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Posts Tagged ‘rutas’

¿Sois de los que creen que un cementerio es un lugar deprimente? ¿O más bien pensáis que son una inyección de vitalidad? Yo estoy cada vez más de acuerdo con la segunda opción, y voy a intentar demostrarlo. Eso sí, hay que reconocer que es cierto que todo en un cementerio nos recuerda que el tiempo pasa, que nada es para siempre y que todo se convertirá «en tierra, en polvo, en humo, en sombra, en nada«, como dijo Góngora. Las tumbas abandonadas, las cruces rotas, las lápidas en las que el musgo oculta el nombre de los que están enterrados allí… Y sin embargo, al menos en teoría, en un cementerio el tiempo se ha congelado a la espera del día del Juicio Final, ese día en que el ángel del panteón de la familia Repullés de la Lata, en el cementerio de Torrero, acabará de bajar la escalera para anunciar que ha llegado la hora de abandonar las tumbas.

Las trompetas convocarán a los muertos, que levantarán la tapa del sepulcro para acudir al Juicio Final en el Valle de Josafat, como en estas pinturas de la pequeña ermita de San Miguel, situada en mitad del minúsculo cementerio de Barluenga, cerca de Huesca.

Pero mientras llega el «Día de la ira», si es que tiene que llegar, lo cierto es que cada lápida, cada esquela, cada flor que vemos nos cuentan historias que no nos dejan olvidar que la muerte viene en un abrir y cerrar de ojos, «In ictu oculi«, como pintó Valdés Leal en este terrible cuadro del Hospital de la Caridad de Sevilla. En él un indiferente esqueleto apaga con sus dedos descarnados la llama de una vela en un segundo, mientras con la otra mano sujeta la guadaña con la que segará nuestra vida y el ataúd que nos está destinado.

Igual de terrible es este bodegón de Antonio de Pereda que se conserva en el Museo de Zaragoza, y al que le cuadra perfectamente el título de «Naturaleza muerta» que se suele dar a este tipo de pinturas. Tres calaveras nos recuerdan esa frase que aparece en muchas tumbas: «Como te ves, yo me vi. Como me ves, te verás«. Y por si no quedara suficientemente claro, junto a ellas hay un reloj con la llave para darle cuerda. Tic, tac, tic, tac, tic, tac…

Tic, tac, tic, tac, tic, tac… Siempre el reloj para recordarnos que el tiempo nunca se detiene y cada vez nos queda menos, menos, menos, menos, menos… Como ese esqueleto que sale bajo la tumba de Alejandro VII mostrándonos un reloj de arena que lleva en la mano, para recordarnos que nuestro turno también está cerca y que ninguno tenemos ni idea de cuántos granos nos quedan.

O como ese otro que ve Don Juan Tenorio en los últimos instantes de su vida, en el diálogo alucinante que mantiene con la estatua del comendador, Don Gonzalo de Ulloa, a la que él mismo había invitado a cenar (mostrando muy poco respeto por los muertos):

Don Juan ¿Y ese reloj?

Estatua                                Es la medida

                         de tu tiempo.

Don Juan                            ¡Expira ya!

Estatua       Sí, en cada grano se va

                          un instante de tu vida.

Don Juan   ¿Y esos me quedan no más?

Estatua       Sí.

Don Juan          ¡Injusto Dios! Tu poder

                          me haces ahora conocer,

                          cuando tiempo no me das

                          de arrepentirme.

Estatua                                             Don Juan,

                          un punto de contrición

                          da a un alma la salvación,

                          y ese punto aún te lo dan.

Don Juan cogió al vuelo la oportunidad que se le brindó en el último momento, y gracias al amor de Doña Inés se arrepintió de todas las barrabasadas que había hecho justo en el momento en que caía el último grano en el reloj de su vida. Pero como todos tenemos el nuestro, os voy a hablar de otro reloj de arena que, lamentablemente, no os puedo enseñar porque hace tiempo que desapareció. Estaba en el cementerio de Torrero, al pie de esta impresionante escultura:

Estamos en 1907 y Enrique Clarasó, uno de los mejores escultores funerarios que ha habido en España, nos dejó aquí una obra magnífica hecha para la familia Gómez y Sancho (propietaria de un almacén de tejidos que estaba en la calle Manifestación y que cerró hace no mucho): El Tiempo pasa las hojas del libro de la vida.  Un anciano calvo y de larga barba, que mira no sabemos dónde, tiene entre sobre sus rodillas un gran libro cuyas hojas va pasando sin mirarlas siquiera…

Eso sí, las hojas del libro de la vida no se pasan y ya está. ¿Acaso es posible releerlo? No, porque cada minuto que vivimos pasa para siempre, no hay vuelta atrás, y por eso cada hoja que pasa la arruga entre sus manos y la arranca (la haya leído o no), arrojándola al suelo. ¿Queréis ver una de ellas? Pues aquí la tenéis. «Breves son las horas de los hombres«, dice, una cita del libro de Job que nos sigue recordando que el tiempo pasa inexorablemente.

