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Posts Tagged ‘Cartuja de Aula dei’

Aunque nació en Fuendetodos, Goya es sin ninguna duda el zaragozano más ilustre de todos los tiempos. En nuestra ciudad pasó toda su infancia y juventud, aquí tuvo a sus mejores amigos y a su familia y aquí volvió a lo largo de toda su vida: el colegio al que probablemente fue, la iglesia en la que se confirmó, casas en las que vivió él y su familia, el Pilar o el Canal Imperial, con los que tuvo muchísima relación… Pero Zaragoza no es sólo el escenario en el que se desarrollaron sus primeros años, sino también el lugar en el que se conserva una parte muy importante de su obra: frescos en el Pilar, pinturas murales en la iglesia de la Cartuja de Aula Dei, una estupenda colección que incluye varios de sus mejores retratos en el Museo de Zaragoza y en el Museo Ibercaja Camón Aznar (el único museo del mundo que expone toda su obra grabada)…

Iglesia de la Cartuja de Aula Dei, con las pinturas murales de Goya

Sábado – La Zaragoza de Goya

Nos vamos a ir a la Zaragoza del siglo XVIII para descubrir lugares fascinantes en los que Goya dejó su huella de una u otra forma. En ellos no solamente conoceremos la obra del artista, sino también la historia de los propios edificios.

  • El colegio de los Escolapios, en el que muy probablemente estudió
  • La Cartuja de Aula Dei, un magnífico edificio del siglo XVI en el que Goya pintó los muros de la iglesia (en este momento abre sólo un sábado al mes, pero probablemente después de Semana Santa empezará a abrir todos).
  • El Pilar, donde encontramos su primera obra importante (la bóveda del Coreto de la Virgen) y también su primera gran obra de madurez, la cúpula Regina Martyrum, de la que se conservan además los bocetos en el Museo Pilarista.

Cúpula Regina Martyrum en el Pilar

Después de comer nos iremos al Museo de Zaragoza, donde nos encontraremos con una estupenda colección de obras de nuestro pintor, desde cuadros de juventud hasta estupendos retratos de madurez, incluyendo el que probablemente es el mejor que pintó de Fernando VII o uno de sus primeros retratos infantiles, el del hijo del infante Don Luis de Borbón.

Fernando VII y el duque de San Carlos

Después de la visita al museo os proponemos recorrer un entorno del siglo XVIII: el Canal Imperial de Aragón, una de las obras de ingeniería más importantes de la Europa del momento y muy relacionada con Goya, como veremos. Si hace buen tiempo es un paseo de lo más agradable en el que se combina naturaleza, patrimonio, historia, arte…

Esclusas del Canal Imperial a su paso por Zaragoza

Por la noche, después de cenar, os proponemos una visita teatralizada titulada «Los sueños de Goya», en la que vamos a viajar a aquel tiempo para encontrarnos con diversos personajes que nos van a hablar sobre cómo el origen de muchos de los sueños y pesadillas del pintor se encuentra en su infancia y juventud en Zaragoza. Conoceremos a una auténtica maja, al propio Goya, asistiremos a un aquelarre…

El mismísimo Goya delante de su monumento, alternando con una auténtica maja

Domingo – Zaragoza y la Guerra de la Independencia

Uno de los episodios de la historia de la ciudad que más marcaron a Goya son los Sitios, los dos asedios a los que los franceses sometieron a la ciudad durante la Guerra de la Independencia y que la convirtieron en un símbolo contra la resistencia a Napoleón en medio mundo: más de 50.000 muertos, una ciudad destrozada, personajes como Agustina de Aragón, el heroísmo colectivo de los zaragozanos… Después del primer Sitio Palafox llamó a Goya para que pintara el heroísmo de los zaragozanos, que quedó reflejado, por ejemplo, en sus Desastres de la Guerra.

"¡Qué valor!", grabado de Goya representando a Agustina de Aragón con el cañón

Hoy os proponemos descubrir las impresionantes huellas de los Sitios en la ciudad (incluyendo, p.ej., la magnífica capilla de las heroínas, en la que está enterrada Agustina de Aragón con otras mujeres que se destacaron en la defensa de la ciudad) y acabar en el Museo Ibercaja Camón Aznar, en el que además de otras obras suyas podremos ver todos sus grabados, deteniéndonos especialmente en «Los desastres de la guerra«.

