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Archive for the ‘Félix Navarro’ Category

¿Eres de los que todavía no saben que Félix Navarro es uno de los arquitectos más importantes de la historia de Zaragoza? Pues con estos 10 lugares con sus correspondientes 10 motivos seguro que es suficiente para convencerte. Empezamos.

1 – Un pionero del hierro en el Teatro Pignatelli – Los tres primeros edificios en hierro construidos en España son dos mercados madrileños (el de la Cebada y el de los Mostenses) y un teatro zaragozano, el Pignatelli, que estuvo donde ahora está el edificio de Correos, en el Paseo de la Independencia.

¿Un teatro de hierro? Eso debieron pensar los zaragozanos cuando lo vieron levantar

2 – El Ambos Mundos, el café más grande de Europa (o eso decían) – En 1881 se inauguraba en Zaragoza un café espectacular que seguiría en pie hasta 1955. Estaba en el Paseo de la Independencia, casi enfrente del Teatro Pignatelli, en la zona de la ciudad que estaba creciendo por aquellos años.

¿Un café en el Ambos?

3 – Un palacio de cuento en las afueras de Zaragoza – El Palacio Larrinaga no es un palacio, sino una casa rica, pero como si lo fuera. Un naviero vasco afincado en Liverpool se casó con una chica de Albalate del Arzobispo, y le regaló una «choza» en Zaragoza, justo en el lugar por donde entraban los de Albalate cuando llegaban a la ciudad, para que vieran cómo había progresado su Asunción.

El «chalet» de Miguel y Asunción

4 – La clínica del Doctor Lozano – El prestigioso Doctor Lozano encargó a Félix Navarro en 1903 un edificio que le sirviera de vivienda y de clínica a la vez. Aunque ya no se opera allí a nadie, el edificio se conserva en la esquina del Paseo de Sagasta y la calle Lagasca.

Una vivienda burguesa como Dios manda

5 – Casas para los vivos… y para los muertos – Las mismas familias que encargaban sus casas a los mejores arquitectos en la ciudad, hacían lo propio con sus panteones en el cementerio de Torrero. Félix Navarro también hizo alguno, claro.

Panteón de la familia Maynar

6 – La fábrica de Galletas Patria – En la Avenida de Cataluña está la Fábrica de Galletas Patria, un edificio industrial con empaque monumental. Si algo tenía claro Félix Navarro respecto a la arquitectura industrial es que un edificio en condiciones podía contribuir mucho a la imagen de la marca. La lástima es que de los que hizo en Zaragoza sólo quede este en pie.

¿Cuál será la próxima función de este edificio?

7 – La Escuela de Artes – La Escuela ya tenía unos años, pero el edificio se construyó para la Exposición Hispano-Francesa de 1908. Como se le añadió un piso se fue transformando el aspecto original, así que os pongo una fotografía antigua para que veáis cómo la dejó Félix Navarro.

No os perdáis la torre Eiffel que hay sobre el reloj

8 – Monumento al Justicia – Félix Navarro estuvo mucho tiempo a vueltas con este monumento, y cuando por fin se inauguró los sectores conservadores de la ciudad consiguieron desplazarlo de la Plaza de España (para donde estaba proyectado) hasta la la Plaza de Aragón, colocando en su lugar el Monumento a los mártires de la Religión y la Patria.

El Justicia, en su pedestal

9 – La Torre de los Sitios, un monumento que no se hizo – Para el gran monumento a los héroes de los Sitios que se iba a hacer en la Exposición Hispano-Francesa de 1908 Félix Navarro presentó un proyecto que era, a la vez, un homenaje a la Torre Nueva, que se había derribado unos años antes. No se hizo (el que se construyó es fantástico, en cualquier caso), pero tenemos el dibujo para hacernos a la idea.

