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Posts Tagged ‘Sitios’

15 de junio de 1808: los franceses han llegado a Zaragoza dispuestos a entrar en la ciudad ese mismo día o al siguiente. No hay una muralla en condiciones, no hay guarnición militar que la defienda en ese momento… es normal que estén convencidos de que al día siguiente podrán celebrar el Corpus en el Pilar, pero… nada sale como habían planeado. Los zaragozanos deciden resistir, y comienza una defensa tan heroica como irracional. Durante los meses que pasaron hasta febrero de 1809 hubo dos Sitios, más de 50.000 muertos y decenas de episodios que se hicieron famosos en medio mundo. Los nombres de Palafox, Agustina de Aragón o el Tío Jorge inflamaron la imaginación popular de media Europa y prendieron la mecha de la resistencia contra la dominación de Napoleón.

Después del primer Sitio, que los franceses levantaron en agosto, Palafox llamó a Goya para que pintara el heroísmo de sus paisanos. El impacto que tuvo que sufrir el pintor al ver la ruina en la que se había convertido su ciudad nos lo podemos imaginar fácilmente. No conservamos los bocetos que hizo entonces (y que tuvo que cubrir con pintura para que no se los encontraran los franceses cuando volvía a Madrid), pero sí los grabados de los “Desastres de la guerra”, muchos de los cuales representan con una potencia inolvidable lo que habían vivido los zaragozanos y que Goya sintió como propio. ¿Qué pensaría al ver la zona del Coso Bajo, en la que había vivido tantos años de su juventud, arruinada tras la voladura del polvorín que estaba allí?

Os proponemos descubrir todo esto en un recorrido que nos llevará a ver algunas de las huellas más impresionantes de los Sitios. Comenzaremos en la plaza de los Sitios, delante del Museo de Zaragoza, y veremos tanto lo que se hizo 100 años después para conmemorar aquello (el magnífico monumento de la plaza de los Sitios nos servirá para contar todo lo que ocurrió en los primeros meses) como los impresionantes restos que quedaron tras las voladuras: las murallas, el molino de Goicoechea, el convento de San Agustín, las casas de la calle Doctor Palomar… y todo ello a través de los ojos de Goya. Todo un viaje en el tiempo para acercarnos a los miles de pequeñas grandes historias de los verdaderos protagonistas de todo aquello: la gente normal.

Goya

Cuándo –  6 de julio a las 22’30

Dónde – Plaza de los Sitios, delante del Museo de Zaragoza

Precio – 10  € por persona (9 € para estudiantes menores de 26 años y jubilados; 5 € para parados).

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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¿Sabíais que en Zaragoza hay un Cristo condecorado? Pues sí, porque el Cristo de la Cama, la imagen más importante de la Semana Santa zaragozana, es ni más ni menos que héroe de los Sitios. Antonio Maura, presidente del Consejo de Ministros por aquel entonces, se la entregó el 15 de junio de 1909, 101 años justos después de que empezara el primer Sitio, en plena celebración del primer centenario.

Cristo de la cama, con la medalla colgando sobre él

La medalla vino con su correspondiente «Certificado para usar la Medalla de Oro conmemorativa del Primer Centenario de Los Sitios de Zaragoza a favor del santísimo Cristo de la Cama de la Real Hermandad de la Preciosa Sangre de Cristo de Zaragoza«. Ahora bien, ¿por qué le dieron una medalla? Es relativamente habitual condecorar a las imágenes, y de hecho unos meses antes la Virgen del Pilar fue nombrada Capitán General, pero el caso de este Cristo es muy, muy particular, hasta el punto de que se le pueda considerar un héroe de guerra.

La medalla

Vamos a viajar hasta los tiempos de la Guerra de la Independencia. El 15 de junio de 1808 los franceses llegan a Zaragoza con la intención de tomar la ciudad rápidamente, pero… aquel mismo día sufren una seria derrota en la llamada «batalla de las eras», y en los días siguientes aquello se va a convertir en un asedio en toda regla, pues los zaragozanos defenderán la ciudad con uñas y dientes. El 2 de julio (con el episodio de Agustina de Aragón y el cañón del Portillo), el 4 de agosto… forman ya parte de la historia de nuestra ciudad, que resiste ante el asombro de Europa entera. Finalmente (y después de la derrota que sufren en Bailén) los franceses levantan el Sitio, aunque con la intención de volver. Y efectivamente, en diciembre ya están otra vez aquí dispuestos a vengar la humillación que habían sufrido ante los muros de Zaragoza y a tomarla como sea, concentrando un inmenso ejército a su alrededor. Será durante este segundo Sitio (que acaba en febrero con la capitulación de la ciudad) cuando tenga lugar el episodio que nos interesa.

