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15 de junio de 1808: los franceses han llegado a Zaragoza dispuestos a entrar en la ciudad ese mismo día o al siguiente. No hay una muralla en condiciones, no hay guarnición militar que la defienda en ese momento… es normal que estén convencidos de que al día siguiente podrán celebrar el Corpus en el Pilar, pero… nada sale como habían planeado. Los zaragozanos deciden resistir, y comienza una defensa tan heroica como irracional. Durante los meses que pasaron hasta febrero de 1809 hubo dos Sitios, más de 50.000 muertos y decenas de episodios que se hicieron famosos en medio mundo. Los nombres de Palafox, Agustina de Aragón o el Tío Jorge inflamaron la imaginación popular de media Europa y prendieron la mecha de la resistencia contra la dominación de Napoleón.

Después del primer Sitio, que los franceses levantaron en agosto, Palafox llamó a Goya para que pintara el heroísmo de sus paisanos. El impacto que tuvo que sufrir el pintor al ver la ruina en la que se había convertido su ciudad nos lo podemos imaginar fácilmente. No conservamos los bocetos que hizo entonces (y que tuvo que cubrir con pintura para que no se los encontraran los franceses cuando volvía a Madrid), pero sí los grabados de los “Desastres de la guerra”, muchos de los cuales representan con una potencia inolvidable lo que habían vivido los zaragozanos y que Goya sintió como propio. ¿Qué pensaría al ver la zona del Coso Bajo, en la que había vivido tantos años de su juventud, arruinada tras la voladura del polvorín que estaba allí?

Os proponemos descubrir todo esto en un recorrido que nos llevará a ver algunas de las huellas más impresionantes de los Sitios. Comenzaremos en la plaza de los Sitios, delante del Museo de Zaragoza, y veremos tanto lo que se hizo 100 años después para conmemorar aquello (el magnífico monumento de la plaza de los Sitios nos servirá para contar todo lo que ocurrió en los primeros meses) como los impresionantes restos que quedaron tras las voladuras: las murallas, el molino de Goicoechea, el convento de San Agustín, las casas de la calle Doctor Palomar… y todo ello a través de los ojos de Goya. Todo un viaje en el tiempo para acercarnos a los miles de pequeñas grandes historias de los verdaderos protagonistas de todo aquello: la gente normal.

Goya

Cuándo –  6 de julio a las 22’30

Dónde – Plaza de los Sitios, delante del Museo de Zaragoza

Precio – 10  € por persona (9 € para estudiantes menores de 26 años y jubilados; 5 € para parados).

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Aunque nació en Fuendetodos, Goya es sin ninguna duda el zaragozano más ilustre de todos los tiempos. En nuestra ciudad pasó toda su infancia y juventud, aquí tuvo a sus mejores amigos y a su familia y aquí volvió a lo largo de toda su vida: el colegio al que probablemente fue, la iglesia en la que se confirmó, casas en las que vivió él y su familia, el Pilar o el Canal Imperial, con los que tuvo muchísima relación… Pero Zaragoza no es sólo el escenario en el que se desarrollaron sus primeros años, sino también el lugar en el que se conserva una parte muy importante de su obra: frescos en el Pilar, pinturas murales en la iglesia de la Cartuja de Aula Dei, una estupenda colección que incluye varios de sus mejores retratos en el Museo de Zaragoza y en el Museo Ibercaja Camón Aznar (el único museo del mundo que expone toda su obra grabada)…

Iglesia de la Cartuja de Aula Dei, con las pinturas murales de Goya

Sábado – La Zaragoza de Goya

Nos vamos a ir a la Zaragoza del siglo XVIII para descubrir lugares fascinantes en los que Goya dejó su huella de una u otra forma. En ellos no solamente conoceremos la obra del artista, sino también la historia de los propios edificios.

  • El colegio de los Escolapios, en el que muy probablemente estudió
  • La Cartuja de Aula Dei, un magnífico edificio del siglo XVI en el que Goya pintó los muros de la iglesia (en este momento abre sólo un sábado al mes, pero probablemente después de Semana Santa empezará a abrir todos).
  • El Pilar, donde encontramos su primera obra importante (la bóveda del Coreto de la Virgen) y también su primera gran obra de madurez, la cúpula Regina Martyrum, de la que se conservan además los bocetos en el Museo Pilarista.

Cúpula Regina Martyrum en el Pilar

Después de comer nos iremos al Museo de Zaragoza, donde nos encontraremos con una estupenda colección de obras de nuestro pintor, desde cuadros de juventud hasta estupendos retratos de madurez, incluyendo el que probablemente es el mejor que pintó de Fernando VII o uno de sus primeros retratos infantiles, el del hijo del infante Don Luis de Borbón.

Fernando VII y el duque de San Carlos

Después de la visita al museo os proponemos recorrer un entorno del siglo XVIII: el Canal Imperial de Aragón, una de las obras de ingeniería más importantes de la Europa del momento y muy relacionada con Goya, como veremos. Si hace buen tiempo es un paseo de lo más agradable en el que se combina naturaleza, patrimonio, historia, arte…

Esclusas del Canal Imperial a su paso por Zaragoza

Por la noche, después de cenar, os proponemos una visita teatralizada titulada «Los sueños de Goya», en la que vamos a viajar a aquel tiempo para encontrarnos con diversos personajes que nos van a hablar sobre cómo el origen de muchos de los sueños y pesadillas del pintor se encuentra en su infancia y juventud en Zaragoza. Conoceremos a una auténtica maja, al propio Goya, asistiremos a un aquelarre…

El mismísimo Goya delante de su monumento, alternando con una auténtica maja

Domingo – Zaragoza y la Guerra de la Independencia

Uno de los episodios de la historia de la ciudad que más marcaron a Goya son los Sitios, los dos asedios a los que los franceses sometieron a la ciudad durante la Guerra de la Independencia y que la convirtieron en un símbolo contra la resistencia a Napoleón en medio mundo: más de 50.000 muertos, una ciudad destrozada, personajes como Agustina de Aragón, el heroísmo colectivo de los zaragozanos… Después del primer Sitio Palafox llamó a Goya para que pintara el heroísmo de los zaragozanos, que quedó reflejado, por ejemplo, en sus Desastres de la Guerra.

"¡Qué valor!", grabado de Goya representando a Agustina de Aragón con el cañón

Hoy os proponemos descubrir las impresionantes huellas de los Sitios en la ciudad (incluyendo, p.ej., la magnífica capilla de las heroínas, en la que está enterrada Agustina de Aragón con otras mujeres que se destacaron en la defensa de la ciudad) y acabar en el Museo Ibercaja Camón Aznar, en el que además de otras obras suyas podremos ver todos sus grabados, deteniéndonos especialmente en «Los desastres de la guerra«.

