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Posts Tagged ‘Muerte en la Seo’

La Seo, una de las dos catedrales de Zaragoza, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, espectacular, maravillosa… es un lugar inagotable, lleno de historias y secretos. Hoy os propongo recorrerla conmigo en busca de todo lo relacionado con un tema tan fascinante como la muerte. ¿Os apetece? Pues empezamos:

1 – UNA TUMBA EN LA QUE SÓLO HAY UN CORAZÓN – el príncipe Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV, murió en Zaragoza con 17 añicos. Su cuerpo acabó en el Panteón de Infantes de El Escorial, pero su corazón… enterrado en la Seo (por cierto, el de su hermanastro, Don Juan José de Austria, está en el Pilar). No os digo dónde, pero os dejo un retrato suyo.

Velázquez lo pintó como lo que era, un proyecto de rey

2 – UN RELICARIO CON UN CRÁNEO DENTRO – El cuerpo de San Valero, por cosas de la vida, acabó en la catedral de Roda de Isábena. Eso sí, como los humanos tenemos la fea costumbre de no dejar a los santos descansar en paz y de irlos descuartizando poco a poco para repartir sus trozos un poco por todas partes, primero se trajo a Zaragoza un brazo y después el cráneo. No os cuento el milagro que hizo, pero os dejo esta foto para que vayáis pensando dónde puede estar.

El busto-relicario de San Valero, con el cráneo dentro

3 – UNA PIEDRA DE MOLINO QUE NO SE HUNDE NI A TIROS – Cuentan que a San Vicente, diácono de San Valero, le martirizaron de todas las formas posibles y no había manera de que se muriera. Cuando por fin lo lograron tiraron el cuerpo al mar atado a una rueda de molino… ¡¡¡y flotaba!!!

El cadáver de San Vicente, tan ricamente sobre su rueda de molino

4 – UN SANTO, UN DRAGÓN Y MUCHA SANGRE – En algún rincón de la Seo está mi dragón preferido. San Jorge le mete una lanza por la boca y se la saca, llena de sangre, por la nuca. Cuando estás debajo casi parece que te vaya a caer alguna gota encima.

¿Estáis seguros de que el pobre dragón era tan malo como para esto?

5 – UN ARZOBISPO HIJO DE OTRO ARZOBISPO – El arzobispo Don Hernando de Aragón fue hijo del arzobispo Don Alonso de Aragón, que a su vez también fue padre del arzobispo Juan II de Aragón y abuelo de San Francisco de Borja… ¿Os aclaráis con este lío archiepiscopal?

Aquí os dejo, de momento, la tumba de Don Hernando de Aragón. Por cierto, su corazón… Mejor os lo cuento en la visita

6 – UN CRISTO QUE HABLA Y UN CANÓNIGO QUE PEDÍA DEMASIADO – Cuentan que un día estaba el canónigo Martín de Funes rezando ante el Santo Cristo de la Seo, y de pronto… Cristo le habló. Sí, sí, como lo oís. ¿Os imagináis qué le diría para que el canónigo le hiciera una fantástica capilla y se enterrar allí, rezándole eternamente?

Colgando delante del Santo Cristo están las palabras que dijo

7 – UN «BANQUERO» QUE SE HIZO RICO CON SUS CHANCHULLOS – Gabriel Zaporta no era exactamente un banquero, pero más o menos. Y lo que está claro es que se forró haciendo negocios de todo tipo, incluso alguno limpio. Además de su casa (en la que estaba el «patio de la Infanta») se hizo una estupenda capilla para enterrarse en la Seo. Si venís podréis ver su retrato (hecho un pincel, por cierto) en la lápida de encima de la tumba.

«Ya que sea, que se vea», debió pensar Gabriel Zaporta después de haberse gastado sus buenos cuartos en la capilla

8 – UNOS HUESOS PERDIDOS Y ENCONTRADOS – Cuenta la tradición que Santo Dominguito de Val, infantico de la Seo, fue martirizado por los judíos. No sólo nos encontramos su historia representada por todas partes, sino que se conserva una arqueta con sus reliquias, encontradas por casualidad en la sacristía siglos después de haberlas perdido. No pongáis esa cara, que a todos nos han pasado cosas así. ¿O no?

¿Dónde está ahora la arqueta con las reliquias de Santo Dominguito?