Ruinas del convento de San Francisco y de la Cruz del Coso

¿Habéis oído hablar de María la del Cristo, o la del Santo Cristo? Pues bien, es 17 de febrero de 1809. A cuatro días de la capitulación, que será el 20, la situación de Zaragoza es desesperada (se habla de 50.000 muertos en aquellos meses, la mayoría a causa de enfermedades como el tifus). Los franceses vuelan el convento de San Francisco (que ocupaba el solar de la Plaza de España en el que ahora está el edificio de la Diputación Provincial de Zaragoza, sobre el cual hay una placa que lo recuerda) y una mujer, María Blánquez, entra entre las ruinas a rescatar de su capilla al Cristo de la Cama. Ayudada por algunos hombres consigue llevarlo hasta el palacio arzobispal y de allí el Pilar, donde se le coloca en la Santa Capilla con su mano fuera de la reja, para que la gente pueda besar la imagen, que ha recibido algunos disparos.

Placa de la capilla de las heroínas de la iglesia del Portillo, donde el nombre de María Blánquez aparece junto al de la Madre Rafols, María Agustín, Casta Alvarez… «y muchas otras», como dice la inscripción

Así lo contó por aquellos años en sus diarios Faustino Casamayor: «Y hubo muchas voladuras de casas en el Coso, y mucha parte del convento de San Francisco; atreviéndose no obstante una mujer a entrar hasta la capilla de la Sangre de Cristo y, tomando una bandera de las cuatro que figuraban las partes del Mundo, avisó a unos hombres y pudieron sacar la efigie de Nuestro Señor en la Cama que servía para las funciones de Semana Santa, y con ella y con dos hachas marcharon a palacio, la que reverenció y adoró [Palafox], aunque en cama, y mandó se llevase con hachas y se colocase dentro de la Santa Capilla, lo que se verificó colocando la misma cama junto al rejado, frente al altar de los Santos Convertidos, en disposición que pudieran los fieles besar su mano por el rejado«.

Placa colocada junto a la fachada de la iglesia de Santa Isabel

200 años después de aquello, en febrero de 2009, se revivió aquel episodio con un acto organizado por la Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia, que así se llama. La Hermandad, que ya existía en el siglo XIII, tuvo su sede en diferentes conventos zaragozanos, llegando al desaparecido convento de San Francisco en el siglo XVII. Por entonces ya se dedicaba a asistir a los condenados a muerte, a la recogida de cadáveres (algo que sigue haciendo) y a la organización de la procesión del Santo Entierro en Semana Santa.

El Cristo de la Cama llevado en andas con ocasión de la salida extraordinaria con motivo del 200 aniversario de su rescate por María Blánquez

Después de los Sitios la Hermandad se instaló en la iglesia de Santa Isabel, donde sigue, y allí fue trasladado el Cristo de la Cama, el único de los pasos de su propiedad que sobrevivió a aquellos terribles meses. En los años siguientes se irían encargando otros nuevos, y a partir de los años 30 del siglo XX nacieron las diferentes cofradías filiales de la Sangre de Cristo, que se fueron haciendo cargo de los distintos pasos. Hoy cada una de ellas organiza sus procesiones propias, pero todas siguen participando en la más importante de la Semana Santa zaragozana, la del Santo Entierro, en la que el lugar de honor sigue correspondiendo al Cristo de la Cama gracias al heroísmo de María Blánquez.

