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Posts Tagged ‘Navidad’

La Navidad ya está aquí, y con ella… ¡¡¡los regalos!!! ¿Ya los tenéis todos? ¿Todavía estáis discurriendo qué les vais a regalar a familiares, amigos…? ¿Estáis buscando algo barato y original? ¿Os apetece ofrecerles una experiencia que recuerden? Pues bien, ¿por qué no regalarles una o varias actividades, rutas por Zaragoza, excursiones…?

invitación

Si os apetece regalar nuestras actividades, solo tenéis que llamarnos y os prepararemos una tarjeta-regalo personalizada (que puede ser para una actividad concreta o no, como prefiráis). Podéis incluir en ella nuestras visitas y excursiones, y además os incluiremos una de las guías que hemos hecho sobre «Verdi, el Trovador y la Aljafería» con motivo del bicentenario del nacimiento de Giuseppe Verdi.

Trovador

¿Qué puede incluir la tarjeta-regalo? Ahí van algunas sugerencias:

  • 1 ó más visitas para 1 persona – 10 € por visita
  • 1 bono para 5 visitas a lo largo del año 2014 (incluyendo 1 visita teatralizada) – 50 €
  • 1 bono para 10 visitas a lo largo del año 2014 (incluyendo 2 visitas teatralizadas) – 90 €
  • 1 visita para 2 personas – 20 €
  • 1 excursión de un día – 43 € por persona
  • Actividades para familias con niños: 1 adulto y 1 niño (12 €), 2 adultos y 1 niño (17 €), 2 adultos y 2 niños (20 €).

Estas son algunas de las posibilidades que os ofrecemos, en algunos casos con precios bastante mejores que si compráis las actividades de una en una. ¿Cómo lo veis? Si os apetece, solo tenéis que llamarnos al 976207363 y os lo prepararemos para que quedéis como auténticos Reyes (Magos, claro).

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¿Conocéis el patio de entrada al Museo Diocesano? Es un lugar encantador, con unas vistas maravillosas de la torre de la Seo. ¿Qué os parecería cenar allí?

patio

El palacio de los arzobispos de Zaragoza ha sido también el escenario por donde ha pasado una parte importantísima de la historia de Aragón y de España. Esta vez hemos decidido contarla desde el punto de vista de las REINAS que pasaron por él: Sibila de Forciá (última esposa de Pedro IV, que se casó aquí); Isabel la Católica y su hija Isabel, reina de Portugal que murió aquí; Juana la loca, la infanta Catalina Micaela (la hija a la que Felipe II casó en Zaragoza)… A través de estas mujeres iremos descubriendo los secretos de uno de los espacios más fascinantes y llenos de Historia y de historias de nuestra ciudad.

Reinas

Os dejo el menú:

Entrantes

  • Cucurucho de tomate seco relleno de carne de cabracho
  • Ensalada templada de crujiente de rulo de cabra con frutos secos

Plato

  • Solomillo ibérico con salsa de boletus y cebolletas caramelizadas

Postre

  • Tarta de queso con confitura de frutos del bosque

Y no sólo eso, sino que antes de cenar os ofrecemos la posibilidad de hacer una visita con nosotros al fantástico Museo Diocesano, situado dentro del palacio de los arzobispos de Zaragoza.

Cuándo – Sábado 21 a las 20’00 (visita opcional) y a las 21’30 (cena)

Dónde – Patio del Museo Diocesano, entrando por la plaza de la Seo

Precio – Cena, 28 € por persona; Cena + visita (hora y media de duración), 32 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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palacio

¿Tenéis hijos, sobrinos, nietos…? Pues os proponemos venir a conocer el Museo Diocesano en familia. ¿Lo conocéis? ¿Nooooooo? Pues no sabéis lo que os estáis perdiendo. Es un lugar lleno de sorpresas, desde el torreón de la muralla que levantó Alfonso I el Batallador tras la conquista de Zaragoza hasta las salas mudéjares en que fue coronada la última mujer de Pedro IV el Ceremonioso, Sibila de Forciá, pasando por una maravillosa capilla gótica aparecida en las obras de restauración y muchas más sorpresas. Sin embargo… os vamos a proponer buscar algo distinto.

