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Posts Tagged ‘Canal Imperial de Aragón’

Estamos en plena primavera y volvemos con nuestras excursiones para seguir compartiendo con vosotros esos rincones de Aragón que más nos gustan. ¿Y a dónde nos vamos? Pues a hacer un recorrido que nos encanta, porque es bonito (a veces espectacular), sorprendente, no muy conocido y encima tiene que ver con una de las joyas de nuestro patrimonio: el Canal Imperial de Aragón.

En un lugar cualquiera del Canal…

El Canal es naturaleza, historia, arquitectura, ingeniería, arte… muchas cosas, y vamos a descubrirlas. ¿Cómo? Pues en un recorrido que nos va a llevar a cinco puntos fantásticos, que nos servirán para entender por qué en su día se consideró una de las obras públicas más importantes de la Europa del siglo XVIII. ¿Os venís? Pues empezamos, pero antes os dejo aquí un mapa en el que podréis ir viendo el recorrido que haremos.

Un viaje en 5 etapas

1 – El Bocal – Al lado de Tudela, en Fontellas, nace el Canal Imperial. Por medio de un azud se desvía una parte del caudal del Ebro, que se regula mediante la casa de compuertas. El conjunto, que incluye el «palacio de Carlos V», el poblado construido en el siglo XVIII para los trabajadores del Canal… es espectacular.

Vista aérea con el Ebro, el azud, la casa de compuertas, el Canal…

La casa de compuertas

2 – Las murallas de Grisén – Hay dos puntos en los que el Canal se cruza con un río, y en los dos se soluciona el problema de la misma manera: construyendo un acueducto. El primero, que se construyó sobre el Jalón, es tan impresionante que desde antiguo la gente lo conoce como las murallas de Grisén. El segundo, que también veremos, está en el término de Zaragoza, sobre el Huerva, y es el conocido como «el ojo del Canal».

Por abajo, el Jalón…

Por arriba, el Canal.

Las murallas, salvando el desnivel del Jalón para que el Canal pase sobre ellas

3 – Parque lineal de PLAZA – Un enorme parque a la orilla del Canal con elementos tan curiosos como varios laberintos y una atalaya a la que subiremos para disfrutar de las estupendas vistas.

La atalaya…

4 – Casablanca – Hasta llegar aquí el Canal pierde altura de manera muy gradual, así que no es necesario ningún salto. Sin embargo, en el término municipal de Zaragoza desciende muy rápidamente hasta prácticamente el nivel del Ebro, por lo que son necesarios tres grupos de esclusas. El primero de ellos es el de Casablanca, un conjunto espectacular en el que está la Casa Blanca del Canal, las esclusas, el puente del siglo XVIII… y un poco más adelante varias almenaras y también el acueducto sobre el que pasa el Canal al cruzarse con el Huerva. Un auténtico viaje al siglo XVIII.

Casablanca, un viaje al siglo XVIII

El ojo del Canal en un grabado del siglo XVIII

 5 – Esclusas de Valdegurriana – El segundo conjunto de esclusas, y el más espectacular, es el de Valdegurriana. El canal pasa por encima del Tercer Cinturón y continúa por la zona conocida como Valdegurriana. Allí acaba el sueño de construir un canal que llegase hasta el Mediterráneo, pues el terreno era muy permeable y no lo permitía. Rápidamente se convierte en una acequia y va a buscar el Ebro, donde muere después de 110 km de recorrido.

