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Archive for the ‘Pa’l Pilar sale lo mejor’ Category

Conste que no me gusta decir Pilarica, porque prácticamente no conozco a nadie de Zaragoza que la llame así (la Virgen del Pilar, o la Virgen, y ya está), pero en este caso… Lola es mucha Lola, y una canción suya se titulaba precisamente así, «Pilarica y Macarena». ¿Queréis escuchar un trozo? Pues pinchad aquí y cuando entréis dadle al símbolo de «play» que hay sobre la carátula del disco.

La imagen de plata de la Virgen del Pilar, del siglo XVII, montada en la carroza sobre la que sale en procesión el día 12 de octubre

Si sois de los que os gusta fijaros en los detalles, a lo mejor os habéis preguntado qué hace una pequeña imagen de la Macarena a los pies de la Virgen del Pilar en la carroza de plata que sale en la procesión del 12 de octubre (el resto del año la podéis ver en el  Museo Pilarista). Pues bien, esa pregunta tiene una segunda parte: ¿qué hace una imagen de la Virgen del Pilar a los pies de la Macarena cada Viernes Santo? Parece que no puedan vivir la una sin la otra, ¿no?

La Macarena, preparada para salir en la Madrugá del Viernes Santo

Un integrista, o un cristiano postconciliar, diría que esto no es más que politeísmo, que Virgen sólo hay una y todas esas cosas. Lo cual querría decir que es incapaz de entender dos ciudades tan peculiares como Zaragoza y Sevilla, Sevilla y Zaragoza. ¿Sabéis que muchos sevillanos dicen que Zaragoza es la ciudad del Norte que más parece del Sur? Y en gran parte lo dicen por la relación tan peculiar que nuestra ciudad tiene con la Virgen del Pilar, esa historia de amor que dura ya muchos siglos y que hace que la veamos como alguien de la familia, de casa. «¿De dónde vienes?«, «De ver a la Virgen, que hacía muchos días que no iba«. Podría parecer el diálogo de una película de Buñuel, pero no: es una conversación que en Zaragoza se puede escuchar a cualquier hora y entre personas aparentemente cuerdas. Tan cuerdas como las que cada 18 de diciembre, día de la Esperanza, hacen una fila interminable para ir al besamanos de la Macarena, por ejemplo. O como los cientos de miles que cada día del Pilar llevan sus flores en la Ofrenda, haga sol o llueva. O como los que se agolpan cada Viernes Santo por la mañana por los callejones macarenos para ver a su Virgen volver a casa… En fin, que así podríamos seguir, y seguir, y seguir, para llegar a la siguiente conclusión: si bien la Virgen del Pilar es claramente «la que más altares tiene«, la Macarena es la segunda en este peculiar ránking de las vírgenes más populares.

La duquesa de Alba y Juanita Reina con la Macarena

Carmen Sevilla y Augusto Algueró, después de casarse ante la Virgen del Pilar

Imperio Argentina rezaba a la Virgen del Pilar en «Nobleza Baturra»

Lo curioso del caso es que, siendo las dos primeras clasificadas en el top ten de las vírgenes la relación sea tan, pero tan buena que prácticamente cada una de ellas no salga a la calle sin la otra, y la otra sin la una. ¿A qué se debe esto? Pues vamos a ponernos serios y a hacer un poco de historia, pero antes hay una cuestión esencial: la Macarena no es la única virgen sevillana que va con la del Pilar cuando sale en Semana Santa.

La Virgen de las Aguas, de la hermandad del Museo, la lleva en la delantera de su paso de palio

La Virgen de Guadalupe, de la Hermandad de las Aguas, la lleva en el cielo del palio

La que lleva la Virgen de la Salud, de la Hermandad de San Gonzalo, en una capillita de plata, la trajo una hermana de Zaragoza

Y no solo estas, sino alguno más. También aparece en el basamento de uno de los varales del palio de la Paz, y en otro del palio de la Virgen de la Merced, que saca la Hermandad de Pasión cada Jueves Santo.

¿Os imaginabais que la virgen que más sale a la calle en la Semana Santa sevillana es nuestra Virgen del Pilar? Y no sólo eso: tiene una capilla en la catedral y hasta una cofradía de gloria (las de Semana Santa son de penitencia), la Primitiva, Real y Muy Ilustre y Fervorosa Hermandad de María Santísima del Pilar y Santiago Apóstol, que se cuenta que fundaron los caballeros aragoneses que fueron para la conquista de la ciudad, allá por 1248. ¿Y eso a qué se debe? Pues todo, pero todo, tiene una explicación: cuenta una tradición que además de aparecerse a Santiago la Virgen del Pilar se le apareció a San Pío, primer obispo de Sevilla, y a eso se debería que también fuese patrona de aquella ciudad. Si es que no hay más, ya lo dice la jota y es verdad:

Es la Virgen del Pilar

la que más altares tiene,

que no hay pecho aragonés

que en su fondo no la lleve.

Aragonés, y no aragonés, que no hay más que ver la cantidad de peregrinaciones que llegan de todo el mundo, y especialmente de Hispanoamérica.

El palio de la Macarena quedó configurado como lo vemos hoy a principios del siglo XX

La imagen de la Virgen del Pilar de plata que lleva actualmente se añadió en 1942

Fue entonces cuando Sevilla regaló la Macarena de plata y marfil que hay en Zaragoza

Tanto la Macarena como, sobre todo, la Virgen del Pilar, fueron utilizadas como símbolos por el franquismo (en la basílica de la primera está la tumba de Queipo de Llano, y en el Pilar siguen colgadas las bombas de la Guerra Civil), pero su relación no arranca de ahí sino de mucho antes. Parece que ya en fotos de finales del siglo XIX se ve una Virgen del Pilar en el palio de la Macarena.