Animales diocesano

¡¡¡EL MUSEO ESTÁ LLENO DE ANIMALES!!! Es una auténtica arca de Noé, así que hemos decidido organizar un «safari» para buscarlos. Lo hay grandes, pequeños y hasta minúsculos, casi microscópicos. Pintados, de plata, de marfil, bordados, de piedra, de madera… Algunos reales, como los corderos, pavos, pelícanos, conejos, leones… y otros fantásticos, como los centauros y algún monstruo alucinante que también nos encontraremos.

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¿Queréis conocer las historias que tienen que contarnos? Pues entonces no os podéis perder la actividad que hemos preparado para esta Navidad:

Dónde – Taquillas del Museo Diocesano

Cuándo – Viernes 27 de diciembre y 3 de enero a las 18’00

Precio – 7 € por persona (familias numerosas, tercer hijo y siguientes gratuito)

Reservas – Llamando al 976207363

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Más de un millón de personas se concentran cada Nochevieja en Times Square para dar la bienvenida al nuevo año. ¿Os parecen muchos? La verdad es que no sabemos si el dato es de la organización, del gobierno civil o de los sindicatos, pero en este caso da igual, porque lo que importa es que allí se junta mucha gente, pero mucha, mucha, venida del mundo entero para vivir ese momento en directo. ¿Queréis saber más sobre esta tradición neoyorquina que hoy es mundialmente famosa? Pues seguid leyendo.

«Allá donde se cruzan los caminos…»

Lo primero de todo, ¿dónde está Times Square? Pues en el lugar en que se cruzan Broadway, la séptima avenida y la calle 42 con todos los caminos del mundo. Se forma ahí una gran plaza que hasta principios del siglo XX se llamó de otra manera, pero que cambió cuando en 1904 «The New York Times», probablemente el periódico más famoso del mundo, instaló aquí sus oficinas.

New York Times Titanic

¿Veis esta foto? Pues muestra la fachada del periódico en los días que siguieron al hundimiento del Titanic: la gente mira atenta a las enormes pizarras en las que se escribían a mano los titulares de última hora a mano. Hoy el «Times» ya no está aquí, pero a cambio tenemos la mayor concentración de luces y pantallas que se pueda imaginar.

Times Square ayer y hoy

Por aquellos años de principios del siglo XX toda esta zona también se convirtió en el corazón del mundo del espectáculo. Los teatros más famosos, los musicales más increíbles, las grandes estrellas del teatro y la canción, leyendas como Judy Garland, Liza Minnelli, Frank Sinatra o Lauren Bacall… Todo ese mundo es el que aparece en una película extraordinaria de 1950, «Eva al desnudo», que refleja como ninguna el mundo del teatro en Broadway. De 1953 es otra que también me vuelve loco, «Melodías de Broadway«, un inolvidable musical que trata de lo que hay detrás del montaje de una comedia. En ella hay un número extraordinario que cuenta precisamente eso, qué es el espectáculo: «That’s entertainment».

Hoy Times Square ocupa el 0’1% de la superficie de Nueva York, pero en este pequeño espacio trabajan casi 400.000 personas y se concentra el 11% de la actividad económica de la ciudad (para la que solo esta zona aporta unos 2.100 millones de dólares anuales en impuestos, que se dice pronto). En cualquier caso, Times Square no sólo es conocido por sus espectaculares marquesinas y sus teatros, sino también porque allí tiene lugar cada 31 de diciembre una fiesta multitudinaria para recibir el año. ¿Desde cuándo? Pues desde que en 1904 se trasladó aquí el New York Times. Aquel año ya organizaron una fiesta en este lugar, pero la primera vez que bajó la famosa bola (que fue una idea del director del periódico) fue en la Nochevieja de 2007. Por cierto, ¿queréis verla de cerca?

bola Times Square

Parecía pequeña, ¿verdad? Pues para nada. Más de 3’5 metros de diámetro y casi 6.000 kilos de peso, 2.688 triángulos de cristal y 32.256 lámparas LED. Casi nada, ¿no? Os pongo una foto para que la veáis mejor.