Casa con la fachada comida por la metralla desde 1808

Para terminar, os ofrecemos la opción de tener una auténtica «comida baturra» (que también puede ser cena el sábado), un recorrido que nos llevará desde los Sitios hasta las conmemoraciones que tuvieron lugar 100 años después al ritmo de la jota y con un estupendo menú aragonés. Si queréis más información entrad aquí.


 haciendo boca podéis pinchar aquí para descargaros el PDF de una guía titulada “Tras los pasos de Goya en Zaragoza“, escrita por nosotros. ¿Qué, ahora sí os apetece pasar un fin de semana en Zaragoza descubriendo la huella de Goya?

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Zaragoza es una ciudad llena de Goya por todas partes. Se conservan muchos de los escenarios de la ciudad en la que nació y pasó su juventud, alguna de las casas en las que vivió él o su familia, la iglesia en la que se confirmó (San Gil), el colegio en el que probablemente estudió (los Escolapios)… y, por supuesto, muchas obras suyas. Y no solo en el Pilar, sino también en el Museo de Zaragoza, en el Museo Ibercaja Camón Aznar, en la Cartuja de Aula Dei o en el Museo Diocesano.

Sala del Museo de Zaragoza, con dos retratos espectaculares

Si queréis recorrer Zaragoza tras los pasos de Goya sin levantaros de la silla os recomiendo que pinchéis aquí, pero para este mes de marzo nuestra propuesta es otra. Nos vamos a ir todos los sábados por la tarde a descubrir la obra de Goya en el Museo de Zaragoza, en la Plaza de los Sitios. Si hace mucho que no estáis vais a alucinar, porque además de contar con algunas obras nuevas la instalación de esas salas también ha cambiado, y merece la pena darse una vuelta para conocer no sólo la obra de don Francisco, sino también la de sus maestros y los que vinieron después siguiendo su estela.

Un detalle del retrato del infante Don Luis María de Borbón y Vallabriga

Si os apetece pasar una tarde con nosotros descubriendo una maravillosa colección de retratos, las fantásticas historias que nos cuentas sus grabados y muchas cosas más, no lo dudéis. Aquí os dejo toda la información:

Cuándo – 3, 10, 17, 24 y 31 de marzo a las 18’00

Dónde – Museo de Zaragoza (Plaza de los Sitios)

Precio – 8 € (7 € para jubilados, parados y estudiantes menores de 26 años)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Recordad que si sois un grupo podemos organizar esta o cualquier otra visita en cualquier momento. En relación con Goya tenemos preparados diferentes recorridos que nos llevan a descubrir su obra en el Pilar, el Museo Ibercaja Camón Aznar y en el Museo de Zaragoza o en busca de los escenarios en los que se desarrollaron sus primeros años de vida, y también una visita teatralizada titulada «Los sueños de Goya». Si queréis más información sobre ella llamadnos al 976207363 o entrad aquí.

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Cuando en 1563 don Hernando de Aragón, arzobispo de Zaragoza, fundó la Cartuja de Aula Dei, ya existía un monasterio de esta Orden en Aragón: la Cartuja de las Fuentes, en los Monegros, fundada a principios del siglo XVI. Posteriormente se fundaría otro también al lado de Zaragoza, la Cartuja de la Concepción o Cartuja Baja (de ahí que a Aula Dei también se la conozca como Cartuja Alta).

Las condiciones de subsistencia de los monjes en la Cartuja de las Fuentes eran tan precarias, en un entorno tan pobre y desértico, que se plantearon trasladarse a un lugar más adecuado, cosa que hicieron en 1563. De las tres cartujas aragonesas Aula Dei fue la más rica (su participación en la fundación de la Cartuja Baja fue muy importante) y es la mejor conservada. Antes de construirla se estudiaron las que ya se habían construido antes en Cataluña y Valencia, y después de mucho pensar se diseñó un plano absolutamente racional y que respondía perfectamente a las necesidades de los monjes.

Aquí tenemos el plano de la Cartuja de Aula Dei. Está rodeada por una muralla baja con pequeños torreones, como se podía apreciar en las fotos de arriba. Esa muralla no forma aún un rectángulo perfecto, como en la Cartuja Baja (construida casi un siglo después), pero es bastante regular. En la parte de abajo del plano están las construcciones de servicios, las que están ocupadas por los criados y los hermanos legos (o sea, los que se encargan del funcionamiento diario del monasterio, lo que les obliga a estar en contacto con el mundo exterior). En la parte de arriba está el corazón del monasterio, la iglesia con dos claustros pequeños a los lados (uno de capillas, para que todos los monjes puedan cantar misa a diario, y otro con el refectorio, donde los domingos comen en comunidad) y el gran claustro con las celdas de los monjes detrás, en la parte más alejada de la puerta del recinto. Todo esto fue una auténtica novedad, y todas las cartujas españolas construidas después siguieron el modelo: Ara Christi en Valencia, la Cartuja Baja en Zaragoza, Nuestra Señora de las Fuentes en la provincia de Huesca y la de Jesús Nazareno en Valldemosa (Mallorca).

Aquí podemos ver el aspecto exterior del conjunto, magníficamente conservado. En el dibujo de arriba vemos la iglesia con su torre en primer plano, y detrás el gran claustro con las celdas de los monjes alrededor. En la vista aérea tenemos una impresionante imagen de ese claustro, con el cementerio en el centro (se distingue por el grupo de cipreses) y las 36 celdas alrededor, cada una de ellas con dormitorio, oratorio, estudio, comedor, huerto, taller y solana

La construcción de este magnífico conjunto fue posible gracias al apoyo del arzobispo de Zaragoza (nieto de Fernando el Católico y primo hermano de Carlos V) don Hernando de Aragón, que puso el dinero para que fuera posible una fundación «magnífica, suntuosa y cumplida«, que además pudo construirse en muy pocos años. Hasta el siglo XIX vivirían aquí los monjes sin sobresaltos, algo que acabaría con la Guerra de la Independencia, el Trienio Liberal (1820-1823) y la Desamortización de Mendizábal. Los monjes se marcharon, pero volvieron en 1901 y hasta hoy mismo han vivido en el monasterio. Ahora que se marchan, un tema del que hablaremos próximamente, no sabemos lo que ocurrirá con un lugar que, gracias a haber estado ocupado, se ha mantenido en un excelente estado de conservación.