Viernes Santo por la mañana en San Cayetano

Está claro que la Semana Santa española no puede ser más variada y peculiar, ¿no? En las próximas semanas seguiremos contando historias sobre la Semana Santa insólita, pero si queréis conocer muchas más aquí os dejo el programa que hemos preparado (entrad aquí para encontrar toda la información):

  • 14 y 22 de marzo – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: el Calvario de Alloza y mucho más
  • 21 y 28 de marzo – CENAS EN PALACIO: Semana Santa insólita
  • Del 30 de marzo al 2 de abril – TRAS TUS PASOS: Rutas para descubrir la Semana Santa de Zaragoza en la calle
  • 2 de abril, Jueves Santo – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: Romper la hora en Híjar
  • 4 de abril – NOS VAMOS DE EXCURSIÓN: Sábado Santo en Alcañiz

Y si queréis seguir leyendo, aquí os dejo unos cuantos posts de nuestro blog sobre el tema:

Salamanca, el “padre putas” y el Lunes de Aguas

El entierro de Genarín en León

El besapié de Jesús de Medinaceli en Madrid

Los “picaos” de San Vicente de la Sonsierra

Sevilla y el viacrucis de la Cruz del Campo

Domingo de Ramos en Elche

La luna y la Semana Santa

El juego de las caras en Calzada de Calatrava

Híjar, la familia y la tradición

Romper la Hora en Híjar

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Aunque nació en Fuendetodos, Goya es sin ninguna duda el zaragozano más ilustre de todos los tiempos. En nuestra ciudad pasó toda su infancia y juventud, aquí tuvo a sus mejores amigos y a su familia y aquí volvió a lo largo de toda su vida: el colegio al que probablemente fue, la iglesia en la que se confirmó, casas en las que vivió él y su familia, el Pilar o el Canal Imperial, con los que tuvo muchísima relación… Pero Zaragoza no es sólo el escenario en el que se desarrollaron sus primeros años, sino también el lugar en el que se conserva una parte muy importante de su obra: frescos en el Pilar, pinturas murales en la iglesia de la Cartuja de Aula Dei, una estupenda colección que incluye varios de sus mejores retratos en el Museo de Zaragoza y en el Museo Ibercaja Camón Aznar (el único museo del mundo que expone toda su obra grabada)…

Iglesia de la Cartuja de Aula Dei, con las pinturas murales de Goya

Sábado – La Zaragoza de Goya

Nos vamos a ir a la Zaragoza del siglo XVIII para descubrir lugares fascinantes en los que Goya dejó su huella de una u otra forma. En ellos no solamente conoceremos la obra del artista, sino también la historia de los propios edificios.

  • El colegio de los Escolapios, en el que muy probablemente estudió
  • La Cartuja de Aula Dei, un magnífico edificio del siglo XVI en el que Goya pintó los muros de la iglesia (en este momento abre sólo un sábado al mes, pero probablemente después de Semana Santa empezará a abrir todos).
  • El Pilar, donde encontramos su primera obra importante (la bóveda del Coreto de la Virgen) y también su primera gran obra de madurez, la cúpula Regina Martyrum, de la que se conservan además los bocetos en el Museo Pilarista.

Cúpula Regina Martyrum en el Pilar

Después de comer nos iremos al Museo de Zaragoza, donde nos encontraremos con una estupenda colección de obras de nuestro pintor, desde cuadros de juventud hasta estupendos retratos de madurez, incluyendo el que probablemente es el mejor que pintó de Fernando VII o uno de sus primeros retratos infantiles, el del hijo del infante Don Luis de Borbón.

Fernando VII y el duque de San Carlos

Después de la visita al museo os proponemos recorrer un entorno del siglo XVIII: el Canal Imperial de Aragón, una de las obras de ingeniería más importantes de la Europa del momento y muy relacionada con Goya, como veremos. Si hace buen tiempo es un paseo de lo más agradable en el que se combina naturaleza, patrimonio, historia, arte…

Esclusas del Canal Imperial a su paso por Zaragoza

Por la noche, después de cenar, os proponemos una visita teatralizada titulada «Los sueños de Goya», en la que vamos a viajar a aquel tiempo para encontrarnos con diversos personajes que nos van a hablar sobre cómo el origen de muchos de los sueños y pesadillas del pintor se encuentra en su infancia y juventud en Zaragoza. Conoceremos a una auténtica maja, al propio Goya, asistiremos a un aquelarre…

El mismísimo Goya delante de su monumento, alternando con una auténtica maja

Domingo – Zaragoza y la Guerra de la Independencia

Uno de los episodios de la historia de la ciudad que más marcaron a Goya son los Sitios, los dos asedios a los que los franceses sometieron a la ciudad durante la Guerra de la Independencia y que la convirtieron en un símbolo contra la resistencia a Napoleón en medio mundo: más de 50.000 muertos, una ciudad destrozada, personajes como Agustina de Aragón, el heroísmo colectivo de los zaragozanos… Después del primer Sitio Palafox llamó a Goya para que pintara el heroísmo de los zaragozanos, que quedó reflejado, por ejemplo, en sus Desastres de la Guerra.