Casa con la fachada comida por la metralla desde 1808

Para terminar, os ofrecemos la opción de tener una auténtica «comida baturra» (que también puede ser cena el sábado), un recorrido que nos llevará desde los Sitios hasta las conmemoraciones que tuvieron lugar 100 años después al ritmo de la jota y con un estupendo menú aragonés. Si queréis más información entrad aquí.


 haciendo boca podéis pinchar aquí para descargaros el PDF de una guía titulada “Tras los pasos de Goya en Zaragoza“, escrita por nosotros. ¿Qué, ahora sí os apetece pasar un fin de semana en Zaragoza descubriendo la huella de Goya?

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Cuando en 1563 don Hernando de Aragón, arzobispo de Zaragoza, fundó la Cartuja de Aula Dei, ya existía un monasterio de esta Orden en Aragón: la Cartuja de las Fuentes, en los Monegros, fundada a principios del siglo XVI. Posteriormente se fundaría otro también al lado de Zaragoza, la Cartuja de la Concepción o Cartuja Baja (de ahí que a Aula Dei también se la conozca como Cartuja Alta).

Las condiciones de subsistencia de los monjes en la Cartuja de las Fuentes eran tan precarias, en un entorno tan pobre y desértico, que se plantearon trasladarse a un lugar más adecuado, cosa que hicieron en 1563. De las tres cartujas aragonesas Aula Dei fue la más rica (su participación en la fundación de la Cartuja Baja fue muy importante) y es la mejor conservada. Antes de construirla se estudiaron las que ya se habían construido antes en Cataluña y Valencia, y después de mucho pensar se diseñó un plano absolutamente racional y que respondía perfectamente a las necesidades de los monjes.

Aquí tenemos el plano de la Cartuja de Aula Dei. Está rodeada por una muralla baja con pequeños torreones, como se podía apreciar en las fotos de arriba. Esa muralla no forma aún un rectángulo perfecto, como en la Cartuja Baja (construida casi un siglo después), pero es bastante regular. En la parte de abajo del plano están las construcciones de servicios, las que están ocupadas por los criados y los hermanos legos (o sea, los que se encargan del funcionamiento diario del monasterio, lo que les obliga a estar en contacto con el mundo exterior). En la parte de arriba está el corazón del monasterio, la iglesia con dos claustros pequeños a los lados (uno de capillas, para que todos los monjes puedan cantar misa a diario, y otro con el refectorio, donde los domingos comen en comunidad) y el gran claustro con las celdas de los monjes detrás, en la parte más alejada de la puerta del recinto. Todo esto fue una auténtica novedad, y todas las cartujas españolas construidas después siguieron el modelo: Ara Christi en Valencia, la Cartuja Baja en Zaragoza, Nuestra Señora de las Fuentes en la provincia de Huesca y la de Jesús Nazareno en Valldemosa (Mallorca).

Aquí podemos ver el aspecto exterior del conjunto, magníficamente conservado. En el dibujo de arriba vemos la iglesia con su torre en primer plano, y detrás el gran claustro con las celdas de los monjes alrededor. En la vista aérea tenemos una impresionante imagen de ese claustro, con el cementerio en el centro (se distingue por el grupo de cipreses) y las 36 celdas alrededor, cada una de ellas con dormitorio, oratorio, estudio, comedor, huerto, taller y solana

La construcción de este magnífico conjunto fue posible gracias al apoyo del arzobispo de Zaragoza (nieto de Fernando el Católico y primo hermano de Carlos V) don Hernando de Aragón, que puso el dinero para que fuera posible una fundación «magnífica, suntuosa y cumplida«, que además pudo construirse en muy pocos años. Hasta el siglo XIX vivirían aquí los monjes sin sobresaltos, algo que acabaría con la Guerra de la Independencia, el Trienio Liberal (1820-1823) y la Desamortización de Mendizábal. Los monjes se marcharon, pero volvieron en 1901 y hasta hoy mismo han vivido en el monasterio. Ahora que se marchan, un tema del que hablaremos próximamente, no sabemos lo que ocurrirá con un lugar que, gracias a haber estado ocupado, se ha mantenido en un excelente estado de conservación.