En esta fotografía, que debe ser de hacia 1898, ya se ve claramente una Virgen del Pilar entre las velas

En 1908, con motivo del Centenario de la Guerra de la Independencia, se organizó una procesión con la Macarena, y el Grupo Aragonés Virgen del Pilar le regaló una imagen de su patrona. Pero es que además hay otra cuestión, y ésta es la que a mí más me gusta. La cosa es que la temporada taurina en España arranca el Domingo de Resurrección en Sevilla y acaba con la Feria del Pilar, así que la aspiración lógica de cualquier torero era llegar hasta el final. «Objetivo Zaragoza«, podríamos decir, y esto no ha cambiado (para descubrir hasta qué punto sigue siendo taurina nuestra ciudad, lo mejor es pinchar aquí).

El espectacular mausoleo de Joselito «el Gallo» en el cementerio de San Fernando, en Sevilla

Una de las personas lleva la imagen de la Macarena

Cuando Joselito murió en la plaza de Talavera vistieron a la Macarena de luto

El torero «macareno» por excelencia fue Joselito el Gallo, que le regaló a su Virgen, por ejemplo, las mariquillas. ¿No sabéis lo que son? Pues son esas flores que le bailan sobre el pecho, y que según algunos son esmeraldas y según otros cristal de roca, pero el caso es que son verde esperanza, que era de lo que se trataba.

Las mariquillas de Joselito

La cuestión es que Joselito empezaba la temporada encomendándose a su Virgen en la iglesia de San Gil («Llevaba por compañera / a mi Virgen de San Gil / un recuerdo y una pena / y un rosario de marfil«) y la acababa dando las gracias en el Pilar. Y en su capilla particular, la que iba montando de plaza de toros en plaza de toros, tenía a la Macarena y al Gran Poder, y entre ellos una Virgen del Pilar de escayola que alguien le regaló. ¿Sabéis lo que hacía? Pues cada Semana Santa se la dejaba a la Hermandad de la Macarena para que la colocasen a los pies de su Virgen durante la estación de penitencia, en la Madrugá y la mañana del Viernes Santo, y al acabar la recogía para que le acompañara durante su periplo por España en la temporada que tenía por delante. Cuando Joselito murió (en 1920 le cogió en Talavera de la Reina un toro que se llamaba Bailaor) vistieron a la Macarena de luto y quisieron llevarle al cementerio en su palio (cuentan que el párroco se negó diciendo «Hombre, si por lo menos hubiera sido Belmonte…«).

La imagen que sale actualmente es algo posterior. Después de la Guerra Civil un hombre donó unas monedas de plata que habían pertenecido un hijo suyo que había muerto en la batalla del Ebro, y con aquellas monedas se fundió la Virgen del Pilar que, desde 1942, no ha dejado de salir con la Macarena. Fue entonces cuando Sevilla regaló la Macarena de plata y marfil que sigue saliendo en la carroza cada día del Pilar, uniendo así todavía más mis dos ciudades preferidas. Y por cierto, igual que empezábamos con una canción de Lola Flores que unía Zaragoza y Sevilla, os dejo aquí algo de lo más singular que he encontrado por youtube, «España, madre querida», que también es un viaje de ida y vuelta de Aragón a Andalucía, y viceversa.

Si queréis conocer esta y muchas otras historias, no os podéis perder las actividades que hemos preparado para descubrir las TRADICIONES DE LAS FIESTAS DEL PILAR durante estas fiestas. Entrad aquí y encontraréis toda la información.

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Modernidad en Zaragoza: a finales del XIX y a principios del XXI

Los primeros grandes faroles del Rosario de Cristal, o sea, los de los quince misterios, son como pequeños edificios en vidrio, así que tenemos que hablar un poco de cómo era la arquitectura de aquella época. Durante gran parte del siglo XIX y principios del XX los arquitectos recuperan los «estilos» históricos. Los medievales, por ejemplo, se consideran los más adecuados para construir una iglesia, mientras que para un banco o un edificio público nada es mejor que la solemnidad de las grandes columnas clásicas. En cualquier caso, más habitual que el puro Historicismo (o sea, inspirarse en un momento concreto y hacer, por ejemplo, un edificio Neogótico) es lo que llamamos Eclecticismo. Vamos, que el arquitecto dispone a su gusto de los diferentes lenguajes históricos, coge una pizca de aquí, otra de allí, lo mezcla y sale algo nuevo pero con aire antiguo.

Retrato de Ricardo Magdalena en el Grupo Escolar Gascón y Marín, dentro de una galería de aragoneses ilustres que los chavales veían como ejemplo cada mañana antes de entrar a clase

Ricardo Magdalena y Félix Navarro fueron los arquitectos que cambiaron la cara de Zaragoza en esos años, haciéndola más hermosa, europea y moderna. El primero, más conservador, mira al pasado y adapta el lenguaje del Renacimiento zaragozano a los nuevos tiempos. Félix Navarro, republicano y de talante liberal, viaja por el mundo y está al tanto de las últimas novedades, que en sus obras conviven con la tradición arquitectónica de la ciudad (no hay mejor ejemplo que el Mercado Central). Hoy nos interesa Magdalena, que diseñó todo el núcleo original del Rosario de Cristal. ¿Quién era? Os daré un dato: cuando murió en 1910 la Guardia Municipal a caballo escoltó el féretro, llevado por seis bomberos y seguido por el Ayuntamiento en pleno y el resto de autoridades civiles y religiosas. ¿Qué había hecho para alcanzar un reconocimiento público semejante? Aquí van tres ejemplos:

Museo de Zaragoza, en la Plaza de los Sitios

Antigua Facultad de Medicina y Ciencias

Antiguo Matadero, en la Avenida de Miguel Servet

Probablemente nadie ha influido tanto (y tan bien) en la arquitectura y el urbanismo de Zaragoza como lo hizo Ricardo Magdalena desde su puesto de arquitecto municipal. Por poner sólo tres ejemplos, de distintos momentos de su carrera: su primer gran proyecto es el Matadero, inaugurado en 1885. A raíz de este éxito el Ministerio de Fomento le encarga el edificio de las facultades de Medicina y Ciencias, en el que adapta lo mejor de la tradición histórica de la ciudad al gusto de los tiempos. La Exposición Hispano-Francesa de 1.908 fue la culminación de su carrera, hasta el punto de que la prensa la llamó “la bella ciudad de Magdalena”, pues además de dirigir las obras fue quien más edificios diseñó (p.ej., el del Museo de Zaragoza).