Dentro del monasterio hay muchos espacios singulares, como la espléndida biblioteca, el claustrillo de capillas decorado con pinturas del siglo XVII de la vida de San Bruno, las pinturas del XVIII dedicadas a los siete sacramentos que los cartujos se trajeron de Francia en 1901, cuando volvieron tras la Desamortización… pero por encima de todo destaca la iglesia, contemporánea de la Lonja, de la última ampliación de la Seo… como en ellas, hay magníficas bóvedas de crucería estrelladas decoradas con florones de madera, muy propios de la arquitectura aragonesa de la época.

La iglesia se redecoró en el siglo XVIII, y fue entonces cuando se hizo el retablo y, sobre todo, las grandes pinturas murales de Goya, de las que hablaremos en el siguiente capítulo. De momento, si queréis descubrir este lugar con nosotros no os podéis perder la visita que hemos preparado.

Cuándo – Todos los sábados a las 12’00

Dónde – Portería de la Cartuja de Aula Dei a las 11’50, o parada del bus 28 en el Coso, nº 118 a las 11’10

Precio – 10 € por persona (8 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años, 6 € para parados)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Y si queréis saber más sobre los cartujos aquí os dejo algunos post de nuestro blog, y si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar «me gusta», o entrar en twitter @gozARTE:

Las cartujas de Aragón

La cartuja de Aula Dei

Un paseo nocturno por la Cartuja Baja

Con la tele en la Cartuja Baja

Las sombras de la muerte

Cartujas y tortugas

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Zaragoza está llena de Goya por todas partes. No sólo tenemos su obra, sino también la ciudad en la que pasó toda su infancia y su juventud, de la que se conservan montones de edificios, rincones… y también todos los homenajes y monumentos que Zaragoza le ha dedicado a su hijo más ilustre. Si os apetece conocerlo, pinchad aquí  y podréis descargaros el PDF de una guía titulada «La memoria de Goya: tras los pasos de Goya en Zaragoza«, escrita por Gozarte para la Fundación Goya en Aragón. En cualquier caso, os dejo unas cuantas recomendaciones:

Retablo de la iglesia del colegio de las Escuelas Pías

Siempre se ha dicho que Goya estudió en el colegio que los Escolapios fundaron en la ciudad poco antes de su nacimiento. Es posible aunque no seguro, porque no tenemos ningún documento que lo corrobore. Bueno, ningún documento de tipo «oficial», aunque sí uno de tipo «sentimental», pues al final de su vida pintó una maravillosa «Última comunión de San José de Calasanz» por la que no quiso cobrar prácticamente nada. Lo que es seguro es que, estudiara o no aquí, conocería el fantástico retablo de la iglesia del colegio, donde parece que intervino José Ramírez, uno de los mejores escultores de la España del momento.

Iglesia del Hospital Provincial

Muy cerca de su casa y del colegio de los Escolapios estaba el Hospital de Convalecientes (actualmente conocido como Hospital provincial, u Hospital de Gracia), cuya estupenda iglesia se conserva perfectamente. En ella hay un retablo pintado por José Luzán, el artista con el que Goya dio sus primeros pasos en el mundo de la pintura. Obras suyas hay en muchas iglesias de la ciudad, pero merece la pena ir a ver ésta.

A pocos metros del hospital aún se levanta la Puerta del Carmen, la única de todas las que tuvo la ciudad que sigue en pie. Se construyó en 1789, cuando Goya ya vivía en Madrid, y ahí sigue «viendo pasar el tiempo«. Igual que sigue en su sitio el Canal Imperial de Aragón, una de las obras de ingeniería más importantes de la Europa del siglo XVIII. Si tenéis ganas de dar un paseo junto al agua, en un entorno que recuerda mucho al que Goya conoció, no tenéis más que acercaros hasta las esclusas del canal en el barrio de Casablanca.

Las esclusas junto a la Casa Blanca del Canal, de la que viene el nombre del barrio

El canal fue un empeño personal de un personaje al que Goya conocía muy bien y al que incluso retrató: Don Ramón de Pignatelli, miembro de una importantísima familia nobiliaria, canónigo, Protector del Canal… Cuando logró su empeño de que las aguas llegaran a Zaragoza levantó junto a las esclusas la Fuente de los Incrédulos, «para convencimiento de incrédulos y reposo de caminantes«.

En uno de los muchos viajes que Goya hizo a Zaragoza cuando ya vivía en Madrid, Pignatelli le llevó a navegar por el canal. Pasarían por delante de la iglesia que había mandado construir para los trabajadores (estaban en una zona demasiado alejada de la ciudad como para poder ir a misa) y que dedicó a San Fernando. Seguramente entonces le encargaría ya los tres magníficos retablos pintados que iban a decorar el interior.

Lamentablemente aquellos tres enormes cuadros (pintados en la cumbre de la carrera de Goya, nada más acabar «La familia de Carlos IV«) desaparecieron en la Guerra de la Independencia. Eso sí, aunque no están en Zaragoza, sino repartidos en distintos museos, los bocetos se conservan. Aquí os dejo uno de ellos, en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires.

Nos hemos alejado mucho y vamos a volver otra vez al centro. Más aún, al corazón de Zaragoza, un edificio al que Goya está más que vinculado: el Pilar. Si queréis conocer con más detalle la relación del pintor con el edificio más importante de nuestra ciudad, pinchad aquí. Cuando Goya era un chaval vivía a cinco minutos del Pilar y pudo ver todo el ajetreo de la obra, especialmente la construcción de la espectacular Santa Capilla, una de las mejores de la Europa del siglo XVIII.

Muy cerca está la casa de los marqueses de Sobradiel, cuya pequeña capilla se decoró con pinturas de un Goya muy joven, la mayoría de las cuales pueden verse hoy en el Museo de Zaragoza. Aquí tenéis una de ellas, «El sueño de San José».

Tampoco está lejos la casa Tarín, que fue sede de las oficinas del Canal Imperial de Aragón. Para esta institución pintó Goya dos extraordinarios retratos de Fernando VII y el duque de San Carlos que ahora pueden verse en el Museo de Zaragoza.

En este momento esta casa está en pleno proceso de restauración, así que… está foto ya se ha quedado antigua

A 50 metros escasos se encuentra el Museo Ibercaja Camón Aznar, donde hay una estupenda colección de obras de Goya en la que además de varios cuadros (entre ellos el fantástico retrato de Félix de Azara, uno de los mejores que pintó nunca) podemos ver todos sus grabados (es el único museo del mundo que los expone todos). Y también muy, muy cerca está el palacio arzobispal, en cuyo interior está el Museo Diocesano. En su salón principal pueden verse los retratos de todos los arzobispos de Zaragoza, entre ellos el de Joaquín Company, pintado por Goya.