Dentro del monasterio hay muchos espacios singulares, como la espléndida biblioteca, el claustrillo de capillas decorado con pinturas del siglo XVII de la vida de San Bruno, las pinturas del XVIII dedicadas a los siete sacramentos que los cartujos se trajeron de Francia en 1901, cuando volvieron tras la Desamortización… pero por encima de todo destaca la iglesia, contemporánea de la Lonja, de la última ampliación de la Seo… como en ellas, hay magníficas bóvedas de crucería estrelladas decoradas con florones de madera, muy propios de la arquitectura aragonesa de la época.

La iglesia se redecoró en el siglo XVIII, y fue entonces cuando se hizo el retablo y, sobre todo, las grandes pinturas murales de Goya, de las que hablaremos en el siguiente capítulo. De momento, si queréis descubrir este lugar con nosotros no os podéis perder la visita que hemos preparado.

Cuándo – Todos los sábados a las 12’00

Dónde – Portería de la Cartuja de Aula Dei a las 11’50, o parada del bus 28 en el Coso, nº 118 a las 11’10

Precio – 10 € por persona (8 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años, 6 € para parados)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Y si queréis saber más sobre los cartujos aquí os dejo algunos post de nuestro blog, y si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar «me gusta», o entrar en twitter @gozARTE:

Las cartujas de Aragón

La cartuja de Aula Dei

Un paseo nocturno por la Cartuja Baja

Con la tele en la Cartuja Baja

Las sombras de la muerte

Cartujas y tortugas

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Zaragoza está llena de Goya por todas partes. No sólo tenemos su obra, sino también la ciudad en la que pasó toda su infancia y su juventud, de la que se conservan montones de edificios, rincones… y también todos los homenajes y monumentos que Zaragoza le ha dedicado a su hijo más ilustre. Si os apetece conocerlo, pinchad aquí  y podréis descargaros el PDF de una guía titulada «La memoria de Goya: tras los pasos de Goya en Zaragoza«, escrita por Gozarte para la Fundación Goya en Aragón. En cualquier caso, os dejo unas cuantas recomendaciones:

Retablo de la iglesia del colegio de las Escuelas Pías

Siempre se ha dicho que Goya estudió en el colegio que los Escolapios fundaron en la ciudad poco antes de su nacimiento. Es posible aunque no seguro, porque no tenemos ningún documento que lo corrobore. Bueno, ningún documento de tipo «oficial», aunque sí uno de tipo «sentimental», pues al final de su vida pintó una maravillosa «Última comunión de San José de Calasanz» por la que no quiso cobrar prácticamente nada. Lo que es seguro es que, estudiara o no aquí, conocería el fantástico retablo de la iglesia del colegio, donde parece que intervino José Ramírez, uno de los mejores escultores de la España del momento.

Iglesia del Hospital Provincial

Muy cerca de su casa y del colegio de los Escolapios estaba el Hospital de Convalecientes (actualmente conocido como Hospital provincial, u Hospital de Gracia), cuya estupenda iglesia se conserva perfectamente. En ella hay un retablo pintado por José Luzán, el artista con el que Goya dio sus primeros pasos en el mundo de la pintura. Obras suyas hay en muchas iglesias de la ciudad, pero merece la pena ir a ver ésta.

A pocos metros del hospital aún se levanta la Puerta del Carmen, la única de todas las que tuvo la ciudad que sigue en pie. Se construyó en 1789, cuando Goya ya vivía en Madrid, y ahí sigue «viendo pasar el tiempo«. Igual que sigue en su sitio el Canal Imperial de Aragón, una de las obras de ingeniería más importantes de la Europa del siglo XVIII. Si tenéis ganas de dar un paseo junto al agua, en un entorno que recuerda mucho al que Goya conoció, no tenéis más que acercaros hasta las esclusas del canal en el barrio de Casablanca.

Las esclusas junto a la Casa Blanca del Canal, de la que viene el nombre del barrio

El canal fue un empeño personal de un personaje al que Goya conocía muy bien y al que incluso retrató: Don Ramón de Pignatelli, miembro de una importantísima familia nobiliaria, canónigo, Protector del Canal… Cuando logró su empeño de que las aguas llegaran a Zaragoza levantó junto a las esclusas la Fuente de los Incrédulos, «para convencimiento de incrédulos y reposo de caminantes«.

