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Archive for the ‘Museo’ Category

Orfeo, con su lira, tiene a los animales escuchándole con la boca abierta

Para estas navidades os proponemos pasar «Un día con los romanos» toda la familia en el Museo de Zaragoza (Plaza de los Sitios), y para ir calentando motores os iremos contando las historias de algunos de los personajes que viven allí, y también de los animales. Eso sí, id preparados, porque no sólo hay animalillos pequeños y pacíficos, sino que nos podemos encontrar cualquier cosa, desde leones hasta osos. ¿No os lo creéis? Pues ya lo veréis, pero no os preocupéis mucho, porque normalmente están de lo más tranquilos y relajados. ¿Sabéis por qué? Seguro que habéis oído miles de veces que la música amansa a las fieras, ¿no? Pues viendo este mosaico está claro que es verdad. Un hombre toca la lira y a su alrededor le escuchan tranquilamente águilas, serpientes, tigres, leones… ¿Quién puede ser, para tener semejante poder? Pues es Orfeo, y ahora mismo os hablo de él. Pero antes de nada: el mosaico que veis en la foto está en el Museo de Zaragoza, y apareció en una casa romana que estaba por la zona de San Juan de los Panetes. Estaba en el suelo del comedor, así que os podéis imaginar qué lujo. Para que os hagáis una idea os pongo una foto del comedor de otra casa de Caesaraugusta, que era como llamaban a Zaragoza los romanos, y ese sí podréis verlo si venís al Museo.

El comedor de los romanos finos se llamaba «triclinium»

Y ahora, a lo que vamos. ¿Quién era Orfeo? Pues respecto al padre no se ponen de acuerdo, pues unos dicen que era hijo de un rey y otros que del mismísimo dios Apolo. En cuanto a la madre, parece que fue una de las nueve musas, que eran las que inspiraban a músicos, poetas… así que el chico iba para artista ya desde que nació. El caso es que le dio por la música, y que no sólo tocaba bien sino que encima mejoró los instrumentos que había en aquella época. ¿Queréis un ejemplo? Pues a la lira le añadió un par de cuerdas y así sonaba muchísimo mejor, donde va a parar.

Orfeo tocando la lira. Los animales alrededor y él a su marcha, sin desconcentrarse

La cosa es que Orfeo tenía novia, Eurídice, pero cuando iban a casarse, a ser felices y a comer perdices… pues todo se torció. Un día, justo el de antes de la boda, ella iba paseando tranquilamente, pisó una víbora y claro, la otra se revolvió y le mordió un pie. Resultado: Eurídice se murió. ¿Os imagináis el sofocón? Orfeo, desesperado, se puso a tocar su lira, y lo que tocaba era tan, pero tan, tan triste, que todos los que le oían lloraban con él y le aconsejaron que la fuera a buscar al mundo de los muertos.

Caronte, el barquero de los dioses

Resulta que para llegar al Hades, el reino de los muertos, había que atravesar el río Aqueronte. Eso sí, a nado no se podía y la única forma era hacerlo en la barca de Caronte. Hasta aquí todo parece muy fácil, pero Caronte era de lo más pesetero y siempre pedía una moneda, por lo que se enterraba a los muertos con una moneda en la boca, para que le pudieran pagar. ¿Que no la tenían? Pues Caronte les hacía esperar nada menos que… ¡¡¡CIEN AÑOS!!!

«Al pasar la barca / me dijo el barquero…». Os acordáis, ¿no? Pues en la barca de Caronte las niñas bonitas pagaban dinero como los demás, y si no, nada

El caso es que Caronte estaba allí para pasar las almas de los muertos, y cuando Perseo bajó a buscar a Eurídice… estaba muy vivo. «Que no te paso, que te pongas como te pongas no te paso«. «Pero chico, que te voy a pagar, no te pongas así«. «Si quieres que te pase te tendrás que morir«. «Pero hombre, no me digas eso, que soy muy joven todavía«. «Pues tú verás«. Así estaba la conversación hasta que Orfeo se puso a pensar. «¿Qué podría hacer yo para convencer a este hombre?«. ¿Ya os imagináis lo que se le ocurrió? Pues claro, se sentó en una piedra, sacó su lira, se puso a tocarla… y Caronte se ablandó, que tampoco era tan malo. «Hala, venga, que sí, que montes, que te llevo«. Y claro, como el truco le funcionó lo repitió en la mismísima puerta del Hades, donde estaba de portero un perro de tres cabezas, el can Cerbero (os suena lo de «cancerbero», ¿no?).

Orfeo convenciendo a Hades, con todo el jaleo del infierno detrás

La cuestión es que Orfeo llegó hasta donde estaba Hades, el rey del inframundo. Ya os imagináis la cara que se le quedaría, claro: «Y tú, ¿cómo has llegado hasta aquí si estás vivo? Cuando coja yo a Caronte y al can Cerbero les voy a enseñar lo que vale un peine, vaya que sí, menudo par de blandos«. La cuestión es que Orfeo, que ya se había aprendido el truco, se puso a cantarle sus penas a Hades y a su señora hasta que les convenció, pero… siempre hay un pero. «Eurídice te seguirá, pero tú no puedes volverte a mirarla hasta que no hayáis salido al sol. Si no, la perderás para siempre«.

¿Creéis que Orfeo aguantó sin volver la vista?