Podríamos seguir, y seguir, y seguir, porque decir Zaragoza es decir Goya. Pero antes de acabar os dejo tres recomendaciones más. La primera, la Cartuja de Aula Dei, situada a pocos kilómetros de Zaragoza y con una iglesia decorada con un estupendo conjunto de pinturas murales que constituye su primera gran obra de madurez. ¿Queréis saber cómo visitarla? Pues pinchad aquí.

Tampoco podéis dejar de visitar el Museo de Zaragoza, en la Plaza de los Sitios. Vais a encontrar obras del Goya joven, pero también espléndidos retratos de madurez.

No podéis perdéroslo, al igual que mi última recomendación. Goya murió en Burdeos y allí lo enterraron junto a su consuegro (hoy su cuerpo está en San Antonio de la Florida, en Madrid). Encima de la tumba se colocó un monumento que la ciudad francesa regaló a Zaragoza cuando se cumplió el centenario de la muerte del pintor, en 1929. Aquí os dejo una foto, pero no os digo dónde está. Id con los ojos abiertos, porque cuando menos os lo esperéis lo encontraréis.

Espero que os haya gustado este paseo a lo largo y ancho de Zaragoza. Podría recomendaros muchos más lugares para descubrir la ciudad en la que vivió Goya, porque se conserva muy, muy bien, y su huella está por todas partes. Eso sí, como os decía al principio podéis descargaros una pequeña guía en PDF. Seguro que os ayuda a descubrir muchas más cosas de las que creéis.

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¿Queréis conocer la obra de Goya en Zaragoza? Pues entre las muchas recomendaciones posibles hoy os propongo que os vengáis con nosotros al Pilar, uno de los lugares del mundo en los que mejor es posible percibir la huella de uno de los artistas más grandes de todos los tiempos.

El Pilar está lleno del arte de Goya

En 1676 Zaragoza se convierte en la primera ciudad del mundo con dos catedrales, la Seo (que ya lo era desde 1118) y el Pilar. Unos años después comienzas las obras del espectacular edificio actual, que cuando Goya nació en 1746 estaba muy avanzado. De hecho, él era un niño cuando Ventura Rodríguez construyó la Santa Capilla y Antonio González Velázquez pintó la cúpula que la cubre con la venida de la Virgen a Zaragoza y Santiago y los siete convertidos construyendo la Santa Capilla ayudados por los ángeles.

La Santa Capilla del Pilar, construida cuando Goya era un niño

Goya es por entonces un chaval que empieza a acudir a la Academia del Pintor José Luzán y pinta sus primeras obras. Alguna de ellas, claro, dedicada a la Virgen del Pilar. Unos años después, cuando Goya ya no vive en Zaragoza y viene a pasar una temporada para pintar dos cúpulas en el Pilar (una es la «Regina Martyrum» y la otra nunca la hará) le pide a su amigo Martín Zapater que le busque casa en la ciudad, y le dice:

«Para mi casa no necesito muchos muebles, pues me parece que con una estampa de Nuestra Señora del Pilar, una mesa, cinco sillas, una sartén, una bota y un tiple y asador y candil todo lo demás es superfluo«.

Muy joven Goya pinta esta «Venida de la Virgen del Pilar», que se conserva en el Museo de Zaragoza.

Seguramente Goya nunca olvidaría que su primer encargo importante le vino precisamente de ahí, del Pilar. El había intentado conseguir una beca para la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, pero al no lograrlo marchó a Italia por su cuenta para aprender todo lo que pudiese. Y lo hizo, vaya que si lo hizo. Tanto que cuando vuelve a Zaragoza con 25 años, envuelto en el prestigio que daba la formación en Italia, pudo conseguir el encargo de la bóveda del Coreto, el pequeño coro que hay enfrente de la Santa Capilla. Para ello tuvo que demostrarles que sabía pintar al fresco y también ofrecer un presupuesto mucho más barato que su competencia. Por cierto, y para que nos situemos: estamos en 1771.

El primer encargo importante que recibe Goya es la bóveda del Coreto del Pilar. El boceto se conserva en el Museo Ibercaja Camón Aznar de Zaragoza.

El MICAZ (Museo Ibercaja Camón Aznar), situado a cinco minutos del Pilar, expone, junto a otras pinturas de Goya y una colección completa de sus grabados (es el único lugar del mundo que los expone todos), el boceto que pintó antes de empezar a trabajar en el Coreto. Podéis compararlo con la obra definitiva, que luce estupenda tras la restauración que tuvo lugar hace unos años.

«Adoración del nombre de Dios por los ángeles», en la bóveda del Coreto del Pilar

En el Coreto se representa el nombre de Dios (en letras hebreas y situado dentro de un triángulo, que simboliza a la Santísima Trinidad) y alrededor los ángeles adorándolo, con incienso, instrumentos musicales… Por cierto, si te fijas bien verás que una de las dos bombas que cayeron dentro del Pilar al principio de la Guerra Civil, el 3 de agosto de 1936, atravesó la pintura de Goya. ¿Por dónde? Seguro que eres capaz de encontrar el agujero sin ayuda.

Después de aquello Goya consiguió algún trabajo importante en Zaragoza pero sobre todo uno: las pinturas de la iglesia de la Cartuja de Aula Dei, que se conservan y se pueden visitar.

Iglesia de la Cartuja de Aula Dei, junto a Zaragoza, con las pinturas de Goya

Sin embargo, pronto decidió marcharse a Madrid, animado por su cuñado Francisco Bayeu (ya pintor del rey por aquellos años), que le consiguió trabajo en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Sería estando allí cuando Bayeu recibió el encargo de pintar las cúpulas que formaban el «cuadro» de la Santa Capilla (o sea, las ocho que había alrededor de la capilla de la Virgen, en el Pilar), y lo repartió con su hermano Ramón y con su cuñado, Goya. Para Francisco los cuatro platos (o sea, las cúpulas más rebajadas), y dos de las cúpulas de las esquinas para cada uno de los otros dos.

Uno de los dos bocetos pintados por Goya para la cúpula»Regina Martyrum» del Pilar. Pertenece al Museo Pilarista, pero se expone en una de las naves de la Basílica, junto a la puerta del Museo.