En uno de los muchos viajes que Goya hizo a Zaragoza cuando ya vivía en Madrid, Pignatelli le llevó a navegar por el canal. Pasarían por delante de la iglesia que había mandado construir para los trabajadores (estaban en una zona demasiado alejada de la ciudad como para poder ir a misa) y que dedicó a San Fernando. Seguramente entonces le encargaría ya los tres magníficos retablos pintados que iban a decorar el interior.

Lamentablemente aquellos tres enormes cuadros (pintados en la cumbre de la carrera de Goya, nada más acabar «La familia de Carlos IV«) desaparecieron en la Guerra de la Independencia. Eso sí, aunque no están en Zaragoza, sino repartidos en distintos museos, los bocetos se conservan. Aquí os dejo uno de ellos, en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires.

Nos hemos alejado mucho y vamos a volver otra vez al centro. Más aún, al corazón de Zaragoza, un edificio al que Goya está más que vinculado: el Pilar. Si queréis conocer con más detalle la relación del pintor con el edificio más importante de nuestra ciudad, pinchad aquí. Cuando Goya era un chaval vivía a cinco minutos del Pilar y pudo ver todo el ajetreo de la obra, especialmente la construcción de la espectacular Santa Capilla, una de las mejores de la Europa del siglo XVIII.

Muy cerca está la casa de los marqueses de Sobradiel, cuya pequeña capilla se decoró con pinturas de un Goya muy joven, la mayoría de las cuales pueden verse hoy en el Museo de Zaragoza. Aquí tenéis una de ellas, «El sueño de San José».

Tampoco está lejos la casa Tarín, que fue sede de las oficinas del Canal Imperial de Aragón. Para esta institución pintó Goya dos extraordinarios retratos de Fernando VII y el duque de San Carlos que ahora pueden verse en el Museo de Zaragoza.

En este momento esta casa está en pleno proceso de restauración, así que… está foto ya se ha quedado antigua

A 50 metros escasos se encuentra el Museo Ibercaja Camón Aznar, donde hay una estupenda colección de obras de Goya en la que además de varios cuadros (entre ellos el fantástico retrato de Félix de Azara, uno de los mejores que pintó nunca) podemos ver todos sus grabados (es el único museo del mundo que los expone todos). Y también muy, muy cerca está el palacio arzobispal, en cuyo interior está el Museo Diocesano. En su salón principal pueden verse los retratos de todos los arzobispos de Zaragoza, entre ellos el de Joaquín Company, pintado por Goya.

Podríamos seguir, y seguir, y seguir, porque decir Zaragoza es decir Goya. Pero antes de acabar os dejo tres recomendaciones más. La primera, la Cartuja de Aula Dei, situada a pocos kilómetros de Zaragoza y con una iglesia decorada con un estupendo conjunto de pinturas murales que constituye su primera gran obra de madurez. ¿Queréis saber cómo visitarla? Pues pinchad aquí.

Tampoco podéis dejar de visitar el Museo de Zaragoza, en la Plaza de los Sitios. Vais a encontrar obras del Goya joven, pero también espléndidos retratos de madurez.

No podéis perdéroslo, al igual que mi última recomendación. Goya murió en Burdeos y allí lo enterraron junto a su consuegro (hoy su cuerpo está en San Antonio de la Florida, en Madrid). Encima de la tumba se colocó un monumento que la ciudad francesa regaló a Zaragoza cuando se cumplió el centenario de la muerte del pintor, en 1929. Aquí os dejo una foto, pero no os digo dónde está. Id con los ojos abiertos, porque cuando menos os lo esperéis lo encontraréis.

Espero que os haya gustado este paseo a lo largo y ancho de Zaragoza. Podría recomendaros muchos más lugares para descubrir la ciudad en la que vivió Goya, porque se conserva muy, muy bien, y su huella está por todas partes. Eso sí, como os decía al principio podéis descargaros una pequeña guía en PDF. Seguro que os ayuda a descubrir muchas más cosas de las que creéis.