Orfeo echó a andar sin saber si Eurídice le seguía y aguantó, aguantó y aguantó sin volver la vista atrás, hasta que cuando salió por la puerta del Hades ya no pudo aguantar más, se volvió pensando que Eurídice ya estaría completamente fuera y bañada por los rayos del sol, y… lo único que alcanzó a ver fue como ella se volvía y desaparecía, esta vez para siempre.

Orfeo, en otro mosaico

Después de esto, comprendéis mejor porque el pobre Orfeo pasaba los ratos muertos tocando su lira y cantando sus penas a quien le quisiera oír, ¿no? Y claro, lo hacía tan bien, pero tan bien, tan bien, que todo el mundo se quedaba embelesado, empezando por los animales. Si venís al museo veremos ese maravilloso mosaico que os ponía al principio, contaremos esta historia y muchas más.

Cuándo – 26 de diciembre y 2 de enero a las 11’30 y a las 17’00

Dónde – Museo de Zaragoza, Plaza de los Sitios

Precio – 7 € por persona (familias numerosas, tercer hijo gratuito)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí


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Modernidad en Zaragoza: a finales del XIX y a principios del XXI

Los primeros grandes faroles del Rosario de Cristal, o sea, los de los quince misterios, son como pequeños edificios en vidrio, así que tenemos que hablar un poco de cómo era la arquitectura de aquella época. Durante gran parte del siglo XIX y principios del XX los arquitectos recuperan los «estilos» históricos. Los medievales, por ejemplo, se consideran los más adecuados para construir una iglesia, mientras que para un banco o un edificio público nada es mejor que la solemnidad de las grandes columnas clásicas. En cualquier caso, más habitual que el puro Historicismo (o sea, inspirarse en un momento concreto y hacer, por ejemplo, un edificio Neogótico) es lo que llamamos Eclecticismo. Vamos, que el arquitecto dispone a su gusto de los diferentes lenguajes históricos, coge una pizca de aquí, otra de allí, lo mezcla y sale algo nuevo pero con aire antiguo.

Retrato de Ricardo Magdalena en el Grupo Escolar Gascón y Marín, dentro de una galería de aragoneses ilustres que los chavales veían como ejemplo cada mañana antes de entrar a clase

Ricardo Magdalena y Félix Navarro fueron los arquitectos que cambiaron la cara de Zaragoza en esos años, haciéndola más hermosa, europea y moderna. El primero, más conservador, mira al pasado y adapta el lenguaje del Renacimiento zaragozano a los nuevos tiempos. Félix Navarro, republicano y de talante liberal, viaja por el mundo y está al tanto de las últimas novedades, que en sus obras conviven con la tradición arquitectónica de la ciudad (no hay mejor ejemplo que el Mercado Central). Hoy nos interesa Magdalena, que diseñó todo el núcleo original del Rosario de Cristal. ¿Quién era? Os daré un dato: cuando murió en 1910 la Guardia Municipal a caballo escoltó el féretro, llevado por seis bomberos y seguido por el Ayuntamiento en pleno y el resto de autoridades civiles y religiosas. ¿Qué había hecho para alcanzar un reconocimiento público semejante? Aquí van tres ejemplos:

Museo de Zaragoza, en la Plaza de los Sitios

Antigua Facultad de Medicina y Ciencias

Antiguo Matadero, en la Avenida de Miguel Servet

Probablemente nadie ha influido tanto (y tan bien) en la arquitectura y el urbanismo de Zaragoza como lo hizo Ricardo Magdalena desde su puesto de arquitecto municipal. Por poner sólo tres ejemplos, de distintos momentos de su carrera: su primer gran proyecto es el Matadero, inaugurado en 1885. A raíz de este éxito el Ministerio de Fomento le encarga el edificio de las facultades de Medicina y Ciencias, en el que adapta lo mejor de la tradición histórica de la ciudad al gusto de los tiempos. La Exposición Hispano-Francesa de 1.908 fue la culminación de su carrera, hasta el punto de que la prensa la llamó “la bella ciudad de Magdalena”, pues además de dirigir las obras fue quien más edificios diseñó (p.ej., el del Museo de Zaragoza).

Esta imagen hubiera sido imposible en aquella época, porque hasta 1958 no nació la Ofrenda de Flores

El caso es que diseñó también los faroles del Rosario de Cristal, tanto los faroles «de mano» (Avemarías, Padrenuestros, Glorias y Letanías) como las carrozas correspondientes a cada uno de los quince misterios. Y en su diseño empleó el mismo lenguaje que en sus edificios, el Historicismo. Eso sí, para sus edificios eligió el Renacimiento, porque consideraba que era el mejor momento de la arquitectura zaragozana. En cambio, aquí mezcló el Románico y el Gótico de una manera muy peculiar y colorista, pues se creía que eran los que mejor expresaban la espiritualidad cristiana.

¿No os parece que las carrozas recuerdan mucho al remate del Big Ben? No sabemos si sirvió de inspiración o no, pero lo cierto es que se hizo unos años antes, en 1858

Por cierto, hay una palabra que estamos usando mucho y de la que todavía no hemos hablado: Misterios. Simplificando podríamos decir que son los capítulos principales de la historia de la redención. Se agrupan de cinco en cinco, y hasta el año 2002 eran quince: cinco gozosos, cinco dolorosos y cinco gloriosos (Juan Pablo II añadió los luminosos). El rezo del Rosario consiste en «contemplar» (o sea, recordar, reflexionar sobre ellos…) cada uno de estos misterios. La persona que lo dirige (en mi pueblo se llama «la rezadora«) dice el nombre del misterio correspondiente, un breve comentario y a continuación se rezan un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria (la rezadora comienza con la primera parte de cada una de esas oraciones, y los demás responden con el resto).

