan original, tan todo… como en Nueva York. Y todo ello aderezado con música, cine, historias y muchas cosas más. No os lo podéis perder.

Dónde – Restaurante El Atrapamundos (C/ Mefisto, 4)

Cuándo – Miércoles 12 y 19 de diciembre

Precio – 22 € por persona

Forma de reserva – Llamando al 976207363 o entrando aquí

 

Y si queréis conocer más historias, aquí os dejo algunos posts de nuestro blog:

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Esos ojos, esa boca, esos dedos… ¡¡¡Qué miedo!!!

Seguramente Béla Lugosi es una de esas personas a las que nunca invitarías a cenar, por si acaso (¿o sí?). Drácula es igualico, igualico que él, no hay más. Y es que ya desde pequeño Béla estaba destinado a convertirse en el conde más famoso del mundo. Para empezar, nació en la mismísima Transilvania, concretamente en Lugoj, y por eso se puso de nombre artístico Béla (que era su nombre real) Lugosi (o sea, el de Lugoj). Vamos, como Marifé de Triana, pero en rumano. No sabemos si por su origen, por su aspecto físico o por todo junto, pero el caso es que interpretó tantas veces al vampiro más famoso de todos los tiempos y se sintió tan identificado con él que cuentan que llegó a creérselo. Tanto, que pidió que le enterraran vestido con su capa negra forrada de satén rojo. ¿Cómo lo veis?

Después de ver esto, ¿quién se atreve a asegurar que los vampiros no existen?

Cuenta una vieja leyenda de Hollywood (probablemente más falsa que Judas) que en el entierro de Béla Lugosi se juntaron dos astros del cine de terror, Vincent Price y Peter Lorre, y mirándolo dijeron: «¿No deberíamos clavarle una estaca por si acaso?«. No lo hicieron, entre otras cosas porque parece que ninguno de los dos estuvo realmente en el funeral, pero aunque sea falsa la anécdota es genial. Y seguro que lo mismo piensan los que hicieron este muñeco «encantador».

¿Os imagináis dormir con «esto» en la habitación?

Pero estamos yendo muy deprisa. Es verdad que la muerte es el nacimiento a la no-vida de un vampiro, pero… ¿qué sabemos del auténtico Béla? Pues para empezar, que nació en 1882, 15 años antes de que Bram Stoker escribiera su novela «Drácula«. Y que al principio se ganó la vida como actor haciendo papeles «normales«. Y que por sus ideas políticas de izquierdas tuvo que marcharse primero a Alemania y luego a Estados Unidos, sin un céntimo en el bolsillo y pagándose el viaje trabajando en las máquinas del barco. Y que con treinta y tantos años encontró el papel de su vida. A partir de 1927, cuando empezó a interpretarlo en Broadway, y todavía más cuando lo llevó al cine en 1931, Béla Lugosi sería para todo el mundo el conde Drácula, y viceversa.

Drácula nunca fue tan elegante

No era la primera vez que la novela se llevaba al cine. Murnau había rodado en Alemania, en 1922, una película inolvidable: «Nosferatu«, aunque tuvo que cambiar el nombre de Drácula por el de Conde Orlok por no haber conseguido de la viuda de Bram Stoker los derechos de la novela.

De tan feíco casi da ternura, ¿verdad?

Nosferatu es un ser monstruoso, horriblemente feo y desagradable, con rasgos de roedor y largas uñas. Nada que ver con el Drácula que encarnará Béla Lugosi nueve años después: apuesto, seductor, impecablemente vestido… todo un galán.

Como para decirle que no, con ese gesto que tiene de estar encantado de haberte conocido

Aunque Tod Browning, que fue contratado por la Universal Pictures para dirigir «Drácula» en 1931, buscaba un actor desconocido para que resultase aún más siniestro (se decía que para «Nosferatu» habían contado con un auténtico vampiro para representar el papel, y había que estar a la altura), el estudio le impuso en el cásting a Béla Lugosi, que llevaba tres años representando al conde en el teatro con un enorme éxito. El acierto fue total. Béla pudo usar todos los recursos aprendidos durante 30 años de profesión: los gestos de la cara, su mirada penetrante, unas manos que pueden expresar desde el mayor refinamiento hasta el más absoluto terror, una media sonrisa capaz de helarte la sangre en las venas y un acento centroeuropeo que hacía aún más creíble el personaje. Os dejo aquí una escena para que podáis comprobarlo.

