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Ya está aquí el puente de San Jorge, y para celebrarlo tenemos programadas un montón de actividades para descubrir las historias de nuestra historia, empezando por las HISTORIAS Y LEYENDAS DEL REINO DE ARAGÓN. Aquí os dejamos toda la programación:

JUEVES 23

  • 6’30 – Nos vamos de excursión: PUENTE DE SAN JORGE EN ÁVILA Y ALREDEDORES (completo)
  • 11’00 – HISTORIAS Y LEYENDAS DEL ESCUDO DE ARAGÓN

SÁBADO 25

  • 10’30 – LOS SECRETOS DE LA SEO
  • 11’00 – HISTORIAS Y LEYENDAS DEL ESCUDO DE ARAGÓN
  • 12’00 – Descubre la Zaragoza escondida: LA CARTUJA DE AULA DEI
  • 18’00 – Descubre Zaragoza con niños: UN SAFARI EN EL MUSEO
  • 20’00 – ZARAGOZA OSCURA Y LEGENDARIA

DOMINGO 26

  • 11’00 – HISTORIAS Y LEYENDAS DEL ESCUDO DE ARAGÓN
  • 11’00 – HISTORIAS DE AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA
  • 11’30 – Descubre Zaragoza con niños: UN DÍA CON LOS ROMANOS EN EL MUSEO

Santa Isabel

Jueves 23, sábado 25 y domingo 26 a las 11’00

HISTORIAS Y LEYENDAS DEL ESCUDO DE ARAGÓN

Todos hemos visto montones de veces el escudo de Aragón, pero ¿sabéis lo que significa cada una de esas imágenes? Pues para descubrirlo os vamos a proponer un recorrido en el que nos vamos a mover entre la historia y la leyenda para descubrir qué hay detrás de los símbolos de Aragón, como el dragón, San Jorge y sobre todo el escudo. ¿Por qué los reyes de Aragón llevaban un casco con un dragón? ¿De dónde vienen las barras? ¿Qué pasa con las cuatro cabezas de los reyes moros? ¿Desde cuándo está todo eso ahí?

Cuándo – Domingos 12, 19 y 26, jueves 23 y sábado 25 de abril a las 11’00

Dónde – Puerta de la iglesia de Santa Isabel, plaza del Justicia

Precio – 8 € por persona (7 €, jubilados y estudiantes menores de 25 años; 4 €, parados)

Reservas – Llamando al 976207373 o entrando aquí

Seo

Sábados a las 10’30 – LOS SECRETOS DE LA SEO

La Seo es el edificio medieval más importante de Zaragoza y de Aragón. Es una catedral absolutamente extraordinaria, que además de ser una joya artística está llena de historias que nos hablan de casi 1.000 años de convivencia (unas veces pacífica y otras no, que de todo hubo) entre judíos, moros y cristianos; de asesinatos en mitad de la noche; de milagros increíbles y reliquias extraordinarias… en fin, un lugar excepcional, algunos de cuyos secretos os contaremos en la visita que haremos los sábados por la mañana

Cuándo – sábados a las 10’30

Dónde – Plaza de la Seo, delante de la puerta

Precio – 10 €  por persona (mayores de 65 años  8 €; parados 5 €)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Sábados a las 12’00 – Descubre la Zaragoza escondida: LA CARTUJA DE AULA DEI 

Zaragoza es un caso excepcional, pues tuvo dos cartujas: la Cartuja Baja, o de la Concepción (el actual barrio de la Cartuja) y la de Aula Dei, que es la más famosa de las dos debido a que los muros de su iglesia fueron pintados por el zaragozano más universal: Francisco de Goya. ¿La conocéis? Pues no sabéis lo que os perdéis, porque la Cartuja es mucho más que Goya. Es un monasterio extraordinariamente conservado, muchas de cuyas dependencias podremos descubrir en esta visita: el patio de entrada, la iglesia, el pequeño claustro de capillas, la sala capitular y, sobre todo, la celda de un cartujo, en la que nos podremos hacer una idea de cómo vivían.
Cuándo – Sábados a las 12’00
Dónde – Portería de la Cartuja a las 11:50, o parada del bus 28 en el Coso, nº 118 a las 11:10
Precio – 10 € por persona (estudiantes y jubilados, 8 €; parados, 6 €)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Sábados  a las 18’00

Descubre Zaragoza con niños: UN SAFARI EN EL MUSEO

¿Quién dijo que no hay camellos en Zaragoza? Y dragones y serpientes… El Museo de Zaragoza está lleno de animales y para descubirlos hemos decidido organizar un safari en el que, si somos buenos detectives podremos encontrar leones que caben en la palma de una mano o animales fantásticos. si les escuchamos nos contarán algunos de los misterios de este fantástico museo.