«Tengo que hacer un rosario / con tus dientes de marfil / para que pueda rezarlo / cuando esté lejos de tí». No sé a vosotros, pero a mí se me ponen los pelos de punta cuando oigo a Juanito Valderrama cantar eso

Con tanta oración es fácil perder la cuenta, así que hubo que buscar una solución. Yo recuerdo ver, de niño, a mi abuela con el rosario en la mano y rezándolo con la radio. ¿Qué llevaba? Pues una especie de collar con cincuenta bolitas pequeñas agrupadas de diez en diez, y separando cada decena una bola un poco más grande. Con eso se rezan cinco misterios, que es lo habitual, y si se quiere rezar un rosario completo se le dan tres vueltas y ya está. Se podía rezar de forma individual, en grupo, en la iglesia o en la calle, pero la cofradía del Santísimo Rosario de Zaragoza dio un paso más: convertir esas pequeñas cuentas (que a veces se hacían con huesos de oliva traídos del mismísimo Getsemaní, el monte de los olivos, o con perlas, o con bolitas de marfil, o de pétalos de rosa…) en un enorme rosario que llenase las calles de luz y de color, llevado por cientos de personas. La calle se hace templo, que hubiera dicho un cursi de la época. Cada uno de los misterios (o sea, las bolitas un poco más grandes) se convertía en una carroza; cada una de las bolitas pequeñas, las Avemarías, en un farol de mano que llevaba una persona sobre un mástil; y además se añadía (esos no tenían bola, aunque se rezaban también) un Padrenuestro y un Gloria por cada grupo de Avemarías.

Vamos a fijarnos ahora en uno de los misterios, el 5º Misterio Glorioso: «La coronación de Ntra. Sra» (había que utilizar abreviaturas, porque si no aquello no cabía). Ya hemos hablado del diseño arquitectónico, pero hay más. Para empezar, la caligrafía es lo que llamamos letra «gótica», aunque eso no significa que en la Edad Media todo el mundo escribiese así. Y ¿qué pasa con las imagenes? Son vidrieras inspiradas en las medievales (en Aragón era más habitual cerrar los ventanales con planchas de alabastro y pintarlas de colores, imitando el efecto de los vidrios de colores).

La novedad no era hacer vidrieras, sino que éstas salieran a la calle

Una vidriera medieval es como un puzzle: piezas de vidrio de diferentes colores unidas por una estructura de plomo (las líneas negras). Colores básicos, intensos, como un fogonazo, y lo mismo para las formas. No es un arte para el detalle, pues se ven de lejos y lo que se busca con ellas es otra cosa: crear una atmósfera casi mágica y llena de espiritualidad en el interior de las iglesias, gracias a la luz de colores que lo inunda todo. O sea, dar la sensación de que estamos en la mismísima Gloria celestial, ni más ni menos.

Vidriera de la Sainte Chapelle de París

Fijaos en esta vidriera de la Sainte Chapelle de París: hay pocos colores, pero muy intensos; sobre las piezas de cristal se han pintado líneas negras para darle algo más de realismo, pero no demasiado. Sin embargo, si viéramos una vidriera del siglo XVI la sensación sería completamente distinta: se ha multiplicado el número de colores, intentando reproducir así todos y cada uno de los matices  de la Naturaleza; se utiliza la perspectiva para dar sensación de profundidad… todo para lograr un efecto más realista. A mayor realismo, menor espiritualidad, eso no falla.

Las vidrieras renacentistas de la catedral de Granada ya no buscaban crear una sensación de irrealidad, sino de realismo

Cuando Ricardo Magdalena diseña las vidrieras de sus carrozas vuelve sus ojos a las del siglo XIII, sobre todo (aunque, como siempre, mezclando cosillas de aquí y allá). Y de allí también recoge la importancia del simbolismo de los colores. En los misterios gozosos domina el rojo, en los dolorosos es muy importante el morado y en los gloriosos el azul.

León Quintana, agradecido, regaló la «Gran Cruz» que abre la procesión, con la Virgen del Pilar y los escudos de Zaragoza, Aragón y el Cabildo

Eso sí, puede hacer todo eso porque en toda Europa hay un movimiento de recuperación de las artesanías (que cada vez se valoran más, ante la invasión de productos hechos a máquina), y en Zaragoza está surgiendo una estupenda generación de artesanos (entre ellos León Quintana, fundador de los talleres de los que saldrá el Rosario de Cristal), que irá a más gracias al nacimiento en 1895 de la Escuela de Artes y Oficios. Esa tradición de la vidriera artística en Zaragoza se prolongará en el tiempo hasta hoy mismo, dando lugar a muchas de las carrozas que hoy salen en la procesión.

Una tradición viva

Las dejaremos para el próximo capítulo, pero hay una que tenemos que incluir aquí: la más moderna de todas es la única que forma parte del núcleo del Rosario, los Misterios. En el año 2002, con motivo del XXV aniversario de su pontificado, Juan Pablo II incorporó cinco nuevos, los Misterios Luminosos. El Cabildo decidió entonces encargar un nuevo farol dedicado a ellos, pero como tenía que contar cinco historias… se hizo pentagonal. En muchas cosas recuerda a los originales, pero en otras incorpora la modernidad. El volumen es similar, los colores también son intensos, las formas son sencillas y poco detallistas… pero el aire es claramente contemporáneo. Reconozcámoslo, no era fácil el reto con el que se enfrentó la pintora Carmen Pérez Ramírez, pero yo creo que lo superó. El Rosario de Cristal de Zaragoza sigue estando en vanguardia, igual que lo estuvo cuando nació hace 122 años ya.