Casi todos los bocetos presentados, incluidos los dos de Goya, se conservan en el Museo Pilarista, junto con la espectacular colección de joyas y mantos de la Virgen del Pilar, la maqueta de la Santa Capilla presentada por Ventura Rodríguez… Por cierto, todas las cúpulas giraban alrededor del mismo tema: las advocaciones de la Virgen como reina que aparecen en la letanía. Reina de los mártires, Reina de los profetas, Reina de todos los santos… Goya empezó con la «Regina Martyrum«, Reina de los mártires. Sus bocetos se aprobaron, se levantó el andamio y empezó a pintar.

Cúpula «Regina Martyrum», espectacular tras la última restauración

No estaba acabada la obra cuando un grupo de miembros del Cabildo subió a verla, y lo que encontraron no les gustó nada. Las figuras les parecieron enormes (son el doble del tamaño natural, aproximadamente, porque Goya tenía claro que iban a verse a 30 metros de distancia), no les gustó cómo estaban acabadas… en fin, que empezó ahí un enfrentamiento que llevó a que Goya sólo llegar a pintar una de las dos cúpulas que estaba previsto que hiciera. Eso sí, dejó aquí su primera gran obra de madurez, que hoy puede verse extraordinariamente después de la última restauración. En ella aparece la Virgen sentada sobre un trono de nubes, representada como reina de los cielos con una corona de cabezas de ángeles dorados rodeando su cabeza. Y a sus pies mártires zaragozanos, aragoneses e internacionales, desde Santo Dominguito de Val (patrón de los infanticos del Pilar) a San Lamberto, con su cabeza en la mano, pasando por San Jorge, San Valero, Santa Engracia… y muchos más.

Goya nunca volvió a pintar en el Pilar, aunque sí en Zaragoza, y mucho. Pero eso… es otra historia, y la dejaremos para otro día. Esos sí, si queréis saber mucho más y conocer a otros personajes de su tiempo que circulan por Zaragoza, ya sabéis. Para un congreso, reunión familiar, cumpleaños, viaje de empresa… nuestra visita teatralizada sobre «Los sueños de Goya» es una opción estupenda para descubrir la ciudad de una forma completamente diferente, amena y divertida. ¿Queréis más información? Pues llamadnos al 976207363 y os contaremos todo lo que necesitéis saber. Y si preferís una visita más centrada en su obra, también podemos ofreceros varios recorridos diferentes para descubrirla.

Visitas teatralizadas – Los sueños de Goya

Tras los pasos de Goya en Zaragoza

Tras la sombra de los cartujos – La Cartuja de Aula Dei

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¿Os acordáis del caballito de la Lonja? Pues bien, aquí tenemos un caballo, un señor caballo. Serio, solemne, con su pata levantada y la mirada al frente… vamos, un caballo como Dios manda. Estamos en la Plaza José María Forqué, en pleno centro de Zaragoza, y aquí está el único retrato ecuestre de tamaño monumental que hay en nuestra ciudad (el que hubo dedicado a Franco en la Academia General Militar ya se retiró, y el de Alfonso I el Batallador en el cabezo del Parque no se llegó a hacer a caballo por problemas de presupuesto). Si no lo conocéis, ya tenéis una excusa para daros un paseo hasta allí esta misma tarde.

112 años después del primer Sitio se levantó, por fin, el monumento a Palafox

Ya en septiembre de 1808, después del primer Sitio, se quiso levantar un monumento a Palafox en la plaza del Pilar, pero… a veces las cosas de palacio van muy, muy, muy despacio, y hasta diciembre del 2.000, unos 112 años después, no se consiguió. Lo cierto es que al acabar la Guerra la cosa no estaba como para pensar en monumentos, así que Palafox debió de pensar que si quería un homenaje lo mejor era buscarse la vida. ¿Qué hizo? Pues encargarle a Goya que le hiciese un retrato como general victorioso montado a caballo.

Palafox cabalgando por el Museo del Prado

Hasta aquí todo normal. Goya pintó el retrato, pero cuando fue a cobrarlo… Palafox no andaba muy sobrado de liquidez, y pretendió darle largas, pedirle que le hiciera un precio… Eran malos tiempos para todos y el pintor no estaba dispuesto a regalárselo, así que la cosa se fue alargando, alargando, y en 1831, 17 años después, el cuadro todavía estaba en poder del hijo de Goya. Acabaría en el Museo del Prado, donde está hoy, y sirviendo como modelo para el retrato del general en el monumento a los Sitios que hizo Agustín Querol en 1908.

Palafox sobre su caballo, junto al pueblo zaragozano

El monumento es uno de los mejores de nuestra ciudad, lleno de detalles de una enorme calidad plástica. Si quieres apreciarlos lo mejor es darte una vuelta por la Plaza de los Sitios, pero también puedes pinchar aquí antes o después de ir, para que no se te escape nada. Seguro que además del caballo de Palafox encuentras otros animales.

Si váis a la Plaza de los Sitios podréis ver a Palafox también en los medallones de la fachada del Grupo Escolar Gascón y Marín (como uno de los ejemplos que se ofrecían a los alumnos cada mañana cuando iban a clase, junto a Goya, Damián Forment o Ricardo Magdalena), y cerca está su escultura presidiendo la escalera del edificio de Capitanía, pero monumento, lo que se dice monumento dedicado en exclusiva a Palafox… na de na. Hasta que en 1985 se creó la Asociación Cultural «Los Sitios de Zaragoza», que se propuso como uno de sus objetivos fundamentales sacarlo adelante. El escultor Iñaki diseñó la escultura después de una gran cantidad de bocetos. La fundición fue financiada por quince empresas diferentes (que de alguna manera representan al conjunto de la ciudad) y el pedestal por el Ayuntamiento. ¿Os hacéis una idea de su tamaño? Pues sólo os daré un par de datos: el caballo con su jinete miden 4’80 metros de altura, y pesan 2.500 kilos, que se dice pronto.

Por cierto, ¿este monumento es el último que la ciudad le ha dedicado a Palafox? Pues no, porque en el año 2008, bicentenario del inicio de los Sitios, Zaragoza le hizo un regalo maravilloso convirtiéndolo en uno de los personajes de la comparsa de Gigantes y Cabezudos. Y eso, en Zaragoza, sí que es subir al Olimpo al que han llegado muy pocos elegidos, porque la comparsa cuenta «otra» historia de nuestra ciudad, la más entrañable, la más cercana, la que más nos toca las fibras sensibles y la que durará para siempre. ¿Y no os parece que una ciudad en la que el pasaporte a la inmortalidad no te lo da una estatua de bronce sino un gigante de cartón tiene que ser muy especial? Pues sí, así es Zaragoza, ni mejor ni peor, pero desde luego distinta, peculiar, rara en el mejor sentido… Y qué queréis que os diga… ¡¡¡ME ENCANTA MI CIUDAD!!!