La nueva Torre Nueva

10 – El Mercado más moderno. En 1903 se inauguró el magnífico edificio del Mercado Central, construido casi íntegramente en hierro (enmascarado en las fachadas por materiales tradicionales, eso sí). Hoy sigue en pie y es uno de los monumentos más imponentes de Zaragoza, la obra maestra de Félix Navarro, sin ninguna duda.

Pese a que en los años 70 hubo quien intentó tirarlo, el Mercado sigue ahí «viendo pasar el tiempo»

Hemos visto un teatro, un café, una escuela, una clínica, una casa de viviendas, otra unifamiliar y hasta un palacio, una fábrica, un mercado… en fin, todo lo necesario para que funcione una ciudad. Y es que Félix Navarro hizo de todo y fue uno de los principales responsables en la transformación de aquella ciudad que salía del siglo XIX y entraba en el XX pisando fuerte, moderna y dinámica gracias, en parte, a un arquitecto que supo traer la vanguardia sin dejar de beber de la tradición en ningún momento.

Gracias a Félix Navarro Zaragoza fue más hermosa, más moderna, más cómoda y agradable para sus ciudadanos. Si quieres descubrir cómo fue aquella ciudad que él contribuyó a transformar, en una ruta en la que conoceremos edificios tan distintos como el Mercado Central o la Escuela de Artes, el Monumento al Justicia, edificios de viviendas… ponte en contacto con nosotros en el 976207363, pues podemos realizar la ruta en cualquier momento para un grupo.

Y si quieres descubrir una de sus obras más singulares, el Palacio de Larrinaga, ahora tienes la oportunidad. Todos los sábados de diciembre a las 11’30 podrás participar en una visita a un palacio lleno de lujo y leyenda que tiene una gran historia de amor detrás. Hace ya más de cien años que el naviero Miguel Larrinaga, cuyos barcos daban la vuelta al mundo desde su sede de Liverpool, se lo regaló a su mujer, Asunción, nacida en Albalate del Arzobispo. Seguro que habéis visto muchas veces sus puertas cerradas al pasar por allí, pero ¿os imagináis cómo es por dentro? ¿Queréis descubrir con nosotros este fascinante lugar? Pues gracias a IberCaja, su actual propietario, ahora tenéis la oportunidad.

Cuándo – todos los sábados a las 11’30
Dónde – Palacio Larrinaga, Avda. Miguel Servet 123
Precio – 10 € (9 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 6 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí.

Y si queréis saber más sobre Félix Navarro…

Félix Navarro, el Eiffel de Zaragoza – Nace la arquitectura del hierro

Félix Navarro – un paseo en imágenes por la historia del Mercado Central

Zaragoza y Félix Navarro

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¿Jugamos a buscar las 7 diferencias?

Os propongo un juego: vamos a buscar las diferencias que hay entre la fachada de la Escuela de Artes tal y como la dejó Félix Navarro y como la podemos ver hoy. Eso sí, os tendréis que acercar hasta la Plaza de los Sitios para poder verla bien, porque los árboles han crecido mucho desde entonces y hoy es casi imposible sacar una foto de conjunto.

¿Veis algún cambio?

Viendo esta foto os daréis cuenta a la primera de uno de los cambios. La fachada tenía dos pisos cuando se construyó, y ahora tiene tres. Pero la diferencia más llamativa es otra. Os pongo otra fotografía antigua, por si no habéis caído.

¿Qué es eso puntiagudo que hay sobre el reloj, rematando la fachada, por los tejados…?