En el próximo post hablaremos de algunas de las carrozas que se fueron incorporando a lo largo del siglo XX, pero si queréis conocer muchas más cosas relacionadas con las Fiestas del Pilar no os podéis la visita que hemos preparado:

LA QUE MÁS ALTARES TIENE: del Pilar al Museo del Rosario de cristal – Si hay una historia de amor que resista al paso tiempo es la que Zaragoza tiene con la Virgen del Pilar. La prueba de ese compromiso no  es solo el  espectacular edificio que todos conocemos, sino también ese increíble tesoro de nuestro patrimonio que es el Rosario de cristal, una joya única y llena de miles de detalles asombrosos.  ¿Os animáis a descubrir todo esto con nosotros visitando el Pilar y el museo en el que se guardan las carrozas durante todo el año?

Cuándo: 28 y 29 de septiembre a las 11:30

Dónde: Centro de la fachada del Pilar

Precio (entradas incluidas) – 10 € (jubilados y suscriptores del Heraldo 9€ parados con tarjeta de demanda de empleo 6€)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Zaragoza está llena de Goya por todas partes. No sólo tenemos su obra, sino también la ciudad en la que pasó toda su infancia y su juventud, de la que se conservan montones de edificios, rincones… y también todos los homenajes y monumentos que Zaragoza le ha dedicado a su hijo más ilustre. Si os apetece conocerlo, pinchad aquí  y podréis descargaros el PDF de una guía titulada «La memoria de Goya: tras los pasos de Goya en Zaragoza«, escrita por Gozarte para la Fundación Goya en Aragón. En cualquier caso, os dejo unas cuantas recomendaciones:

Retablo de la iglesia del colegio de las Escuelas Pías

Siempre se ha dicho que Goya estudió en el colegio que los Escolapios fundaron en la ciudad poco antes de su nacimiento. Es posible aunque no seguro, porque no tenemos ningún documento que lo corrobore. Bueno, ningún documento de tipo «oficial», aunque sí uno de tipo «sentimental», pues al final de su vida pintó una maravillosa «Última comunión de San José de Calasanz» por la que no quiso cobrar prácticamente nada. Lo que es seguro es que, estudiara o no aquí, conocería el fantástico retablo de la iglesia del colegio, donde parece que intervino José Ramírez, uno de los mejores escultores de la España del momento.

Iglesia del Hospital Provincial

Muy cerca de su casa y del colegio de los Escolapios estaba el Hospital de Convalecientes (actualmente conocido como Hospital provincial, u Hospital de Gracia), cuya estupenda iglesia se conserva perfectamente. En ella hay un retablo pintado por José Luzán, el artista con el que Goya dio sus primeros pasos en el mundo de la pintura. Obras suyas hay en muchas iglesias de la ciudad, pero merece la pena ir a ver ésta.

A pocos metros del hospital aún se levanta la Puerta del Carmen, la única de todas las que tuvo la ciudad que sigue en pie. Se construyó en 1789, cuando Goya ya vivía en Madrid, y ahí sigue «viendo pasar el tiempo«. Igual que sigue en su sitio el Canal Imperial de Aragón, una de las obras de ingeniería más importantes de la Europa del siglo XVIII. Si tenéis ganas de dar un paseo junto al agua, en un entorno que recuerda mucho al que Goya conoció, no tenéis más que acercaros hasta las esclusas del canal en el barrio de Casablanca.

Las esclusas junto a la Casa Blanca del Canal, de la que viene el nombre del barrio

El canal fue un empeño personal de un personaje al que Goya conocía muy bien y al que incluso retrató: Don Ramón de Pignatelli, miembro de una importantísima familia nobiliaria, canónigo, Protector del Canal… Cuando logró su empeño de que las aguas llegaran a Zaragoza levantó junto a las esclusas la Fuente de los Incrédulos, «para convencimiento de incrédulos y reposo de caminantes«.

En uno de los muchos viajes que Goya hizo a Zaragoza cuando ya vivía en Madrid, Pignatelli le llevó a navegar por el canal. Pasarían por delante de la iglesia que había mandado construir para los trabajadores (estaban en una zona demasiado alejada de la ciudad como para poder ir a misa) y que dedicó a San Fernando. Seguramente entonces le encargaría ya los tres magníficos retablos pintados que iban a decorar el interior.

Lamentablemente aquellos tres enormes cuadros (pintados en la cumbre de la carrera de Goya, nada más acabar «La familia de Carlos IV«) desaparecieron en la Guerra de la Independencia. Eso sí, aunque no están en Zaragoza, sino repartidos en distintos museos, los bocetos se conservan. Aquí os dejo uno de ellos, en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires.

Nos hemos alejado mucho y vamos a volver otra vez al centro. Más aún, al corazón de Zaragoza, un edificio al que Goya está más que vinculado: el Pilar. Si queréis conocer con más detalle la relación del pintor con el edificio más importante de nuestra ciudad, pinchad aquí. Cuando Goya era un chaval vivía a cinco minutos del Pilar y pudo ver todo el ajetreo de la obra, especialmente la construcción de la espectacular Santa Capilla, una de las mejores de la Europa del siglo XVIII.