Clarasó se inspiró para esta espectacular escultura en otra no menos impresionante, que casualmente también se hizo para una tumba: el «Moisés«, hecho por Miguel Angel para la del Papa Julio II a principios del siglo XVI. El mismo anciano de largas barbas, la misma torsión del cuerpo, la misma mirada dirigida al infinito… pero contemplando algo distinto. En el caso de Moisés, seguramente el terrible poder de Yahvé después de entregarle las tablas de la ley en el Sinaí, o quizá a los israelitas adorando el becerro de oro; en el caso del Tiempo, quizá esté contemplando la eternidad y le baje un escalofrío por la columna vertebral al darse cuenta de lo que eso significa. Siempre, siempre, siempre, siempre, siempre… sin la consoladora posibilidad de un final.

El Moisés es pura tensión y movimiento, aunque debido a su colocación en la tumba solo podemos verlo de frente y en parte desde los lados. En cambio la escultura de Clarasó está colocada en el centro, de forma que podemos girar alrededor de ella y cada punto de vista nos cuenta nuevas cosas.

¿Cuántas hojas quedan en nuestro libro? ¿Cuántos granos quedaban en el reloj de arena que estaba a los pies de la escultura? No lo sabemos, nadie lo sabe, y por eso cada una de las tumbas que vemos en un cementerio nos está gritando que aprovechemos el tiempo que nos quede, sea mucho o poco, y que disfrutemos de ese inmenso regalo que es la Vida, con mayúsculas. Y por eso los cementerios son una enorme inyección de optimismo, porque uno sale de ellos sintiéndose mucho más vivo que cuando entró y deseando exprimir al máximo las posibilidades de cada segundo. Lo único malo es lo pronto que se nos olvida. ¿O no?

Y si queréis pasar UN OTOÑO DE MUERTE con nosotros, recorriendo el cementerio y muchos otros rincones desconocidos de nuestra ciudad, disfrutando con los versos del Tenorio y descubriendo las historias de los zaragozanos «del otro lado», tenemos un montón de propuestas para vosotros. Entrad aquí y las encontraréis, o si lo preferís llamadnos al 976207363 y os las contaremos.

Y si queréis leer otros post de nuestro blog dedicados a este tema, aquí os dejo unos cuantos:

Drácula, Don Juan, el Amor y la Muerte

El triunfo de la Muerte… y los nuestros

La Belleza y la Muerte

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El Pilar es el edificio más visitado de Zaragoza y, probablemente, el menos conocido. Suena chocante, ¿verdad? La extraordinaria atracción de la Virgen del Pilar hace que el resto del edificio quede prácticamente en sombra y no le hagamos mucho caso. Es verdad que de esa situación se salva Goya, y en todo caso las bombas, pero poco más.

Santa Capilla

Pues bien, para acercarnos a descubrir este increíble lugar, su historia, sus tradiciones, sus leyendas, sus tesoros artísticos… y sobre todo, para intentar comprender el origen de esa relación tan estrecha, íntima, entrañable y peculiar que tiene Zaragoza con la Virgen del Pilar, hemos preparado una visita muy especial en la que recorreremos detenidamente el edificio, su historia, sus tradiciones y leyendas, sus obras de arte…

Cuándo – 4 y 11 de octubre a las 11’00, y 6, 8 y 10 de octubre a las 18’00

Dónde – Puerta principal del Pilar (junto al Ayuntamiento)

Precio – 8 € por persona (jubilados y estudiantes menores de 26 años, 7 €; parados, 4 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Uno de nuestros clásicos es una visita teatralizada que nos ha dado muchísimas alegrías y que se titula «Bajo la luna mudéjar». ¿De qué va? Pues abrochaos los cinturones, porque vamos a viajar hasta la ciudad de principios del siglo XVI, pero… ¡¡¡de noche!!! Misterios, asesinatos, milagros, persecuciones, enigmas, leyendas… De noche la ciudad se convierte en un laberinto oscuro y peligros0 en el que cualquier cosa puede ocurrir. ¿Os atrevéis a recorrerla a la luz de un farol?

Son las 22’00. Ya es de noche en Zaragoza, y al pie de la torre de la Seo nos espera un guía muy especial. En la mano lleva un farol para despejar las tinieblas de la noche, y junto a él hay un baúl del que irán saliendo todo tipo de sorpresas a lo largo de nuestro recorrido. ¿Habéis oído alguna vez la llamada a la oración desde el minarete de una mezquita? ¿Habéis tenido en las manos un Corán, o un antiguo libro de los Salmos? Hoy viviréis todas esas y muchas otras experiencias.