Dónde – Sábados a las 18’00

Cuándo – Museo de Zaragoza (Plaza de los Sitios)

Precio – 7 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Sábados a las 20’00 – ZARAGOZA OSCURA Y LEGENDARIA

De noche todos los gatos son pardos, ¿verdad? Por eso la noche es el territorio donde se mueven con soltura los personajes de leyenda, magos, brujos, asesinos… ¿Queréis conocer historias de asesinatos, perseguidos por la Inquisición, milagros, traficantes de reliquias…? Os invitamos a conocer con nosotros la Zaragoza más oscura y legendaria, la que solo es posible descubrir cuando la noche tiende su oscuro manto.

Cuándo – Sábados a las 20’00

Dónde – Frente a las taquillas de la Aljafería

Precio – 8 € (7 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años, 4 € para parados)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Domingos  a las 11’00

HISTORIAS DE AMORES Y DESAMORES EN EL MUSEO DE ZARAGOZA

Estamos ya en febrero, y ya sabéis que nos encantan las historias de amor apasionado, intensas, dramáticas y de mucho sufrimiento. Por eso hemos preparado, los domingos por la mañana, una visita para descubrir en sus obras algunas grandes historias de amor (y desamor), unas reales y otras legendarias. Augusto y Livia, Juana la Loca, Venus… serán los protagonistas de este recorrido en el que nos acercaremos de otra manera a la colección del Museo de Zaragoza.

Cuándo – Domingos  a las 11’00

Dónde – Museo de Zaragoza (Plaza de los Sitios)

Precio – 8 € (7 €, estudiantes menores de 26 años y jubilados; 4 €, parados)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Augusto

Domingos a las 11’30

Descubre Zaragoza con niños: UN DÍA CON LOS ROMANOS EN EL MUSEO

Vamos a coger los relojes, los vamos a retrasar unos 1.900 años y nos vamos a ir a pasar una tarde a Caesaraugusta. Si os venís os vais a encontrar con una ciudad floreciente, animada y con muchísimo movimiento por todas partes. Eso sí, hoy no nos vamos a ir a ver sus monumentos ni a pasear por sus calles. ¿No? Pues no, porque como somos un poco cotillas nos vamos a meter en las casas de sus habitantes. ¿Os venís al Museo de Zaragoza a descubrir cómo eran?

 Cuándo –  Domingos a las 11’30

Dónde – Museo de Zaragoza, Plaza de los Sitios

Precio – 7 € por persona

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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«Pisa morena, pisa con garbo / que un relicario, que un relicario / me voy a hacer. / Con el trocito de mi capote / que haya pisado, que haya pisado / tan lindo pie». Así cantaba nuestra paisana Raquel Meller uno de sus grandes éxitos, «El relicario». Oigámosla, antes de entrar en materia.

¿Qué es eso de un relicario? Pues la cosa es sencilla: un objeto para guardar reliquias, así de fácil. Y una reliquia, ¿qué es? Pues si acudimos al diccionario de la Real Academia nos da bastantes definiciones, pero todas van por el mismo camino. Algo del pasado, que se ha conservado de forma casi milagrosa. Y además, algo por lo que tenemos una especial veneración: el abanico con el que la bisabuela se quitaba los sofocos, por poner un ejemplo. Pero hay más, y aquí viene lo que nos importa: una reliquia es un trozo del cuerpo de un santo, o de Cristo, o de la Virgen, o algo que tuviera relación con ellos. Desde el prepucio de Cristo hasta el polvo de la Santa Casa, pasando por las plumas del arcángel Gabriel, gotas de leche de la Virgen o la túnica de San Vicente, de la que hablábamos ayer. Y claro, como una reliquia es algo muy apreciado y querido no se puede guardar de cualquier manera, ni mucho menos. Necesitamos un relicario cuanto más rico mejor, que no es para guardar cualquier cosa. Y no sólo eso: cuando tenemos muchas reliquias guardadas en muchos relicarios podemos hacer grandes y espectaculares armarios para guardarlo todo, o incluso una capilla cubierta de reliquias desde el suelo hasta el techo, como la que hay en la iglesia del Seminario de San Carlos.