Ese ambiente de castillo gótico en ruinas combinado con la elegancia británica del vestuario; el conde parado en mitad de la escalera, con el candelabro en la mano; las sombras que lo cubren todo; el aullido de los lobos, «children of the night«, hijos de la noche, la música preferida del conde… ¡¡¡Inolvidable!!! He puesto la versión inglesa para que disfrutéis de la voz de Béla, de su hablar lento y parsimonioso, de sus movimientos tan elegantes como precisos, tan lentos como contundentes… todos los recursos que había adquirido en 30 años de profesión están aquí.

El conde quiere trasladarse a vivir (bueno, a no-vivir, para ser exactos) a Londres y ha contactado con un despacho de abogados para comprar una propiedad. Renfield será el primer enviado a Transilvania para resolver los detalles. El conde le recibe, le dice que ya ha cenado y echa una primera mirada a los contratos. Su invitado se corta con un cuchillo, aparece la sangre por primera vez y poco después el conde le da las buenas noches (una ironía como otra cualquiera). Cuando Renfield (que algo ya se debe oler) abre la ventana, ve revolotear un murciélago, y al poco llegan tres «vampiras» (lo de vampiresa sería más adecuado para ese tipo de mujer que es la perdición de los hombres, aunque no les saque la sangre literalmente), a las que el conde expulsa de allí. Esa misma escena de la cena aparece en muchas otras películas. ¿Queréis verla en alguna? Pues por ejemplo, pinchad aquí para ver cómo Nosferatu recibe a su invitado (id hasta el minuto 20, 18 segundos), o aquí para ver cómo en el año 2.000 se recreó aquel rodaje en «La sombra del vampiro«, una película en la que John Malkovich interpretó a Murnau, el director, y en la que se daba como real la leyenda de que contó con un vampiro auténtico para su conde Orlok. Cine que bebe del cine que bebe del cine que bebe de una novela que bebe de innumerables tradiciones que beben de la vida misma. Eso es arte, y del bueno.

Una imagen de la misma escena en el inolvidable «Drácula» de Coppola. El conde, su sombra (que va por libre) sobre el plano de Londres, el pasante enviado por el despacho de abogados…

Aquella película fue el mayor acierto de Béla Lugosi. Su mayor error lo tuvo muy poco después, cuando rechazó el papel de Frankestein, que llevaría al estrellato al que sería su eterno rival, Boris Karloff. Haría muchas más películas de terror, pero poco a poco su carrera se iría deslizando hacia abajo, pasando a la Serie B y más abajo aún. Murió arruinado y consumido por la morfina en 1956, pero los mitos nunca mueren. Hoy está enterrado en el cementerio de Holy Cross, cerca de Los Angeles, en una estupenda compañía. Si de noche vuelve a la vida podrá bailar con Ryta Hayworth mientras suena la música de Bing Crosby y John Ford dirige la escena, pues todos ellos (y muchos más) también están enterrados allí. Una compañía estupenda para pasar la eternidad, para qué nos vamos a engañar. Su tumba sigue siendo visitada por sus admiradores, que a lo mejor esperan verlo aparecer por allí en cualquier momento, quizá en forma de murciélago.

Si esta lápida pudiera hablar…

Alguien decía, siempre que hablaba de él: «He’ll be back«, o sea, volverá. Aquellas palabras fueron proféticas, porque Tim Burton volvió a darle vida en una estupenda película dedicada al peor director de cine de todos los tiempos, «Ed Wood«, con el que hizo sus últimos trabajos (Martin Landau consiguió el Oscar por su memorable interpretación de una estrella en la decadencia, y Johnny Depp, que interpreta a Ed Wood, vive hoy en la casa de Béla Lugosi, que la vida da muchas vueltas). ¿La habéis visto? Pues aquí os dejo un enlace a youtube para que podáis verla entera (está en varias partes, pero completa; cuando acabe cada una pinchad en la siguiente y ya está). En cualquier caso, como no quiero que os quedéis con esa imagen de un Béla olvidado por todos, enganchado a las drogas, arruinado… os dejo una imagen del actor en su esplendor:

Nunca habrá otro vampiro más elegante y seductor

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Va a hacer 450 años que se pintó uno de mis cuadros preferidos: «El triunfo de la Muerte«, de Pieter Brueghel el Viejo. No me preguntéis por qué ya me quedaba embelesado delante cuando mis padres me llevaban al Museo del Prado hace muchos, muchos años, porque no lo sé. Lo que sí recuerdo es lo que pensaba siempre: «por favor, por favor, por favor… si me tengo que morir que sea después de Semana Santa» (después de pasarla en Híjar, claro, tocando el tambor con mi gente).