Bola

Desde 1907 ha realizado ese descenso cada año, a excepción de 1942 y 1943, cuando a causa de la Segunda Guerra Mundial la ceremonia fue sustituida por un minuto de silencio seguido de unas campanas. Hoy en día la fiesta comienza a las 17’00, y a las 18’00 en punto la bola sube hasta lo alto de un poste que tiene 23 metros de altura. A las 23’59 algún famoso (el año pasado, Lady Gaga) aprieta el botón y la bola comienza a descender mientras todo el mundo corea la cuenta atrás, que puede verse en todas las enormes pantallas de la plaza. 10, 9, 8. 7, 6, 5, 4,3, 2, 1, 0

Happy New Year

Cuando la bola llega al final del poste, justo a las 00.00 del año nuevo, se enciende un enorme cartel luminoso con el número del año en cuestión. En ese momento, la multitud grita enloquecida y cae una impresionante lluvia de confeti. ¿Confeti? Pues eso es lo que parece a primera vista, pero en realidad…

confeti

En realidad son miles y miles de deseos de gente de todo el mundo. Si estás en Nueva York puedes escribirlo tú mismo, y si no puedes mandarlo por Internet y lo imprimirán (entra aquí si quieres escribirlo ahora). Por cierto, como no podía ser menos en Estados Unidos los famosos también escriben el suyo.

Deseos

Una cuestión importante: todo este despliegue exige muchísima electricidad, ¿no? Pues bien, Duracell (los del conejito que dura y dura y dura) instala unas bicicletas estáticas para que todo el que quiera pueda pedalear y contribuir a producir electricidad para el evento, así que mientras uno está ahí dale que te pego a los pedales contribuye a iluminar el mundo. ¿Os parece bonito, o más bien una ñoñería?

Duracell

Pero no se vayan todavía, que aún hay más. En el momento en que empieza el año todo el que puede se pone a cumplir  con el ritual de besar apasionadamente a su pareja. Y claro, como ya se sabe que en el fragor de la batalla uno pierde el control y se olvida del frío y de que la barba del otro raspa, ahí está Nivea, para repartir miles de barras de cacao. Aquí, como podéis comprobar, nadie da puntada sin hilo y todo el mundo aprovecha para hacerse una buena publicidad, que está la vida muy achuchá. Además, por si alguien hace tiempo que no ve a su pareja y aprovecha este momento tan íntimo para reencontrarse, se instala una «plataforma de besos» para que puedan demostrarle su amor a media Humanidad, recordando a aquel mítico beso de Times Square que fue lo que realmente puso fin a la Segunda Guerra Mundial.

beso Times Square

Y claro, como ya se sabe que en el fragor de la batalla uno pierde el control y se olvida del frío y de que la barba raspa, ahí está Nivea, para repartir miles de barras de cacao. Aquí, como podéis comprobar, nadie da puntada sin hilo y todo el mundo aprovecha para hacerse una buena publicidad, que está la vida muy achuchá. Además, por si alguien hace tiempo que no ve a su pareja y aprovecha este momento tan íntimo para reencontrarse, se instala una «plataforma de besos» para que puedan demostrarle su amor a media Humanidad.

beso Gaga

Aquí tenéis a Lady Gaga besando al alcalde el año pasado (evidentemente ella no es como la española, que «cuando besa, es que besa de verdad, y a ninguna le interesa besar por frivolidad«, sino más bien una fresca y una desahogada, que diría mi abuela), pero hay más. ¿Más? Pues sí, porque hay hasta bodas. ¿Quién querría casarse en medio de todo este follón, con tanto frío y rodeado de cientos de miles de desconocidos? Pues sin ir más lejos hace un par de años lo hicieron estos dos marines que se conocieron en la guerra de Irak. Estuvieron a punto de no poder llegar por la nieve, pero les pagaban todos los gastos de la boda y ya os podéis imaginar que no era cuestión de desaprovechar la ocasión.

Marines

¡Qué majicos y qué enamorados se les ve! En fin, dejemos que disfruten de su amor y nosotros a lo nuestro. ¿Qué, os imaginabais que pasaban tantas cosas a la vez en esta macrofiesta de Times Square? Pues estas y más. Yo no he estado nunca, pero a ver si un año de estos me animo, porque solo hay una forma digna de ser hortera y es serlo a lo grande. Y de eso, de hacer las cosas a lo grande, en Nueva York saben más que en ningún otro sitio.