Armario-relicario de la sacristía de la Seo, en una foto antigua

En Zaragoza tenemos reliquias de lo más variadas, aunque tengo que reconocer que yo tengo debilidad por una: el mechón de pelo de la Magdalena que se conserva en la iglesia de la ídem. Es fascinante, porque a la Magdalena, que sería lo que fuera, pero que tiene fama de suelta, fresca y desahogada, se la representa precisamente con el pelo tan suelto como ella. ¿Y eso por qué? Pues por dos razones. La primera es que las mujeres decentes lo llevaban siempre recogido en un casto moño, claro, y la segunda es porque le lavó los pies a Cristo con perfume (y por eso siempre se la representa con un frasco) y se los secó con su propia melena.

¿Quién le iba a decir a esta Magdalena penitente, sensual y maravillosa de Ribera, que hoy vive en el Prado, que un mechón de sus cabellos acabaría en Zaragoza?

En cualquier caso, hoy no vamos a hablar de la Magdalena, sino del patrón de Zaragoza: San Valero, rosconero y ventolero. ¿Veis esta foto? Corresponde a la parte inferior del retablo de la Seo. Si os fijáis veréis que hay nueve huecos: puerta-escena-busto-escena-busto-escena-busto-escena-puerta.

En la parte de abajo del retablo de la Seo hay tres espectaculares bustos-relicarios hechos en los talleres de Avignon, donde estaba en aquel momento la sede del papado

Los tres bustos representan a tres santos muy relacionados con la archidiócesis de Zaragoza: San Lorenzo, San Valero y San Vicente. Y los tres contienen en su interior reliquias de cada uno de ellos. Ayer hablamos de San Vicente y hoy le toca el turno al patrón, San Valero, que como está en el centro salta a la vista que es el más importante de los tres, o por lo menos el que nos toca más de cerca.

Con este relicario tan impresionante, ¿qué reliquia se conservará dentro?

Ya contábamos ayer que un gobernador romano, un tal Daciano, intentó que Valero, obispo de Zaragoza, y su diácono Vicente, veneraran a los dioses paganos. Ellos se encabezonaron en que no, así que Daciano, que era muy suyo, martirizó a Vicente y desterró a Valero a tierras del Somontano. Allí murió el hombre, y como tenemos la costumbre de no dejar tranquilos los cuerpos de los santos el suyo acabó, con el tiempo, en Roda de Isábena, en cuya catedral se guardaba (seguramente entero) hasta que se conquistó Zaragoza. Pero ya sabéis que a los santos difícilmente se les deja reposar después de muertos, y descuartizarlos es una costumbre de lo más extendida. Así que primero se trajo a la ciudad un hueso del brazo (que es la forma que se le dio al correspondiente relicario, que se conserva en su capilla de la Seo y que se besa el día del santo, cada 29 de enero) y luego… ¡¡¡nada menos que el cráneo, la calavera de San Valero!!! ¿Os imagináis dónde está? Pues claro, dentro del busto, no podía ser en otro lugar. Parece ser que cuando llegó a la ciudad la reliquia hizo un milagro, sacando el demonio del cuerpo de una mujer. ¿Queréis verlo? Pues para ver al mismísimo demonio en forma de una especie de murciélago repugnante salir del cuerpo de la mujer, ante la admiración y el susto de media Zaragoza, tendréis que ir a ver un día de estos el retablo mayor de la Seo, porque allí está todo.

Reconstrucción a partir del cráneo del Papa Luna

Pero aún hay más cráneos en esta historia. Resulta que siempre se había dicho que el busto de San Valero era un retrato de Benedicto XIII, el Papa Luna (que fue quien pagó los tres, además de uno de Santa Engracia que no se conserva). No había confirmación, pero ahora la hay, y todo gracias a que su cráneo se conserva. En realidad se conservaba todo el cuerpo momificado en la capilla de su palacio de Illueca (se llevó allí unos años después de que muriera en Peñíscola), pero en el siglo XVI a un sacerdote italiano que pasaba por allí no le debió gustar aquello, la emprendió a palos con la momia y la dejó hecha una pena. Parece ser que tiempo después, en época de la Guerra de Sucesión, los franceses tiraron el cuerpo al río y sólo se salvó la calavera, que rescataron unos labradores.