Muy cerca está la casa de los marqueses de Sobradiel, cuya pequeña capilla se decoró con pinturas de un Goya muy joven, la mayoría de las cuales pueden verse hoy en el Museo de Zaragoza. Aquí tenéis una de ellas, «El sueño de San José».

Tampoco está lejos la casa Tarín, que fue sede de las oficinas del Canal Imperial de Aragón. Para esta institución pintó Goya dos extraordinarios retratos de Fernando VII y el duque de San Carlos que ahora pueden verse en el Museo de Zaragoza.

En este momento esta casa está en pleno proceso de restauración, así que… está foto ya se ha quedado antigua

A 50 metros escasos se encuentra el Museo Ibercaja Camón Aznar, donde hay una estupenda colección de obras de Goya en la que además de varios cuadros (entre ellos el fantástico retrato de Félix de Azara, uno de los mejores que pintó nunca) podemos ver todos sus grabados (es el único museo del mundo que los expone todos). Y también muy, muy cerca está el palacio arzobispal, en cuyo interior está el Museo Diocesano. En su salón principal pueden verse los retratos de todos los arzobispos de Zaragoza, entre ellos el de Joaquín Company, pintado por Goya.

Podríamos seguir, y seguir, y seguir, porque decir Zaragoza es decir Goya. Pero antes de acabar os dejo tres recomendaciones más. La primera, la Cartuja de Aula Dei, situada a pocos kilómetros de Zaragoza y con una iglesia decorada con un estupendo conjunto de pinturas murales que constituye su primera gran obra de madurez. ¿Queréis saber cómo visitarla? Pues pinchad aquí.

Tampoco podéis dejar de visitar el Museo de Zaragoza, en la Plaza de los Sitios. Vais a encontrar obras del Goya joven, pero también espléndidos retratos de madurez.

No podéis perdéroslo, al igual que mi última recomendación. Goya murió en Burdeos y allí lo enterraron junto a su consuegro (hoy su cuerpo está en San Antonio de la Florida, en Madrid). Encima de la tumba se colocó un monumento que la ciudad francesa regaló a Zaragoza cuando se cumplió el centenario de la muerte del pintor, en 1929. Aquí os dejo una foto, pero no os digo dónde está. Id con los ojos abiertos, porque cuando menos os lo esperéis lo encontraréis.

Espero que os haya gustado este paseo a lo largo y ancho de Zaragoza. Podría recomendaros muchos más lugares para descubrir la ciudad en la que vivió Goya, porque se conserva muy, muy bien, y su huella está por todas partes. Eso sí, como os decía al principio podéis descargaros una pequeña guía en PDF. Seguro que os ayuda a descubrir muchas más cosas de las que creéis.

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Los jueves entre el 19 de julio y el 13 de septiembre tendremos, a las 21’30, una visita titulada «Los convidados de piedra», esos otros zaragozanos de piedra, bronce… en los que muchas veces ni nos fijamos, pero que viven entre nosotros y tienen montones de historias que contar. Hoy vamos a hablar de uno de ellos, Augusto, que de momento sigue en la avenida de su nombre, junto a las murallas romanas. Por cierto, que a lo mejor os suena de haber visto esta misma escultura en Tarragona, Mérida, Astorga… ¿La misma? ¿Qué lío es éste? Bueno, la misma exactamente no. En realidad, lo que pasa es que el original está en Roma, en los Museos Vaticanos, y lo que se puede ver en todas esas ciudades y en alguna otra son copias en bronce hechas a partir de ese original. ¿Por qué razón? ¿Cuál es el motivo de que haya esculturas iguales en sitios tan distintos? ¿Os apetece verla con más detenimiento?

Augusto, junto a las murallas romanas de la antigua Caesaraugusta

Vayamos por partes. La escultura representa a Augusto, con el que acaba la República y comienza el Imperio en Roma. Aunque nunca recibió el título de emperador lo fue a todos los efectos, y de hecho aquí se le ve en actitud de mando y con un porte completamente imperial. Parece que la decisión de fundar nuestra ciudad vino de él, y de ahí su nombre: Caesaraugusta. Hay otras ciudades relacionadas con él que también llevan el apellido Augusta, como Astorga (Asturica Augusta, en tierra de los astures) o Mérida (Emerita Augusta, fundada con eméritos, licenciados de las legiones romanas), pero sólo a una le dio su nombre completo: a la nuestra. ¿Por qué? Pues tenemos que confesar que no tenemos ni idea, aunque alguna cosa sospechamos. Por ejemplo, que a lo mejor tomó la decisión coincidiendo con su cincuenta cumpleaños (que hoy es una fecha importante pero entonces mucho más, por la sencilla razón de que la mayor parte de la gente no llegaba a cumplirlos) y fue una forma de celebrarlo. Eso tuvo lugar en el 14 a.C., y la arqueología nos dice que Caesaraugusta se debió de fundar por esa fecha. En fin, que coincide, así que parece una hipótesis creíble.

Augusto de Prima Porta, en los Museos Vaticanos

La cuestión es que esta escultura no apareció aquí, sino en Roma. Se encontró en 1863 cuando se excavaba una villa en la que al parecer se retiró Livia, la esposa de Augusto, cuando éste murió (las malas lenguas, que nunca descansan, dicen que ella envenenó los higos directamente en el árbol del que él los comía). La villa estaba en los alrededores de una zona conocida como Prima Porta, y de ahí el nombre con que se conoce la escultura. Parece ser que Livia no debía poder vivir sin tener cerca la imagen del hombre con el que compartió su vida (y parece que también la muerte; la de él, claro), y encargó una copia en mármol de una escultura en bronce que había en Roma, seguramente en un lugar público como el Foro.