Por todas partes, en los remates del edificio, hay pequeñas torres Eiffel. No intentéis buscarlas ahora, porque ya no están. Una pena, porque le daban una personalidad de lo más singular. Pero la cuestión es, ¿a qué se debe esta obsesión de Félix Navarro por la torre Eiffel? La clave está en el hierro, que a lo largo del siglo XIX y al ritmo de la Revolución Industrial, se había convertido en uno de los materiales fundamentales de la nueva arquitectura. La torre se construye para la Exposición Universal de París de 1889, pero esa extraordinaria aventura había comenzado mucho antes. ¿Os apetece un viajecito para descubrirlo? Pues coged el paraguas y retrasad los relojes dos siglos y pico, porque nos vamos a la Inglaterra en la que acababa de estallar la Revolución Industrial. Allí, James Watt había patentado en 1784 un invento que iba a cambiar el mundo: la máquina de vapor. Del trabajo manual a la era de la máquina, de la artesanía a la producción en serie, y de los materiales tradicionales, como la piedra o la madera, al vidrio, el hierro… Gracias a ellos se pudieron construir los nuevos edificios necesarios para un mundo en cambio constante: estaciones de ferrocarril, grandes pabellones para exposiciones, bocas de metro…

hierro

En 1851 tuvo lugar la primera Exposición Universal en Londres, y para albergarla se levantó el Crystal Palace (desaparecido en un incendio en 1936, aunque se conservan otros, como el que se hizo en Madrid en 1887 inspirándose en él; el de Londres es el de la fotografía de la izquierda y el de Madrid el de la derecha). El responsable del proyecto fue un experto en la construcción de invernaderos con hierro y vidrio. Atentos a las medidas: 600 metros de largo, 120 de ancho y 34 de alto. No había catedral en el mundo que tuviera esas dimensiones, más que nada porque con los materiales tradicionales era imposible lograr un espacio diáfano como ese (las vigas de madera no podían tener esa anchura, y eran necesarios pilares muy gruesos para sujetarlas). El hierro permitía trabajar con piezas prefabricadas y hechas en serie (más rápido y más barato, por tanto), más resistentes a los incendios y, sobre todo, con vigas de una anchura que hubiera sido impensable cuando no se disponía más que de madera y que se apoyaban columnas altas y muy esbeltas. De pronto se abría un mundo lleno de posibilidades. ¿Os apetece que nos vayamos a París a descubrir algunas?

Les Halles, el vientre de París

En 1852, un año después del Crystal Palace, se construyó, en pleno corazón de París, un inmenso mercado formado por diez pabellones que ocupaban una superficie de unas diez hectáreas y que son el principal protagonista de una novela de Zola titulada «El vientre de París«. ¿Queréis verlo desde el aire para haceros una idea de lo que estamos hablando?

Nuevas soluciones para nuevas necesidades

La población de las grandes ciudades no paraba de crecer, y se planteaban continuamente problemas nuevos. Sólo había una forma de construir algo tan gigantesco, y era utilizando el hierro de forma masiva. El resultado fue un completo éxito, tanto que en 1968 aún seguía funcionando (en «Charada«, de 1963, Audrey Hepburn corre por aquí). Aquí tenéis una imagen que muestra la vida que bullía a su alrededor.

La imagen lo dice todo

En 1968 se tomó la decisión de demoler Les Halles. No me resisto a poner varias fotos de aquello, porque me parecen de una increíble belleza y transmiten toda la potencia estética del hierro (algo que en el momento de su construcción aún no se reconocía por la mayor parte de la gente).

Sobran las palabras, ¿verdad? Afortunadamente, muy pocos años después el Mercado Central de Zaragoza (también una joya de la arquitectura del hierro) se salvó de la demolición. En cualquier caso, uno de los pabellones de Les Halles parisinos se trasladó a otro lugar, se conservó y hoy se utiliza para todo tipo de cosas.

Exterior del Pavillon Baltard, hoy en las afueras de París

Una feria en el Pavillon Baltard

Donde estuvieron Les Halles hay hoy una inmensa plaza, con construcciones que parecen planteadas como un homenaje a aquella arquitectura hecha de hierro y de vidrio.