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Este verano continuamos con nuestras actividades en familia. ¿Os venís con nosotros a la Aljafería? Dicen muchos viajeros que es el edificio que más les sorprende de Zaragoza, porque no se imaginan un palacio musulmán así de espectacular tan cerca del Pirineo (con razón dicen mis amigos sevillanos que Zaragoza es la ciudad del norte que más parece del sur).

La Aljafería fue palacio de los reyes musulmanes, de los reyes cristianos de Aragón y de los reyes católicos, pero también sede de la Inquisición durante siglos y después cuartel. Todo eso la ha convertido en el lugar más cargado de leyenda de nuestra ciudad. En sus patios aún se oye el rumor de los cuentos, y en cada uno de sus rincones hay historias de trovadores, princesas, brujas… ¿Queréis conocerlas? Pues os invitamos a viajar con los cinco sentidos a la Aljafería de hace más de 1.000 años. Sólo hay que abrir nuestro cofre y saldrán las especias y los aromas de Oriente, las telas de Damasco…

Entre los muros de este palacio encantado y encantador transcurrió gran parte de la historia de Aragón, pero también habitan los protagonistas de cuentos, leyendas y hasta una ópera. ¿Queréis conocerlos? ¿Habéis oído hablar de cómo Sherezade pasó una noche contándole cuentos al sultán, hasta que en vez de matarla se enamoró de ella? Pues nosotros pasaremos una mañana contándoos algunas de las historias de este lugar hasta conseguir que os enamoréis de él.

Cuándo – Domingos a las 11’30

Dónde – Junto a las taquillas de la Aljafería

Precio – 7 € por persona (para familias numerosas, el tercer hijo gratuito).

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Orfeo, con su lira, tiene a los animales escuchándole con la boca abierta

Para estas navidades os proponemos pasar «Un día con los romanos» toda la familia en el Museo de Zaragoza (Plaza de los Sitios), y para ir calentando motores os iremos contando las historias de algunos de los personajes que viven allí, y también de los animales. Eso sí, id preparados, porque no sólo hay animalillos pequeños y pacíficos, sino que nos podemos encontrar cualquier cosa, desde leones hasta osos. ¿No os lo creéis? Pues ya lo veréis, pero no os preocupéis mucho, porque normalmente están de lo más tranquilos y relajados. ¿Sabéis por qué? Seguro que habéis oído miles de veces que la música amansa a las fieras, ¿no? Pues viendo este mosaico está claro que es verdad. Un hombre toca la lira y a su alrededor le escuchan tranquilamente águilas, serpientes, tigres, leones… ¿Quién puede ser, para tener semejante poder? Pues es Orfeo, y ahora mismo os hablo de él. Pero antes de nada: el mosaico que veis en la foto está en el Museo de Zaragoza, y apareció en una casa romana que estaba por la zona de San Juan de los Panetes. Estaba en el suelo del comedor, así que os podéis imaginar qué lujo. Para que os hagáis una idea os pongo una foto del comedor de otra casa de Caesaraugusta, que era como llamaban a Zaragoza los romanos, y ese sí podréis verlo si venís al Museo.

El comedor de los romanos finos se llamaba «triclinium»

Y ahora, a lo que vamos. ¿Quién era Orfeo? Pues respecto al padre no se ponen de acuerdo, pues unos dicen que era hijo de un rey y otros que del mismísimo dios Apolo. En cuanto a la madre, parece que fue una de las nueve musas, que eran las que inspiraban a músicos, poetas… así que el chico iba para artista ya desde que nació. El caso es que le dio por la música, y que no sólo tocaba bien sino que encima mejoró los instrumentos que había en aquella época. ¿Queréis un ejemplo? Pues a la lira le añadió un par de cuerdas y así sonaba muchísimo mejor, donde va a parar.

Orfeo tocando la lira. Los animales alrededor y él a su marcha, sin desconcentrarse

La cosa es que Orfeo tenía novia, Eurídice, pero cuando iban a casarse, a ser felices y a comer perdices… pues todo se torció. Un día, justo el de antes de la boda, ella iba paseando tranquilamente, pisó una víbora y claro, la otra se revolvió y le mordió un pie. Resultado: Eurídice se murió. ¿Os imagináis el sofocón? Orfeo, desesperado, se puso a tocar su lira, y lo que tocaba era tan, pero tan, tan triste, que todos los que le oían lloraban con él y le aconsejaron que la fuera a buscar al mundo de los muertos.