"¡Qué valor!", grabado de Goya representando a Agustina de Aragón con el cañón

Hoy os proponemos descubrir las impresionantes huellas de los Sitios en la ciudad (incluyendo, p.ej., la magnífica capilla de las heroínas, en la que está enterrada Agustina de Aragón con otras mujeres que se destacaron en la defensa de la ciudad) y acabar en el Museo Ibercaja Camón Aznar, en el que además de otras obras suyas podremos ver todos sus grabados, deteniéndonos especialmente en «Los desastres de la guerra«.

Casa con la fachada comida por la metralla desde 1808

Para terminar, os ofrecemos la opción de tener una auténtica «comida baturra» (que también puede ser cena el sábado), un recorrido que nos llevará desde los Sitios hasta las conmemoraciones que tuvieron lugar 100 años después al ritmo de la jota y con un estupendo menú aragonés. Si queréis más información entrad aquí.


 haciendo boca podéis pinchar aquí para descargaros el PDF de una guía titulada “Tras los pasos de Goya en Zaragoza“, escrita por nosotros. ¿Qué, ahora sí os apetece pasar un fin de semana en Zaragoza descubriendo la huella de Goya?

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En Zaragoza tenemos una fiesta con un nombre de lo más peculiar: la Cincomarzada. Y no sólo eso, sino que tenemos una calle que se llama Cinco de Marzo y un pastel en forma de número 5. ¿Cómo lo veis? ¿De dónde viene esta afición tan peculiar que tenemos al 5?

Pues la cosa viene de lejos, nada menos que del 5 de marzo de 1838, cuando los carlistas entraron en Zaragoza (que en aquel momento prácticamente no tenía guarnición militar) y fueron rechazados por la población. Aquello dio lugar a la primera fiesta «laica» de nuestra ciudad (hasta aquel momento todas las celebraciones eran religiosas), a que se le pusiera a una calle ese nombre (en época de Franco se cambió por el de «Requeté aragonés», un nombre de lo más carlista que en este caso no deja de tener su guasa) y a que al escudo de Zaragoza se añadiera un nuevo título, el de «Siempre heroica» (o sea, «SH«; «MH«, o sea, «Muy heroica«, venía de los Sitios).

En cualquier caso, ni de lejos era la primera vez que el pueblo zaragozano se echaba a la calle a luchar con lo que tenía más a mano, y de eso precisamente vamos a hablar en nuestro recorrido. Vamos a contar historias de revueltas, revoluciones, sublevaciones… desde la Edad Media hasta el 5 de marzo de 1838. ¿Sabíais que por el Privilegio de los Veinte había una campana que convocaba a los zaragozanos a defender la ciudad cuando se consideraba que alguien la había atacado del modo que fuera? ¿Y que la gente llegaba a quemar su casa como escarmiento? Pues hablaremos de esa campana, del motín de los broqueleros, de los Sitios, de la Cincomarzada… en un recorrido que nos llevará desde la plaza del Pilar al otro lado del río, al viejo Arrabal, donde se conservan todavía algunos rincones de aquella ciudad.

Cuándo – Días 5 de marzo a las 11:30 y 17:30 , 7 y 8 de marzo a las 11’30

Dónde – Al pie de la torre de la Seo

Precio – 8 € (7 € para jubilados, parados y estudiantes menores de 26 años; 4 € para parados)

Reservas – 976207363 o entrando aquí

El callejón de Mariano Lucas, perdido en el Arrabal

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¿Os acordáis del caballito de la Lonja? Pues bien, aquí tenemos un caballo, un señor caballo. Serio, solemne, con su pata levantada y la mirada al frente… vamos, un caballo como Dios manda. Estamos en la Plaza José María Forqué, en pleno centro de Zaragoza, y aquí está el único retrato ecuestre de tamaño monumental que hay en nuestra ciudad (el que hubo dedicado a Franco en la Academia General Militar ya se retiró, y el de Alfonso I el Batallador en el cabezo del Parque no se llegó a hacer a caballo por problemas de presupuesto). Si no lo conocéis, ya tenéis una excusa para daros un paseo hasta allí esta misma tarde.