Una cosa por otra

Tanto el Crystal Palace como Les Halles eran edificios funcionales, así que a nadie le chocó que se utilizaran en ellos los nuevos materiales. Al fin y al cabo, este tipo de construcciones eran casi más terreno de la ingeniería que de la arquitectura, al menos de la arquitectura entendida como una de las Bellas Artes. Pero si os fijáis en esta foto, estamos en la sala de lectura de una biblioteca (la de Sainte Geneviève, al lado del Panteón de París) y está claro con qué está hecha la estructura, ¿no? Con hierro, claro.

La sala de lectura, amplia, luminosa, diáfana…

Me cuesta creer que no se apreciara desde el primer momento la belleza de una construcción como esta. Mirad, por ejemplo, los maravillosos dibujos que se hicieron de las diferentes piezas.

A mí se me cae la baba viéndolo, pero entonces mucha gente pensaba que el hierro no tenía ningún valor estético

La verdad es que encontrarlo en un edificio de este tipo es chocante, porque a pesar de que el hierro era estupendo para solucionar los nuevos problemas que se presentaban a los arquitectos de aquel tiempo, tenía un problema: no gustaba, no se consideraba un material noble y adecuado para la arquitectura monumental. ¿Queréis ver la fachada de la biblioteca?

Nada que ver con el interior, ¿no?

Materiales tradicionales, relieves de piedra… en fin, lo adecuado para el entorno monumental del centro de París. ¿Quién se imaginaría, viéndolo, que detrás hay un interior ultramoderno para la época? En cualquier caso, era cuestión de tiempo que el hierro acabara siendo aceptado en obras de todo tipo, y no sólo de carácter industrial o funcional, y también era cuestión de tiempo que llegase a nuestro país. Las primeras obras son puentes, como el de Triana, en Sevilla, pero los primeros edificios son dos mercados madrileños y un teatro zaragozano. Ninguno de ellos sigue en pie, pero los tres fueron edificios estupendos y a la última. ¿Queréis verlos?

Mercado de los Mostenses, de 1875

Mercado de la cebada, de 1875

Teatro Pignatelli de Zaragoza, de 1878

Interior del Teatro Pignatelli

El Teatro Pignatelli estaba situado más o menos donde hoy está el edificio de Correos, en el Paseo de la Independencia. Os imagináis quién lo construyó, ¿no? Pues claro, Félix Navarro, y por eso le hemos llamado el Eiffel de Zaragoza, porque aunque nació en Tarazona fue en nuestra ciudad donde desarrolló la mayor parte de su carrera.

Hemos empezado hablando de su admiración por la Torre Eiffel, ¿os acordáis? Pues bien, no hemos llegado todavía ni al año en que se construyó la torre (1889) y ya nos encontramos con una fantástica construcción en hierro de Félix Navarro. En el próximo post hablaremos de Eiffel, de la torre, de la Exposición Universal de París, a la que Félix Navarro viajó… y de muchas cosas más.

Gracias a Félix Navarro Zaragoza fue más hermosa, más moderna, más cómoda y agradable para sus ciudadanos. Si quieres descubrir cómo fue aquella ciudad que él contribuyó a transformar, en una ruta en la que conoceremos edificios tan distintos como el Mercado Central o la Escuela de Artes, el Monumento al Justicia, edificios de viviendas… ponte en contacto con nosotros en el 976207363, pues podemos realizar la ruta en cualquier momento para un grupo.

 

Y si queréis saber más sobre Félix Navarro…

Félix Navarro – un paseo en imágenes por la historia del Mercado Central

Zaragoza y Félix Navarro

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De todo lo que construyó Félix Navarro en Zaragoza el edificio más conocido es el Mercado Central, una magnífica obra de hierro que sigue en pie y cumpliendo la misma función para la que fue construido (lo mejor que le puede pasar a un edificio). Ahora bien, la historia de ese lugar como mercado de Zaragoza es muchísimo más larga.