«Cuando tú llegas airada / todo lo pasas de claro / con tu flecha», decía Jorge Manrique

Me sigue fascinando este cuadro. Su sentido está muy claro: la muerte siempre vence. ¿Siempre? Eso ya lo veremos, porque nosotros también tenemos nuestros pequeños (y no tan pequeños) triunfos sobre ella, pero lo que está claro es que viendo este cuadro no da esa impresión. Vamos a detenernos en alguno de sus detalles, pero como somos gente educada vamos a empezar por la protagonista, la propia Muerte, cabalgando sobre un caballo rojizo y dirigiendo a sus huestes.

La Muerte, cabalgando sobre su escuálido caballo y con la guadaña en la mano

Todos tenemos que morir, esto es una verdad indiscutible, pero ¿siempre ha sido así? Pues no, porque hubo un tiempo en que fuimos inmortales,o al menos eso cuenta la tradición cristiana, para la que la Muerte es una consecuencia del hecho de que Eva cogiera la manzana del árbol del Bien y del Mal y ella y Adán fueran expulsados del Paraíso. A partir de entonces los hombres no sólo estuvimos condenados a trabajar, sino también a morir. En cualquier caso, lo que siempre se ha considerado una condena, bien mirado, ¿no fue una liberación? Luego volvemos sobre eso, pero antes viene la primera victoria sobre la Muerte. ¿Os imagináis cuál es? Pues la resurrección de Cristo, claro. Y como según el Cristianismo Dios nos hizo a su imagen y semejanza… la consecuencia directa es que también resucitaremos.

La sangre de Cristo escurrió desde la cruz hasta el cráneo de Adán, limpiándolo así del pecado original y abriéndonos otra vez las puertas de la Eternidad, aunque sin liberarnos del trago de la Muerte

Sonarán las trompetas que nos convocarán al Juicio Final en el valle de Josafat, los muertos dejarán la fosa y San Miguel pesará las almas para decidir quién se salva y quién no. Como dicen los curas, igual que hemos compartido la muerte de Cristo compartiremos su resurrección.

El día del Juicio los muertos saldrán de sus fosas, desnudos pero de peluquería (como puede verse), que la ocasión no es para menos

No conozco ninguna representación más impactante del triunfo de Cristo sobre la Muerte que «La Canina«, el paso más singular de la Semana Santa de Sevilla. «La muerte venció a la propia Muerte«, dice una inscripción que lleva. Es decir, que la muerte de Cristo venció a la Muerte, y por eso todos podemos tener la esperanza de resucitar como él. Si queréis verla en la calle, el Sábado Santo por la tarde durante la procesión del Santo Entierro, pinchad aquí.

Canina se ha quedado la pobre de no comer, claro

La victoria de Cristo sobre la Muerte nos abre las puertas de la Eternidad, pero ¿conocéis algún concepto más terrible? ¿Os imagináis algo que no se acabe nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca…? Me da a mí que no hay Paraíso tan maravilloso que no llegue a aburrir. Saber que algo estará ahí siempre, siempre, siempre, siempre, siempre… ¿no le quita valor e interés? La vida se disfruta y se exprime más cuanto más presente tengamos que podemos perderla, que no es eterna y que antes o después moriremos.

«Si un día para mi mal / viene a buscarme la Parca», que diría Serrat

¿Cómo se ha representado a la Muerte a lo largo del tiempo? Los antiguos imaginaron a las Parcas, las tres hermanas que controlaban el hilo de cada vida: Cloto lo hilaba, Láquesis lo medía y Atropos lo cortaba. Esos nombres les dieron los griegos, pero a mí me gustan más los que les pusieron los romanos: Nona, Décima y Morta. Aquí las tenéis en acción en «Hércules«, la película de Disney.