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¿A qué parece un trabalenguas? Pues para nada. Resulta que en las Cartujas solía haber un estanque con tortugas. ¿Y para qué? Pues no era para que los cartujos se fueran allí a contemplarlas durante horas ni porque les apeteciera poner un toque de exotismo en sus vidas, sino porque nadie tenía muy claro si las tortugas eran carne o pescado. A lo mejor estáis pensando que se me ha ido la cabeza y estoy delirando, pero no, no, para nada. Esto es un debate de enjundia, y como parece que durante siglos no sabían muy bien qué pensar, pues los cartujos decidieron que chico, ahí había un vacío legal y había que aprovecharlo. Porque claro, ellos carne no comen nunca, pero nunca, nunca, y a veces necesitamos las proteínas. Así que para estos casos está la tortuga, que deja la conciencia tranquila y arregla un poquillo el cuerpo.

Usted, señá tortuga, ¿cómo se siente? ¿Carne o pescado?

Y ya que estamos, hablemos de la alimentación de los cartujos, porque eso de «he comido como un cura» no les cuadra ni lo más mínimo. De hecho, si algún día decís que habéis comido «como un cartujo«, mala señal. Para empezar, comen prácticamente siempre solos, aunque un día a la semana se come en comunidad (en silencio, eso sí). Resulta que el fundador de la Orden, San Bruno, era un hombre práctico y realista, y veía que el ideal de vida en completa y absoluta soledad era prácticamente imposible de llevar a cabo para la mayoría. Así que se inventó una fórmula nueva y original: vivir en soledad pero en comunidad.

La celda de un cartujo. Un moderno diría que es minimalista, y se quedaría muy corto

Cada cartujo hace su vida solo, en su celda, pero sabe que está respaldado por la comunidad y para que no lo olvide los domingos comen juntos en el refectorio. Además, dentro de la comunidad están los hermanos «legos», que son de los que se encargan de todos los aspectos prácticos de la vida. De cuidar el huerto, por ejemplo, de comprar en el exterior lo que ellos no producen, de cocinar, de dejar cada día la comida delante de cada una de las celdas de los monjes… En cualquier caso, cómo sería la vida de aquellos hombres que el abad de Cluny decía: “Son los más pobres entre los monjes, habitan cada uno en una celda, llevan su tosco hábito de penitencia, ayunan casi sin interrupción y comen sólo pan. No quieren saber nada de carne, tampoco compran pescado, aunque lo comen si alguien se lo ofrece. Los domingos y jueves viven de huevos y queso, los martes y sábados de hierbas, los otros días sólo hay agua y pan. Sólo comen una vez al día, excepto los días de fiesta, y guardan el más estricto silencio, comunicándose a través de signos”.

Una dieta equilibrada, ¿eh? Bueno, pues ahora mirad este cuadro. Lo pintó Zurbarán para la Cartuja de Santa María de las cuevas de Sevilla (la de la Expo 92, la de las vajillas de la Cartuja…). ¿Veis las jarras de vino, el pan…? Pues abrid bien los ojos porque hay algo más…

¡¡¡¡¡CARNE!!!!!

Los siete primeros cartujos, entre los que estaba el fundador, San Bruno, se habían instalado en el valle de Chartreuse gracias al apoyo del obispo Hugo de Grenoble, que entre otras cosas les enviaba comida. Total, que un domingo les envío carne con toda su buena intención, pero los pobres, que no tenían costumbre, no sabían qué hacer. El caso es que en plena discusión se quedaron dormidos durante 45 días. La siesta les  dura hasta el Miércoles Santo y el obispo se presenta a visitarlos, encontrándose con el siguiente panorama: los monjes despertándose, sin saber en qué día están, y la carne preparada encima de la mesa ¡¡¡¡y en plena Semana Santa!!!! ¿Qué ocurrió? Pues que la carne de los platos se convirtió en ceniza, y en ese momento decidieron que aquello era una señal del cielo para decirles que de carne, ná de ná (aunque sobre las tortugas el cielo no se pronunció).

En uno de los claustros pequeños de la Cartuja Baja (o de la Concepción) estaba el refectorio (restaurado recientemente), donde los monjes comían en comunidad los domingos

Si queréis conocer una de las dos cartujas zaragozanas, los sábados por la mañana a las 12’00 haremos visitas a la Cartuja de Aula Dei. Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar llámanos al 976207363 o entrad aquí.