112 años después del primer Sitio se levantó, por fin, el monumento a Palafox

Ya en septiembre de 1808, después del primer Sitio, se quiso levantar un monumento a Palafox en la plaza del Pilar, pero… a veces las cosas de palacio van muy, muy, muy despacio, y hasta diciembre del 2.000, unos 112 años después, no se consiguió. Lo cierto es que al acabar la Guerra la cosa no estaba como para pensar en monumentos, así que Palafox debió de pensar que si quería un homenaje lo mejor era buscarse la vida. ¿Qué hizo? Pues encargarle a Goya que le hiciese un retrato como general victorioso montado a caballo.

Palafox cabalgando por el Museo del Prado

Hasta aquí todo normal. Goya pintó el retrato, pero cuando fue a cobrarlo… Palafox no andaba muy sobrado de liquidez, y pretendió darle largas, pedirle que le hiciera un precio… Eran malos tiempos para todos y el pintor no estaba dispuesto a regalárselo, así que la cosa se fue alargando, alargando, y en 1831, 17 años después, el cuadro todavía estaba en poder del hijo de Goya. Acabaría en el Museo del Prado, donde está hoy, y sirviendo como modelo para el retrato del general en el monumento a los Sitios que hizo Agustín Querol en 1908.

Palafox sobre su caballo, junto al pueblo zaragozano

El monumento es uno de los mejores de nuestra ciudad, lleno de detalles de una enorme calidad plástica. Si quieres apreciarlos lo mejor es darte una vuelta por la Plaza de los Sitios, pero también puedes pinchar aquí antes o después de ir, para que no se te escape nada. Seguro que además del caballo de Palafox encuentras otros animales.

Si váis a la Plaza de los Sitios podréis ver a Palafox también en los medallones de la fachada del Grupo Escolar Gascón y Marín (como uno de los ejemplos que se ofrecían a los alumnos cada mañana cuando iban a clase, junto a Goya, Damián Forment o Ricardo Magdalena), y cerca está su escultura presidiendo la escalera del edificio de Capitanía, pero monumento, lo que se dice monumento dedicado en exclusiva a Palafox… na de na. Hasta que en 1985 se creó la Asociación Cultural «Los Sitios de Zaragoza», que se propuso como uno de sus objetivos fundamentales sacarlo adelante. El escultor Iñaki diseñó la escultura después de una gran cantidad de bocetos. La fundición fue financiada por quince empresas diferentes (que de alguna manera representan al conjunto de la ciudad) y el pedestal por el Ayuntamiento. ¿Os hacéis una idea de su tamaño? Pues sólo os daré un par de datos: el caballo con su jinete miden 4’80 metros de altura, y pesan 2.500 kilos, que se dice pronto.

Por cierto, ¿este monumento es el último que la ciudad le ha dedicado a Palafox? Pues no, porque en el año 2008, bicentenario del inicio de los Sitios, Zaragoza le hizo un regalo maravilloso convirtiéndolo en uno de los personajes de la comparsa de Gigantes y Cabezudos. Y eso, en Zaragoza, sí que es subir al Olimpo al que han llegado muy pocos elegidos, porque la comparsa cuenta «otra» historia de nuestra ciudad, la más entrañable, la más cercana, la que más nos toca las fibras sensibles y la que durará para siempre. ¿Y no os parece que una ciudad en la que el pasaporte a la inmortalidad no te lo da una estatua de bronce sino un gigante de cartón tiene que ser muy especial? Pues sí, así es Zaragoza, ni mejor ni peor, pero desde luego distinta, peculiar, rara en el mejor sentido… Y qué queréis que os diga… ¡¡¡ME ENCANTA MI CIUDAD!!!

Pa’l Pilar sale lo mejor, y ya en el Pilar de 1808, entre el primer y el segundo Sitio, Palafox decidió que la comparsa saliera a la calle, que bastante pena tenía la gente como para quedarse sin sus Gigantes y sus Cabezudos

Si queréis saber mucho más sobre la fauna que vive en los edificios, las calles y las plazas de Zaragoza podéis apuntaros el domingo 19 de mayo a nuestra ruta “Un safari en Zaragoza” a un precio muy especial con motivo del DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS. Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar podéis llamarnos al 976207363 o entrar aquí.