Así de simple: un tijeretazo y ya está. Un segundo, un abrir y cerrar de ojos, o sea, «In ictu oculi«. Eso es lo que pintó Valdés Leal en sus inolvidables cuadros del Hospital de la Caridad de Sevilla. ¿Cuánto le cuesta a la muerte acabar con una vida? Lo mismo que apagar una vela, un parpadeo, no más.

«Como se pasa la vida / como se viene la muerte / tan callando». Jorge Manrique dixit

¿Desde cuándo se representa a la Muerte como un esqueleto? Pues desde el siglo XIII, más o menos, y sobre todo desde el XIV. Eran «tiempos recios«, la peste acechaba, las guerras eran algo habitual y los cuatro jinetes del Apocalipsis campaban a sus anchas por Europa. La Muerte te podía sacar a bailar en cualquier momento…

Bailando con la Muerte

Así lo contaban las «Danzas de la Muerte», donde ésta bailaba con el Papa y con el mendigo, con el caballero y con el emperador, con el joven, el niño y el anciano…

«Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / que es el morir. / Allá van los señoríos / derechos a se acabar / e consumir. / Allá los ríos caudales / allá los otros medianos / e más chicos. / E llegados son iguales / los que viven de sus manos / e los ricos». Otra vez Jorge Manrique

Brueguel representa a la muerte montada en su caballo, con su guadaña y con su inmenso ejército de esqueletos. La imagen viene de los cuatro jinetes que ya aparecen en el Apocalipsis, donde se describe a la Muerte montada en un caballo bayo (de color pálido), como la imaginó Durero.

Los cuatro jinetes sembrando la destrucción

La Muerte, montada en el caballo que está más cerca de nosotros, atropella a todos los que se ponen por delante. ¿Hay algo que os choque? Pues probablemente sí, porque siempre la asociamos con una mujer pero aquí es un hombre. Y es lo habitual en aquella época, aunque poco a poco se fue representando como un personaje femenino (no siempre, en cualquier caso). De más o menos un par de siglos después, del XVII, es ésta otra imagen:

La tumba de Alejandro VII, en San Pedro

Bernini hizo esta tumba monumental, espectacular, para el Papa Alejandro VII. A lo mejor en esta fotografía no apreciáis el detalle, pero un esqueleto con un reloj de arena en la mano levanta esa pesada tela y sale de abajo, parece que de la mismísima cripta (a la que se accede por esa puerta de madera) para llevarse al Papa con él, como en las «Danzas de la muerte» medievales, de dos o tres siglos antes.

Tic, tac, tic, tac…

También como un esqueleto aparece en esta tumba del cementerio de los vampiros de Celakovice, susurrándole algo al oído a esta joven, probablemente que se vaya apurando, que esto se ha acabado y ha llegado su hora.

¿Vienes conmigo?

En cualquier caso, nadie cuenta ese momento como Jorge Manrique en sus coplas. Don Rodrigo, su padre, está a punto de morir, y en ese momento entra la Muerte en la habitación y habla con él con toda naturalidad: «En la su villa de Ocaña / vino la muerte a llamar / a su puerta«.

No se os haga tan amarga

la batalla temerosa

que esperáis,

pues otra vida más larga

de la fama glorïosa

aquí dejáis.

Y aunque esta vida tercera

tampoco no es eternal,

ni verdadera,

aún con todo es muy mejor

que la otra temporal,

perecedera.

No se podía resumir mejor lo que la gente de aquel tiempo pensaba. Esta vida terrenal que tanto disfrutamos y a la que nos agarramos como a un clavo ardiendo, vale poco. La buena es la vida eterna, la del Más Allá, junto a Dios, pero mientras tanto, y como ninguno nos resignamos a desaparecer completamente de la faz de la Tierra… queda un premio de consolación: la Fama. Que se acuerden de uno, y a ser posible para bien. Pura vanidad, si nos vamos a poner puntillosos, pero no está mal, ¿no? No deja de ser otra victoria sobre la Muerte, pues de alguna manera, y aunque sea algo también temporal, la Fama consigue vencerla durante un tiempo.