La escultura tiene restos de color, algo que puede parecernos sorprendente pero que era bastante normal. El color es frágil y siempre es lo primero que se pierde, pero si os imagináis que las esculturas antiguas eran de un blanco resplandeciente… ya podéis ir olvidándolo. A los griegos y a los romanos les gustaba el «colorín», hasta un punto que a nosotros podría parecernos hasta un pelín hortera (los gustos cambian y siempre intentamos adaptar todo al nuestro, al del presente). Colores fuertes para luces intensas y cegadoras como las del Mediterráneo.

Cabeza de Augusto aparecida en Tarazona y conservada en el Museo de Zaragoza

Cabeza del Augusto de Prima Porta (Museos Vaticanos)

Seguramente la principal diferencia entre la escultura romana y la griega es que la primera es muy realista, con retratos llenos de verdad, de vida y de intensidad, pero en época de Augusto se vuelve la mirada hacia Grecia y lo que se lleva es la idealización (Augusto era enfermizo, no muy alto… nada que ver con esto). De hecho, lo que tenemos aquí no es propiamente un retrato de Augusto (si entendemos retrato como una representación más o menos realista de las características físicas), sino una idealización que resume todas las virtudes que debe reunir alguien tan excepcional como para ser capaz de gobernar el Imperio. Por cierto, que junto a la cabeza del Augusto de Prima Porta podemos ver una pequeña joya aparecida en Tarazona, no lejos de aquí. Es una cabeza de Augusto hecha en sardónice que hoy pertenece a la magnífica colección de arte romano del Museo de Zaragoza. En los dos casos, y aunque la de Tarazona está hecha bastante después, parece más la cabeza de un dios que la de un humano.

Augusto aparece representado como general en jefe, probablemente con un bastón de mando en la mano izquierda y una corona de laurel en la derecha (ambos desaparecidos). Lo más llamativo es la coraza, llena de una decoración que para nada es casual. Todo está ahí por algo, para contar algo: que Augusto ha sido el que ha traído la paz y la prosperidad al Imperio. Pura propaganda política, por supuesto. Vamos a ver sólo algún detalle:

  • En la parte de abajo de la coraza, en el centro, aparece representada la Tierra, recostada y con un cuerno de la abundancia en la mano. Es evidente el significado, ¿no?
  • En el centro hay dos hombres. El que está a la derecha lleva falda corta y un estandarte en sus manos. En realidad es la insignia de una legión romana que fue capturada por los partos, un pueblo de Asia Menor. Aquello fue una tremenda humillación para Roma, y por eso recuperar esa insignia fue algo prioritario. Finalmente se consiguió, y lo que aparece aquí es uno de los partos entregándosela a Marte, el dios romano de la guerra.
  • A los lados de estos hombres hay dos mujeres sentadas: Hispania y la Galia, completamente pacificadas en época de Augusto.

Con todo lo que llevamos dicho no es extraño que a Augusto le considerasen un dios ya en vida, y de hecho aquí aparece descalzo, como los antiguos dioses olímpicos (si hubiese sido simplemente una representación de un humano se hubiera representado el calzado con el mismo detalle que el resto de la ropa). Pero es que además en la escultura de mármol aparece algo que no está en las copias de bronce, incluida la de Zaragoza: Cupido cabalgando sobre un delfín junto a su pierna. Con eso ya quedaba definitivamente claro que Augusto pertenecía a la estirpe de Venus, de la que Cupido era hijo (y también Eneas, el fundador de Roma y protagonista de «La Eneida«, escrita en época de Augusto, que nada es casualidad). Vamos, que era uno de los inmortales, nada más y nada menos. Lo dicho, una obra maestra de propaganda política.

Augusto, cuando vivía en la plaza de Paraíso

Y vamos llegando otra vez al principio. ¿Qué hace Augusto aquí? Ya hemos dicho que la ciudad se fundó en su época y probablemente por decisión suya, y en 1940 Mussolini regala, para recordarlo, una copia en bronce de la escultura de mármol a varias ciudades fundadas por Augusto o que habían tenido una relación especial con él. La escultura, al principio, se colocó en una glorieta en la plaza de Paraíso, pero finalmente se trasladó a su ubicación actual cuando se reformó todo el entorno del mercado (eso sí, como vivimos en una ciudad de monumentos viajeros no podemos asegurar que siga aquí para siempre; al fin y al cabo, siempre es demasiado tiempo, como debió de pensar nuestro alcalde cuando tuvo la peregrina idea de trasladarlo a la calle Alfonso, que por suerte quedó en nada). Por cierto, la original que regalaron los italianos es ésta, y la que hay en la entrada del Ayuntamiento es una copia más pequeña y de peor calidad que se hizo más tarde.

Detrás de Augusto se ven cuatro grandes «arcos» que representan lo que el autor considera las cuatro grandes etapas de la historia de la ciudad (íbera, romana, musulmana y actual), pero lo que más llama la atención es… una pequeña rana. ¿Qué pinta ahí?

¿Qué hace aquí esta misteriosa rana? ¿O no es tan misteriosa?