 

Tarde de toros

El león de San Marcos, un trozo de Venecia en Zaragoza

El perro de San Roque no tiene rabo

El caballito de la Lonja

Los ¿delfines? de Neptuno

Los gallos de las veletas… y algún otro

El león del Batallador

El tocinico de San Antón

La cierva de San Gil

Los camellos de la Seo

El dragón de San Jorge

Leones de colores

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El gallo de la casa Marín Corralé, vigilando la calle Don Jaime (San Gil, de toda la vida)

A pesar de que el gallo volar, lo que se dice volar, vuela poco, estamos acostumbrados a verlos por las alturas. Nuestras ciudades están llenas de veletas con gallos de todos los tamaños, pero ¿qué hacen ahí? Es más, en Zaragoza nos nos privamos de nada y tenemos nuestro propio barrio del Gallo, y además aparecen en montones de capillas, retablos… ¿Qué han hecho los gallos para tener tanto protagonismo? Pues como siempre, la explicación está en alguna esquina de la Historia, así que… vamos a ver qué encontramos (eso sí, por si no tenéis ganas de leer y preferís oírlo aquí os dejo un podcast de la sección que tenemos todos los martes de verano en «Hoy por hoy» de Radio Zaragoza y a la que hemos llamado «Animalario zaragozano»).

Y lo primero de todo, y como la verdad sólo tiene un camino, es decir que los gallos se lo deben todo a San Pedro. No hay más. Así que abrochaos los cinturones, porque nos vamos de viaje al primer Jueves Santo. Jesús y los apóstoles se van a rebajar la cena dando un paseo hasta el monte de los olivos (también conocido como Getsemaní, que se vea que somos gente leída). Los apóstoles se duermen, Jesús se agobia («Padre, aparta de mí este cáliz«), Judas llega con los soldados a prender a Jesús (por 30 monedas de plata, una de las cuales cuentan que se fundió con el bronce de la campana de Velilla, pero esto nos llevaría muy lejos y lo dejamos para otro día). El caso es que de pronto se arma el revuelo, a Pedro le sale el pronto ése que le pierde y le corta la oreja a Malco (no preocuparse, Jesús se la vuelve a poner en su sitio en un pispás). En fin, resumiendo, que los soldados se llevan a Jesús a casa de Anás, y luego de a la de Caifás. Y aquí es donde queríamos llegar.

San Pedro diciéndole a la criada de Caifás que no, que él pasaba por aquí

Ya en la cena Jesús le había dicho a Pedro: «Antes de que el gallo cante dos veces tú me habrás negado tres». Hala, ahí queda eso. «¿Yooooooooooooooo? Imposible, pero imposible de toda imposibilidad». Más le valía haberse callado al pobre, porque si tres le preguntaron en el patio de la casa de Caifás que si conocía a Jesús, a los tres les dijo lo mismo: «¿Yoooooooooooooo? Yo pasaba por aquí, de verdad de la buena». El miedo es muy malo, y todos hubiéramos hecho lo mismo, no nos engañemos. El caso es que a la tercera va la vencida, y nada más contestar Pedro… el gallo cantó. El sofocón que se llevó el pobre hombre él sólo lo sabe.

En el Santo Entierro de Sevilla no podía faltar el gallo, claro que no. Por cierto, ¿que tienen que ver ese gallo y Sevilla?

Pero lo mejor viene ahora. ¿Qué fue del gallo? Siempre nos olvidamos de los personajes secundarios de las historias, pero de éste en concreto… algo sabemos. Y lo que sabemos es que no acabó guisado, sino incinerado. Sí, sí, lo que os cuento. Y lo sabemos porque resulta que mil quinientos y pico años después el Marqués de Tarifa se fue de peregrinación a Jerusalén y, como por aquel entonces la cosa era complicadilla, pues el hombre se pasó el resto de su vida contando la hazaña a todo el que le quiso oír. La cuestión es que no se vino de vacío, y se llevó para Sevilla… ¡¡¡Las cenizas del gallo!!! Repito: ¡¡¡LAS CENIZAS DEL GALLO!!! Sí, sí, hasta con negrita si hace falta: ¡¡¡¡LAS CENIZAS DEL GALLO!!!! No pongáis esa cara de incredulidad, gente de poca fe, que parece que tenéis alguna duda sobre su autenticidad. El caso es que las cenizas allí siguen, en la maravillosa Casa de Pilatos, que como todo el mundo sabe en Sevilla es el lugar donde Pilatos se alojaba cuando iba a pasar la Semana Santa (los sevillanos, que son gente sabia, siempre dicen que «menos mal que el jodío de Pilatos se lavó las manos, porque si no nos deja sin Semana Santa»; y estoy absolutamente de acuerdo con ellos)