Esclusas de Valdegurriana

¿Cómo lo veis? A nosotros nos gusta muchísimo este recorrido, así que… aquí os dejamos toda la información:

Cuándo – Domingo 9 de junio a las 9’00 (regreso hacia las 19’30)

Dónde – Detrás del Pilar

Precio – 45 € por persona (incluye el autobús, la comida y las explicaciones)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Zaragoza está llena de Goya por todas partes. No sólo tenemos su obra, sino también la ciudad en la que pasó toda su infancia y su juventud, de la que se conservan montones de edificios, rincones… y también todos los homenajes y monumentos que Zaragoza le ha dedicado a su hijo más ilustre. Si os apetece conocerlo, pinchad aquí  y podréis descargaros el PDF de una guía titulada «La memoria de Goya: tras los pasos de Goya en Zaragoza«, escrita por Gozarte para la Fundación Goya en Aragón. En cualquier caso, os dejo unas cuantas recomendaciones:

Retablo de la iglesia del colegio de las Escuelas Pías

Siempre se ha dicho que Goya estudió en el colegio que los Escolapios fundaron en la ciudad poco antes de su nacimiento. Es posible aunque no seguro, porque no tenemos ningún documento que lo corrobore. Bueno, ningún documento de tipo «oficial», aunque sí uno de tipo «sentimental», pues al final de su vida pintó una maravillosa «Última comunión de San José de Calasanz» por la que no quiso cobrar prácticamente nada. Lo que es seguro es que, estudiara o no aquí, conocería el fantástico retablo de la iglesia del colegio, donde parece que intervino José Ramírez, uno de los mejores escultores de la España del momento.

Iglesia del Hospital Provincial

Muy cerca de su casa y del colegio de los Escolapios estaba el Hospital de Convalecientes (actualmente conocido como Hospital provincial, u Hospital de Gracia), cuya estupenda iglesia se conserva perfectamente. En ella hay un retablo pintado por José Luzán, el artista con el que Goya dio sus primeros pasos en el mundo de la pintura. Obras suyas hay en muchas iglesias de la ciudad, pero merece la pena ir a ver ésta.

A pocos metros del hospital aún se levanta la Puerta del Carmen, la única de todas las que tuvo la ciudad que sigue en pie. Se construyó en 1789, cuando Goya ya vivía en Madrid, y ahí sigue «viendo pasar el tiempo«. Igual que sigue en su sitio el Canal Imperial de Aragón, una de las obras de ingeniería más importantes de la Europa del siglo XVIII. Si tenéis ganas de dar un paseo junto al agua, en un entorno que recuerda mucho al que Goya conoció, no tenéis más que acercaros hasta las esclusas del canal en el barrio de Casablanca.

Las esclusas junto a la Casa Blanca del Canal, de la que viene el nombre del barrio

El canal fue un empeño personal de un personaje al que Goya conocía muy bien y al que incluso retrató: Don Ramón de Pignatelli, miembro de una importantísima familia nobiliaria, canónigo, Protector del Canal… Cuando logró su empeño de que las aguas llegaran a Zaragoza levantó junto a las esclusas la Fuente de los Incrédulos, «para convencimiento de incrédulos y reposo de caminantes«.

En uno de los muchos viajes que Goya hizo a Zaragoza cuando ya vivía en Madrid, Pignatelli le llevó a navegar por el canal. Pasarían por delante de la iglesia que había mandado construir para los trabajadores (estaban en una zona demasiado alejada de la ciudad como para poder ir a misa) y que dedicó a San Fernando. Seguramente entonces le encargaría ya los tres magníficos retablos pintados que iban a decorar el interior.

Lamentablemente aquellos tres enormes cuadros (pintados en la cumbre de la carrera de Goya, nada más acabar «La familia de Carlos IV«) desaparecieron en la Guerra de la Independencia. Eso sí, aunque no están en Zaragoza, sino repartidos en distintos museos, los bocetos se conservan. Aquí os dejo uno de ellos, en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires.

Nos hemos alejado mucho y vamos a volver otra vez al centro. Más aún, al corazón de Zaragoza, un edificio al que Goya está más que vinculado: el Pilar. Si queréis conocer con más detalle la relación del pintor con el edificio más importante de nuestra ciudad, pinchad aquí. Cuando Goya era un chaval vivía a cinco minutos del Pilar y pudo ver todo el ajetreo de la obra, especialmente la construcción de la espectacular Santa Capilla, una de las mejores de la Europa del siglo XVIII.