Esta imagen hubiera sido imposible en aquella época, porque hasta 1958 no nació la Ofrenda de Flores

El caso es que diseñó también los faroles del Rosario de Cristal, tanto los faroles «de mano» (Avemarías, Padrenuestros, Glorias y Letanías) como las carrozas correspondientes a cada uno de los quince misterios. Y en su diseño empleó el mismo lenguaje que en sus edificios, el Historicismo. Eso sí, para sus edificios eligió el Renacimiento, porque consideraba que era el mejor momento de la arquitectura zaragozana. En cambio, aquí mezcló el Románico y el Gótico de una manera muy peculiar y colorista, pues se creía que eran los que mejor expresaban la espiritualidad cristiana.

¿No os parece que las carrozas recuerdan mucho al remate del Big Ben? No sabemos si sirvió de inspiración o no, pero lo cierto es que se hizo unos años antes, en 1858

Por cierto, hay una palabra que estamos usando mucho y de la que todavía no hemos hablado: Misterios. Simplificando podríamos decir que son los capítulos principales de la historia de la redención. Se agrupan de cinco en cinco, y hasta el año 2002 eran quince: cinco gozosos, cinco dolorosos y cinco gloriosos (Juan Pablo II añadió los luminosos). El rezo del Rosario consiste en «contemplar» (o sea, recordar, reflexionar sobre ellos…) cada uno de estos misterios. La persona que lo dirige (en mi pueblo se llama «la rezadora«) dice el nombre del misterio correspondiente, un breve comentario y a continuación se rezan un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria (la rezadora comienza con la primera parte de cada una de esas oraciones, y los demás responden con el resto).

«Tengo que hacer un rosario / con tus dientes de marfil / para que pueda rezarlo / cuando esté lejos de tí». No sé a vosotros, pero a mí se me ponen los pelos de punta cuando oigo a Juanito Valderrama cantar eso

Con tanta oración es fácil perder la cuenta, así que hubo que buscar una solución. Yo recuerdo ver, de niño, a mi abuela con el rosario en la mano y rezándolo con la radio. ¿Qué llevaba? Pues una especie de collar con cincuenta bolitas pequeñas agrupadas de diez en diez, y separando cada decena una bola un poco más grande. Con eso se rezan cinco misterios, que es lo habitual, y si se quiere rezar un rosario completo se le dan tres vueltas y ya está. Se podía rezar de forma individual, en grupo, en la iglesia o en la calle, pero la cofradía del Santísimo Rosario de Zaragoza dio un paso más: convertir esas pequeñas cuentas (que a veces se hacían con huesos de oliva traídos del mismísimo Getsemaní, el monte de los olivos, o con perlas, o con bolitas de marfil, o de pétalos de rosa…) en un enorme rosario que llenase las calles de luz y de color, llevado por cientos de personas. La calle se hace templo, que hubiera dicho un cursi de la época. Cada uno de los misterios (o sea, las bolitas un poco más grandes) se convertía en una carroza; cada una de las bolitas pequeñas, las Avemarías, en un farol de mano que llevaba una persona sobre un mástil; y además se añadía (esos no tenían bola, aunque se rezaban también) un Padrenuestro y un Gloria por cada grupo de Avemarías.

Vamos a fijarnos ahora en uno de los misterios, el 5º Misterio Glorioso: «La coronación de Ntra. Sra» (había que utilizar abreviaturas, porque si no aquello no cabía). Ya hemos hablado del diseño arquitectónico, pero hay más. Para empezar, la caligrafía es lo que llamamos letra «gótica», aunque eso no significa que en la Edad Media todo el mundo escribiese así. Y ¿qué pasa con las imagenes? Son vidrieras inspiradas en las medievales (en Aragón era más habitual cerrar los ventanales con planchas de alabastro y pintarlas de colores, imitando el efecto de los vidrios de colores).

La novedad no era hacer vidrieras, sino que éstas salieran a la calle

Una vidriera medieval es como un puzzle: piezas de vidrio de diferentes colores unidas por una estructura de plomo (las líneas negras). Colores básicos, intensos, como un fogonazo, y lo mismo para las formas. No es un arte para el detalle, pues se ven de lejos y lo que se busca con ellas es otra cosa: crear una atmósfera casi mágica y llena de espiritualidad en el interior de las iglesias, gracias a la luz de colores que lo inunda todo. O sea, dar la sensación de que estamos en la mismísima Gloria celestial, ni más ni menos.

Vidriera de la Sainte Chapelle de París

Fijaos en esta vidriera de la Sainte Chapelle de París: hay pocos colores, pero muy intensos; sobre las piezas de cristal se han pintado líneas negras para darle algo más de realismo, pero no demasiado. Sin embargo, si viéramos una vidriera del siglo XVI la sensación sería completamente distinta: se ha multiplicado el número de colores, intentando reproducir así todos y cada uno de los matices  de la Naturaleza; se utiliza la perspectiva para dar sensación de profundidad… todo para lograr un efecto más realista. A mayor realismo, menor espiritualidad, eso no falla.

Las vidrieras renacentistas de la catedral de Granada ya no buscaban crear una sensación de irrealidad, sino de realismo

Cuando Ricardo Magdalena diseña las vidrieras de sus carrozas vuelve sus ojos a las del siglo XIII, sobre todo (aunque, como siempre, mezclando cosillas de aquí y allá). Y de allí también recoge la importancia del simbolismo de los colores. En los misterios gozosos domina el rojo, en los dolorosos es muy importante el morado y en los gloriosos el azul.

León Quintana, agradecido, regaló la «Gran Cruz» que abre la procesión, con la Virgen del Pilar y los escudos de Zaragoza, Aragón y el Cabildo

Eso sí, puede hacer todo eso porque en toda Europa hay un movimiento de recuperación de las artesanías (que cada vez se valoran más, ante la invasión de productos hechos a máquina), y en Zaragoza está surgiendo una estupenda generación de artesanos (entre ellos León Quintana, fundador de los talleres de los que saldrá el Rosario de Cristal), que irá a más gracias al nacimiento en 1895 de la Escuela de Artes y Oficios. Esa tradición de la vidriera artística en Zaragoza se prolongará en el tiempo hasta hoy mismo, dando lugar a muchas de las carrozas que hoy salen en la procesión.