El cráneo del Papa Luna. Polvo somos, no hay más

Por cosas de matrimonios la calavera pasó a estar en la capilla del palacio de los condes de Argillo en Sabiñán, y así, con el palacio en ruinas, llegamos al 7 de abril del 2000. Ese día se cumple la profecía que San Vicente Ferrer había hecho quinientos y pico años antes: «Para castigo de la soberbia del Papa Luna, con su cabeza algún día jugarán los niños a modo de pelota«. ¡¡¡Qué clarividencia!!! Efectivamente, dos hermanos de Sabiñán la robaron ese día para pedir un rescate de un millón de pesetas. ¿Queréis leer el primer anónimo que mandaron? Pues abrochaos el cinturón, que la cosa lo merece:

HOLA SIQUEREIS LA CABEZA DEL PAPA LUNA REBELAR LAS FOTOS Y LAS BEREIS. YO ME PONDRE EN CONTACTO CON BOSOTROS. ME LLAMO JESUS ANTONIO EL COLECCIONISTA

Las criaturas, aparte de haber jurado odio eterno a la ortografía, compraron el carrete de fotos en una tienda del pueblo y sellaron la carta en la Oficina de Correos de Sabiñán (donde preguntaron si era posible enviar un sobre sin remite, los angelicos). Vamos, que fueron dejando todo un reguero de pistas.  ¿Queréis leer el segundo anónimo?

OLA SEÑOR JAVIER COMO USTED YA SABRA TENGO EN MI PODER EL CRANEO ASI QUE ESIJO UN MIYON DE PESETAS.

Aún hubo otro anónimo, en el que se muestran de lo más picajosos.

NO YAME A LA POLICIA NI TAMPOCO A ANTENA 3 YA QUE ESTOS SE HAN BURLADO DE MI FORMA DE ESCRIVIR

Sin palabras. Tras una cita con el alcalde en la arboleda de Macanaz de Zaragoza (a la que no acudieron), otro anónimo en el que decía que estaban practicando ritos satánicos con la cabeza… el culebrón acabó, cinco meses después de que empezara, con la recuperación del cráneo, su declaración como Bien de Interés Cultural y un estudio que dio como resultado que sí, que era de un anciano de época del Papa Luna y que todo hacía pensar que pudiera ser él. ¿Sabéis cuál fue la prueba definitiva? Pues que los rasgos de aquel cráneo coincidían casi exactamente con los del busto-relicario de San Valero. ¿Casi? Pues sí, porque el Papa se había mandado retocar la nariz en el retrato (por lo visto la tenía muy aguileña y al hombre no le gustaba). Pura coquetería pontificia, vamos. En fin, que si queréis saber todos los detalles lo mejor que podéis hacer es pinchar aquí para leer el blog de Antonio Tausiet, o leer «Papa Luna. El rescate de un Pontífice olvidado«, escrito por Jesús Pastor y Octavio Rani, guardias civiles que participaron en el rescate.

Si queréis descubrir LOS SECRETOS DE LA SEO no os podéis perder la visita que hemos preparado para los sábados de julio y agosto a las 10’30, con la fresca:

Cuándo – Sábados de julio y agosto a las 10’30 de la mañana
Dónde – Puerta principal de la Seo
Precio – 10 € por persona (jubilados, 8 €; parados, 5 €)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Sólo hay una cosa que sobreviva a la muerte, y es el amor. Lo afirma Quevedo en un soneto maravilloso en el que dice que sí, que podrá venir la muerte a buscarnos, que se nos llevará, que nos descompondremos y no quedará más que un montón de polvo, pero…

Cenizas son, más tendrán sentido.

Polvo serán, más polvo enamorado.

Son los dos versos más extraordinarios que he leído nunca, pero para mí son mucho más que eso. Cuanto más contacto tengo con los cementerios (por las visitas que hacemos en ellos, fundamentalmente) más claro tengo que es así, que la muerte no acaba con el Amor, cualquier tipo de amor, sino todo lo contrario. La mayoría de las tumbas, aparte de lo que pueda haber en ellas de vanidad (que a veces es mucho) son un acto desesperado de lucha contra el olvido, porque no podemos soportar la idea de que las personas a las que hemos querido (y seguimos queriendo) desaparezcan para siempre.

Un beso que durará toda la eternidad

Hay una tumba perdida en el cementerio de Montparnasse de París que representa maravillosamente esto que estamos diciendo. Estamos en 1908 y los padres de Tania Rachevskaia, una anarquista rusa que se suicidó por amor, encargaron la escultura a Constantin Brancusi, un escultor rumano (como nuestro conde preferido) que había llegado a París unos años antes. Parece que no se quedaron muy contentos con la obra, pero Brancusi, que la consideraba perfectamente adecuada para una mártir del amor, no quiso cambiarla. A mí me parece maravillosa.