9 – UN CANÓNIGO ASESINADO QUE HACE MILAGROS DESPUÉS DE MUERTO – Una noche de luna de 1485 un grupo de conspiradores entró por la puerta de la Pabostría de la Seo y, delante del altar mayor, asesinó a Pedro Arbués, el primer inquisidor de Aragón. ¿Queréis saber por qué? ¿Os imagináis qué milagros ocurrieron esa misma noche?

Un santo de la casa se merece una capilla, ¿no? Qué menos

10 – Y MUCHAS COSAS MÁS… – Muchas más historias de tumbas, muertes, reliquias, milagros y hasta algún otro asesinato. ¿Queréis descubrirlo todo? Pues no os podéis perder nuestra visita «Muerte en la Seo».

Las naves de la catedral están llenas de historias…

Si queréis descubrir LOS SECRETOS DE LA SEO no os podéis perder la visita que hemos preparado para los sábados de julio y agosto a las 10’30, con la fresca.

Cuándo – Sábados de julio y agosto a las 10’30 de la mañana
Dónde – Puerta principal de la Seo
Precio – 10 € por persona (jubilados, 8 €; parados, 5 €)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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San Vicente, con su inseparable rueda de molino, en su capilla de la Seo

Cuenta la tradición que allá por el 304 d.C. moría en Valencia, martirizado por los romanos, Vicente de Zaragoza (aunque parece que había nacido en Huesca). Era diácono del obispo San Valero quien, al ser tartamudo, le dejaba al cargo de la predicación. Sobre su martirio circulan historias de lo más variadas, empezando por cargarle las culpas al gobernador romano Daciano (un ser maligno y perverso sin límites que aparece en montones de tradiciones, historias o leyendas por toda España, y que parece que no hubiera hecho otra cosa en su vida que martirizar cristianos con una saña digna de mejor causa).

Interrogatorio de Sän Vicente y San Valero por Daciano

Daciano detuvo a Vicente y a Valero por cristianos, claro, y los mandó llevar ante él. ¿Veis el relieve del retablo de la Seo de Zaragoza? Pues bien, de los dos que aparecen abajo a la izquierda con las manos atadas Vicente es el jovencico, y Valero el más viejete. De los tres con cara de malos que hay a la derecha Daciano es el del centro, el que tiene la barba rubia y está sentado en una silla de tijera. Como no hubo forma de que adoraran a los dioses paganos (los de la esquina superior derecha, desnudos o casi, como buenos paganos), que era de lo que se trataba, Daciano, que no podía jugarse el prestigio, actuó. A Valero (que aún no era santo, pero se lo estaba ganando) lo mandó desterrado a Enate. A Vicente le empezó a hacer todo tipo de perrerías para que renunciara a su fe. Le puso en el potro hasta que le descoyuntó las articulaciones, le abrió las tripas con unos garfios… en fin, que no sigo porque ya os podéis hacer una idea de la situación. Al final Vicente se murió, claro, y lo arrojó a un muladar en las afueras de Valencia (porque todo esto estaba pasando en Valencia, no sé si os lo había dicho). ¡¡¡Pasmaos!!! Los animales respetaban el cuerpo, y unos cuervos lo protegían para que ninguno se lo comiera. Y esto a Daciano le tocó el amor propio, normal, así que puso manos a la obra y tiró el cuerpo al mar atado a una rueda de molino. ¿Queréis ver lo que pasó? Pues mirad este cuadro.

En este cuadro que hay en la capilla de San Vicente, en la Seo, queda todo bien claro

El cuerpo de San Vicente sobre la rueda de molino, que flota sobre las aguas del mar, y con los cuervos vigilantes, por si acaso. La cuestión es que después de esto… Después de esto, nos vamos de viaje.

Escudo de Lisboa, con el barco, los cuervos…

Cuando uno pasea por Lisboa hay algo relacionado con Zaragoza que está por todas partes. En las farolas, en las papeleras, en los membretes de las cartas oficiales, en el pavimento… ¿No os imagináis qué puede ser? Pues el escudo de la ciudad, un barco con dos cuervos. ¿Y qué tiene que ver? Si fuera la Virgen del Pilar, un adoquín, yo qué sé… estaría claro. Pero así… ¿No os imagináis lo que pasó? Pues eso mismo, que los cristianos de Valencia pusieron el cuerpo de San Vicente en un barco, vigilado por los cuervos, y él solico fue navegando, navegando… hasta el sur de Portugal, ni más ni menos. Si esto no es un milagro, que baje Dios y lo vea. El caso es que hoy, en el escudo de Lisboa, aparece ese barco con los cuervos protegiendo a San Vicente, y dominando todo el paisaje de Alfama está la espectacular basílica de San Vicente da Fora (de fuera, fuera de la muralla) pagada por Felipe II cuando logró ser rey de Portugal. Allí sigue estando el cuerpo (el suyo o… el de quien sea). La próxima vez que vayáis a Lisboa no os perdáis el increible placer de caminar por sus tejados con el Tajo a vuestros pies. Por cierto, la cúpula que aparece por detrás en la fotografía es el Panteón Nacional, y ¿sabéis a quién está dedicado? Pues a Santa Engracia (santa portuguesa, por otra parte). Más zaragozano todo, imposible.