Estamos hacia 1550, año arriba o año abajo. Son «tiempos recios«, como hubiera dicho Isabel la Católica. Después de la conquista de Granada, en 1492, se acabó aquella convivencia (más o menos pacífica) entre judíos, moros y cristianos de la Edad Media. Primero vino la expulsión de los judíos, luego la de los musulmanes… «Os marcháis u os bautizáis«, aunque muchos de los que se quedaron y se hicieron cristianos siguieron practicando su religión en secreto. ¿Qué fue de ellos? Hoy vamos a conocer algunas de sus historias. ¿Sabíais que el ciego Salvador sigue recorriendo la vieja Çaragoça con sus retablo de las maravillas, contando historias increíbles? ¿O que por las callejas oscuras de detrás del Arco del Deán ronda un morisco perseguido por la Inquisición? Si venís conoceréis sus vidas, que a veces hacen reír, a veces llorar y siempre emocionarse, porque son personas como nosotros, con nuestros sentimientos, nuestros problemas…

Nos moveremos alrededor de la Seo, por el barrio de la Magdalena y por la antigua judería, por calles de nombres tan evocadores como la de la Pabostría, la del órgano o la de las cortesías. Por ellas nos iremos encontrando con sus antiguos habitantes y es probable que junto a la torre mudéjar de la Magdalena, espectacular bajo la luna, nos encontremos con una judía que sigue celebrando el sabbath a escondidas.

¿Queréis vivir Zaragoza de una forma completamente distinta? Pues no os podéis perder esta propuesta tan especial. Si sois un grupo, podéis poneros en contacto con nosotros llamándonos al 976207363 o escribiéndonos a educacion@gozarte.net, y si vais por libre podéis enteraros de cuando la volvemos a programar siguiéndonos en http://www.facebook.com/gozARTE, o enviándonos vuestro e-mail a educacion@gozarte.net si queréis recibir nuestro boletín.

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El 2 de mayo de 1808 el pueblo de Madrid se levanta contra los franceses, y esa misma tarde los dos alcaldes de Móstoles lanzaron un bando en el que llamaban a la insurrección contra el invasor. Tres semanas después los zaragozanos se echaban a la calle e iban a la Capitanía General a pedir armas para defenderse. Al día siguiente Palafox tomaba el mando y se ponía rápidamente a organizar la defensa de la ciudad. El 15 de junio los franceses estaban a las puertas de Zaragoza, convencidos de que sería cosa de uno o dos días. El resto lo conocemos todos: la ciudad se defendió con uñas y dientes durante dos terribles Sitios en los que murieron más de 50.000 personas.

Con motivo del Día de la Mujer, el próximo 8 de marzo, hemos programado una ruta en la que hablaremos del papel de las mujeres durante aquellos meses de 1808 y 1809. Agustina de Aragón, Casta Alvarez, la madre Rafols, la condesa de Bureta, María Agustín y muchas otras no se limitaron al papel que les asignaba aquella sociedad tradicional, sino que se echaron a las armas y lucharon por defender lo suyo y a los suyos hasta el punto de que Goya llegó a exclamar en uno de sus grabados: «Y son fieras». Pues bien, hoy vamos a conocerlas un poco mejor, y para ello vamos a descubrir algunos lugares poco conocidos pero fascinantes. Empezaremos por el magnífico monumento de la plaza del Portillo y de allí nos iremos al Museo de la Madre Rafols, en el que podremos ver una reconstrucción de su habitación, su botijo milagroso (al que nunca le faltaba agua), un maletín con instrumentos quirúrjicos de los que se utilizaban en el Hospital de Gracia en época de los Sitios… y la preciosa iglesia del Noviciado de Santa Ana en la que se encuentran su tumba y la del padre Bonal, héroe de los Sitios como ella. De allí nos iremos al Hospital Provincial (heredero del Hospital de Gracia, desaparecido en la Guerra de la Independencia), donde además de la iglesia veremos la cripta, en la que están enterradas algunas de las monjas que murieron en la defensa de la ciudad.

Y por cierto, se me olvidaba: en el camino nos encontraremos con algunas de aquellas mujeres y también con sus descendientes, que nos contarán como la sangre de las heroínas de los Sitios sigue corriendo por las venas de las zaragozanas actuales.

Cuándo – 5 y 7 de marzo a las 10’30

Dónde – Monumento de la Plaza del Portillo

Precio – 12 € (10 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años, 7 € para parados)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Hola amigos.
Como oferta propia, todos los días de verano a las 20’30 horas salen unas rutas que hemos llamado «de pecado».
Este año es la segunda temporada, avalada por el éxito del año pasado.
Son 7 rutas, una para cada día de la semana, sin actores, en las que vamos a descubrir la ciudad desde otro punto de vista, a través de pecadores y pecadoras, de las guerras, de la gula, etc…
En la web tienes más información sobre los puntos de salida, cuestan 7€ y el abono para las 7 rutas (no es obligatorio hacerlas seguidas) 40€
Más información pinchando aquí
Actualmente dispones de tres visitas teatralizadas los fines de semana que, aunque las realizamos nosotros, las ofrece Zaragoza Turismo.
Viernes por la noche: Los sueños de Goya
Más información pinchando aquí
También los sábados por la noche hay una visita teatralizada en Daroca
Más información pinchando aquí

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Recibe un cordial saludo y nuestros mejores deseos de un feliz verano.
Juan Martínez
976 207 363

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