Sólo hay otro beso en el que dos personas se fundan de esta manera, y es el de Burt Lancaster y Deborah Kerr en «De aquí a la eternidad»

Si nos vamos ahora a Portugal encontraremos otra maravillosa historia de amor que vence a la muerte, la del rey Pedro I e Inés de Castro. Si os digo que ella reinó después de morir a lo mejor os imagináis por dónde van los tiros, pero vamos a empezar por el principio. Resulta que, por uno de estos matrimonios concertados, una noble gallega se casó con un infante de Portugal y se llevó con ella a unas cuantas damas para no sentirse sola. El infante se casó con quien debía, pero se enamoró de… Inés, una de aquellas damas y, para colmo, prima de la susodicha. La legítima murió, Pedro e Inés se casaron en secreto, tuvieron hijos… y ante el miedo de que aquellos bastardos pudieran llegar a reinar el abuelo, el rey don Alfonso IV, mandó asesinar a Inés. Así, como suena, en un lugar de Coimbra que hoy se sigue llamando «Quinta das lágrimas».

Inés de Castro en su tumba

Cuando Pedro llegó a reinar su venganza fue terrible. Fue a por los asesinos y, entre otras cosas, les mandó arrancar el corazón en vivo y a uno de ellos por la espalda (cuentan que el rey incluso llegó a morder los corazones con la rabia que sólo puede experimentar alguien que está vengando a aquella de la que sigue enamorado). Pero fue mucho más lejos. Mandó desenterrar a Inés, la sentó en el trono y todos los nobles tuvieron que pasar a besar la mano de la reina. «Reinar después de morir», se titula una obra de teatro escrita siglos después de aquello.

Las tumbas, una frente a la otra, en el monasterio de Santa Clara de Coimbra

Lo mejor de la historia es que el rey mandó que su tumba y la de Inés se colocasen no una al lado de otra, sino enfrentadas. ¿Sabéis para qué? Pues para que el día del Juicio Final, cuando llegase la hora de la resurrección, al levantarse  viera frente a él, antes que ninguna otra cosa, a su amada Inés. «Polvo serán, más polvo enamorado». Pedro e Inés ya no están en Coimbra, pues sus tumbas fueron trasladadas al espectacular monasterio de Alcobaça. Eso sí, siguen estando el uno frente al otro esperando el día en que puedan volver a mirarse a los ojos.

Los dos amantes, uno frente al otro, en el monasterio de Alcobaça

La eternidad es algo terrible de imaginar. No hay perspectiva más escalofriante que la de algo que no se acaba nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca… Sin embargo, cuando uno está enamorado todo el tiempo es poco, y necesita la vida eterna para estar con la persona amada. A lo mejor pensáis que todo esto forma parte más de los mitos y las leyendas que de la vida real de la gente de verdad, aunque bien mirado, el amor es lo único que puede convertir un minuto corriente de una vida normal en algo extraordinario. Historias cotidianas para demostrarlo las hay a miles, pero para contradecirme un poco a mí mismo voy a acudir a dos personajes de ficción que me fascinan especialmente y entre los que últimamente estoy encontrando muchas relaciones: Drácula y don Juan Tenorio. Los dos están tremendamente solos y da la impresión de que no quieren saberlo. A lo mejor por eso mismo los dos son insaciables y viven en una angustiosa carrera por acumular conquistas (que caen en sus brazos más o menos voluntariamente) en la que nunca están satisfechos y siempre necesitan más. Escuchad a Leporello, criado de Don Giovanni en la ópera de Mozart, cantando el catálogo de las conquistas de su señor. Si queréis leer la letra en italiano y la traducción en español pinchad aquí, pero os resumo lo que dice: a mi señor, con tal de que lleven falda, lo demás les da igual.

Aún tienen Drácula y Don Juan más cosas en común, pero sobre todo una: los dos se sienten invulnerables, y los dos encuentran una mujer que se sacrifica por ellos y les salva de sí mismos por amor.

Un amor apasionado, intemporal, desgarrado, atormentado… y con final feliz

¿Drácula? Pues sí, Drácula, pero no uno cualquiera, sino el protagonista de la maravillosa película de Coppola, una de las historias más grandes jamás contadas. ¿No la habéis visto? ¿Y a qué estáis esperando? Anque la promoción dijera que era una versión fiel de la novela de Bram Stoker, escrita casi un siglo antes, no es cierto en absoluto. Coppola coge la novela y mantiene lo esencial del relato, pero… inventa algunas cosillas, crea un prólogo inolvidable (los primeros cinco minutos de la película) y de pronto todo encaja. ¿Por qué Drácula se había convertido en un vampiro? ¿Por qué es como es? ¿Va hacia algún lado, o sólo aspira a la «supervivencia», si es que esa palabra se puede aplicar en el caso de un no-muerto? Nada de eso tiene respuesta en la novela, donde Drácula es un ser maligno, monolítico y sin matices al que hay que aniquilar, pero queda claro en la película: todo es por amor.