La plaza del Mercado a finales del siglo XIX, con el torreón de la Zuda asomando al fondo. Habría que esperar a que se derribasen los edificios del fondo a la izquierda para que se viesen las murallas romanas, pues se habían construido pegados a ellas

El Mercado Central se inauguró en 1903, cuando ya hacía 700 años que la plaza del mercado de Zaragoza estaba allí, desde que un rey de Aragón decidiera trasladar el mercado desde la zona de la puerta Cinegia (actual plaza de España) hasta la zona de la puerta de Toledo.

La zona en el siglo XVIII, con la plaza del mercado a la derecha, larga, estrecha e irregular

Y a mediados del siglo XX, con el edificio del Mercado Central ya construido

La puerta de Toledo

Allí se organizaría desde entonces el mercado de la ciudad, y el barrio de San Pablo iría creciendo a su vera. Era la mejor plaza de Zaragoza, la más grande, hermosa y animada, y aquí tenían lugar todo tipo de acontecimientos, celebraciones… Así seguiría hasta finales del siglo XIX, como vemos también en esta otra imagen.

Al fondo, la cúpula de la iglesia de Santiago

Porches alrededor de la plaza, tiendas en los bajos, chiringuitos más parecidos a lo que hoy llamaríamos un rastro, gente paseando, comprando, hablando, discutiendo por los precios… como las vendedoras de «Gigantes y cabezudos» en el primer cuadro de la zarzuela, cuando se arrancan a cantar, en plena plaza, aquel famosísimo coro que dice que «Si las mujeres mandasen / en vez de mandar los hombres / serían balsas de aceite / los pueblos y las naciones«.

Además de las fotografías de la época y de la zarzuela, también tenemos cuadros para imaginarnos cómo era el ambiente de aquella plaza. Os dejo aquí uno como muestra:

Joaquín Pallarés, 1892

La cuestión es que a finales del siglo XIX Zaragoza había crecido mucho, y estaba renovando sus infraestructuras. Hacía falta, por ejemplo, un mercado en condiciones. Ricardo Magdalena había construido ya el magnífico Matadero Municipal y a Félix Navarro se le pidió el proyecto del «Nuevo Mercado», que así se llamó. Lo primero que había que hacer era un hueco suficientemente grande para el edificio, y la plaza era relativamente estrecha. ¿Os imagináis por qué?

Aquí se ve claro por qué, ¿no?

La plaza del mercado ocupaba el espacio que quedaba entre la muralla romana (que prácticamente no se veía, porque tenía edificios adosados) y el barrio de San Pablo. Como allí no había espacio suficiente para el edificio del Mercado se hizo lo que en aquella época todo el mundo consideró normal: dinamitar un trozo de muralla bastante más grande que el que se conserva. Las murallas, que en un momento determinado son necesarias, en otro momento, cuando la ciudad crece, son un corsé que le impide desarrollarse. Hace 100 años no se tenía la conciencia respecto al patrimonio que tenemos hoy, por lo que no podemos juzgar aquellos hechos con la mentalidad actual. Las murallas se tiraron sin mirar atrás y pensando que lo que se ganaba era mucho más que lo que se perdía.

Obras para acondicionar la gran plaza en la que se construiría el Mercado Central, con sillares de piedra de la muralla por el suelo

La obra seguía adelante, y en 1903 se inauguró un edificio propio de una ciudad moderna y sin complejos, que miraba al futuro con optimismo. Félix Navarro construyó un edificio de hierro, a la última moda (14 años antes se había hecho la Torre Eiffel de París, por ejemplo, por la que él tenía una enorme admiración que demostró cuando hizo unos años después la Escuela de Artes, colocando pequeñas Torres Eiffel por toda la fachada). Eso sí, sabía que los valores estéticos del hierro no eran muy apreciados, así que en las fachadas lo enmascaró utilizando materiales tradicionales, como el ladrillo.