Pa’l Pilar sale lo mejor, y ya en el Pilar de 1808, entre el primer y el segundo Sitio, Palafox decidió que la comparsa saliera a la calle, que bastante pena tenía la gente como para quedarse sin sus Gigantes y sus Cabezudos

Si queréis saber mucho más sobre la fauna que vive en los edificios, las calles y las plazas de Zaragoza podéis apuntaros el domingo 19 de mayo a nuestra ruta “Un safari en Zaragoza” a un precio muy especial con motivo del DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS. Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar podéis llamarnos al 976207363 o entrar aquí.

 

Tarde de toros

El león de San Marcos, un trozo de Venecia en Zaragoza

El perro de San Roque no tiene rabo

El caballito de la Lonja

Los ¿delfines? de Neptuno

Los gallos de las veletas… y algún otro

El león del Batallador

El tocinico de San Antón

La cierva de San Gil

Los camellos de la Seo

El dragón de San Jorge

Leones de colores

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Cae la noche en Zaragoza...

Cuando cae la tarde en Zaragoza todo el mundo se echa a la calle, y hasta la gente de otras épocas sale buscando la animación. Últimamente se ha visto pasear por ahí al mismísimo Don Francisco de Goya, participando en una visita teatralizada dedicada a él. Así que hemos metido a un reportero en la máquina del tiempo y lo hemos enviado hasta el verano de 1808, entre el primer y el segundo Sitio que sufrió la ciudad durante la Guerra de la Independencia, a hacerle unas cuantas preguntas al hijo más ilustre de nuestra ciudad. Y ha contestado, vaya que sí, y sin pelos en la lengua.

Goya en plena charla con un viejo amigo

Buenas noches, Don Francisco. Le vemos muy a gusto.

Yo en Zaragoza siempre estoy a gusto, joven, y más si se está pasando el rato con un amigo tomando buen vino de Cariñena de taberna en taberna.

Tiene usted muchísima razón. ¿Y qué le trae por Zaragoza esta vez? 

Cualquier motivo es bueno, oiga, que no necesito yo excusas para venir a mi casa, digo yo. Que aquí tengo a los amigos de siempre, a la familia… y a la Virgen del Pilar, que se dice pronto.

Pues también tiene usted razón. ¿Pero aún le quedan ganas de ir al Pilar, después del disgusto aquel? Para que nuestros lectores lo sepan, Don Francisco pintó en el Pilar una vez a principios de los años 70 del siglo XVIII, cuando hizo la bóveda del coreto de la Virgen, y otra vez unos diez años después, cuando pintó la cúpula «Regina Martyrum«. Y aquella segunda vez las cosas acabaron peor que mal entre nuestro pintor y el Cabildo del Pilar, tanto que de las dos cúpulas que iba a pintar al final sólo hizo una.

Calle, y aquello ni me lo mencione, que no hay necesidad. ¿Pero qué tendrá que ver la Virgen con todo aquel lío? Además, que va para treinta años que pasó, así que… casi que habrá que irlo olvidando, ¿no?

Hombre, en eso no le falta razón. Pero era usted el que decía que «acordándome de Zaragoza y pintura me quemo vivo«, ¿no?

Pues sí, yo lo decía, y era verdad. Pero desde entonces acá ha pasado mucha agua debajo del Puente de Piedra, y hasta he pintado muchas cosas en Zaragoza. ¿No ha visto usted mis tres retablos en la iglesia de San Fernando de Torrero? Porque son una cosa buena, ¿eh? Vaya, vaya y ya me contará.

Lo que Don Francisco de Goya no sabía en 1808 es que aquellos tres estupendos retablos desaparecerían durante la guerra y sólo nos quedarían los bocetos, pero ¿para qué se lo vamos a decir?

Bueno, ¿y ha venido usted a pintar o sólo de visita?

Pues a pintar, joven, a pintar, que con España en guerra y los franceses por todas partes no están las cosas como para visitas de placer. Que alguna vez me he escapado de Madrid sólo para pasar con mis amigos las fiestas del Pilar, pero esta vez… es diferente.

¿Y eso? Cuéntenos, que nos tiene en ascuas. ¿Le han encargado alguna gran obra en nuestra ciudad?

Bueno, ya se verá lo que sale, que si se habla mucho de los proyectos al final se gafan, ya sabe. Pero así entre nosotros y sin que salga de aquí… Palafox me mandó llamar para que pintara el heroísmo de los zaragozanos durante el primer Sitio. Esa Agustina disparando el cañón, el tío Jorge y todos los demás han sido el asombro del mundo. Dicen que Napoleón está que trina.

¿Y cómo ha encontrado Zaragoza?

¿Pues cómo la voy a encontrar? Destrozada. Esto es una pena. Los franceses son unos ‡¢¥♦µ¥‡¢< (intraducible, por su boca salen rayos y centellas). ¿Así quieren traernos la libertad y el progreso? ¿En la punta de las bayonetas? No me haga hablar, que se me calienta la boca y digo lo que quiero y lo que no quiero, y luego alguna vez hasta me arrepiento y la Josefa me pone firme.

Pues no, Don Francisco, no se altere y siga disfrutando de esta noche de verano. Nosotros le dejamos con su amigo, pero antes, ¿podríamos hacerles una foto?

¿Una qué? Haga lo que quiera pero déjenos tranquilos ya, que nosotros teníamos una conversación a medias. Venga, vayan con Dios y hasta otra.

Pues todo esto nos ha contado Don Francisco de Goya, el ilustre pintor. Pero eso sí, si queréis saber mucho más y conocer a otros personajes de su tiempo que circulan por Zaragoza, ya sabéis. Nos encontraremos con la escultura de una maja de lo más dicharachera, participaremos en una auténtico aquelarre y conoceremos a dos zaragozanos que vivieron y sufrieron los Sitios, durante la Guerra de la Independencia. Y todo ello buscando el origen de los sueños, los fantasmas y las pesadillas de Goya en la ciudad en la que vivió toda su infancia y juventud. Para un congreso, reunión familiar, cumpleaños, viaje de empresa… nuestra visita teatralizada sobre «Los sueños de Goya» es una opción estupenda para descubrir la ciudad de una forma completamente diferente, amena y divertida. ¿Queréis más información? Pues llamadnos al 976207363 y os contaremos todo lo que necesitéis saber.