«Finis gloriae mundi», o sea, «El fin de las glorias del mundo»

Y sin embargo, también la Fama pasa y las vanidades del mundo acaban convertidas «En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada«, como decía Góngora. Mientras lo de la resurrección de los muertos no pase de ser una hipótesis, solo tenemos la certeza de una cosa que realmente puede vencer a la muerte. ¿Sabéis cuál es? De eso hablaremos el próximo día, pero os daré una pista que nos dejó Quevedo: «cenizas son, más tendrán sentido; / polvo serán, más polvo enamorado«. Así que el próximo día… hablaremos del Amor.

Y si queréis pasar UN OTOÑO DE MUERTE con nosotros, recorriendo el cementerio y muchos otros rincones desconocidos de nuestra ciudad, disfrutando con los versos del Tenorio y descubriendo las historias de los zaragozanos «del otro lado», tenemos un montón de propuestas para vosotros. Entrad aquí y las encontraréis, o si lo preferís llamadnos al 976207363 y os las contaremos.

Y si queréis descubrir otros posts de nuestro blog relacionados con este tema, aquí os dejo algunos:

 La Belleza y la Muerte

 El Tiempo y la Muerte

Drácula, Don Juan, el Amor y la Muerte

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No sé para vosotros, pero para mí las melodías de «Gigantes y cabezudos» son uno de los sonidos de mi infancia. Me recuerdo desde siempre cantando con mi familia que «Pa’l Pilar sale lo mejor«, o que «Por ver a la Pilarica, vengo de Calatorao«.

Parece que sean de toda la vida, pero no. Miguel Echegaray y Manuel Fernández Caballero le hicieron a nuestra ciudad un maravilloso regalo cuando en 1898 compusieron esta inolvidable zarzuela. Al fin y al cabo, ¿alguien ha escrito algo más bonito dedicado a Zaragoza que el emocionante «Coro de repatriados» que llegan a la estación del Norte y vuelven a ver su ciudad? «Ya Zaragoza, vuelvo a pisar, allí la Seo, allá el Pilar…«.

Echegaray y Caballero habían estado en Zaragoza documentándose sobre la ciudad, sus fiestas y tradiciones… y utilizaron el final de la Guerra de Cuba como telón de fondo para una historia de amor adornada con todos los tópicos (todos ellos más que positivos) que sobre los aragoneses había en la España de la época. El título, «Gigantes y cabezudos«, no sólo hacía alusión a la comparsa, una de las joyas de nuestro patrimonio, sino también a como se nos veía en España. «Luchando tercos y rudos / grandes para los reveses / somos los aragoneses / gigantes y cabezudos«.

¿Qué os parecería recorrer aquella Zaragoza de 1898 que conocieron Echegaray y Caballero? Todos los escenarios de la zarzuela siguen ahí, y las tradiciones de las fiestas del Pilar que ellos pudieron ver no sólo se conservan sino que tienen un estado de salud excelente, desde el Rosario de Cristal (recién estrenado cuando ellos lo vieron y hoy más que centenario) a la comparsa de gigantes y cabezudos, a los que hoy los chiquillos siguen cantando las mismas cancioncillas que ellos recogieron, mientras las dulzainas y los tambores tocan las melodías de la zarzuela convertidas en algo completamente popular.

Desde el Mercado Central a la estación del Norte, pasando por el Pilar y por algunos otros rincones menos conocidos, descubriremos cómo era aquella ciudad, qué estaba pasando aquí y en España… y todo para poder disfrutar más aún de estos dos maravillosos tesoros de nuestro patrimonio: una zarzuela que forma parte de la memoria no sólo de los zaragozanos, sino de toda España y Sudamérica, y una comparsa que cuenta “otra” historia de nuestra ciudad, la más entrañable, la más cercana, la que más nos toca las fibras sensibles y la que durará para siempre. ¿Y no os parece que una ciudad en la que el pasaporte a la inmortalidad no te lo da una estatua de bronce sino un gigante de cartón tiene que ser muy especial? Pues sí, así es Zaragoza, ni mejor ni peor, pero desde luego distinta, peculiar, rara en el mejor sentido… Y qué queréis que os diga… ¡¡¡Me encanta mi ciudad!!!

Cuándo – 20 y 27 de septiembre, y 5, 7 9 y 11 de octubre a las 18’00

Dónde – Estatua de Augusto, frente al Mercado Central

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Precio – 8 euros (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

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