¿Sabría Nati Abascal, cuando fue duquesa de Feria, en qué lugar exacto de su casa está la urna con las cenizas del gallo? Segurísimo, ella es una mujer sabia y estas cosas no se le escapan

Y llegamos a las veletas, que es donde habíamos empezado. ¿De dónde vino la costumbre de poner gallos en las veletas? Pues para esto tenemos que irnos al siglo IX, porque parece que fue el papa Nicolás I el que mandó poner un gallo coronando los templos para que siempre tuviéramos presentes las negaciones de Cristo (vamos, para recordarnos eternamente que si Pedro, nada menos que Pedro, fue capaz de negar a su Maestro, los demás éramos todos unos pedazo de pecadores como la copa de un pino). El caso es que de las iglesias pasaría a otros edificios, como las casas (al principio hemos visto una foto del torreón de la esquina de la casa Marín Corralé) y hasta los museos.

Ahí tenéis al gallo, sobre el tejado del Museo Pablo Gargallo, despertando cada mañana a los vecinos de la Plaza de San Felipe

En concreto, en el Museo Pablo Gargallo. Cuesta un poco verlo cuando uno está en la plaza (hay que alejarse bastante de la fachada, pero ahí está). No es una obra suya, pero en el interior del Museo tenemos la plantilla de cartón que él hacía antes de recortar las chapas de metal con las que montaba algunas de sus esculturas.

De todas maneras, si de veletas con gallo hablamos, hay en Zaragoza una que no podemos olvidar. No sólo corona una torre espectacular, sino que llegó a dar su nombre a todo un barrio: la Magdalena, el barrio del Gallo (por oposición a San Pablo, el barrio del Gancho).

La torre de la Magdalena, en pleno corazón del barrio del Gallo, con su veleta

Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Resulta que en la Edad Media, cuando cualquiera que se preciase un poco tenía un escudo, se empezó a pensar cuáles serían las armas de Cristo. Y se llegó a la conclusión de que lo que mejor resumía su gloria eran los instrumentos de su Pasión, que se empezaron a representar en cuadros, retablos, relieves de capillas… cada vez más y más variados. La bolsa con las treinta monedas, la escalera para descolgarlo de la cruz, los dados con los que se jugaron sus vestiduras, la lámpara que llevaban los soldados que subieron a buscarlos al monte de los olivos, los clavos y el martillo para clavarlo a la cruz, el látigo y la columna… y el gallo, claro. Están representados en muchos sitios, pero a mí me encantan los que hay en la Seo, concretamente el de la capilla del Santo Cristo.

¿Cuánto hace que no estáis en la Seo? A lo mejor es hora de que volváis . Una cacería de gallos es una excusa tan buena como otra cualquiera

En el trascoro (o sea, en la parte de atrás del coro) de la Seo hay una estupenda capilla. En ella aparece un Calvario y coronándola Cristo resucitado, rodeado de ángeles con los instrumentos de la Pasión (la columna, por ejemplo). Pero además, y esto es lo que nos interesa, se hizo un zócalo de piedra negra de Calatorao (que en la foto queda justo detrás de los bancos) en el que se representaron, con piedras de otros colores, las monedas, el farol, la túnica de Cristo… y nuestro gallo. ¿Por qué no os acercáis a verlo un día de estos? Seguro que encontráis muchas más cosas de las que imaginabais.

No sólo de veletas viven los gallos, tienen muchas más salidas profesionales

Ya para acabar, un último gallo: el del reloj de la Seo. Porque el gallo también se asocia con la puntualidad, con el día que llega y trae la luz (que vence a las tinieblas, igual que Dios vence sobre el demonio, y por eso el gallo se utilizó desde muy pronto para representar a Cristo), con la vigilancia (contra el pecado, p.ej.)… pero de eso hablaremos en nuestro «Safari en Zaragoza«, porque este gallo del reloj es lo primero que vemos en nuestro recorrido.