Una tradición viva

Las dejaremos para el próximo capítulo, pero hay una que tenemos que incluir aquí: la más moderna de todas es la única que forma parte del núcleo del Rosario, los Misterios. En el año 2002, con motivo del XXV aniversario de su pontificado, Juan Pablo II incorporó cinco nuevos, los Misterios Luminosos. El Cabildo decidió entonces encargar un nuevo farol dedicado a ellos, pero como tenía que contar cinco historias… se hizo pentagonal. En muchas cosas recuerda a los originales, pero en otras incorpora la modernidad. El volumen es similar, los colores también son intensos, las formas son sencillas y poco detallistas… pero el aire es claramente contemporáneo. Reconozcámoslo, no era fácil el reto con el que se enfrentó la pintora Carmen Pérez Ramírez, pero yo creo que lo superó. El Rosario de Cristal de Zaragoza sigue estando en vanguardia, igual que lo estuvo cuando nació hace 122 años ya.

En el próximo post hablaremos de algunas de las carrozas que se fueron incorporando a lo largo del siglo XX, pero si queréis conocer muchas más cosas relacionadas con las Fiestas del Pilar no os podéis la visita que hemos preparado:

LA QUE MÁS ALTARES TIENE: del Pilar al Museo del Rosario de cristal – Si hay una historia de amor que resista al paso tiempo es la que Zaragoza tiene con la Virgen del Pilar. La prueba de ese compromiso no  es solo el  espectacular edificio que todos conocemos, sino también ese increíble tesoro de nuestro patrimonio que es el Rosario de cristal, una joya única y llena de miles de detalles asombrosos.  ¿Os animáis a descubrir todo esto con nosotros visitando el Pilar y el museo en el que se guardan las carrozas durante todo el año?

Cuándo: 28 y 29 de septiembre a las 11:30

Dónde: Centro de la fachada del Pilar

Precio (entradas incluidas) – 10 € (jubilados y suscriptores del Heraldo 9€ parados con tarjeta de demanda de empleo 6€)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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Me encantan las Fiestas del Pilar. Los amigos que ya no viven en Zaragoza vuelven, vamos con los sobrinos a los cabezudos, salimos de ronda a cantar jotas, tomamos aperitivos interminables a ritmo de ranchera… Y además, hay pocas cosas que me emocionen tanto como cantar el himno de la Virgen a las cinco de la mañana la noche del 11 al doce de octubre, en la Misa de infantes, con el Pilar hasta los topes; o que me hagan tan feliz como ver a toda mi ciudad en la calle, contenta y disfrutando la mañana del 12. O los ríos de gente que acompañan a los Gigantes y los Cabezudos el último día por el Coso, y que siempre me traen a la cabeza lo que cantaba Pilar, la protagonista de la zarzuela: «Si un preludio suena, del canto famoso / niñas muy bonitas se asoman al Coso«. O alguna noche en El Plata, o en las ferias… en fin, que por muchos recortes que haya el núcleo duro de las fiestas (que es lo verdaderamente único e irreemplazable) sigue intacto, y eso es lo que importa.

¿Qué os parece el cartel del 2011? ¿Creéis que resume lo que son las Fiestas del Pilar?

De todas las tradiciones de las fiestas del Pilar, ¿sabéis cuál es la más peculiar? Gigantes y cabezudos hay en muchos sitios (aunque la comparsa de aquí es una de las más espectaculares, o la que más); la Ofrenda de flores se inspiró en la que se hacía en Valencia a la Virgen de los Desamparados, aunque aquí ha alcanzado unas dimensiones impresionantes; sin embargo, el Rosario de Cristal es una tradición absolutamente nuestra, y los de otros lugares se inspiraron en el de aquí. Si no podéis verlo al anochecer del 13 de octubre, o queréis apreciar los detalles de cada carroza, pasaros por el museo que hay en la Plaza San Pedro Nolasco de Zaragoza.

El cartel de 1946 mostraba el farol de la Hispanidad, regalado ese año por el Ayuntamiento

Pero no tan deprisa. Para empezar, ¿qué es eso del rosario? Acudamos a los clásicos, que nunca fallan. Juanito Valderrama, cuando cantaba «El emigrante«, decía que cuando salió de su España, aparte de volver la cara llorando, «llevaba por compañera / a mi Virgen de San Gil / un recuerdo y una pena / y un rosario de marfil«. Y María Dolores Pradera se ha pasado media vida cantando aquello de «Devuélveme el rosario de mi madre / y quédate con todo lo demás / lo tuyo te lo envío cualquier tarde / no quiero que me veas nunca más«. Queda claro, pues, que el rosario es una cosa seria y a la que se le da mucho valor, porque se asocia a lo más querido, a la madre, a la abuela… o por lo menos a las abuelas de antes, que pasaban las horas muertas rezando con un rosario en las manos, de aquellos de pétalos de rosa o de esos que son un anillo con bolitas que se va girando.

Imagen de Santo Domingo de Guzmán en el Rosario de Cristal

El rosario es, pues, tanto el objeto como la oración que se reza utilizándolo. ¿Y cuál es su origen? Pues parece que en la India ya utilizan algo así para rezar desde hace miles de años, que de ahí pasaría al Cristianismo y al Islam. Lo que cuenta la tradición es que la Virgen se lo entregó a Santo Domingo de Guzmán y le enseñó a rezarlo. ¿Por qué a él? Pues sobre todo por una razón. Estamos a principios del siglo XIII, en pleno auge de la herejía de los cátaros en el sur de Francia. Domingo de Guzmán y la Orden que había creado (los Predicadores, a los que también se llamó dominicos por el nombre de su fundador) se implican especialmente en la lucha contra ellos, y cuenta que la Virgen le había dicho que propagara el rezo del Rosario (una oración que «es obra mía, y no de los hombres«), porque así conseguiría convertir a muchos pecadores y salvar su alma. La cuestión es que a lo largo de la Edad Media el rezo de aquella oración tendría sus altibajos, hasta que llegó un momento crucial en su historia: la batalla de Lepanto.