Una imagen del espectacular interior, completamente diáfano gracias al uso del hierro. Hoy se conserva tal cual, pero es imposible tener esta imagen al levantar la vista

Fachada que da a la calle Torrenueva

En los alrededores del Mercado, sobre todo en los porches, continuaron funcionando las tiendas que ya existían y surgieron otras. Aquí tenéis algunas que seguro que os suenan:

Las tiendas del entorno del Mercado son un mundo que casi ha desaparecido

Casa Gavín nació en 1900…

… y ahí sigue

«El pequeño catalán», tras su paso por la plaza del Justicia, ha vuelto a los porches del Mercado

En aquellas tiendas se vendía todo lo necesario para que los clientes del Mercado pudieran «aprovechar el viaje«. Los agricultores que venían aquí a vender sus productos a los vendedores podían comprar casi cualquier semilla en Casa Gavín, por ejemplo. En fin, todo un mundo bullicioso, dinámico… que en parte sigue ahí y en parte ha cambiado completamente. Como también ha cambiado el urbanismo de la zona con la apertura de la avenida de Cesaraugusto (lo que se llamó Vía Imperial).

Entre el edificio de los Escolapios, a la izquierda de la foto, y la Audiencia, que aunque no se ve está a la derecha, había una gran manzana de casas entre las calles Escuelas Pías y Cerdán

La estrechez de la calle Escuelas Pías mostraba una imagen mucho más espectacular de la iglesia de los Escolapios

Derribo de la manzana de casas entre las calles Cerdán y Escuelas Pías, con el Mercado Central al fondo

Arriba a la derecha el Mercado Central; abajo a la izquierda la iglesia de Santiago. La avenida de Cesaraugusto sólo estaba en la imaginación de alguno

La apertura de la avenida de Cesaraugusto y la construcción del puente de Santiago trajeron un cambio muy importante en esta zona, con un aumento extraordinario del tráfico. Poco a poco en algunos sectores se empezó a pensar que el Mercado Central estorbaba, pues se quería crear una gran avenida que uniese el puente con la puerta del Carmen, sin interrupciones. ¿Solución? Tirar el Mercado.

Y se salvó

La primera vez que Zaragoza se movilizó en serio para salvar su patrimonio después de la demolición de la Torre Nueva fue para salvar el Mercado Central, a finales de los 70. Y se consiguió, el Mercado no sólo sigue ahí, sino que fue declarado Monumento Nacional y se restauró para que pudiera cumplir mejor su función. Hoy es una de las joyas del patrimonio zaragozano. Merece ser nuevamente restaurado para deshacer mucho de lo que se hizo (esas marquesinas que impiden la visión del interior, por ejemplo), pero hay que reconocer que el edificio no sólo se ha salvado, sino que sigue siendo un mercado, y eso es lo mejor que le podía ocurrir.

Sello de correos dentro de una serie sobre las construcciones metálicas en España

Os dejo con una foto curiosa. Hasta hace no tantos años toda esta zona se cortaba los domingos por la mañana para el Rastro, que se instalaba aquí. ¡¡¡Cómo ha cambiado Zaragoza en poco tiempo!!!

A principios de los 80 el Rastro de los domingos se hacía aquí, aunque hoy parezca increíble

Gracias a Félix Navarro Zaragoza fue más hermosa, más moderna, más cómoda y agradable para sus ciudadanos. Si quieres descubrir cómo fue aquella ciudad que él contribuyó a transformar, en una ruta en la que conoceremos edificios tan distintos como el Mercado Central o la Escuela de Artes, el Monumento al Justicia, edificios de viviendas… ponte en contacto con nosotros en el 976207363, pues podemos realizar la ruta en cualquier momento para un grupo.