Y si queréis saber más sobre los cartujos aquí os dejo algunos post de nuestro blog, y si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar «me gusta», o entrar en twitter @gozARTE:

Las cartujas de Aragón

La cartuja de Aula Dei

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Con la tele en la Cartuja Baja

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La orden cartuja fue fundada por San Bruno hace más de 900 años, que se dice pronto. Otro día hablamos de él, pero hoy vamos a hablar de las Cartujas aragonesas, nada menos que tres, y hasta ahora una de ellas seguía «en activo». Después de la desamortización de Mendizábal las tres se abandonaron, y cada una de ellas ha vivido una historia completamente distinta.

La Cartuja de las Fuentes está al lado de Lanaja, en plenos Monegros

La más antigua de las tres es la Cartuja de las Fuentes, fundada en 1509 por los condes de Sástago. Después de la Desamortización pasó a ser de propiedad privada e incluso llegó a instalarse aquí un balneario (que no funcionó, porque «las fuentes» eran de agua de lo más corriente). Lo más impresionantes son las pinturas que hizo aquí Fray Manuel Bayeu, el pequeño de los Bayeu (Francisco, Ramón y él, los tres pintores). Como era cartujo a la orden le salía barato (más bien gratis) encargarle la decoración de los monasterios, y pintó en varios (p.ej. en la cartuja de Valdemosa, en Mallorca). Aquí dejó más de 2.000 metros cuadrados de pinturas en un estado de conservación muy aceptable. Fray Manuel es un pintor bastante más torpe que sus hermanos, pero más que la calidad del detalle lo que abruma aquí es la cantidad de pintura por todas partes.

Interior de la iglesia, casi completamente cubierta de pinturas

La Cartuja de las Fuentes puede visitarse todos los domingos del año de 9’00 a 14’00. En ese horario dos guías de Gozarte hacen visitas, por encargo de Turismo de Aragón. En cualquier caso, en el mes de septiembre organizaremos una excursión de la que os mandaremos pronto información. De todas formas, sin moveros de Zaragoza podéis ver algo que pertenece a la Cartuja: en el Sagrario estaba el templete que ahora está en la capilla de Santiago del Pilar.

A partir de 1564 don Hernando de Aragón (arzobispo de Zaragoza) construye la cartuja de Aula Dei, en las afueras de la ciudad. Después de la Desamortización los cartujos volvieron en 1901 y han estado hasta ahora, pues van a marcharse otra vez, y seguramente ahora de forma definitiva. La culpa, en parte, las tienen las pinturas de Goya, de la segunda mitad del siglo XVIII, pues para los cartujos el movimiento que supone que un sábado por la mañana al mes estén abiertas al público (hombres y mujeres) resulta excesivo. Por cierto, los próximos son 27 de agosto, 24 de septiembre y 29 de octubre, y el teléfono de las reservas es 976484547.

Iglesia de la Cartuja de Aula Dei, con las pinturas de Goya

La primera obra importante de Goya, todavía muy joven, es la bóveda del coreto del Pilar. Después pintaría los muros de esta iglesia, que fueron restaurados a principios del siglo XX por los hermanos Buffet, que rehicieron casi completamente algunas de las pinturas. El hecho de querer ver estas pinturas motivó que se hiciera una intervención en el monasterio para que las mujeres también pudieran entrar a verlas. Estos fue el principio del fin de la paz de los cartujos, por lo visto, y ahora han conseguido su propósito de marchar a un lugar en el que nada turbe su vida contemplativa.

De las tres cartujas aragonesas la última que se construyó es la de la Concepción, conocida como Cartuja Baja. Hoy es la más singular de las tres, porque cuando los cartujos la abandonaron se convirtió en el núcleo del actual barrio: las galerías de los claustros se convirtieron en calles, los patios en casas, el cementerio de los cartujos en parque… Recorrerla, y más de noche, es una experiencia única.

Edificio de la portería, restaurado recientemente

Si queréis conocer una de las dos cartujas zaragozanas, los sábados por la mañana a las 12’00 haremos visitas a la Cartuja de Aula Dei. Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar llámanos al 976207363 o entrad aquí.

 

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