Nao capitana de la escuadra cristiana. ¿Os imagináis esos fanales encendidos, la noche anterior a la batalla, parpadeando en medio del Golfo de Lepanto?

El 7 de octubre de 1571 tuvo lugar «la más alta ocasión que vieron los siglos» (o eso decía Cervantes, que se quedó manco allí): la batalla de Lepanto. España, Venecia y el Papa derrotaron a los turcos en el golfo de Lepanto, en Grecia. El Papa, Pío V, se quedó tan convencido de que la victoria se había logrado gracias a la ayuda de la Virgen, agradecida por el rezo del rosario, que aquel día se convirtió en la fiesta de «Nuestra Señora de las Victorias«, que con el tiempo cambiaría el nombre por el de «Nuestra Señora del Rosario» (por cierto, sabemos que en el Pilar hubo una bandera tomada a los turcos en Lepanto)

El farol de la Marina reproduce el fanal de la nao capitana de la escuadra cristiana en la batalla de Lepanto, que se conserva en el espectacular palacio del Marqués de Santa Cruz en El Viso del Marqués, en medio de la Mancha

Con el tiempo irían apareciendo las cofradías del Rosario y los rosarios callejeros. En Híjar (Teruel), por ejemplo, tenemos noticias desde 1733, y aún hoy los Rosarieros siguen cantando el rosario de madrugada por las calles del pueblo algunos domingos del año (ya no todos, como ocurría hasta hace no muchos años) y acompañando a los tambores el Jueves Santo por la noche en una procesión estremecedora que se conoce como «los Despertadores», el nombre que se daba a los que rezaban el rosario por la calle despertando a los que aún estaban en la cama.

Los rosarieros de Híjar, un Viernes Santo de principios del siglo XX. Hoy la cofradía sigue viva, y ya forman parte de ella hombres y mujeres, jóvenes y viejos, lo cual es un signo de excelente salud

Como el rosario es una oración dirigida a la Virgen, el 3 de julio de 1756 Mariana Velilla y siete personas más empezaron a rezar el rosario al amanecer en la Santa Capilla (se estaba construyendo la actual), saliendo a la plaza para los últimos misterios. Aquello fue un éxito (la Virgen del Pilar ya tenía tirón entonces): en menos de un mes eran más de mil quinientas personas y pronto empezó a rezarse otro rosario al atardecer, que el día del Pilar era especialmente solemne.

El farol más antiguo que se conserva

Aquello poco a poco fue a más, y a lo largo del siglo XIX algunos devotos donaron faroles como el de la Santa Capilla (el más antiguo de los que aún salen, de 1823), los leones que se pueden ver en el Museo (no salen en la procesión debido a su deterioro) o el del Pilar, hecho con más de 30.000 piezas y donado como exvoto a la Virgen en 1872 por un particular tras una enfermedad.

Una de las imágenes más curiosas de las fiestas del Pilar. Por mucho que se repita todos los años, sigue siendo sorprendente

Cuando se hizo aquel farol reprodujo el Pilar tal y como estaba, o sea, más o menos como en esta fotografía de aquí abajo. En 1895 Ricardo Magdalena acabó la primera torre y en aquel momento se reformó el farol, añadiéndole también las otras tres.

Esta foto de 1895 es una joya. Además de que el Pilar aparece sin ninguna torre acabada, se ve el antiguo edificio del Ayuntamiento y el arco que los unía

La última torre del Pilar no se inauguró hasta 1961, pero los zaragozanos podían verlo acabado una noche al año, cuando salía el Rosario de Cristal. Tenía que ser una imagen curiosa ver el farol con torres y el Pilar sin ellas. De todas maneras, estamos corriendo demasiado. ¿Cómo se pasó de aquel rosario de devotos a la impresionante procesión que conocemos hoy? Pues tenemos que irnos hasta 1887, cuando nace la Cofradía del Santísimo Rosario de Nuestra Señora del Pilar y se decide embellecer la procesión del 12 de octubre (porque entonces era el 12, y no el 13 como ahora) con faroles monumentales que representasen los misterios y otros «de mano» para los Padrenuestros, las Avemarías, los Glorias y la Letanía.

Faroles de mano

La Cofradía decidió hacer algo espectacular de verdad. Le pidió que lo diseñara al arquitecto municipal, Ricardo Magdalena (que no cobró nada por los dibujos ni por la dirección de la obra), y para financiarlo se pidió la colaboración de todos los zaragozanos. La Virgen del Pilar tiene tirón, no hay más, y se consiguió que el primer año salieran ya los faroles de mano y al siguiente las quince carrozas correspondientes a los misterios (en los que aparecen los escudos o los nombres de las instituciones, familias… que los pagaron). Aquello coincidió con la celebración en nuestra ciudad del II Congreso Católico Nacional, y alguien escribió que «El efecto producido excedió a toda ponderación«, y fue ya entonces cuando empezó a conocerse popularmente como Rosario de Cristal.

Carroza del primer Misterio doloroso

En aquella ciudad todavía mal iluminada el efecto de los faroles llevados a hombros, las velas, la música… tuvo que ser deslumbrante. Al día siguiente se leía en la prensa que “Zaragoza, a partir de anoche, tiene razón especial para vanagloriarse de que ensalza a su excelsa Patrona con una solemnidad especialísima, quizá la primera del mundo en su género«. El éxito estaba servido. León Quintana, el dueño de Talleres Quintana y uno de los primeros que introdujo en España la técnica del grabado en cristal, había hecho el negocio de su vida. No sólo por lo que ganó entonces, sino por todos los encargos que llegarían a raíz de aquello, tanto para pequeños pueblos (Híjar y Aniñón, p.ej., tienen sus rosarios de cristal, y también Tauste y otros) como para ciudades más grandes.