Y si queréis saber más sobre Félix Navarro…

Zaragoza y Félix Navarro

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Cuando acabó la Guerra de la Independencia Zaragoza era una ciudad machacada: más de 50.000 muertos durante los Sitios, edificios e infraestructuras en ruinas por todas partes… Le costó décadas levantar cabeza, pero finalmente lo consiguió. En la segunda mitad del siglo XIX llegó el ferrocarril y la industrialización, y hacia 1900 la ciudad miraba al futuro con optimismo y vivía una auténtica renovación urbana, protagonizada por dos arquitectos: Ricardo Magdalena (arquitecto municipal por aquellos años) y Félix Navarro. Y aquí quería llegar yo, a Félix Navarro, porque hace justo cien años que murió, y claro, no íbamos a deja la posibilidad de celebrarlo. ¿Queréis conocerlo? Pues aquí lo tenéis.

Félix Navarro, todo serio para la foto

A lo mejor estáis pensando que quién demonios es este hombre, que no os suena ni el nombre ni la cara, pero si os digo que él hizo el Mercado Central, la ex-Escuela de Artes (la de la plaza de los Sitios), el monumento al Justicia de la Plaza de Aragón, la clínica del Doctor Lozano en el Paseo de Sagasta, además de edificios industriales (de los que sólo queda en pie la fábrica de Galletas Patria, en la Avenida de Cataluña), de viviendas, panteones en el cementerio…

Antiguo edificio de la Escuela de Artes, construido para la Exposición Hispano-Francesa, en la Plaza de los Sitios

Teatro Pignatelli (desaparecido, estaba más o menos donde el actual edificio de Correos, en el Paseo de la Independencia)

Monumento al Justicia

Clínica del doctor Lozano, Paseo de Sagasta

Panteón de la familia Maynar, en el cementerio de Torrero

Panteón de las familias Ascaso y Moncasi

Antigua fábrica de Galletas Patria, en la Avenida de Cataluña

Félix Navarro fue el arquitecto que trajo la modernidad a Zaragoza. Estudió arquitectura en Madrid pero completó su formación en Estados Unidos y en Alemania (algo que en aquellos tiempo no era normal) y viajó mucho, absorbiendo todas las novedades de la arquitectura de su tiempo y especialmente una: la utilización de nuevos materiales, como el hierro. Gracias a él uno de los dos primeros edificios en hierro que se hicieron en España se levantó en Zaragoza, y fue el desaparecido Teatro Pignatelli. Y en hierro construiría también su mejor obra, el Mercado Central, que sigue en pie y cumpliendo la misma función para la que se construyó.

Postal en la que se ve el Mercado central hace unos cien años

Gracias a Félix Navarro Zaragoza fue más hermosa, más moderna, más cómoda y agradable para sus ciudadanos. Si quieres descubrir cómo fue aquella ciudad que él contribuyó a transformar, en una ruta en la que conoceremos edificios tan distintos como el Mercado Central o la Escuela de Artes, el Monumento al Justicia, edificios de viviendas… ponte en contacto con nosotros en el 976207363, pues podemos realizar la ruta en cualquier momento para un grupo.

Y si quieres descubrir una de sus obras más singulares, el Palacio de Larrinaga, ahora tienes la oportunidad. Todos los sábados de diciembre a las 11’30 podrás participar en una visita a un palacio lleno de lujo y leyenda que tiene una gran historia de amor detrás. Hace ya más de cien años que el naviero Miguel Larrinaga, cuyos barcos daban la vuelta al mundo desde su sede de Liverpool, se lo regaló a su mujer, Asunción, nacida en Albalate del Arzobispo. Seguro que habéis visto muchas veces sus puertas cerradas al pasar por allí, pero ¿os imagináis cómo es por dentro? ¿Queréis descubrir con nosotros este fascinante lugar? Pues gracias a IberCaja, su actual propietario, ahora tenéis la oportunidad.

Cuándo – todos los sábados a las 11’30
Dónde – Palacio Larrinaga, Avda. Miguel Servet 123
Precio – 10 € (9 € para jubilados y estudiantes menores de 26 años; 6 € para parados)
Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Y si queréis saber más sobre Félix Navarro…

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