Sao Vicente da Fora

Si estáis pensando que San Vicente está tranquilo y completo en su tumba, estáis completamente equivocados. Está repartido en trocicos por media Europa, que para eso fue uno de los santos más venerados de toda la Edad Media. Así que continuamos nuestro viaje para irlo reconstruyendo y volvemos a Valencia, porque ¿los valencianos no se quedaron nada? Pues no sabemos si se lo cortaron antes de montarlo en el barco o lo reclamaron después, pero el caso es que tienen el brazo incorrupto (y un poco chamuscado, de tanto martirio) en una capilla de la catedral de Valencia. Eso sí, lo suyo les ha costado recuperarlo, pues un obispo de finales del siglo XI parece que era aficionado a llevárselo de viaje. Se fue para Tierra Santa y se llevó el brazo para que le protegiera de las adversidades del camino (que eran muchas en aquellos tiempos, eso hay que reconocerlo), y como el hombre se murió en Italia allí se quedó el brazo… ¡¡¡hasta 1970!!! Volvió en una fragata de la Armada española con todos los honores, pero incompleto: le falta un pulgar, que continúa en paradero desconocido.

El brazo, en su urna

Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Nos vamos ahora para París, ni más ni menos. Resulta que allá por el siglo VI un rey de los francos tomó Pamplona y llegó hasta Zaragoza. No consiguió tomarla, pero se llevó a París la túnica de San Vicente (¿pero no habíamos quedado que el cuerpo estaba en Lisboa?). Parece ser que el hombre se enteró de que los habitantes de Zaragoza habían colocado la ciudad bajo la protección del santo, y como vio que la cosa funcionaba… pues se llevó la túnica. No me preguntéis como consiguió hacerse con ella sin conquistar la ciudad, porque para esto no tengo respuesta. El caso es que en su honor hizo construir a las puertas de París el monasterio de Saint Germain des Prés, o sea, de los prados (hoy famoso por los cafés que lo rodean, donde miraban la vida pasar Sartre, Simone de Beauvoir, Juliette Greco y compañía).

Saint Germain des Prés, después de siglos de obras

¿Creíais que ya habíamos acabado de viajar? Pues para nada, porque el pobre San Vicente está repartido un poco por todas partes, tanto que da que pensar si en un solo hombre cabe tanto hueso. Os dejó aquí algunos ejemplos, entre los muchos que hay:

En Brindisi (Italia) tienen un dedo. ¿Será el pulgar desaparecido? No lo parece, la verdad

Estamos en Dijon (Francia), y el hueso de San Vicente, perfectamente etiquetado, es el segundo empezando por arriba

¿Y en Zaragoza? Porque al fin y al cabo, aunque naciera en Huesca (algo sobre lo que hay dudas, la verdad), de toda la vida es sabido que «el buey no es de donde nace, sino de donde pace», y la carrera la hizo en Zaragoza. La cuestión es que en la Edad Media un rey de Aragón pidió a un rey de Portugal que tuviera un detalle y le mandara un trozo del santo. Aún la conservamos, que para algunas cosas seremos dejaos, pero para otras… en el retablo mayor de la Seo está este busto-relicario, y dentro… pues eso, que está dentro. Ahora mismo no sé qué parte del cuerpo será la que se conserva en su interior, pero desde luego el relicario es maravilloso. Es uno de los cuatro que regaló el Papa Luna a finales del siglo XIV y que se habían hecho en los talleres de Avignon (los otros son los de San Lorenzo y San Valero, además del de Santa Engracia, este último desaparecido).

Busto-relicario de San Vicente

Si queréis descubrir LOS SECRETOS DE LA SEO no os podéis perder la visita que hemos preparado para los sábados de julio y agosto a las 10’30, con la fresca:

Cuándo – Sábados de julio y agosto a las 10’30 de la mañana
Dónde – Puerta principal de la Seo
Precio – 10 € por persona (jubilados, 8 €; parados, 5 €)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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