París, 5 de julio de 1946 – hay un concurso de belleza en París . Hasta aquí, nada fuera de lo normal, pero… de pronto aparece una modelo con un bañador de dos piezas que deja ver ¡¡¡¡EL OMBLIGO!!!! Escándalo total, un cataclismo como no se había vivido otro desde que… dos semanas antes los americanos hicieran en las islas Biquini sus primeras pruebas nucleares tras la II Guerra Mundial. Dos bombazos tan impactantes que a alguien se le ocurrió compararlos y aquella prenda acabó recibiendo el nombre de aquellas islas del Pacífico: Biquini.
El que patentó el nombre fue un ingeniero, Louis Reard, que competía con el modisto francés Jacques Heim por diseñar «el bañador más pequeño del mundo». Le costó encontrar una modelo que se lo pusiera, pero finalmente consiguió convencer a una stripper, Michele Bernardini, que no debía tener muchos prejuicios. En realidad aquello era una novedad relativa, porque ya las antiguas romanas…
…llevaban algo que no se llamaría biquini, pero que venía a ser lo mismo. Y en los años 30 ya se habían visto bañadores de dos piezas, pero eso de enseñar el ombligo… ¡¡¡Eso no!!! El ombligo era tabú, y rápidamente aquel invento del mismísimo demonio fue prohibido por la Iglesia en España, Italia y Portugal. Y sin embargo… gustaba, y mucho. Y el cine lo adoptó rápidamente, claro. La primera, la diosa Brigitte Bardot, en «Y Dios creó a la mujer».
¿Quién hubiera sido capaz de adivinar en qué se iba a convertir BB? En fin, dejemos ese tema y veamos una imagen de otra película que sería la confirmación definitiva del biquini como prenda imprescindible en el fondo de armario de cualquier mujer: Ursula Andress emergiendo de las aguas en «007 contra el Doctor No». Corría el año 1962 y después de aquello ya no había marcha atrás.
Ya no había vuelta atrás. Comenzaba la década de los sesenta y el biquini estaba a punto de convertirse en un símbolo de la liberación de la mujer. Después vendría el top less, el triquini, los rotundos pechos de Lola Flores en Intervíu… en fin, todo un camino que no había hecho más que empezar, hace exactamente 65 años y una semana, que se dice pronto. En cualquier caso, no todo sería fácil. Si queréis saber más, no os perdáis el próximo capítulo: La guerra de los biquinis.
Y si queréis más lujuria, con motivo de San Valentín tendremos nuestra ruta UNA HISTORIA DE LA LUJURIA EN ZARAGOZA.
Cuándo – Sábado 14 a las 19’00 y domingo 15 a las 11’30
Dónde – Puerta de la iglesia de la Magdalena
Precio – 8 € (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Más información – Entrando aquí
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Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria
Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)
Lujuria es… sexo en Nueva York
Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares
Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen
Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles
Lujuria es… la guerra de los biquinis
Lujuria es… San Juan de la Cruz
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