Rosario de Cristal en Aniñón, con las luces del pueblo apagadas

En las décadas siguientes se fueron añadiendo nuevas carrozas, muchas de ellas monumentales y cada una con su historia. Para leer el próximo capítulo entrad aquí, y si queréis conocer muchas más cosas relacionadas con las Fiestas del Pilar no os podéis perder las actividades que hemos preparado:

LA QUE MÁS ALTARES TIENE: del Pilar al Museo del Rosario de cristal – Si hay una historia de amor que resista al paso tiempo es la que Zaragoza tiene con la Virgen del Pilar. La prueba de ese compromiso no  es solo el  espectacular edificio que todos conocemos, sino también ese increíble tesoro de nuestro patrimonio que es el Rosario de cristal, una joya única y llena de miles de detalles asombrosos.  ¿Os animáis a descubrir todo esto con nosotros visitando el Pilar y el museo en el que se guardan las carrozas durante todo el año?

Cuándo: 28 y 29 de septiembre a las 11:30

Dónde: Centro de la fachada del Pilar

Precio (entradas incluidas) – 10 € (jubilados y suscriptores del Heraldo 9€ parados con tarjeta de demanda de empleo 6€)

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

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¿Habéis participado alguna vez en una de nuestras cenas teatralizadas? Pues lo primero que tenéis que saber es que en cada una de ellas viajamos en el tiempo hasta otra época. ¿Queréis verlo? Pues aquí os pongo un par de vídeos de algunas que hemos hecho. El primero, nuestras cenas con Don Juan, para Todos los Santos. Si no veis la pantalla, pinchad aquí para viajar al panteón de la familia Tenorio.

Y si preferís viajar al tiempo de la copla, a 1950, para conocer las andanzas y desventuras de Manolo Centeno y Lola Puñales, pinchad aquí y no tendréis que esperar hasta febrero.

¿Os hacéis una idea? Pues hemos montado algo distinto, una cena a la que hemos llamado Amor que vienes cantando. El título lo dice todo, ¿no? El baturro del monumento de la plaza del Portillo ha decidido que ya vale, que tiene ganas de fiestas y que deja el puesto por unos días. Coge su guitarra y… por cosas de la vida ha acabado en El Atrapamundos. Se va a encontrar con unas cuantas mujeres de lo más singulares (desde una loca que se cree Agustina de Aragón hasta la mismísima Agustina, pasando por la maja de Goya y una señorita que busca marido desesperadamente después de dos romances «frustrados»), y a todas les va a alegrar la vida cantando.


¿Queréis verlo? Pues aquí tenéis unas cuantas fotos de las que hicimos en las pasadas fiestas del Pilar. Cantamos, bailamos, comemos, bebemos, nos reímos y hasta nos emocionamos un poco.

¿Qué le dirá a nuestro baturro la maja de Goya, toda rechula ella?

La señorita Eugenia no sabe lo que es ponerse colorada, que ella ya no tiene tiempo de tener vergüenza. Busca marido y lo quiere ¡¡¡YA!!!

"Así son los besos / según dicen maña / como las cerezas. / Que si coges una / que si coges una / se va toa la cesta"

Marcándonos un pasodoble mientras suena "La ronda del Rabal"

Y para que no falte de nada Laura deja la guitarra, coge las castañuelas y se marca una jota mientras suena "Gigantes y cabezudos"

¿Queréis conocer el menú? Pues como siempre lo prepara El Atrapamundos y su estupendo cocinero, Jorge Cano, así que combina lo más tradicional con un toque moderno, siempre con un aire muy aragonés, que para eso estamos en fiestas.

  • Timbal de verduras aragonesas
  • Arroz caldoso con borrajas y frutos del mar
  • Ternasco asado en crujiente de frutos secos
  • Trenza de Almudévar con turrón helado y chocolate

¿Cómo lo veis? ¿Aún no sabíais dónde ir a cenar con los amigos, o a dónde llevar a la suegra, que viene de visita? Pues ya tenéis la solución. Amor, desamor, traición, celos y sobre todo mucha música, alegría y buena comida. Si sois un grupo y os interesa podéis poneros en contacto con nosotros en el 976207363. Y si ya tenéis un restaurante buscado no hay ningún problema: también podemos organizarlo allí.

Y por cierto, si queréis recorrer con nosotros la Zaragoza de Gigantes y cabezudos, pinchad aquí y encontraréis todos los detalles.

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No sé para vosotros, pero para mí las melodías de «Gigantes y cabezudos» son uno de los sonidos de mi infancia. Me recuerdo desde siempre cantando con mi familia que «Pa’l Pilar sale lo mejor«, o que «Por ver a la Pilarica, vengo de Calatorao«.

Parece que sean de toda la vida, pero no. Miguel Echegaray y Manuel Fernández Caballero le hicieron a nuestra ciudad un maravilloso regalo cuando en 1898 compusieron esta inolvidable zarzuela. Al fin y al cabo, ¿alguien ha escrito algo más bonito dedicado a Zaragoza que el emocionante «Coro de repatriados» que llegan a la estación del Norte y vuelven a ver su ciudad? «Ya Zaragoza, vuelvo a pisar, allí la Seo, allá el Pilar…«.

Echegaray y Caballero habían estado en Zaragoza documentándose sobre la ciudad, sus fiestas y tradiciones… y utilizaron el final de la Guerra de Cuba como telón de fondo para una historia de amor adornada con todos los tópicos (todos ellos más que positivos) que sobre los aragoneses había en la España de la época. El título, «Gigantes y cabezudos«, no sólo hacía alusión a la comparsa, una de las joyas de nuestro patrimonio, sino también a como se nos veía en España. «Luchando tercos y rudos / grandes para los reveses / somos los aragoneses / gigantes y cabezudos«.

¿Qué os parecería recorrer aquella Zaragoza de 1898 que conocieron Echegaray y Caballero? Todos los escenarios de la zarzuela siguen ahí, y las tradiciones de las fiestas del Pilar que ellos pudieron ver no sólo se conservan sino que tienen un estado de salud excelente, desde el Rosario de Cristal (recién estrenado cuando ellos lo vieron y hoy más que centenario) a la comparsa de gigantes y cabezudos, a los que hoy los chiquillos siguen cantando las mismas cancioncillas que ellos recogieron, mientras las dulzainas y los tambores tocan las melodías de la zarzuela convertidas en algo completamente popular.