Muy cerca está la casa de los marqueses de Sobradiel, cuya pequeña capilla se decoró con pinturas de un Goya muy joven, la mayoría de las cuales pueden verse hoy en el Museo de Zaragoza. Aquí tenéis una de ellas, «El sueño de San José».

Tampoco está lejos la casa Tarín, que fue sede de las oficinas del Canal Imperial de Aragón. Para esta institución pintó Goya dos extraordinarios retratos de Fernando VII y el duque de San Carlos que ahora pueden verse en el Museo de Zaragoza.

En este momento esta casa está en pleno proceso de restauración, así que… está foto ya se ha quedado antigua

A 50 metros escasos se encuentra el Museo Ibercaja Camón Aznar, donde hay una estupenda colección de obras de Goya en la que además de varios cuadros (entre ellos el fantástico retrato de Félix de Azara, uno de los mejores que pintó nunca) podemos ver todos sus grabados (es el único museo del mundo que los expone todos). Y también muy, muy cerca está el palacio arzobispal, en cuyo interior está el Museo Diocesano. En su salón principal pueden verse los retratos de todos los arzobispos de Zaragoza, entre ellos el de Joaquín Company, pintado por Goya.

Podríamos seguir, y seguir, y seguir, porque decir Zaragoza es decir Goya. Pero antes de acabar os dejo tres recomendaciones más. La primera, la Cartuja de Aula Dei, situada a pocos kilómetros de Zaragoza y con una iglesia decorada con un estupendo conjunto de pinturas murales que constituye su primera gran obra de madurez. ¿Queréis saber cómo visitarla? Pues pinchad aquí.

Tampoco podéis dejar de visitar el Museo de Zaragoza, en la Plaza de los Sitios. Vais a encontrar obras del Goya joven, pero también espléndidos retratos de madurez.

No podéis perdéroslo, al igual que mi última recomendación. Goya murió en Burdeos y allí lo enterraron junto a su consuegro (hoy su cuerpo está en San Antonio de la Florida, en Madrid). Encima de la tumba se colocó un monumento que la ciudad francesa regaló a Zaragoza cuando se cumplió el centenario de la muerte del pintor, en 1929. Aquí os dejo una foto, pero no os digo dónde está. Id con los ojos abiertos, porque cuando menos os lo esperéis lo encontraréis.

Espero que os haya gustado este paseo a lo largo y ancho de Zaragoza. Podría recomendaros muchos más lugares para descubrir la ciudad en la que vivió Goya, porque se conserva muy, muy bien, y su huella está por todas partes. Eso sí, como os decía al principio podéis descargaros una pequeña guía en PDF. Seguro que os ayuda a descubrir muchas más cosas de las que creéis.

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¿Alguna vez has visto un león con alas, un libro entre las patas y una aureola alrededor de la cabeza? Pues si cumple todos o casi todos esos requisitos no hay duda, es el león de San Marcos, y hay grandes posibilidades de que estés en Venecia. ¿O no? Pues no siempre, porque en Zaragoza también lo puedes encontrar.

El león de San Marcos, tan campante en un edificio zaragozano

Eso sí, está en un lugar que tiene cierta vinculación con Venecia, porque el edificio lo construyó la compañía de seguros «La Adriática», y el Adriático es el mar que baña las costas de la ciudad de los canales. La cuestión es que esta empresa acostumbraba a construir sedes monumentales en cada una de las ciudades donde operaba. Se quedaba con las plantas que necesitaba y posteriormente alquilaba o vendía los bajos para locales comerciales y el resto para viviendas. Seguro que, aunque no lo sepáis, habéis visto algunos de los edificios que «La Adriática» construyó por España. Os pongo algún ejemplo y veréis como sí, porque habitualmente son edificios monumentales, que no pasan desapercibidos y que están en lo mejor de cada ciudad.

Madrid, en la Gran Vía con la plaza del Callao

El de Madrid está en plena Gran Vía, y era la sede central de la compañía. Es de los años 20, como el de Sevilla, que a mi me gusta mucho más. Está en la Avenida de la Constitución, en la esquina frente al Ayuntamiento, y en los bajos se sitúa un clásico de la ciudad: la confitería Filella.