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El gallo de la casa Marín Corralé, vigilando la calle Don Jaime (San Gil, de toda la vida)

A pesar de que el gallo volar, lo que se dice volar, vuela poco, estamos acostumbrados a verlos por las alturas. Nuestras ciudades están llenas de veletas con gallos de todos los tamaños, pero ¿qué hacen ahí? Es más, en Zaragoza nos nos privamos de nada y tenemos nuestro propio barrio del Gallo, y además aparecen en montones de capillas, retablos… ¿Qué han hecho los gallos para tener tanto protagonismo? Pues como siempre, la explicación está en alguna esquina de la Historia, así que… vamos a ver qué encontramos (eso sí, por si no tenéis ganas de leer y preferís oírlo aquí os dejo un podcast de la sección que tenemos todos los martes de verano en «Hoy por hoy» de Radio Zaragoza y a la que hemos llamado «Animalario zaragozano»).

Y lo primero de todo, y como la verdad sólo tiene un camino, es decir que los gallos se lo deben todo a San Pedro. No hay más. Así que abrochaos los cinturones, porque nos vamos de viaje al primer Jueves Santo. Jesús y los apóstoles se van a rebajar la cena dando un paseo hasta el monte de los olivos (también conocido como Getsemaní, que se vea que somos gente leída). Los apóstoles se duermen, Jesús se agobia («Padre, aparta de mí este cáliz«), Judas llega con los soldados a prender a Jesús (por 30 monedas de plata, una de las cuales cuentan que se fundió con el bronce de la campana de Velilla, pero esto nos llevaría muy lejos y lo dejamos para otro día). El caso es que de pronto se arma el revuelo, a Pedro le sale el pronto ése que le pierde y le corta la oreja a Malco (no preocuparse, Jesús se la vuelve a poner en su sitio en un pispás). En fin, resumiendo, que los soldados se llevan a Jesús a casa de Anás, y luego de a la de Caifás. Y aquí es donde queríamos llegar.

San Pedro diciéndole a la criada de Caifás que no, que él pasaba por aquí

Ya en la cena Jesús le había dicho a Pedro: «Antes de que el gallo cante dos veces tú me habrás negado tres». Hala, ahí queda eso. «¿Yooooooooooooooo? Imposible, pero imposible de toda imposibilidad». Más le valía haberse callado al pobre, porque si tres le preguntaron en el patio de la casa de Caifás que si conocía a Jesús, a los tres les dijo lo mismo: «¿Yoooooooooooooo? Yo pasaba por aquí, de verdad de la buena». El miedo es muy malo, y todos hubiéramos hecho lo mismo, no nos engañemos. El caso es que a la tercera va la vencida, y nada más contestar Pedro… el gallo cantó. El sofocón que se llevó el pobre hombre él sólo lo sabe.

En el Santo Entierro de Sevilla no podía faltar el gallo, claro que no. Por cierto, ¿que tienen que ver ese gallo y Sevilla?

Pero lo mejor viene ahora. ¿Qué fue del gallo? Siempre nos olvidamos de los personajes secundarios de las historias, pero de éste en concreto… algo sabemos. Y lo que sabemos es que no acabó guisado, sino incinerado. Sí, sí, lo que os cuento. Y lo sabemos porque resulta que mil quinientos y pico años después el Marqués de Tarifa se fue de peregrinación a Jerusalén y, como por aquel entonces la cosa era complicadilla, pues el hombre se pasó el resto de su vida contando la hazaña a todo el que le quiso oír. La cuestión es que no se vino de vacío, y se llevó para Sevilla… ¡¡¡Las cenizas del gallo!!! Repito: ¡¡¡LAS CENIZAS DEL GALLO!!! Sí, sí, hasta con negrita si hace falta: ¡¡¡¡LAS CENIZAS DEL GALLO!!!! No pongáis esa cara de incredulidad, gente de poca fe, que parece que tenéis alguna duda sobre su autenticidad. El caso es que las cenizas allí siguen, en la maravillosa Casa de Pilatos, que como todo el mundo sabe en Sevilla es el lugar donde Pilatos se alojaba cuando iba a pasar la Semana Santa (los sevillanos, que son gente sabia, siempre dicen que «menos mal que el jodío de Pilatos se lavó las manos, porque si no nos deja sin Semana Santa»; y estoy absolutamente de acuerdo con ellos)

¿Sabría Nati Abascal, cuando fue duquesa de Feria, en qué lugar exacto de su casa está la urna con las cenizas del gallo? Segurísimo, ella es una mujer sabia y estas cosas no se le escapan

Y llegamos a las veletas, que es donde habíamos empezado. ¿De dónde vino la costumbre de poner gallos en las veletas? Pues para esto tenemos que irnos al siglo IX, porque parece que fue el papa Nicolás I el que mandó poner un gallo coronando los templos para que siempre tuviéramos presentes las negaciones de Cristo (vamos, para recordarnos eternamente que si Pedro, nada menos que Pedro, fue capaz de negar a su Maestro, los demás éramos todos unos pedazo de pecadores como la copa de un pino). El caso es que de las iglesias pasaría a otros edificios, como las casas (al principio hemos visto una foto del torreón de la esquina de la casa Marín Corralé) y hasta los museos.

Ahí tenéis al gallo, sobre el tejado del Museo Pablo Gargallo, despertando cada mañana a los vecinos de la Plaza de San Felipe

En concreto, en el Museo Pablo Gargallo. Cuesta un poco verlo cuando uno está en la plaza (hay que alejarse bastante de la fachada, pero ahí está). No es una obra suya, pero en el interior del Museo tenemos la plantilla de cartón que él hacía antes de recortar las chapas de metal con las que montaba algunas de sus esculturas.

De todas maneras, si de veletas con gallo hablamos, hay en Zaragoza una que no podemos olvidar. No sólo corona una torre espectacular, sino que llegó a dar su nombre a todo un barrio: la Magdalena, el barrio del Gallo (por oposición a San Pablo, el barrio del Gancho).

La torre de la Magdalena, en pleno corazón del barrio del Gallo, con su veleta

Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Resulta que en la Edad Media, cuando cualquiera que se preciase un poco tenía un escudo, se empezó a pensar cuáles serían las armas de Cristo. Y se llegó a la conclusión de que lo que mejor resumía su gloria eran los instrumentos de su Pasión, que se empezaron a representar en cuadros, retablos, relieves de capillas… cada vez más y más variados. La bolsa con las treinta monedas, la escalera para descolgarlo de la cruz, los dados con los que se jugaron sus vestiduras, la lámpara que llevaban los soldados que subieron a buscarlos al monte de los olivos, los clavos y el martillo para clavarlo a la cruz, el látigo y la columna… y el gallo, claro. Están representados en muchos sitios, pero a mí me encantan los que hay en la Seo, concretamente el de la capilla del Santo Cristo.