Desde el Mercado Central a la estación del Norte, pasando por el Pilar y por algunos otros rincones menos conocidos, descubriremos cómo era aquella ciudad, qué estaba pasando aquí y en España… y todo para poder disfrutar más aún de estos dos maravillosos tesoros de nuestro patrimonio: una zarzuela que forma parte de la memoria no sólo de los zaragozanos, sino de toda España y Sudamérica, y una comparsa que cuenta “otra” historia de nuestra ciudad, la más entrañable, la más cercana, la que más nos toca las fibras sensibles y la que durará para siempre. ¿Y no os parece que una ciudad en la que el pasaporte a la inmortalidad no te lo da una estatua de bronce sino un gigante de cartón tiene que ser muy especial? Pues sí, así es Zaragoza, ni mejor ni peor, pero desde luego distinta, peculiar, rara en el mejor sentido… Y qué queréis que os diga… ¡¡¡Me encanta mi ciudad!!!

Cuándo – 20 y 27 de septiembre, y 5, 7 9 y 11 de octubre a las 18’00

Dónde – Estatua de Augusto, frente al Mercado Central

Reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí

Precio – 8 euros (estudiantes menores de 26 años y jubilados, 7 €; parados, 4 €)

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Lo primero de todo: lo que viene a partir de ahora hay que leerlo con música, pero no con una cualquiera sino con el más torero de todos los pasodobles: Amparito Roca. Aunque tampoco estaría mal El gato montés, España cañí o Capote de grana y oro. O mejor aún, la jota del maestro Borobia, conocida como Jota de los toros de Zaragoza.

Parece ser que el 13 de octubre de 1881 toreaban en Zaragoza Lagartijo y Frascuelo, los dos toreros que estaban en aquel momento en lo más alto del escalafón. Cuando las mulillas estaban arrastrando al quinto de la tarde el director de la banda se arrancó con los compases de una jota, y todo el mundo se puso a bailar en los tendidos. En 1906 Ramón Borobia, director de la Banda de Música del Hospicio Provincial (hoy conocida como Banda de la Diputación) actualizó los compases de aquella jota, y desde entonces se toca cuando sale el sexto, el «toro de la jota», que así se le llama, y todo el mundo la acompaña con palmas. Por cierto, que yo la aprendí de niño con una letra que es puro lirismo «A la Mari Pepa / le ha pillao el toro / le ha metido el cuerno / por el chirimbolo«. También la he oído dedicado a Mari Jose, Mari Pili, Mari Carmen…

Puerta principal del Coso de la Misericordia, y debajo una de las estupendas cabezas de toro que hay en ella

...y una de las estupendas cabezas de toro que hay en ella

Ahora que tenemos música apropiada sí que estamos en condiciones de empezar, y lo primero es decir que nuestra ciudad es mucho más taurina de lo que parece. ¿No os lo creéis? Pues como aperitivo aquí va una prueba definitiva:

¿Sabíais que en esta famosísima foto Ava Gardner estaba en la Plaza de la Misericordia, de Zaragoza? Pues sí, allí mismo. Cerca debía estar su amigo Hemingway, y está tomada justo en el momento en que le brindaba un toro Julio Aparicio (padre, claro). El «animal más bello del mundo» se sentó al menos un par de veces en nuestra plaza de toros, en cuya inauguración había estado el mismísimo Goya cuando era joven (16 añicos tenía). Y algunas de las cosas que vio allí le debieron impresionar tanto que cuando hizo los grabados de la Tauromaquia, unos cincuenta años después, las seguía teniendo frescas en su memoria.

Temeridad de Martincho en la plaza de Zaragoza

¿Qué os parece? Fue por aquellos años cuando se fijaron las reglas del toreo tal y como lo conocemos, pero Goya aún conoció un espectáculo muy distinto. Hoy se llama «corrida goyesca» a aquella en la que los toreros van vestidos, más o menos, como en época de Goya, pero una verdadera corrida goyesca sería otra cosa muy diferente. Seguramente el pintor y sus contemporáneos se aburrirían en una corrida actual, mucho menos espectacular que lo que ellos estaban acostumbrados a ver, y es probable que disfrutaran mucho más en un concurso de recortadores. Y si no, mirad a Martincho en estos dos grabados. En el de arriba sentado en una silla, con grilletes en los pies y usando un sombrero como muleta… puro espectáculo, igual que en este otro:

Otra locura suya en la misma plaza

Sobran las palabras, ¿no? Martincho fue quien lidió el primer toro en la plaza de Zaragoza. Nació en Farasdués (una pedanía de Ejea de los Caballeros), y llegó a ser uno de los toreros más famosos de su época. Si queréis ver todo esto en directo, en las estampas de Goya, lo mejor que podéis hacer es acercaros cualquier día de estos al Museo Ibercaja Camón Aznar, el único del mundo que expone todos los grabados del pintor. En ellos viven estos toros que veis aquí, con unos cuernos bastante más afilados que los de ahora. Y por cierto, en nuestra ciudad no falta una Plaza de la Tauromaquia de Goya. ¿Sabéis dónde está? Pues pinchad aquí, y lo veréis.

Plaza de Toros con la Real casa de Misericordia (actualmente conocida como «el Pignatelli») al fondo

La plaza de toros de Zaragoza, probablemente la segunda más antigua de España, se inauguró en 1764 y su construcción fue iniciativa de Ramón de Pignatelli. Anteriormente las corridas de toros se celebraban en la plaza del Mercado, en el Coso o en el entorno de la Aljafería, en una zona que por esa razón se llamó Campo del toro. El objetivo de construir una plaza estable era contribuir a la financiación de la Real Casa de Misericordia, una gigantesca institución de caridad para la que se construyó el inmenso edificio que hoy es sede de la Diputación General de Aragón. Pignatelli consiguió que el gremio de carpinteros aceptara cobrar su trabajo en diez años, y se levantó un edificio con un aforo de 7.800 espectadores.

La plaza de toros después de la reforma de la segunda década del siglo XX

A principios del siglo XX la Diputación Provincial de Zaragoza, propietaria de la plaza, la reformó para ampliarla y darle un aspecto mucho más monumental. Prácticamente se construyó de nueva planta, pasando el aforo a más de 13.000 localidades. De entonces proceden las arquerías que la envuelven y le dan su aspecto tan característico, la portada monumental… tiempo después, en 1990, se convertiría en la primera plaza cubierta del mundo.