Os dejaremos con la incógnita, y si queréis averiguarlo… podéis participar en nuestra visita «Un safari en Zaragoza». De momento, si queréis conocer a muchos otros convidados de piedra, os esperamos los jueves de verano a las 21’30 en la bola del mundo que hay junto a la fuente de la Hispanidad, en la plaza del Pilar. ¿Queréis reservar? Pues llamadnos al 976207363 o entrad aquí.

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¿Queréis conocer la obra de Goya en Zaragoza? Pues entre las muchas recomendaciones posibles hoy os propongo que os vengáis con nosotros al Pilar, uno de los lugares del mundo en los que mejor es posible percibir la huella de uno de los artistas más grandes de todos los tiempos.

El Pilar está lleno del arte de Goya

En 1676 Zaragoza se convierte en la primera ciudad del mundo con dos catedrales, la Seo (que ya lo era desde 1118) y el Pilar. Unos años después comienzas las obras del espectacular edificio actual, que cuando Goya nació en 1746 estaba muy avanzado. De hecho, él era un niño cuando Ventura Rodríguez construyó la Santa Capilla y Antonio González Velázquez pintó la cúpula que la cubre con la venida de la Virgen a Zaragoza y Santiago y los siete convertidos construyendo la Santa Capilla ayudados por los ángeles.

La Santa Capilla del Pilar, construida cuando Goya era un niño

Goya es por entonces un chaval que empieza a acudir a la Academia del Pintor José Luzán y pinta sus primeras obras. Alguna de ellas, claro, dedicada a la Virgen del Pilar. Unos años después, cuando Goya ya no vive en Zaragoza y viene a pasar una temporada para pintar dos cúpulas en el Pilar (una es la «Regina Martyrum» y la otra nunca la hará) le pide a su amigo Martín Zapater que le busque casa en la ciudad, y le dice:

«Para mi casa no necesito muchos muebles, pues me parece que con una estampa de Nuestra Señora del Pilar, una mesa, cinco sillas, una sartén, una bota y un tiple y asador y candil todo lo demás es superfluo«.

Muy joven Goya pinta esta «Venida de la Virgen del Pilar», que se conserva en el Museo de Zaragoza.

Seguramente Goya nunca olvidaría que su primer encargo importante le vino precisamente de ahí, del Pilar. El había intentado conseguir una beca para la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, pero al no lograrlo marchó a Italia por su cuenta para aprender todo lo que pudiese. Y lo hizo, vaya que si lo hizo. Tanto que cuando vuelve a Zaragoza con 25 años, envuelto en el prestigio que daba la formación en Italia, pudo conseguir el encargo de la bóveda del Coreto, el pequeño coro que hay enfrente de la Santa Capilla. Para ello tuvo que demostrarles que sabía pintar al fresco y también ofrecer un presupuesto mucho más barato que su competencia. Por cierto, y para que nos situemos: estamos en 1771.

El primer encargo importante que recibe Goya es la bóveda del Coreto del Pilar. El boceto se conserva en el Museo Ibercaja Camón Aznar de Zaragoza.

El MICAZ (Museo Ibercaja Camón Aznar), situado a cinco minutos del Pilar, expone, junto a otras pinturas de Goya y una colección completa de sus grabados (es el único lugar del mundo que los expone todos), el boceto que pintó antes de empezar a trabajar en el Coreto. Podéis compararlo con la obra definitiva, que luce estupenda tras la restauración que tuvo lugar hace unos años.

«Adoración del nombre de Dios por los ángeles», en la bóveda del Coreto del Pilar

En el Coreto se representa el nombre de Dios (en letras hebreas y situado dentro de un triángulo, que simboliza a la Santísima Trinidad) y alrededor los ángeles adorándolo, con incienso, instrumentos musicales… Por cierto, si te fijas bien verás que una de las dos bombas que cayeron dentro del Pilar al principio de la Guerra Civil, el 3 de agosto de 1936, atravesó la pintura de Goya. ¿Por dónde? Seguro que eres capaz de encontrar el agujero sin ayuda.

Después de aquello Goya consiguió algún trabajo importante en Zaragoza pero sobre todo uno: las pinturas de la iglesia de la Cartuja de Aula Dei, que se conservan y se pueden visitar.

Iglesia de la Cartuja de Aula Dei, junto a Zaragoza, con las pinturas de Goya

Sin embargo, pronto decidió marcharse a Madrid, animado por su cuñado Francisco Bayeu (ya pintor del rey por aquellos años), que le consiguió trabajo en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Sería estando allí cuando Bayeu recibió el encargo de pintar las cúpulas que formaban el «cuadro» de la Santa Capilla (o sea, las ocho que había alrededor de la capilla de la Virgen, en el Pilar), y lo repartió con su hermano Ramón y con su cuñado, Goya. Para Francisco los cuatro platos (o sea, las cúpulas más rebajadas), y dos de las cúpulas de las esquinas para cada uno de los otros dos.

Uno de los dos bocetos pintados por Goya para la cúpula»Regina Martyrum» del Pilar. Pertenece al Museo Pilarista, pero se expone en una de las naves de la Basílica, junto a la puerta del Museo.

Casi todos los bocetos presentados, incluidos los dos de Goya, se conservan en el Museo Pilarista, junto con la espectacular colección de joyas y mantos de la Virgen del Pilar, la maqueta de la Santa Capilla presentada por Ventura Rodríguez… Por cierto, todas las cúpulas giraban alrededor del mismo tema: las advocaciones de la Virgen como reina que aparecen en la letanía. Reina de los mártires, Reina de los profetas, Reina de todos los santos… Goya empezó con la «Regina Martyrum«, Reina de los mártires. Sus bocetos se aprobaron, se levantó el andamio y empezó a pintar.