Caronte, el barquero de los dioses

Resulta que para llegar al Hades, el reino de los muertos, había que atravesar el río Aqueronte. Eso sí, a nado no se podía y la única forma era hacerlo en la barca de Caronte. Hasta aquí todo parece muy fácil, pero Caronte era de lo más pesetero y siempre pedía una moneda, por lo que se enterraba a los muertos con una moneda en la boca, para que le pudieran pagar. ¿Que no la tenían? Pues Caronte les hacía esperar nada menos que… ¡¡¡CIEN AÑOS!!!

«Al pasar la barca / me dijo el barquero…». Os acordáis, ¿no? Pues en la barca de Caronte las niñas bonitas pagaban dinero como los demás, y si no, nada

El caso es que Caronte estaba allí para pasar las almas de los muertos, y cuando Perseo bajó a buscar a Eurídice… estaba muy vivo. «Que no te paso, que te pongas como te pongas no te paso«. «Pero chico, que te voy a pagar, no te pongas así«. «Si quieres que te pase te tendrás que morir«. «Pero hombre, no me digas eso, que soy muy joven todavía«. «Pues tú verás«. Así estaba la conversación hasta que Orfeo se puso a pensar. «¿Qué podría hacer yo para convencer a este hombre?«. ¿Ya os imagináis lo que se le ocurrió? Pues claro, se sentó en una piedra, sacó su lira, se puso a tocarla… y Caronte se ablandó, que tampoco era tan malo. «Hala, venga, que sí, que montes, que te llevo«. Y claro, como el truco le funcionó lo repitió en la mismísima puerta del Hades, donde estaba de portero un perro de tres cabezas, el can Cerbero (os suena lo de «cancerbero», ¿no?).

Orfeo convenciendo a Hades, con todo el jaleo del infierno detrás

La cuestión es que Orfeo llegó hasta donde estaba Hades, el rey del inframundo. Ya os imagináis la cara que se le quedaría, claro: «Y tú, ¿cómo has llegado hasta aquí si estás vivo? Cuando coja yo a Caronte y al can Cerbero les voy a enseñar lo que vale un peine, vaya que sí, menudo par de blandos«. La cuestión es que Orfeo, que ya se había aprendido el truco, se puso a cantarle sus penas a Hades y a su señora hasta que les convenció, pero… siempre hay un pero. «Eurídice te seguirá, pero tú no puedes volverte a mirarla hasta que no hayáis salido al sol. Si no, la perderás para siempre«.

¿Creéis que Orfeo aguantó sin volver la vista?

Orfeo echó a andar sin saber si Eurídice le seguía y aguantó, aguantó y aguantó sin volver la vista atrás, hasta que cuando salió por la puerta del Hades ya no pudo aguantar más, se volvió pensando que Eurídice ya estaría completamente fuera y bañada por los rayos del sol, y… lo único que alcanzó a ver fue como ella se volvía y desaparecía, esta vez para siempre.

Orfeo, en otro mosaico

Después de esto, comprendéis mejor porque el pobre Orfeo pasaba los ratos muertos tocando su lira y cantando sus penas a quien le quisiera oír, ¿no? Y claro, lo hacía tan bien, pero tan bien, tan bien, que todo el mundo se quedaba embelesado, empezando por los animales. Si venís al museo veremos ese maravilloso mosaico que os ponía al principio, contaremos esta historia y muchas más.

Cuándo – 26 de diciembre y 2 de enero a las 11’30 y a las 17’00

Dónde – Museo de Zaragoza, Plaza de los Sitios

Precio – 7 € por persona (familias numerosas, tercer hijo gratuito)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí


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De toda la vida yo he sido de los Reyes Magos, y eso no va a cambiar, pero… si de Nueva York se trata, hay que reconocer que Melchor, Gaspar y Baltasar no tienen allí mucho cartel. El que de verdad tiene tirón por aquellas tierras es Santa. Santa Claus, quiero decir. No hay más que oír a Bing Crosby para que quede bien claro.