La Sevilla en la que se construyó la plaza de España y todos los edificios del parque de María Luisa es la que vio nacer el edificio de «La Adriática»

Hay otros edificios de «La Adriática» repartidos por España, pero en este caso yo creo que el de Zaragoza gana por goleada. En pleno Coso, es moderno, elegante, airoso, monumental… lo tiene todo. A mí, desde luego, es uno de los edificios que más me gustan de nuestra ciudad.

El primer rascacielos zaragozano. Sólo tiene 50 metros, pero tiene todo el garbo de los primeros rascacielos americanos. Si no fuera porque está situado entre una estupenda iglesia barroca y un palacio renacentista más estupendo aún, podríamos pensar que estamos en el Chicago o el Nueva York de principios del siglo XX

Se terminó en 1952 y encaja perfectamente en un entorno muy monumental, con la iglesia de la Mantería, la Audiencia, el edificio de los Escolapios… En cualquier caso, a nosotros lo que nos interesa hoy es el león. ¿Os habíais olvidado de él? Pues está justo sobre la cornisa donde empieza el segundo cuerpo del edificio, en la parte central (encima del arco, por si aún no lo habéis visto). Y es un león perfectamente veneciano, aunque le falte el nimbo alrededor de la cabeza.

El león, tan feliz sobre la cornisa

Zaragoza…

y Venecia


El león de San Marcos sobre una de las dos columnas de la piazzetta de Venecia

La idea de representar a San Marcos como un león con alas viene ni más ni menos que del Apocalipsis. Ya sabéis, se abre el libro de los siete sellos, llegan los cuatro jinetes, la gran ramera de Babilonia… en fin, un festival, y en medio de todo el follón hay cuatro personajes alrededor del trono de Dios, alabándole: un águila, un ángel, un león y un toro (estos dos con alas también). Cada uno de ellos se acabó identificando con uno de los cuatro evangelistas, y a San Marcos le correspondió el león. ¿Por qué? Pues a lo mejor porque su Evangelio comienza hablando de San Juan Bautista como la «voz que clama en el desierto«, y se ha identificado esa voz con el rugido de un león. O a lo mejor no.

«Pax tibi, Marce, evangelista meus. Hic requiescet corpus tuum». O sea, «La paz sea contigo, Marcos, mi evangelista. Aquí descansará tu cuerpo»

Por cierto, que el león de San Marcos lleva muchas veces entre las garras un libro con el principio de una frase, que no es la primera de su Evangelio, para nada. Es la que se supone que le dijo un ángel cuando estaba por la laguna de Venecia (la ciudad no existía aún, así que no pudo hacer el guiri dándose el típico paseo en góndola o comprando máscaras). Aunque claro, también hay gente que dice que eso se lo inventaron los venecianos después. En fin, que maliciosos con ganas de malmeter no faltan nunca. ¿A quién se le ocurre pensar eso de los venecianos, que eran buenísima gente, y tan, tan honrados?

Esculturas, relieves, cuadros… por todas partes, en Venecia, aparece el león con su libro

Primera cuestión: un ángel le dijo a San Marcos que su cuerpo descansaría donde luego se levantó Venecia. Segunda cuestión: una tradición cuenta que él fue el primer cristiano que llegó a Alejandría, allá por los años 60 (los del siglo I d.C., claro) y acabó siendo el obispo de esta ciudad. Allí quedó su cuerpo hasta que unos 800 años después, año arriba, año abajo… llegaron por allí unos mercaderes venecianos. Ni cortos ni perezosos decidieron robar el cuerpo del santo (para cumplir con la profecía del ángel, claro, no por otra cosa) y se lo llevaron a Venecia. Y claro, como Alejandría por aquel entonces (corría el año 828 d.C.) era musulmana, metieron el cuerpo en un cargamento de carne de cerdo, y a los musulmanes ni se les ocurrió registrarlo (aparte de que me imagino que las reliquias de San Marcos a ellos les daban un poco igual, vamos, digo yo).