Sólo he podido encontrar este extraordinario prólogo en inglés (y no completo), pero las imágenes son tan potentes que si no entendéis el texto no pasa nada. Drácula, enamorado de Elizabetha, sale a encabezar sus ejércitos contra los turcos. Sobrevive y vuelve a su castillo, pero antes de que llegue sus enemigos han enviado un mensaje en el que dice que ha muerto, y su amada, creyéndolo, se ha suicidado. Al llegar la encuentra muerta y los sacerdotes, sin piedad, le advierten que ella está fuera de la ley de Dios. Drácula reacciona enfurecido contra la iglesia que él ha luchado por defender contra el avance de los turcos, clava su espada en la cruz y recoge la sangre que cae en un cáliz de oro, del que la bebe. A partir de ahí empieza la historia que todos conocemos y que nunca más podremos volver a ver de la misma forma.

«¿Cree usted en el destino?»

¿Veis esta imagen? Algo similar aparece en muchas de las versiones cinematográficas que se hicieron anteriormente, desde «Nosferatu» en adelante. Drácula quiere trasladarse a una gran ciudad (en la que haya muchas presas) y se ha puesto en contacto con un despacho de abogados de Londres, que le envía a Jonathan Harker con los contratos. En un momento dado a Jonathan se le cae una foto de su novia, Mina. Nosferatu, p.ej., queda prendado de ella, y la desea tanto que cuando la consigue olvida todo, incluso que la luz del sol puede acabar con él, y prácticamente se «suicida» por poderla seguir disfrutando. Pero esto es otra cosa, porque al Drácula de Coppola, cuando ve la foto sobre su mesa, le da un vuelco el corazón y pregunta a Jonathan: «¿Cree usted en el destino?». Por una vez sus nervios le fallan, derrama el tintero sin querer cuando va a cogerla y no puede evitar llorar. ¡¡¡Drácula llorando!!! En ese momento sus intenciones respecto a su viaje a Londres cambian. Tiene una cita con su Destino y desde luego no va a faltar a ella. No os cuento cómo sigue la cosa (ved la película, es inolvidable), pero sí os diré que ella, enamorada tan locamente como él, hará un inmenso sacrificio por amor, y que, probablemente, los dos pasarán la eternidad juntos.

Los dos amantes pintados en la cúpula de la iglesia del castillo de Drácula, juntos para siempre

¿Qué pasa con Don Juan? Pues una cosa similar, que Zorrilla consigue reescribir el mito y darle una dimensión nueva gracias a que Doña Inés también se sacrifica por él. Don Juan es un calavera sin conciencia hasta que conoce a Inés y se enamora de ella (nadie está más desprotegido contra el amor que aquel que cree que la cosa no va con él). Eso sí, las cosas se complican, Don Juan tiene que huir de Sevilla y Doña Inés muere del sofocón. En ese momento llega a las puertas del cielo, se planta ante Dios y más o menos le viene a decir que o con Don Juan o nada. ¿Qué pasa después? Don Juan vuelve cinco años más tarde, y cuando está ante la tumba de Doña Inés… mejor lo escucháis de los labios de sus protagonistas, ¿no? Pinchad aquí e id hasta el minuto 10, 5 segundos aproximadamente.

Paco Rabal, como Don Juan, tiene momentos estupendos. Y a Doña Inés también la habréis reconocido, claro. Es una joven Concha Velasco que dice:

Yo a Dios mi alma ofrecí

en precio de tu alma impura.

Y Dios, al ver la ternura

con que te amaba mi afán

me dijo: espera a Don Juan 

en tu misma sepultura.

Y pues quieres ser tan fiel

a un amor de Satanás,

con Don Juan te salvarás

o te perderás con él.

Y Zorrilla los salvó, igual que Coppola. Y por amor, pero amor de verdad, del grande, sin ñoñerías. El Amor y la Muerte, el Tiempo y la Eternidad, unidos como una sola cosa. Lo dicho, que al final la verdad siempre está en Quevedo: «Polvo serán, más polvo enamorado«.

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