Si queréis saber mucho más sobre la fauna que vive en los edificios, las calles y las plazas de Zaragoza podéis apuntaros el domingo 19 de mayo a nuestra ruta “Un safari en Zaragoza” a un precio muy especial con motivo del DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS. Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar podéis llamarnos al 976207363 o entrar aquí.

 

Tarde de toros

El león de San Marcos, un trozo de Venecia en Zaragoza

El perro de San Roque no tiene rabo

El caballo de Palafox 

El caballito de la Lonja

Los ¿delfines? de Neptuno

El león del Batallador

El tocinico de San Antón

La cierva de San Gil

Los camellos de la Seo

El dragón de San Jorge

Leones de colores

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Hay en Lisboa un monasterio que casi parece sacado de un cuento. Lo mandó construir un rey de Portugal cuando, después de casi un siglo buscando cómo llegar a la India dando la vuelta a Africa, por fin lo lograron. Las especias de Oriente empezaron a llegar al puerto de Lisboa y de allí a Europa, y eso era dinero, muchísimo dinero, ríos de dinero. Un kilo de pimienta llegó a cambiarse por un kilo de oro, y el rey, que no era tonto (le llamaban Manuel «o venturoso», el afortunado), se quedó por decreto con un quinto de los beneficios. Y con ese dinero se cuenta que pagó el monasterio, al que llamaron el monasterio de la pimienta. Y como había decidido enterrarse allí, con sus descendientes, necesitaba unos monjes que estuvieran todo el día venga a rezar por su alma, venga una misa detrás de otra… y para eso pensó en los jerónimos.

Seguramente Manuel el afortunado copió esa costumbre de los reyes españoles (al fin y al cabo se casó con una hija de los Reyes Católicos, y cuando la primera se murió les pidió otra). Felipe II entregó El Escorial a los jerónimos. Carlos V, su padre, se retiró a Yuste, un monasterio de la misma orden. ¿Y sus abuelos? Los Reyes Católicos también habían construído un fantástico monasterio jerónimo, ¿sabéis dónde? No penséis mucho, que es muy fácil. En Zaragoza.

Resulta, resulta, que el padre de Fernando el Católico, el rey Juan II, tenía cataratas. Mandó llamar a un famoso médico judío de Lérida para que le operara, pero antes, por si acaso, que más vale prevenir, pidió que le pasaran por los ojos el clavo de Santa Engracia (el que le habían clavado en la frente hacía no sé cuántos siglos, que estaría como para coger una infección, digo yo). Total, que la cosa salió bien, y el mérito se lo dieron al clavo (yo soy el médico y no sé qué les hago, la verdad). Y claro, en agradecimiento el hombre decidió construir un gran, gran, gran monasterio dedicado a Santa Engracia. Pero claro, entre unas cosas y otras se murió y lo acabó haciendo su hijo, Fernando, el Católico.

¿Qué os parece el claustro? No tenía nada que envidiar al de Lisboa, pero… los franceses volaron una parte del monasterio al final del primer Sitio, y después de la Guerra de la Independencia no había medios para reconstruir el resto y se acabó tirando. Una lástima, porque hoy tendríamos unos estupendos «jerónimos» en Zaragoza.

Ya sabéis, si queréis conocer ésta y otras muchas historias mientras disfrutáis con la gastronomía portuguesa… no os podéis perder una auténtica cena portuguesa en el Atrapamundos(C/ Mefisto, 4), en la que os contaremos montones de historias sobre esta ciudad maravillosa mientras disfrutamos de un menú 100% portugués:

  • Arroz Peixe
  • Bacalahau a Braz
  • Pastéis de Belém

Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar llamadnos al 976207363 o entrad aquí. Y para que os vayáis animando, aquí os dejo unos cuantos posts de nuestro blog dedicados a Lisboa:

 

La verbena de Santo Antoni0

Zaragoza en Lisboa

San Antonio, pesetero y casamentero

El paraíso del bacalao

Sao rosas: la historia de Santa Isabel

Los pastéis de Belém

Los Jerónimos de Lisboa… y los de Zaragoza

Un rinoceronte muy viajero

Cuarto y mitad de San Vicente

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gozARTE

Tu alternativa para gozar del arte

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