Cúpula «Regina Martyrum», espectacular tras la última restauración

No estaba acabada la obra cuando un grupo de miembros del Cabildo subió a verla, y lo que encontraron no les gustó nada. Las figuras les parecieron enormes (son el doble del tamaño natural, aproximadamente, porque Goya tenía claro que iban a verse a 30 metros de distancia), no les gustó cómo estaban acabadas… en fin, que empezó ahí un enfrentamiento que llevó a que Goya sólo llegar a pintar una de las dos cúpulas que estaba previsto que hiciera. Eso sí, dejó aquí su primera gran obra de madurez, que hoy puede verse extraordinariamente después de la última restauración. En ella aparece la Virgen sentada sobre un trono de nubes, representada como reina de los cielos con una corona de cabezas de ángeles dorados rodeando su cabeza. Y a sus pies mártires zaragozanos, aragoneses e internacionales, desde Santo Dominguito de Val (patrón de los infanticos del Pilar) a San Lamberto, con su cabeza en la mano, pasando por San Jorge, San Valero, Santa Engracia… y muchos más.

Goya nunca volvió a pintar en el Pilar, aunque sí en Zaragoza, y mucho. Pero eso… es otra historia, y la dejaremos para otro día. Esos sí, si queréis saber mucho más y conocer a otros personajes de su tiempo que circulan por Zaragoza, ya sabéis. Para un congreso, reunión familiar, cumpleaños, viaje de empresa… nuestra visita teatralizada sobre «Los sueños de Goya» es una opción estupenda para descubrir la ciudad de una forma completamente diferente, amena y divertida. ¿Queréis más información? Pues llamadnos al 976207363 y os contaremos todo lo que necesitéis saber. Y si preferís una visita más centrada en su obra, también podemos ofreceros varios recorridos diferentes para descubrirla.

Visitas teatralizadas – Los sueños de Goya

Tras los pasos de Goya en Zaragoza

Tras la sombra de los cartujos – La Cartuja de Aula Dei

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Nueva programación para los niños de educación infantil y primaria.

Enlas próximas páginas podréis ver las actividades didácticas que os proponemos en Zaragoza y vuestro aula para el curso 2010-2011.

Esperamos las sugerencias que nos queráis hacer, tanto personales, por teléfono (976 207 363) o a través de nuestra dirección educacion@gozarte.net .

En cualquier caso, si no encontráis la actividad en la que estáis interesados no dudéis en poneros en contacto con nosotros.

Hemos dividido las actividades en dos grupos de edad, correspondientes a educación INFANTIL yPRIMARIA.

Puedes consultar el listado completo de actividades pinchando en las imágenes a continuación:

Listado de actividades para niños de educación INFANTIL Listado de actividades para niños de educación PRIMARIA

DESCARGA el folleto en PDF con toda la información:

Folleto Educación Infantil Folleto Educación Primaria
portada infantil portada primaria

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Barón de Valdeolivos

Enrique de Otal y Ric

Las piezas artísticas y documentales del diplomático Enrique de Otal y Ric salen del Palacio de Valdeolivos, su sede habitual

Una exposición que acoge el Paraninfo de Zaragoza recoge un conjunto de piezas que resumen una larga carrera diplomática y viajera de este ilustre aragonés.
Con motivo de la muestra, el Gobierno de Aragón ha restaurado lienzos, sedas y otros elementos que marcaron la época histórica en la que vivió.
 
 
 
 
Las piezas artísticas y documentales que marcaron la carrera diplomática y los viajes de Enrique de Otal y Ric se exponen hasta el 14 de marzo de 2010 en el Paraninfo de Zaragoza. Es una muestra organizada por el Gobierno de Aragón que recoge más de 150 piezas entre las que destacan interesantes documentos, condecoraciones, fotografías de sus viajes y experiencias así como colecciones de porcelanas, pinturas y textiles orientales.

 Habitualmente este conjunto artístico se encuentra en el Palacio de los Barones de Valdeolivos en Fonz, localidad natal del ilustre aragonés nacido en el seno  de esta familia.

 Enrique de Otal y Ric fue un prestigioso diplomático que vivió importantes acontecimientos históricos sirviendo a países como China, Turquía, Argentina, Grecia, Países Bajos y Egipto, país en el que falleció en 1895.

 La mayoría de los bienes de Otal y Ric han ido progresivamente incorporándose a las colecciones del Gobierno de Aragón: en 1987 sus sobrinas donaron la casa solariega, los jardines, el archivo y la biblioteca así como gran parte de bienes muebles. Años después el Gobierno de Aragón compró directamente algunas piezas para completar la colección.

 Ahora, con motivo de esta exposición única, el Departamento de Educación, Cultura y Deporte, ha llevado a cabo diversas restauraciones de éste patrimonio trabajando sobre lienzos, sedas y otros elementos. Un trabajo que además está permitiendo recuperar la memoria de la vida de Otal y Ric fuera de España así como conocer mejor su trayectoria profesional.  A su vez la organización de la muestra facilita al Departamento seguir trabajando en la conservación y recuperación del patrimonio aragonés.

…y gozARTE estará allí para acercártelo en las visitas guiadas gratuitas a las 11’00 y 12’30 los sábados y domingos, el día de San Valero (29 de enero) y el 5 de marzo.

Información y reservas en el 976 207 363 (plazas limitadas)

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