¿Cuánto hace que no estáis en la Seo? A lo mejor es hora de que volváis . Una cacería de gallos es una excusa tan buena como otra cualquiera

En el trascoro (o sea, en la parte de atrás del coro) de la Seo hay una estupenda capilla. En ella aparece un Calvario y coronándola Cristo resucitado, rodeado de ángeles con los instrumentos de la Pasión (la columna, por ejemplo). Pero además, y esto es lo que nos interesa, se hizo un zócalo de piedra negra de Calatorao (que en la foto queda justo detrás de los bancos) en el que se representaron, con piedras de otros colores, las monedas, el farol, la túnica de Cristo… y nuestro gallo. ¿Por qué no os acercáis a verlo un día de estos? Seguro que encontráis muchas más cosas de las que imaginabais.

No sólo de veletas viven los gallos, tienen muchas más salidas profesionales

Ya para acabar, un último gallo: el del reloj de la Seo. Porque el gallo también se asocia con la puntualidad, con el día que llega y trae la luz (que vence a las tinieblas, igual que Dios vence sobre el demonio, y por eso el gallo se utilizó desde muy pronto para representar a Cristo), con la vigilancia (contra el pecado, p.ej.)… pero de eso hablaremos en nuestro «Safari en Zaragoza«, porque este gallo del reloj es lo primero que vemos en nuestro recorrido.

Si queréis saber mucho más sobre la fauna que vive en los edificios, las calles y las plazas de Zaragoza podéis apuntaros el domingo 19 de mayo a nuestra ruta “Un safari en Zaragoza” a un precio muy especial con motivo del DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS. Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar podéis llamarnos al 976207363 o entrar aquí.

 

Tarde de toros

El león de San Marcos, un trozo de Venecia en Zaragoza

El perro de San Roque no tiene rabo

El caballo de Palafox 

El caballito de la Lonja

Los ¿delfines? de Neptuno

El león del Batallador

El tocinico de San Antón

La cierva de San Gil

Los camellos de la Seo

El dragón de San Jorge

Leones de colores

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La orden cartuja fue fundada por San Bruno hace más de 900 años, que se dice pronto. Otro día hablamos de él, pero hoy vamos a hablar de las Cartujas aragonesas, nada menos que tres, y hasta ahora una de ellas seguía «en activo». Después de la desamortización de Mendizábal las tres se abandonaron, y cada una de ellas ha vivido una historia completamente distinta.

La Cartuja de las Fuentes está al lado de Lanaja, en plenos Monegros

La más antigua de las tres es la Cartuja de las Fuentes, fundada en 1509 por los condes de Sástago. Después de la Desamortización pasó a ser de propiedad privada e incluso llegó a instalarse aquí un balneario (que no funcionó, porque «las fuentes» eran de agua de lo más corriente). Lo más impresionantes son las pinturas que hizo aquí Fray Manuel Bayeu, el pequeño de los Bayeu (Francisco, Ramón y él, los tres pintores). Como era cartujo a la orden le salía barato (más bien gratis) encargarle la decoración de los monasterios, y pintó en varios (p.ej. en la cartuja de Valdemosa, en Mallorca). Aquí dejó más de 2.000 metros cuadrados de pinturas en un estado de conservación muy aceptable. Fray Manuel es un pintor bastante más torpe que sus hermanos, pero más que la calidad del detalle lo que abruma aquí es la cantidad de pintura por todas partes.

Interior de la iglesia, casi completamente cubierta de pinturas

La Cartuja de las Fuentes puede visitarse todos los domingos del año de 9’00 a 14’00. En ese horario dos guías de Gozarte hacen visitas, por encargo de Turismo de Aragón. En cualquier caso, en el mes de septiembre organizaremos una excursión de la que os mandaremos pronto información. De todas formas, sin moveros de Zaragoza podéis ver algo que pertenece a la Cartuja: en el Sagrario estaba el templete que ahora está en la capilla de Santiago del Pilar.

A partir de 1564 don Hernando de Aragón (arzobispo de Zaragoza) construye la cartuja de Aula Dei, en las afueras de la ciudad. Después de la Desamortización los cartujos volvieron en 1901 y han estado hasta ahora, pues van a marcharse otra vez, y seguramente ahora de forma definitiva. La culpa, en parte, las tienen las pinturas de Goya, de la segunda mitad del siglo XVIII, pues para los cartujos el movimiento que supone que un sábado por la mañana al mes estén abiertas al público (hombres y mujeres) resulta excesivo. Por cierto, los próximos son 27 de agosto, 24 de septiembre y 29 de octubre, y el teléfono de las reservas es 976484547.

Iglesia de la Cartuja de Aula Dei, con las pinturas de Goya

La primera obra importante de Goya, todavía muy joven, es la bóveda del coreto del Pilar. Después pintaría los muros de esta iglesia, que fueron restaurados a principios del siglo XX por los hermanos Buffet, que rehicieron casi completamente algunas de las pinturas. El hecho de querer ver estas pinturas motivó que se hiciera una intervención en el monasterio para que las mujeres también pudieran entrar a verlas. Estos fue el principio del fin de la paz de los cartujos, por lo visto, y ahora han conseguido su propósito de marchar a un lugar en el que nada turbe su vida contemplativa.

De las tres cartujas aragonesas la última que se construyó es la de la Concepción, conocida como Cartuja Baja. Hoy es la más singular de las tres, porque cuando los cartujos la abandonaron se convirtió en el núcleo del actual barrio: las galerías de los claustros se convirtieron en calles, los patios en casas, el cementerio de los cartujos en parque… Recorrerla, y más de noche, es una experiencia única.

Edificio de la portería, restaurado recientemente

Si queréis conocer una de las dos cartujas zaragozanas, los sábados por la mañana a las 12’00 haremos visitas a la Cartuja de Aula Dei. Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar llámanos al 976207363 o entrad aquí.

 

Si queréis saber más sobre los cartujos aquí os dejo algunos post de nuestro blog, y si queréis seguirnos podéis entrar en http://www.facebook.com/gozARTE y pinchar «me gusta», o entrar en twitter @gozARTE:

Las cartujas de Aragón

La cartuja de Aula Dei

Un paseo nocturno por la Cartuja Baja

Con la tele en la Cartuja Baja

Las sombras de la muerte

Cartujas y tortugas

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