Cartel de las fiestas del Pilar de 1882

La Feria del Pilar cierra la temporada taurina, que se abre en Sevilla el Domingo de Resurrección, pero hay algunos festejos más a lo largo del año. Este es el cartel de la feria de este año, para la que queda poco más de un mes.

Lógicamente eso ha dado lugar a que a la sombra de la plaza hayan surgido a lo largo del tiempo bares, restaurantes… uno de ellos, el Mesón del Campo del Toro, es un auténtico museo taurino lleno de cuadros, esculturas, trajes de luces, carteles… y de toros, claro.

De todas formas, de todos estos locales de ambiente taurino el que mí más me gusta está lejos de la plaza. Es una pequeña taberna escondida en una callejuela del casco histórico, con unas tapas que están entre las mejores de Zaragoza y un nombre de lo más taurino: Los Victorinos (C/ José de la Hera, 6).

Fotografías, carteles auténticos de Fiestas del Pilar de hace muchos, muchos años, cabezas de toros… y unas tapas que están de rechupete

Ya que estamos hablando de toros, hablemos también un poco de toreros y concretamente de dos, cuyas tumbas están en el cementerio de Torrero. Los dos murieron en la plaza, los dos siendo jóvenes y con muy pocos años de diferencia.

La tumba de Florentino Ballesteros ya no tiene el busto de bronce del torero. Lo robaron el pasado noviembre

Florentino Ballesteros murió en 1917 después de una cogida en la plaza de Morón. Tenía una extraordinaria carrera por delante, y de hecho aquel año tenía firmadas 60 corridas y compartía cartel con Joselito y Belmonte. Su entierro fue una enorme demostración de duelo popular, porque la ciudad lo consideraba como a un hijo y viceversa (se había criado en el Hospicio Pignatelli, al lado de la plaza de toros). Su historia me recuerda a la de aquella copla que le compusieron Quintero, León y Quiroga a la Piquer en los años 50: Romance de valentía.

En cuanto a Herrerín, que se llamaba Jaime Ballesteros pero no era familia suya, había muerto en 1914 siendo todavía novillero. Los dos fueron rivales en los ruedos, pero sus tumbas están a pocos metros la una de la otra y las calles que la ciudad les dedicó también están juntas. ¿Dónde? Sólo os diré que están por el barrio de Las Fuentes.

La afición, representada como una mujer, llora a los pies de la tumba de Herrerín

La historia de Herrerín me recuerda a una canción de la época, que nuestra paisana Raquel Meller hizo famosa en el mundo entero: El relicario. Cuenta la historia de un torero… pero, casi mejor, oigámosla a ella.

Al lado de la plaza de toros, en lo que fueron los talleres del Hospicio Pignatelli (que se situaba en el edificio de la Real Casa de Misericordia), está el Museo Pablo Serrano (Instituto Aragonés del Arte y la Cultura contemporáneos), donde entre otras cosas se conserva una gran parte de la obra del escultor. ¿Y sabéis lo que tenemos? Pues toros, claro, pero eso sí, muy diferentes.

Entre los dos pequeños toros de arriba y el de abajo, de casi dos metros de altura, hay enormes diferencias. Para empezar, el material. Los dos de arriba, de poco más de 20 centímetros, están hechos con materiales tradicionales y nobles: piedra negra y bronce dorado. El de abajo está hecho con chatarra, lo que Pablo Serrano llamaba Hierros encontrados y soldados, o también Ordenaciones del caos, porque a partir de todo tipo de materiales que se encontraba en cualquier sitio (desde una chatarrería hasta el Vesubio) creaba algo nuevo. Los dos primeros son suaves, con superficies pulidas que apetece acariciar, mientras que el otro está hecho con chatarra oxidada, cortante, afilada… Pero hay una similitud entre las tres piezas: ninguna es una escultura abstracta. Las tres representan, aunque sea de forma muy distinta, algo que podemos reconocer e identificar, en este caso un toro, mientras que una obra abstracta no representa nada en concreto, aunque al mirarla podamos creer ver algo en ella (más o menos como cuando miramos las nubes y les encontramos parecidos con diferentes cosas).

En algún lugar del alero del patio del Museo Pablo Gargallo está el signo de Tauro

Por cierto, en otro museo zaragozano, el dedicado al gran Pablo Gargallo, hay otro toro, pero no es una de sus esculturas, sino que lleva ahí desde el siglo XVII, nada menos. En el alero de madera del patio se representa un zodiaco completo, con el signo de Tauro incluido, claro. No os pongo foto de detalle para no daros demasiadas facilidades, y que os animéis a ir a verlo en directo.

El toro de Osborne sobre el desierto

Hay muchísimos toros más en Zaragoza, pero… fuera de la ciudad también, y no muy lejos, porque en la provincia hay cinco toros de Osborne: Alfajarín, la Muela, Calatayud, Monreal de Ariza y Pina de Ebro. El toro de Osborne nació en 1956 para promocionar el brandy Veterano, pero hasta 1962 no se empezaron a fabricar las siluetas metálicas de 14 metros de altura que pronto se convirtieron en parte fundamental del paisaje español (y mejicano, ¿eso lo sabíais?). Si queréis conocer su historia, pinchad aquí. Hoy quedan 90, declarados Bien de Interés Cultural, y no sé a vosotros, pero a mí me encanta ir encontrándomelos de vez en cuando. No sólo me parecen espectaculares, sino que hacen que me sienta en casa. Y eso… no tiene precio.

El toro de Osborne es un protagonista más de «Jamón, jamón», rodada cerca de Zaragoza

Si queréis saber mucho más sobre la fauna que vive en los edificios, las calles y las plazas de Zaragoza podéis apuntaros el domingo 19 de mayo a nuestra ruta “Un safari en Zaragoza” a un precio muy especial con motivo del DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS. Si queréis saber más entrad aquí, y para reservar podéis llamarnos al 976207363 o entrar aquí.

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