En 1934 se compuso «Santa Claus is coming to town», vamos, que «Santa Claus está viniendo a la ciudad«. Para entonces ya se había convertido en un señor que vestía de rojo y venía cargado de regalos de algún lugar muy, muy lejano en un trineo tirado por ocho renos y uno más muy especial, que se llamaba Rudolph y tenía una nariz luminosa que venía de perlas para las noches de niebla. Sin embargo, esta historia comienza mucho, muchísimo antes. ¿Queréis saber dónde?

Todo comienza aquí, junto a las venerables piedras del templo de Saturno, en Roma

Resulta que los romanos tenían por estas fechas unas fiestas dedicadas a Saturno: las Saturnales. ¿Qué celebraban? Pues más o menos lo mismo que nosotros. A lo largo de la primavera el día se va haciendo más y más largo, hasta que parece que la luz va a triunfar definitivamente. Llegamos así al solsticio de verano, la noche más corta del año (que se llena de luz con las hogueras de San Juan, como si quisiéramos ayudar a que ese día durase 24 horas), y vuelta a empezar. La noche va alargando, alargando, alargando… hasta que la oscuridad lo cubre casi todo. Y ¿qué día es el más corto, a partir del cual el sol empieza a reconquistar su terreno perdido? Pues el del solsticio de invierno, que coincide justamente (y no es casualidad, por supuesto, pues Cristo se identificó con la luz del mundo) con nuestra Navidad. Todos hemos oído decir aquello de que «eres más corto que el día de Navidad«, ¿no? Pues a partir de ese día la noche empieza a acortar y eso hay que celebrarlo. Los romanos tenían las Saturnales, y los cristianos, que vinieron después, aprovecharon que la gente ya estaba acostumbrada a celebrar una gran fiesta por esas fechas y simplemente cambiaron el nombre. Por cierto, ¿sabéis lo que hacía la gente para las Saturnales? Se intercambiaban regalos. Como lo oís. Os suena, ¿no?

Los Reyes Magos, en el retablo mayor de la Seo de Zaragoza

La tradición de los regalos por estas fechas se ha mantenido. Otro día hablamos de los Reyes Magos, pero también podríamos hablar de la Befana, el Orentzero, la tronca de Navidad… y San Nicolás.

La iglesia de San Nicolás, en Zaragoza

Allá por el siglo IV, en tierras turcas, hubo un obispo que se llamaba Nicolás y que llegó a ser santo. Ahora bien, de ahí a que en muchos lugares se considere que es el que lleva regalos a los niños por Navidad… Vayamos por parte y todo tendrá sentido. Resulta que el hombre era muy caritativo, y lo primero que hizo fue repartir la fortuna de sus padres entre los pobres. Pero es que además cuentan que había por allí un hombre desesperado porque no podía casar a sus hijas (no tenía dinero para la dote) y aquellas pobres chicas iban a acabar en la prostitución (yo creo que había otras opciones menos radicales, tipo solterona, monja… pero bueno, ellos no lo debían ver así). Total, que San Nicolás les dejó a cada una un saquito con monedas de oro en el zapato. ¿Qué? ¿Os va sonando la cosa? Pues aún hay más. Era una época de crisis y penalidades, y un día unos niños fueron a pedirle algo de comer a un carnicero. No sólo no les dio nada, sino que los troceó y los metió en salazón (otro que no conocía el término medio; con haberles dicho que no valía, digo yo). Siete años después pasó por allí San Nicolás, vio el barril donde estaban (que no los hubiera vendido en todo ese tiempo es algo que escapa a mi capacidad de comprensión, pero bueno, cosas de santos y milagros) y los devolvió a la vida (enteros, no a trozos). Repartía dinero, lo dejaba en los zapatos, era bueno con los niños… de ahí a que San Nicolás se convirtiera en el que llevaba los regalos a las criaturas hay un paso.

Imaginaos la sed que tendrían los angelicos después de siete años en sal

Nos vamos ahora para el norte de Europa, y concretamente a Holanda. Allí llega todos los 5 de diciembre Sinterklaas (San Nicolás, en holandés), en barco de vapor y desde España, con su ayudante Pedrito el negro (realmente lo llaman Zwarte Pieten), que va echando unas galletitas a la gente. Luego monta en un caballo blanco y empieza su reparto (bueno, el que baja por las chimeneas es su ayudante, claro).