Tintoretto, el extraordinario pintor veneciano del Renacimiento, representó en estos dos cuadros que se conservan en la Galería del Academia de la ciudad el hallazgo y el robo del cuerpo de San Marcos (que, para haber pasado casi 800 años desde su muerte, se conservaba estupendamente, para qué vamos a decir otra cosa)

Descubrimiento del cuerpo de San Marcos en Alejandría

Robo del cuerpo de San Marcos por los mercaderes venecianos

Cuando los mercaderes llegaron a Venecia le entregaron el cuerpo al Dux (el «jefe» de la Serenísima República), y fue entonces cuando se empezó a construir la maravillosa basílica de San Marcos que aún se puede visitar hoy.

Hemos visto el león de San Marcos en el edificio de la Adriática, pero la relación de Zaragoza con Venecia va mucho más lejos. Muchos os acordaréis del cine Venecia, habréis paseado por los pinares de Venecia, a lo mejor vivís en la calle Venecia o compráis en Puerto Venecia…

En realidad, el origen de todo esto está en el Canal Imperial, por el que navegó durante muchos años una góndola a la que se llamaba «El cisne del Canal». Y claro, tanto éxito tuvo que la gente llamaba a aquella zona «la pequeña Venecia», con su canal, su góndola… no faltaba de nada. Y claro, tanto con Venecia arriba y abajo… hoy tenemos un Stadium Venecia, los pinares se siguen llamando así y la calle Venecia continúa en su sitio, aunque el cine ya desapareció. Eso sí, que sepamos nunca se han visto por allí leones con alas, pero… tiempo al tiempo.

El Cisne del Canal, nuestra góndola particular, hacia 1900

Pero es que aún hay más. Resulta que en 1876 se fundó una de las empresas más importantes de la historia de Zaragoza, y no os vais a creer cómo se llamaba. ¿Lo adivináis? Pues claro, «La veneciana», fundada por Basilio Paraíso, el de la plaza Paraíso. ¿Y por qué se llamó así? Pues porque fue la primera empresa española especializada en la fabricación de vidrio, vidriera artística y espejos, y el prestigio de Venecia en estos temas era incuestionable (¿quién no ha oído hablar del cristal de Murano?). Pura estrategia de márketing que se llevó hasta las últimas consecuencias, pues cuando en 1908 llegó la Exposición Hispano-Francesa, ¿os imagináis cómo era el pabellón de «La veneciana»?

¿Veis asomar la punta de la góndola?

Estaba construido sobre un pequeño canal artificial, en el que había hasta góndolas, para que no faltara de nada (si os fijáis bien, debajo del puente sobre el que está construido el pabellón asoma la punta de una de ellas). Al fin y al cabo su propietario había sido el principal impulsor de la Exposición Hispano-Francesa, y una empresa tan pujante (que aún existe, con el nombre de Saint Gobain – La veneciana) podía y debía permitirse estos lujos. Por cierto, y ya para acabar, obras suyas hay por toda España, pero os pongo un ejemplo que seguro que conocéis: las vidrieras de la Casa Solans, en la Avenida de Cataluña.

El chalet que Juan Solans se construyó al ladito de su fábrica de harinas también tiene su punto veneciano, como tantas cosas en Zaragoza

Por cierto, y ya con esto acabo: Juan XXIII, que antes de ser Papa fue Patriarca de Venecia, murió bajo el manto de la Virgen del Pilar porque él mismo lo pidió. Y también antes de ser Papa estuvo en nuestra ciudad (aún os diré más, durmió en el Colegio Mayor Miraflores). ¿Qué os parece? ¿Sorprendente? ¿Os ha parecido interesante la historia del león de San Marcos?

Si queréis saber mucho más sobre la fauna que vive en los edificios, las calles y las plazas de Zaragoza podéis apuntaros los sábados de julio a las 19’30 a la actividad para familias con niños UN SAFARI A LA FRESCA. Si queréis más información o reservar llamadnos al 976207363 o entrad aquí.

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