Qué cosas, ¿verdad? Nadie diría que sale de España, porque aquí no le hacemos ni caso al hombre y allí se desviven.

Por cierto, ¿adivináis qué ponen los niños holandeses, ya desde el siglo XV, la noche en que viene Sinterklaas? Pues sus zapatos junto a la chimenea, claro. Bueno, o sus zuecos, que para eso estamos en Holanda.

¿Quién nos iba a decir que esto de los zapatos venía de tan lejos?

Resulta, resulta… que Nueva York lo fundaron en realidad los holandeses, y su primer nombre fue Nueva Amsterdam (bueno, antes estuvieron los franceses, pero no dejaron mucha huella). Para allí se llevaron sus costumbres y sus tradiciones, y entre ellas la de Sinterklaas, que también llegaba hasta aquellas tierras todos los 5 de diciembre. Y en ese momento comienza un proceso que es la especialidad de los americanos: coger los viejos mitos europeos, transformarlos un poco o un mucho y después vendérnoslos por nuevos. Es decir, convertir al viejo San Nicolás-Sinterklaas en Santa Claus.

Comienza la transformación

Para empezar, el que transforma el nombre holandés en Santa Claus es Washington Irving (el de los «Cuentos de la Alhambra«), en un cuento que escribe en 1809: «Historia de Nueva York«. Unos años después, en 1823, se escribe un poema en que Santa Claus es un duende enano y delgado que regala a los niños juguetes por Navidad y que viene en un trineo tirado por ocho renos.

Leyendo las cartas…

Hacia 1863 se convierte en un anciano gordo, barbudo y bonachón, gracias a las tiras ilustradas por Thomas Nast para la revista Harper’s Weekly. Ya se va pareciendo a lo que conocemos, ¿no? Pero aún faltan bastantes detalles que ahora nos parece que llevan ahí toda la vida. Por ejemplo, ¿de dónde viene la idea de que Santa Claus vive en el Polo Norte, o en Laponia? Pues de una campaña de publicidad de Lomen Company, una empresa que vendía carne de reno. En la Navidad de 1926 llevaron por varias ciudades de Estados Unidos a Santa Claus en un trineo tirado por renos, que se convirtió en una de las tradiciones más queridas de la Navidad en USA. A partir de entonces ya todo el mundo tuvo claro que Santa Claus se desplaza en este medio de transporte, y punto. Ya sabéis, en América el márketing lo es todo. Tanto, que el traje de Santa también se asocia con otra campaña publicitaria. ¿Os imagináis de qué?

La chispa de la vida…

Pues claro, de Coca Cola, en 1931. No es que ellos se inventaran el color blanco y rojo del traje, pues antes también había aparecido vestido así. Pero está claro que contribuyeron definitivamente a universalizar al personaje y a hacer que su imagen fuera igual en todas partes. ¿Falta algo? Pues claro que falta, un personaje fundamental de la tradición, un reno con la nariz brillante y luminosa que es perfecta para guiar a sus ocho compañeros en las noches de nieve, niebla… Rudolph parece que se popularizó a partir de un cuento de 1939 (aunque ya existía antes), y si queréis conocer su historia nada mejor que oírla contada por dos monstruos: Bing Crosby y Ella Fitzgerald.

Hoy, Santa Claus está por todas partes, y uno puede ir paseando por Nueva York y encontrarse a 150, todos iguales, y cantando «Let it snow«, «Santa Claus is coming to town«, «Have yourself a merry little christmas» o cualquier otro éxito de ayer, hoy y siempre que nos hemos acostumbrado a oír en la voz de Judy Garland, Bing Crosby, Frank Sinatra, Dean Martin, Ella Fitzgerald… y otros grandes de la canción americana.

«Santa Claus is coming to town»

Si queréis conocer estas y otras muchas historias sobre LAS TRADICIONES DE LA NAVIDAD, no os podéis perder la cena que hemos preparado para el sábado 28 de diciembre en el MUSEO DIOCESANO. Si queréis toda la información entrad aquí.

Cuándo – Sábados 21 y 28 de diciembre a las 21’30
Dónde – Taquillas del Museo Diocesano
Precio – 29 € por persona
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Y si queréis conocer más historias, aquí os dejo algunos posts de nuestro blog:

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